jueves, 14 de marzo de 2024

Las Aves del Terror fueron los primeros grandes depredadores de la Antártida durante el Eoceno.

 



Se le perdonarían los términos “pájaros no voladores” y “Antártida”, que evocan imágenes de pequeños pingüinos felices contoneándose sobre el hielo. Pero con nuevas investigaciones en mano, permítanos retroceder hace 50 millones de años para descubrir una criatura mucho más aterradora que acecha en el continente entonces más cálido: las aves del terror.

La Dra. Carolina Acosta Hospitaleche y su equipo estaban excavando en la Formación La Meseta, un depósito de sedimentos del Eoceno en la Isla Seymour, Antártida, cuando el investigador encontró algo inusual.

“En las comunidades antárticas faltaban grandes depredadores continentales. Entre las aves sólo conocíamos una rapaz diurna y pequeños marsupiales insectívoros. Hasta ahora nunca habíamos encontrado un carnívoro grande”, explicó el Dr. Acosta Hospitaleche a Paleontología Electrónica .

En lugar de la gran cantidad de fósiles de pequeños mamíferos que se encuentran a menudo en la isla, el investigador había descubierto dos garras fosilizadas de 8 centímetros de largo (3 pulgadas), sospechando que pertenecían a un animal grande y no volador conocido como pájaro del terror .

Este título normalmente se otorga a aves de la extinta familia Phorusrhacidae, cuyos miembros a menudo se considera que eran carnívoros rápidos y activos. Si bien las garras encontradas en la Antártida indican que podrían pertenecer a este grupo, la edad de los fósiles y la falta de otras partes del esqueleto significa que Acosta Hospitaleche y el autor del estudio, el Dr. Washington Jones, no pueden ubicar firmemente el hallazgo en esta categoría. Sin embargo, creen que probablemente pertenezca a este grupo o a uno estrechamente relacionado.

Independientemente de su etiqueta científica, es probable que las garras formaran sólo una parte de una criatura formidable . Los investigadores estiman que el pájaro del terror habría medido unos 2 metros de altura y pesado unos 100 kilogramos, colocándolo firmemente en la categoría de peso pesado.

En cuanto a qué criaturas desafortunadas encontraron su final prematuro a manos de estas aves, se sugiere que las aves se alimentaban principalmente de vertebrados de tamaño pequeño y mediano, como marsupiales y ungulados (un grupo que hoy incluye cerdos y ciervos). Sus grandes garras y sus picos afilados y ganchudos habrían ayudado a derribar a esas presas.

Según los investigadores, esto sugiere que las aves "cumplieron el papel de depredadores continentales", un hallazgo que creen que "remodela inequívocamente nuestra comprensión de la dinámica de los ecosistemas continentales antárticos del Eoceno temprano".

Se espera que haya más hallazgos de fósiles que revelen más detalles sobre estas terroríficas aves y el entorno en el que vivieron hace millones de años, y la erosión podría ayudar a los investigadores en el camino.

“Las islas antárticas sufren una erosión significativa y cada año se descubren nuevos fósiles. La continua exposición de fósiles debido a la erosión presenta una oportunidad única para descubrir más sobre los antiguos ecosistemas de la Antártida”, concluyó Acosta Hospitaleche.

El estudio se publica en la revista Palaeontologia Electronica. Ilustracion, del Lic. M. Charnelli.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm