viernes, 29 de junio de 2018

Canis Dusicyon avus, el último de los grandes canidos pampeanos.


Se trata de un raro canido que habito el territorio bonaerense desde el Pleistoceno superior (Edad Lujanense) hasta el Holoceno tardío, hallado en algunos casos a restos culturales de humanos prehistóricos, pero los paleontólogos creen que habitaron toda la región hasta la llegada de los primeros europeos.
El presente género se lo reconoce fosilíferamente desde el Pleistoceno bonaerense, mientras que en el Holoceno, se lo encuentra también en la región Patagonica y en el sector austral Chileno.
Tenía la apariencia de un lobo moderno y pertenece a la fauna que emigro desde el hemisferio norte. Su alimentación consistía principalmente de pequeños mamíferos y aves de zonas abiertas.
Si bien su registro es muy escaso y solo se lo reconoce por restos aislados, es probable que viviera en jaurías organizadas, y vínculos sociales complejos como las formas vivientes. En la Provincia de Buenos Aires, se han hallado asentamientos aborígenes que utilizaban los caninos (colmillos) de estos, para usos religiosos.
La contextura de Canis Dusicyon era muy parecida a la de un ovejero alemán. Estudios realizados por los prestigiosos Paleontólogos Argentinos Walter Berman y Eduardo Tonni, establecieron varias hipótesis sobre la extinción de este canido, sosteniendo que una de las posibilidades fue la hibridizacion de esta especie con Canis (Canis) familiaris, traído de Europa, es decir, que el mismo pudo haber desaparecido por una cruza con el nuevo representante, pero también se sospecha de los cambios climáticos y ambientales durante el siglo XVI.
Los últimos registros de ejemplares de Dusicyon avus han sido datados en alrededor de 3000 años de antigüedad y coincide con la gran expansión poblacional de las sociedades cazadoras-recolectoras de la región. Se especula que el incremento de su cacería como elemento ornamental fúnebre podría estar estrechamente ligado a su extinción.
Sus restos También fueron exhumados en Uruguay, en el sur del Brasil en playas de Río Grande del Sur; y gran parte de la Patagonia esteparia. En Chile, se encontraron restos óseos en el monumento natural Cueva del Milodón, Región de Magallanes y de la Antártica Chilena. Las imágenes son ilustrativas.

lunes, 25 de junio de 2018

Porcellusignum conculcator, el carpincho que dejo sus huellas en el Pleistoceno de Miramar.




Un grupo de investigadores identifico las huellas prehistóricas encontradas tiempo atrás en Miramar. Eran de un gran roedor emparentado con los carpinchos y tendrían entre 100 y 50 mil años.
Recientemente, un equipo de investigadores dio a conocer la identidad de la especie que dejo sus huellas junto a otras criaturas prehistóricas en la localidad bonaerense de Miramar, una de las localidades con mayor trascendencia en materia paleontológica a nivel mundial.
Las huellas fósiles de roedores en América del Sur son escasamente conocidas por los paleontólogos, ya que para su preservación deben darse ciertas características ambientales, como así también su posterior visualización en los yacimientos paleontológicos
 
Un grupo de investigadores compuesto por Cristian Oliva del Centro de Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico con sede en la ciudad de La Plata, Cristian Favier Dubois del área de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires en Olavarria y por sus descubridores, Daniel Boh y Mariano Magnussen del  Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar, dieron  a conocer los estudios preliminares sobre unas antiguas  huellas fosilizadas, que pertenecieron a un roedor de gran tamaño emparentado con el actual carpincho, el roedor viviente más grande del planeta, (Hydrochoerus hydrochaeris), que pueden crecer hasta 1,30 metros de largo y pesar 65 kilos, aunque en el pasado, existieron formas más voluminosas.
La presentación ante la comunidad científica de los nuevos materiales fue realizada durante las VI Jornadas Arqueológicas y VII Jornadas Paleontológicas Regionales, que se llevaron a cabo en la ciudad de Miramar en el mes de abril de este año. La misma reunió a destacados investigadores de nuestro país.
 
“Los restos de carpinchos fósiles ya han sido encontrados en esta zona en estratos de más de tres millones de años, principalmente mandíbulas y cráneos, que se conservan en el Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar”, argumento Daniel Boh, titular de la institución.
Por su parte, Mariano Magnussen del museo local comento, “las huellas de este roedor no estaban solas, ya que pertenecen al yacimiento paleontológico Punta Hermengo, mundialmente conocido por los investigadores, donde además se recuperaron las primeras huellas fósiles atribuibles a un gran tigre dientes de sable, también de Macrauchenia, un animal similar a un camello con trompa y un ave de gran tamaño de la familia de los ñandúes.
Las huellas del roedor recuperadas e identificadas, pertenecen a la icnoespecie Porcellusignum  conculcator, del cual solo se conocen un puñado de hallazgos en América. Este material contribuye notablemente al entendimiento de estas raras huellas, aportando información sobre su forma de vida, ecología del pasado, etc.

 
Este yacimiento, ubicado en cercanías de la zona urbana y en pleno sector turístico de la ciudad de Miramar, a orillas del mar, fue en tiempos prehistóricos muy diferente. El mar estaba varios kilómetros hacia el sudeste, y este sector era una planicie de inundación, alimentada por un arroyo desaparecido hace miles de años. Animales de diversas especies se acercaban a las orillas fangosas, donde dejaron sus huellas, que, debido a que fueron cubiertas rápidamente, han logrado preservarse hasta nuestros días.
Además, el equipo del Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad, viene trabajando exitosamente en el hallazgo y recuperación del material paleontológico que aparece permanentemente.  En el mismo yacimiento donde se encontraron las huellas de este “carpincho o capibara prehistórico”, se han recuperado restos óseos fosilizados de al menos 4 gigantescos perezosos extintos, del genero Lestodon, que llegaban a tener unos cuatro metros de largo, además de restos de Hippidion (caballos americanos), toxodontes (semejantes a hipopótamos y rinocerontes), Macrauchenia (parecido a un camello, pero con una larga trompa), Notiomastodon (elefantes sudamericanos), gliptodontes (enormes armadillos), roedores, peces e insectos, todos de los últimos 100 mil a 50 mil años antes del presente.

 
Cabe destacar que estos mariales paleontológicos se encuentran protegidos por la ley nacional 25.743/03 y por la ordenanza municipal 248/88 como parte del patrimonio paleontológico de la República Argentina y del Municipio de General Alvarado.
Nuevas instalaciones para el museo.
Debido a la gran cantidad de piezas recolectadas el Museo Municipal Punta Hermengo no puede exponer y conservar su creciente colección, la Municipalidad de General Alvarado junto a la Fundación Azara vienen ultimando los detalles de un nuevo y moderno edificio para el área de ciencias naturales, el cual revalorará el nivel científico, cultural, educativo de la institución y será un nuevo atractivo turístico para la ciudad.

domingo, 24 de junio de 2018

Hippidion principale, el caballo americano extinto del Pleistoceno.



 
Es otro mamífero aloctono, que llego a Sudamérica a principios del Pleistoceno en el gran intercambio faunistico de fines del Plioceno. De acuerdo a la recientes teorías de algunos Paleontólogos, este genero seria originario de Sudamérica y estaría emparentado con Pliohippus y Dinohippus del Plioceno de América del norte. 
 
Era un primitivo caballo, el cual se extinguió poco antes de la llegada de los primeros colonos sin dejar representantes vivientes, siendo reemplazado por el caballo europeo. Era similar al cebras de Africa, pero algo mas bajo y rechoncho, con extremidades cortas. Su cráneo presenta unos huesos nasales algo alargado y pronunciado que las formas vivientes. Por otro lado, es notable la conformación de las extremidades, proporcionalmente cortas y anchas, que le confieren al animal un aspecto macizo.
 
Su peso pudo ser de 400 kilos. El primer registro de un caballo fósil sudamericano fue el molar superior descubierto por Charles Darwin cerca de Bahía Blanca (Prov. Buenos Aires), al que Richard Owen identifico en 1840, lo denomino Equus caballus (la especie actual), y mas tarde lo denomino Equus curvidens.
Se han hallado numerosos esqueletos bien preservados en distintas zonas del país. El registro es ampliamente conocido desde el norte de Ecuador hasta el sur Patagonico. Desde el punto de vista estratigráfico, es conocido desde el Plioceno superior (Uquiense) hasta el Pleistoceno superior - Holoceno (Lujanense reciente). Las características adaptativas de la parte distal de las extremidades de Hippidion pueden ser indicadores de distintos tipos de suelo y vegetación. El hábitat de Hippidion debería corresponder a un bosque húmedo y suelo blando.
 
Los Equidos de América del sur se han extinguido totalmente. Algunos ejemplares mas modernos de Hippidion, provienen de sitios arqueológicos de la Provincia de Buenos Aires, como Arroyo Seco, ubicado en el Partido de Tres Arroyos, con una antigüedad de 8500 años. Géneros relacionados: Hippidion esta representado por tres especies: Hippidion devillei, Hippidion principale y Hippidion saldiasi. Los primeros se encuentran representados en el registro fósil de la provincia de Buenos Aires y de Tarija (Bolivia), mientras que Hippidion saldiasi esta representado en Patagonia austral.
 
Las imágenes; Cráneo de Onohipidium y mandíbula, en el Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. Esqueleto de Hippidion en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. Reconstrucción de caballo americano extinguido. Por el dibujante y museólogo Daniel Boh.

sábado, 23 de junio de 2018

Trigodon gaudryi, un gigante del Plioceno bonaerense.


Es el ultimo genero gigante de los Haplodontheriinae, por lo menos en la región pampeana. Es otro de los representantes del orden "Notoungulata" los cuales se diversificaron en América del sur colonizando distintos ambientes. Existió desde hace 11,6 millones de años hasta hace 3 millones de años (Mioceno Superior y Plioceno).

Eran animales de patas y cuellos cortos que todavía no habían desarrollado una cruz con forma de joroba, como los toxodontos posteriores. Tenia adaptaciones semi-acuatica y se alimentaba de los vegetales que encantaba a orillas de los espejos de agua. La presencia de una gran fosa sobre el cráneo de este gigantesco animal, hacen suponer a los Paleontólogos que poseían un cuerno corneo curvado, el cual era utilizado para defenderse de los carnívoros de su época, como por ejemplo de las grandes aves corredoras y de los marsupiales con caninos muy desarrollados.

Su cuerpo era muy grande y macizó, cubierto por una gruesa piel. Sus extremidades eran algo cortas y robustas, las cuales no eran aptas para correr. Su peso esta estimado entre 1,5 a 2 toneladas. Sus principales restos provienen de los acantilados marítimos de la costa bonaerense y de algunos sitios desérticos del interior de la Provincia de Buenos Aires.

Se extinguió a fines del Plioceno, hace 3 millones de años antes del presente, dejando en su reemplazo al Toxodon, que fue muy común durante el Pleistoceno. Considerándose un fósil característico de la Edad Montehermorense. Ladera oriental de los Andes, Bolivia, Perú, y llanuras en Uruguay, la formación Solimões, Alto río Acre, Estado de Acre (Brasil) y en la Provincia de Buenos Aires (Argentina). En la foto Cráneo y Mandíbula de Trigodon, exhibido en el Museo de La Plata. Hallado en Monte Hermoso, Prov. Buenos Aires y recreación.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/plioceno.htm

viernes, 22 de junio de 2018

Gryposuchus neogaeus, un cocodrilo de posibles hábitos marinos del Mioceno.


Es un género extinto de crocodiliano gavialoide. Es el género tipo de la subfamilia Gryposuchinae. Sus fósiles han sido hallados en varios países de Suramérica, como Argentina, Colombia, Venezuela, Brasil y Perú.
El género existió durante principios y mediados del período Mioceno. Una especie recientemente descrita, G. croizati, tiene una longitud estimada de 10 metros. La especie tipo de Gryposuchus es G. neogaeus. Especimenes de esta especie fueron descritos inicialmente de Argentina en 1885, aunque fueron referidos al género Ramphostoma.No fue sino hasta 1912 que se le asignó su propio género con la descripción de una nueva especie de Brasil, G. jessei.
Algunos gaviales griposuquinos como Siquisiquesuchus y Piscogavialis han sido hallados en localidades que se cree eran depósitos de ambientes costeros. La presencia de Gryposuchus en la formación Urumaco de Venezuela, que incluye estratos marinos, le da crédito a la idea de que los griposuquinos pueden haber vivido en ambientes costeros.
Sin embargo, ciertas localidades donde se recuperó material perteneciente a la especie G. colombianus, como la zona de La Venta, Colombia , claramente eran depósitos de ambientes de agua dulce, lo que indica que la hipótesis de un estilo de vida costero para los griposuquinos no puede generalizarse.

jueves, 21 de junio de 2018

Trachytherus spegazzinianus, un ungulado nativo del Oligoceno de Patagonia.


Se trata de otro genero de los ungulados nativos sudamericanos o Notoungulata, es decir herbívoros con pezuñas nativos (a diferencia del ganado actual que también tienen sus pezuñas).
El notoungulado mesoterio Trachytherus según todos los indicios era un animal con pezuñas muy diferente. Tenía dientes de crecimiento permanente parecidos a los que presentan los roedores. Adicionalmente  
Su distribución parece circunscribirse solamente al Oligoceno tardío y su distribución estratigráfica se restringe a la parte superior del «miembro Puesto Almendra» de la «formación Sarmiento» en la cuenca del golfo de San Jorge, provincia del Chubut, y a los «estratos de Salla», en la cuenca de Salla-Luribay, Bolivia.
En Patagonia, Pyrotherium romeroi tiene la misma distribución estratigráfica que la de Trachytherus spegazzinianus. Se ha recomendado también a esta especie para caracterizar la fauna del Oligoceno asignada a la «edad deseadense» en la Patagonia y Bolivia, al contar con un completo registro estratigráfico. Su paracrón comprende desde 27,6 millones de años en Pico Truncado, Argentina, hasta 24,8 millones de años en Salla, Bolivia.
Era un animal de mediado tamaño. Usaban sonidos para comunicarse entre ellos, posiblemente para emparejarse y advertir del peligro. Eran primariamente herbívoros y se desplazaban según su hábitat, en busca de hojas, raíces, flores, cortezas, frutos, etc.; también comían insectos y pequeños animales.
A partir de una copia del cráneo descripto por Ameghino, el técnico en paleontología Mariano Magnussen Saffer, recreo parte del esqueleto para una exhibición educativa en el Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar.

miércoles, 20 de junio de 2018

Arminiheringia auceta, un gran depredador marsupial del Eoceno.


Este gran marsupial carnívoro vivió en el Eoceno inferior de la Argentina (hace unos 50 millones de años).
Este animal tenía un cráneo, excepcionalmente robusto, dotado de fuertes dientes. Los caninos inferiores, en particular, eran excepcionalmente largos y se inclinaban hacia adelante. Los molares y premolares sugieren una dieta carnívora.
Todo el animal era muy grande (alrededor de 1,8 metros de longitud). Sus patas eran fuertes y robustas, y el aspecto general de este animal se asemejaba a un oso. Era un típico representante del orden Sparassodonta, que se desarrolló en América del Sur ocupando los nichos ecológicos que fueron ocupados en otros continentes por los mamíferos carnívoros.  
Las arminieringias eran muy similares a un grupo de carnívoros primitivos conocidos como creodontos. Tres especies se conocen arminieringias, la más conocida de las cuales es Arminiheringia auceta.
El cuerpo fuerte y un cráneo armado con grandes dientes son netos indicadores importantes de una dieta carnívora, los caninos inferiores impares, que se inclinaban hacia adelante, indican que el arminieringia era un depredador especialista, pero no está claro exactamente cuál era su técnica para capturar sus presas.

martes, 19 de junio de 2018

Corydoras revelatus, un primitivo “bagre” del Paleoceno de Salta.


Es una especie extinta de pez del género Corydoras, de la familia Callichthyidae del orden Siluriformes. Fue exhumada como fósil en sedimentos del Paleoceno tardío. Habitó en las aguas dulces del centro-oeste de América del Sur.
Esta especie fue descrita originalmente en el año 1925.] Es una especie extinta de calíctrido conocido por un solo espécimen encontrado en estratos del Paleoceno tardío de la formación Maíz Gordo, ​ en la provincia de Salta, en el noroeste de la Argentina. Según la datación cronológica de estos estratos, el espécimen fósil posee una edad aproximada de entre 58 millones de años.
En comparación con las especies modernas del género, C. revelatus tiene una cabeza corta y relativamente redondeada, y ojos implantados de manera baja. Si bien la posición de la especie dentro del género Corydoras es provisional y aún falta definir, su anatomía confirma que es un miembro de la subfamilia, Corydoradinae, y demuestra que ya había diversificación de calíctridos antes del final del Paleoceno.
Los peces pertenecientes a este grupo son conocidos popularmente como bagres.  Las características más sencillas que permiten reconocerlos son: Cuerpo desnudo, sin escamas o cubierto con placas óseas y presencia de barbillas o bigotes alrededor de la región bucal. Por lo general, son peces de hábitos nocturnos y crepusculares, que viven asociados al fondo de los cuerpos de agua o a troncos y vegetación sumergida.
Generalmente, no forman cardúmenes. Pueden consumir una gran variedad de alimentos entre los que se encuentran: Algas, plantas vasculares acuáticas, semillas y frutos de plantas terrestres ribereñas, peces, insectos, crustáceos, moluscos y otros microorganismos asociados al fondo del río.

lunes, 18 de junio de 2018

Origen de la Vida.



 
No siempre existió la vida sobre la Tierra. El tremendo calor de los primeros tiempos destruía todo posible germen vital. Cuando se formó la corteza terrestre y la temperatura descendió por debajo de los 1 000° C las nubes de vapor de agua pudieron descargarse y comenzó la circulación del agua sobre la Tierra; fue entonces cuando se hizo posible la vida.
Lo comprueban los fósiles hallados, es decir, los restos de animales y vegetales petrificados, o los rastros o improntas dejados por esos organismos en diversos terrenos geológicos antiguos.
Dado que a lo largo de los siglos la flora y la fauna cambian de carácter, se han podido establecer fósiles de la misma especie y edad para señalar la sucesión de las capas geológicas. Este hecho sirve a la Paleontología para estudiar la historia de los organismos vivos, que se remonta hasta las primeras edades geológicas en las que comenzara a circular el agua.
Desconocemos el aspecto de los primeros seres. Tres quintas partes de los terrenos están cubiertas de agua y es imposible buscar fósiles que permanecen aún ocultos en el fondo de los mares.

Las primeras huellas parecen haber sido borradas por la transformación de las capas más antiguas en granito y en gneiss. Un hecho es cierto: la vida sobre la Tierra, con los primeros seres que la poblaron, solamente pudo aparecer después de¡ comienzo de la circulación de las aguas.

domingo, 17 de junio de 2018

Gasparinisaura cincosaltensis, el dinosaurio ornitisquio mas pequeño del Cretácico de Rio Negro.




Fue hallado por la Paleontóloga Zulma Gasparini del Museo de La Plata en el año 1996. Era un Dinosaurio Ornitisquio que muestra evidentes diferencias con las formas comparables de Laurasia, al punto de que los Doctores Corea y Salgado están estudiando la posibilidad de agruparlo en una familia nueva, la "Gasparinisauridae".
Al contrario de otros Ornitisquios ya descubiertos, se trata de un animal de pocas dimensiones. Su largo desde la cabeza a la cola fue de 60 centímetros y su altura debió ser de 40 centímetros. Su esqueleto presenta la reducción marcada del tamaño de los miembros anteriores con respecto a los posteriores, los que son proporcionalmente fuertes.

Las piezas "tipo" de estos Dinosaurios fueron encontradas en estratos geológicos mas antiguos de aquellos que demuestran la invasión de los gigantescos Dinosaurios Ornitisquios de América del norte conocidos como Hadrosaurios o "picos de pato". Se alimentaba de vegetales bajos, como helechos y brotes de coniferas. Sus restos fueron hallados en la Localidad de Cinco Saltos en la Provincia de Rió Negro en estratos de 90 millones de años.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/cretacico2.htm

viernes, 15 de junio de 2018

Maresaurus coccai, un reptil marino del Jurásico.


Es un género extinto de pliosaurio procedente del Jurásico Medio (Bajociano) de lo que ahora es Argentina. La especie tipo, Maresaurus coccai, fue nombrada por Gasparini en 1997.
Análisis filogenéticos recientes han encontrado que Maresaurus es un romaleosáurido. Se caracterizaban por tener cuerpos robustos y anchos, cabezas grandes sostenidas por un cuello corto con dientes cónicos enormes que sobresalían en las puntas de sus mandíbulas y cuatro aletas grandes como remos que les daban mucha velocidad en un solo impulso, siendo las aletas posteriores algo mayores que las delanteras, al contrario de los plesiosaurios propiamente dichos.
Fueron reemplazados a finales del Cretácico por depredadores más rápidos y mejor adaptados al medio como los mosasaurios. Fue hallado en la Formación Los Molles, en la ciudad de Chacaico - a 70 kms de la ciudad de Zapala.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/jurasico.htm

jueves, 14 de junio de 2018

Saurosuchus, un gran arcosaurio del Triásico de Argentina.


Es un género extinto de saurópsido arcosaurio perteneciente al orden Rauisuchia, perteneciente a la familia Prestosuchidae. Vivió en el Triásico Superior, en territorios de la actual Argentina.
Con una longitud de 7 metros, seguramente fue el mayor miembro de su grupo, con la excepción quizás del menos conocido Fasolasuchus. Al igual que otros rauisuquios, Saurosuchus caminaba sobre cuatro patas completamente extendidas.
Es probable que fuera capaz de erguirse sobre las patas traseras por cortos períodos. Saurosuchus es conocido a partir de varios esqueletos parciales recuperados de la formación Ischigualasto de Argentina. El espécimen del holotipo consiste de un un cráneo completo aunque deformado, vértebras dorsales, osteodermos dorsales y partes de la pelvis.
Los miembros posteriores, la cola, el cuello y la escápula se encuentran en varios otros esqueletos. El valor diagnóstico de estos huesos ha sido cuestionado en estudios posteriores, que los han considerado como de una especie indeterminada de rauisuquio. Saurosuchus es uno de los mayores rauisuquios.
El esqueleto completo no es conocido y las estimaciones de tamaño van desde 6 a los 9 metros de longitud total corporal. Tenía un cráneo profundo y comprimido lateralmente. Los dientes son grandes, recurvados y aserrados. El cráneo es amplio en la parte posterior y se estrecha en frente de los ojos. El techo craneal y el maxilar poseen hoyuelos, un rasgo distintivo no visto en ningún otro rauisuquio. En la imagen se observa un Esqueleto de Saurosuchus en el parque provincial Ischigualasto

miércoles, 13 de junio de 2018

Lituites, el mayor depredador del ordovícico.


Fueron los depredadores de mayor tamaño en los mares del ordovícico, hace 450 millones de años. Se encuentra en las aguas tropicales entre los océanos Índico y Pacífico.
A diferencia de otros moluscos cefalópodos, como el pulpo o el calamar, el nautilo tiene unos ojos simples, sin cristalino. También, en lugar de un par, tienen dos pares de branquias y hasta 90 tentáculos dispuestos en dos círculos alrededor de la boca.
Pero por lo que más se caracterizan es por su envoltura o concha lisa y enrollada, de hasta 28 cm de diámetro. Está forrada con nácar y dividida en una serie de compartimentos progresivamente mayores, el último de los cuales les sirve de vivienda.
Las paredes (septos) que forman las cámaras están perforadas por un tubo (sifón) que está unido al animal. El intercambio de líquidos y gases que se produce a través de sus paredes, permite al nautilo regular la posición hidrostática.
Parece que el nautilo descansa durante el día en el fondo del océano a unos 600 m de profundidad. Por la noche nada por los alrededores forzando la salida de agua a través de una especie de embudo primitivo que posee para este fin y se alimenta de diatomeas, quisquillas y algas.
Cuando se está alimentando mantiene sus tentáculos extendidos para atrapar todo lo que se acerque a ellos. Los tentáculos son pequeños, contráctiles y adhesivos, pero no tienen ventosas. Se conoce poco acerca del comportamiento y el ciclo de vida de este molusco.  

domingo, 10 de junio de 2018

Nuevos estudios indican detalles de los Perezosos Gigantes Extintos.


El perezoso suele ser el emblema de la lentitud. Los representantes vivos de este curioso grupo de mamíferos se encuentran en las selvas amazónicas, donde se desplazan con movimientos lentos en busca de alimentos. Y con sólo volver atrás en el tiempo unos miles de años, nos encontraríamos con una América poblada por decenas de especies de perezosos gigantes, algunas de las que podían alcanzar las tres o cuatro toneladas de peso. Alberto Boscaini es becario doctoral del CONICET en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCuyo-Gob. Mza) y estudia la evolución de los perezosos gigantes que habitaron el continente americano.

“Estos mamíferos son exclusivos del continente americano y han atraído la atención de grandes naturalistas como Charles Darwin, que encontró numerosos fósiles en América del Sur, o Georges Cuvier y Richard Owen, que describieron los primeros hallazgos. Hoy en día, estos extraños animales siguen dando que hablar. Llaman la atención porque eran verdaderos colosos, capaces de adaptarse a los ambientes más diversos. De hecho, existían perezosos capaces de escalar paredes de roca y otros que nadaban en zonas costeras”, explica Boscaini.

En 2017, se hallaron en Brasil enormes túneles excavados por perezosos pleistocenos. Y recientemente, se descubrieron en Estados Unidos huellas de perezosos gigantes asociadas a huellas humanas, quizás testigos de una antigua cacería. “Los fósiles de este grupo de animales han sido estudiados en detalle, pero todavía hay muchas preguntas sobre su anatomía y ecología”, describe el paleontólogo.

Por primera vez, un grupo internacional de investigadores, coordinado por Boscaini, pudo reconstruir en tres dimensiones el cerebro y el oído interno de un perezoso gigante de la especie Glossotherium robustum, conservado en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) de Buenos Aires. De los órganos sensoriales de estos animales se sabía poco o nada: hoy, gracias a la aplicación de técnicas médicas como la tomografía computada, fue posible reconstruir digitalmente el fósil y elaborarlo con programas informáticos específicos.

“Gracias a la cooperación entre el CONICET y la Universidad La Sapienza de Roma y con el apoyo de la clínica FUESMEN (Fundación Escuela Medicina Nuclear) de Mendoza, hemos podido obtener reconstrucciones fieles del cerebro y otras estructuras que nunca habían sido observadas anteriormente. Entre ellas se han podido observar los vasos sanguíneos, los nervios, la neumaticidad (los espacios vacíos en el cráneo) y el oído interno”, detalla el especialista.

“El oído interno de los mamíferos cumple un importante papel en el control del equilibrio y en general, en la locomoción. Estudiando esta región anatómica del perezoso gigante detectamos importantes diferencias con los perezosos actuales y más similitudes con los grandes mamíferos terrestres modernos”, continúa.
Los investigadores dedujeron que su nivel de agilidad tenía que ser más parecida a la de un hipopótamo o a la de un rinoceronte, ambos de gran tamaño, pero capaces de movimientos ágiles. “En plena carrera estos animales pueden ir más rápido que un ser humano”, resalta Boscaini.

Gracias al detalle de las reconstrucciones del modelo 3D, los investigadores pudieron estudiar el cerebro, así como el recorrido de los vasos sanguíneos y de los nervios craneanos. Estos datos fueron comparados con los de los perezosos actuales, evidenciando el enorme desarrollo de los nervios que se originan en la parte anterior del cerebro del perezoso extinto. Los paleontólogos han supuesto entonces que el morro de Glossotherium era extremadamente sensitivo.

“Probablemente estos perezosos gigantes tenían labios semiprensiles, parecidos a los de los actuales rinocerontes, jirafas y bóvidos con los que seleccionaban y arrancaban vegetales. Los miembros anteriores, con sus enormes garras, estaban probablemente más adaptados a la excavación que al agarre de precisión”, detalla el paleontólogo.

Estos son sólo algunos de los aspectos biológicos de estos gigantes extintos que los investigadores han podido reconstruir gracias a los precisos datos escondidos en el cráneo y revelados por las gráficas 3D. Las investigaciones continúan y muchas otras especies están actualmente en fase de estudio.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

sábado, 9 de junio de 2018

Ctenomys talarum, uno de lo roedores mas interesantes y diversificados del Holoceno.



Es una especie de roedor histricomorfo de la familia Ctenomyidae endémica de Argentina. El género Ctenomys Blainville, 1826 comprende actualmente más de sesenta especies de roedores subterráneos distribuidas en América del Sur, desde el centro-oeste de Perú hasta el archipiélago fueguino.
Uno de los roedores mas comunes en el registro fosilífero durante la mitad del Pleistoceno y todo el Holoceno y posee semejanza adaptativas iguales a la de un topo. Son conocidos por el nombre de "Tuco tuco", en las cuales se encuentran grupos de marcada afinidad morfológica y genética, lo cual señalaría que la diversidad actual deriva de un número menor de especies pretéritas fragmentadas durante la cambiante historia dinámica y paleo ecológica del Cuaternario.
Es una especie originada en América del sur,  con formas extintas cercanamente emparentadas en el Plioceno, cuyo genero es conocido como Actenomys. Su vida esta ligada principalmente a hábitos subterráneos, realizando galerías y cuevas en el suelo, cavando con sus miembros anteriores robustos y provistos de fuertes garras, como así también de sus largos incisivos.
Es muy raro que estos animales salgan a la superficie, ya que se exponían a ser capturados por pequeños mamíferos de la época, como por aves rapaces. Su alimentación estaba orientada principalmente a raíces y tallos duros. Su cráneo es corto y robusto y sus dientes son muy particulares, armados por incisivos largos y anchos de color anaranjado y por una hilera de tres molares por mandíbulas de forma semi-lunar.
Su cabeza y cuerpo estaban formados por una sola unidad, ya que prácticamente no poseían cuello. Patas cortas y robustas y una cola corta y relativamente ancha. Durante el Holoceno fue un animal muy común y se lo considera un "fósil guía". También se han protagonizado algunos hallazgos arqueológicos en la región pampeana y en patagonia, donde se ha demostrado que los humanos habrían especializado técnicas de captura y su posterior alimentación de estos pequeños animalitos del tamaño de un cuis pampeano o de un cobayo.
Esqueleto parcial anatómicamente exhibido y cráneo comparado con una moneda en el Museo Municipal de Ciencias Naturales  Punta Hermengo de Miramar.

viernes, 8 de junio de 2018

miércoles, 6 de junio de 2018

Museos e Instituciones de la Republica Argentina con Colecciones Paleontológicas.

 


Este es un espacio destinado a Museos e Instituciones con colecciones fósiles destacadas en la República Argentina, las cuales presentan exhibiciones, equipos propios de investigadores y técnicos especializados. 

 

martes, 5 de junio de 2018

Megatherium americanum, la bestia gigante del Pleistoceno.



 
Los "Pilosa" en la actualidad se encuentran representados por mamíferos pequeños y medianos, como osos hormigueros y perezosos de tres dedos, que pasan la mayor parte de su tiempo colgados en los árboles, moviéndose en forma muy lenta, debido a su bajo metabolismo, pero en el Pleistoceno habitaron en nuestro territorio formas gigantescas.
Megatherium fue descripto por primera vez por el naturalista francés Georges Cuvier en 1796, quien se basó para tal descripción en un esqueleto completo descubierto en 1789 en las barrancas del Rió Lujan (Prov. Buenos Aires). Su nombre significa "bestia grande" y sin dudas fue el animal terrestre más grande que habito en la región pampeana, donde se han rescatado sus principales restos.
El género Megatherium constituye, al igual que Glyptodon, uno de los elementos más conspicuos de la megafauna pleistocena. Su dentición está constituida por molariformes en forma de columna prismática cuadrangular. Tradicionalmente, se lo ha asociado a una dieta herbívora, aunque se propuso una dieta mixta, carroñera o incluso carnívora. El primer registro del género se remonta al Vorohuense hasta llegar al Lujanense temprano (Megatherium americanum) y Lujanense tardío (Megatherium sp.).
Desde el punto de vista geográfico, su extensión parece estar limitada a la parte austral de América del Sur, es decir, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Bolivia; hacia el norte y el este, Megatherium es reemplazado por Eremotherium, un género similar, pero con algunos caracteres más primitivos y adaptado a temperaturas posiblemente más elevadas.
Superaba los 4,5 metros de altura cuando se paraba sobre sus patas traseras y con su larga y robusta cola  formando una especie de "trípode" permitiéndole llegar de esta forma a las hojas de los árboles y tener un mejor panorama de todo su alrededor. El peso estimado de esta especie es de 5 toneladas, algo así como dos elefantes. Su cuerpo estaba recubierto por una fuerte pelambre.
Sus patas delanteras eran largas y fuertes, acompañadas por cuatro garras, lo que le permitía acceder de mejor manera a los vegetales que formaban parte de su dieta. En la localidad de Pehun-co, Provincia de Buenos Aires, se halló un yacimiento paleoicnologico con huellas dejadas por este enorme animal hace unos 11 mil años, junto a otras pertenecientes a especies desaparecidas y vivientes. Megatherium coexistió con los antiguos habitantes humanos en la Provincia de Buenos Aires hace 8500 años antes del presente. En las fotos, esqueleto en el Museo Argentino de Ciencias Naturales, mariano Magnussen junto al cráneo de Megaterio, aspecto del Megaterio y huellas en Pehuén Co.

lunes, 4 de junio de 2018

Necrolestes, un mamífero patagónico que sobrevivió a la extinción de los dinosaurios.


Los diminutos huesos y consideró que el animal habría sido un pariente lejano de los topos africanos vivientes. Le dio el nombre científico Necrolestes patagonensis, es decir, ladrón de tumbas de la Patagonia, en alusión a sus hábitos excavadores.
En décadas posteriores, expediciones de diversos paleontólogos a la misma zona de la Patagonia, cercana a la desembocadura del río Santa Cruz, descubrieron esqueletos fósiles prácticamente completos del Necrolestes. El estudio de esos esqueletos llevó a pensar que se trataba de un mamífero muy arcaico en la historia de la evolución, más que un ancestro de los topos, como había supuesto Ameghino. Por determinados rasgos se pensó que podía haber sido un marsupial, es decir, un pariente lejano de las comadrejas, los canguros y los coalas actuales.
La mayor parte de los mamíferos mesozoicos pertenece a grupos grupos hoy extinguidos, que no se relacionan directamente con los actuales, sean placentarios o marsupiales. Solo la descendencia directa de algunos escasos mamíferos del Mesozoico ha sobrevivido hasta nuestros días. Entre ella se cuentan los ornitorrincos y los equidnas, que integran un grupo llamado monotremas, restringidos a algunos sectores de Oceanía.
Durante la segunda mitad del siglo XX, otro destacado paleontólogo argentino, José Bonaparte, recorrió la Patagonia en búsqueda de fósiles mesozoicos. Descubrió un importante yacimiento fosilífero en la provincia del Río Negro, en una estancia llamada Los Alamitos, del que fueron recuperados abundantes restos óseos de dinosaurios carnívoros y herbívoros, de tortugas, cocodrilos y peces, vivos hace unos 70 millones de años, es decir, a finales de la era mesozoica.