miércoles, 29 de mayo de 2019

Preparación de moldes y de copias fosiles.

Cuando un resto fósil tiene un interés especial, tal vez porque se trata de una forma nueva o muy bien preservada, los paleontólogos deciden hacer copias. La idea es hacer réplicas de los restos originales, los cuales son copias fieles a la pieza original. El primer paso es hacer los moldes de la pieza del organismo a copiar, que por supuesto, el fósil fue procesado previamente por el personal técnico idóneo de un museo o institución científica. Esta tarea debe realizarse con mucho cuidado para no dañar los especímenes.

En la actualidad, los moldes suelen hacerse con plásticos flexibles que se separan con facilidad del hueso, y después de la pieza fundida, logrando copiar hasta los detalles mas íntimos de un organismo. Pero igualmente existen numerosas técnicas de trabajo, las cuales son utilizadas según el espécimen a duplicar.

El primer problema surge al diseñar el molde de un hueso. Este debe estar formado por dos o más piezas, que deben estar ajustadas entre si correctamente, para luego poner el material fundido y que este no se derrame por hendiduras o cavidades mal diseñadas o cerradas, para evitar distorsiones en la pieza procesada. Algunos moldes pueden ser sencillos, como por ejemplo los huesos largos o algunas vértebras, las cuales se hacen en dos mitades coincidentes. Pero los trabajos más minuciosos para un técnico es el copiado de un cráneo o una cadera, cuyos moldes deben ser tridimensionales y pueden contar con numerosas piezas a unificar…


lunes, 27 de mayo de 2019

Tapirus dupuyi, en la costa atlántica durante el Pleistoceno.


Es una especie de mamífero perisodáctilo extinto de la familia de los tapíridos y del género Tapirus que vivió en el Pleistoceno de América del Sur.
Esta especie fue descrita originalmente por Carlos Ameghino en 1916, empleando como base materiales fragmentarios colectados en sedimentos del Ensenadense en la ciudad de Miramar, provincia de Buenos Aires, cuya especie homenajea a José María Dupuy, prefecto local y coleccionista en ciencias naturales.
Un amplio estudio de todos los materiales colectados en los yacimientos fosilíferos de América del Sur referidos al género Tapirus llegó a la conclusión que es una especie dudosa por la falta de material fósil, al igual que Tapirus australis, Rusconi, 1928. Este taxón, como cualquier integrante del género Tapirus, se asocia a climas cálidos, y ambientes de pluviselvas, sabanas o bosques húmedos de tipo tropical o subtropical cercanos a ríos o pantanos; con dieta herbívora hojas, frutas, etc.
Era un animal de tamaño mediano, con una longitud que variaba desde 1,8 metros hasta los 2,5 metros, y un peso de 220 a 300 kilogramos. Sin embargo, la principal característica del tapirus es su alargado hocico en forma de pequeña probóscide, que usa principalmente para arrancar las hojas, hierbas y raíces que constituyen su alimento.
Sobre la base de análisis morfométricos de sus dientes se llega a la conclusión de que Tapirus rioplatensis es significativamente mayor que Tapirus terrestris, Tapirus mesopotamicus, y Tapirus rondoniensis, y algo más grande que otros grandes tapires fósiles o vivientes, tales como Tapirus oliverasi, Tapirus indicus, Tapirus tarijensis, y Tapirus haysii.

sábado, 25 de mayo de 2019

Los hallazgos de Mamíferos Fósiles durante el Periodo Colonial.



Mientras el pueblo quería “saber de qué se trata” el 25 de mayo de 1810, se aproximaba la Revolución de Mayo, ya en la Buenos Aires colonial, se deslumbraban los primeros hallazgos paleontológicos de grandes criaturas milenarias. Compartimos un interesante artículo de Ricardo Pascuali y Eduardo Tonni.

Entre los primeros restos de mamíferos fósiles descubiertos en lo que más tarde sería el Virreinato del Río de la Plata se encuentran aquéllos que habían sido atribuidos a una raza de humanos gigantes. Así, en la segunda mitad del siglo XVI, fray Reginaldo de Lizárraga (1539 ó 1540-1609) decía, al referirse al valle de Tarija: “Hállanse en este valle a la ribera y barrancas del río sepulturas de gigantes, muchos huesos, cabezas y muelas, que si no se ve, no se puede creer cuán grandes eran; cómo se acabasen ignórase, porque como estos indios no tengan escripturas, la memoria de cosas raras y notables fácilmente se pierde.
Certificome este religioso nuestro [se refiere a fray Francisco Sedeño] haber visto una cabeza en el cóncavo de la cual cabía una espada mayor de la marca, desde la guarnición a la punta, que por lo menos era mayor que una adarga; y no es dificultoso de creer, porque siendo yo estudiante de Teología en nuestro convento de Los Reyes, el gobernador Castro envió al padre prior fray Antonio de Ervias, que nos la leía, y después fue obispo de Cartagena, en el reino de Tierra Firme, que actualmente estaba leyendo, una muela de un gigante que le habían enviado desde la ciudad de Córdoba del reino de Tucumán, de la cual diremos en su lugar, y un artejo de un dedo, el de en medio de los tres que en cada dedo tenemos, y acabada la lectión nos pusimos a ver qué tan grande sería la cabeza donde había de haber tantas muelas, tantos colmillos y dientes, y la quijada cuán grande, y la figuramos como una grande adarga, y a proporción con el artejo figuramos la mano, y parecía cosa increíble, con ser demostración; oí decir más a este nuestro religioso, que las muelas y dientes estaban de tal manera duros, que se sacaba dellas lumbre como de pedernal” (Lizárraga, 1916a: 283-284).
Lizárraga también se refiere al hallazgo de “sepulturas de gigantes” en Córdoba: “La cibdad de Córdoba es fértil de todas fructas nuestras, fundada a la ribera de un río de mejor agua que los pasados, y en tierra más fija que la de Tucumán, está más llegada a la cordillera; danse viñas, junto al pueblo, a la ribera del río, del cual sacan acequias para ellas y para sus molinos; la comarca es muy buena, y si los indios llamados comichingones se acabasen de quietar, se poblaría más. Tres leguas de la cibdad, el río abajo, en la barranca dél, se han hallado sepulturas de gigantes, como en Tarija” (Lizárraga, 1916b: 237-238).

jueves, 23 de mayo de 2019

El genoma de las aves confirma que son los dinosaurios de la actualidad.

Hace más de una década, en los primeros pasos del siglo XXI, un grupo de investigadores de las universidades de Yale y Rockefeller de Nueva York andaba ya planteándose si sería posible recrear una proteína de dinosaurio a partir de las copias genéticas que producen esa proteína en las especies actuales. La idea era utilizar una suerte de máquina del tiempo molecular que fuese capaz de dar marcha atrás al avance de la evolución hasta el momento en el que vivió el ancestro común más cercano entre los dinosaurios y los seres vivos actuales. Y la proteína escogida era un pigmento visual clave para la visión en colores. La cuestión no era baladí. Si lo lograban podían abrir la puerta a nuevas interpretaciones sobre la biología y la forma de vida de los gigantescos animales que dominaron la Tierra durante millones de años.
Los investigadores, a las órdenes de Thomas Sakmar, de la Rockefeller University, tomaron la secuencia genética responsable de la producción de ese pigmento en 30 especies de vertebrados actuales, desde lampreas y anguilas hasta cocodrilos, lagartos o mamíferos como el ser humano. Y pusieron a funcionar toda la maquinaria genética y estadística a su alcance para reconstruir cómo era ese pigmento visual en el ancestro de los arcosaurios que dio lugar a los cocodrilos y aves actuales. Y, en 2002, lo consiguieron. Lograron fabricar el gen artificial de ese dinosaurio y confirmar así que estos animales veían en color. El trabajo dio lugar a multitud de trabajos reinterpretando su biología reproductiva e incluso las representaciones artísticas que se hacían de estos animales. Los plumajes coloridos ya pudieron estar favorecidos adaptativamente hace más de 100 millones de años, en la era de los dinosaurios.
Aquel trabajo, que hace despertar todo tipo de ideas futuristas presentes en la ciencia ficción sobre la resurrección de los dinosaurios, se realizó con una sola secuencia genética y en tiempos en los que la industria genómica estaba aún en su infancia. ¿Qué datos biológicos se podrían obtener si se dispusiera de todas las secuencias de todas las especies de animales que descendieron de los dinosaurios? Haría falta un enorme músculo financiero, científico y tecnológico para lograr un objetivo semejante. Y durante años nadie ha emprendido esa tarea.
Pero exactamente eso es lo que acaba de lograr un consorcio internacional -'Avian Phylogenomics Consortium'- de más de 200 investigadores y participación de 80 instituciones de todo el mundo dirigido desde el National Genebank BGI de China, el mayor centro de análisis genómico del mundo en la actualidad, por encima de los potentes centros de EEUU y Reino Unido.
El proyecto ha secuenciado y analizado 48 genomas de aves que representan, con al menos una especie, todos los grupos de aves que existen en la actualidad. Y 45 de ellos se presentan por primera vez en este estudio publicado en la revista 'Science' junto con otros siete estudios más en la misma revista y 21 en otras de menor impacto.
Las secuencias completas de ADN de todas las aves modernas ayudan a contar la historia de cómo consiguieron, junto con algunos reptiles, burlar la extinción masiva que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años. Y también sobre cómo evolucionaron y se diversificaron rápidamente en un 'Big Bang' biológico tras la gran extinción.
Existen tres tipos de aves. En primer lugar, las grandes aves que no vuelan como las avestruces o los emus de Oceanía. Después hubo una separación que dio lugar a otros dos grupos más el de los pollos y patos, por un lado, y el de las neoaves, que representan el 95% de todas las especies de aves. Este dibujo general ya se conocía desde hace décadas, pero hasta ahora ha habido debates abiertos sobre cómo evolucionaron. Para empezar, el trabajo recién presentado define el árbol evolutivo de las aves de una forma definitiva.
Pero un trabajo de tal magnitud responde otras muchas cuestiones científicas. "Queríamos saber qué hace que un ave sea un ave. Las bases genéticas del vuelo, las plumas, la visión o la selección sexual", aseguró Thomas Gilbert, investigador del Museo de Historia Natural de Copenhague y uno de los autores principales. "Con todos estos nuevos datos esperamos poder empezar a responder incluso preguntas más interesantes como si somos capaces de inferir características de los dinosaurios?", dijo Gilbert en una conferencia telefónica con periodistas.
Además, los científicos han analizado aspectos clave sobre las características de las aves como el aprendizaje del lenguaje, algo que sólo comparten con el ser humano por convergencia adaptativa. Para ello, estudiaron los genes que activan ciertas regiones cerebrales y vieron que los loros y ciertas aves cantoras los poseen, igual que el ser humano, y otras aves no cuentan con ellas activas. Y después, realizaron estudios sobre cortes cerebrales de diferentes especies para saber si las regiones activas relacionadas con el lenguaje son las mismas. "No hemos encontrado esas áreas en los cerebros de pollos o codornices ni tampoco en primates no humanos o en gatos. Sí tienen las áreas compartidas por todas las especies que están relacionadas con el cruzamiento, es decir, con la vocalización, pero no esas regiones del cerebro frontal que poseen los cambios convergentes en los genes de pájaros cantores y humanos", explicó Erich Jarvis, otro de los científicos principales del proyecto y profesor de la Universidad de Duke y del Howard Huges Medical Institute.
"Estas especies tienen tamaños genómicos muy pequeños. Una razón es que tienen muy bajas frecuencias de ADN repetitivo y la otra es que han sufrido pérdidas masivas de genes a lo largo de la evolución", aseguró en la teleconferencia Guoije Zhang, del BGI de Pekín y primer firmante del trabajo principal del consorcio.
"Los pájaros son dinosaurios", dijo Ed Braun, de la Universidad de Florida y autor principal de la secuenciación de tres especies de cocodrilos. "Son el único linaje de los dinosaurios que logró esquivar la extinción en masa al final de la llamada edad de los Dinosaurios. Sus parientes vivos más cercanos son de hecho los cocodrilos, unos organismos muy diferentes que hunden sus raíces bastante profundo en el árbol de la vida".

miércoles, 22 de mayo de 2019

22 de mayo; Día Internacional de la Diversidad Biológica.

Este día es parte de las observancias de Naciones Unidas desde 1994, pero desde el año 2001, por decisión de la Asamblea General de la ONU, se celebra el 22 de Mayo, en conmemoración de la aprobación del Convenio sobre la Diversidad Biológica, en 1992. Con esta celebración, Naciones Unidas busca difundir el significado y el valor de la diversidad biológica (especies y ecosistemas) en la vida humana y, al mismo tiempo, destacar la responsabilidad que tenemos todas las personas para salvaguardar los ecosistemas (flora, fauna, recursos naturales, etc.) y tratarlos en forma sostenible a fin de asegurar un entorno saludable para las siguientes generaciones.

martes, 21 de mayo de 2019

Mussaurus patagonicus, un dinosaurio patagónico bebé en 3D.



Un investigador del CONICET La Plata lideró un trabajo que determinó los cambios en el andar de una especie que vivió hace 200 millones de años

No es un rasgo frecuente en animales a lo largo de la evolución, pero la ciencia acaba de confirmar que Mussaurus patagonicus, un gigantesco dinosaurio que habitó el sur argentino hace casi 200 millones de años, nació como un individuo que se desplazaba en cuatro patas y alcanzó la adultez caminando solamente sobre las dos traseras y utilizando los miembros superiores como brazos. La conclusión se alcanzó gracias al escaneo de esqueletos casi completos de ejemplares recién nacidos, juveniles y adultos que permitió simular la postura que habrían tenido en cada etapa, y que resulta similar a lo que experimentan los seres humanos durante el crecimiento. La novedad se publica hoy en la prestigiosa revista Scientific Reports.

“La evidencia más contundente fue obtenida a partir del centro de masa, que es el lugar del cuerpo en que se concentra la mayor parte del peso, algo así como un punto de equilibrio”, explica Alejandro Otero, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP), y continúa: “Lo que vimos es que en los bebés se encuentra a mitad del tórax, forzando su peso hacia adelante. En los jóvenes de un año de edad, el centro de masa se ubica un poco más atrás, mientras que en los adultos está prácticamente en la cadera, y esto nos permite deducir que de pequeños eran cuadrúpedos y paulatinamente se iban enderezando hasta convertirse definitivamente en bípedos”.

Con restos fósiles correspondientes a esas tres etapas ontogénicas, es decir relativas al desarrollo morfológico del organismo, Otero y colegas del Colegio Veterinario Real de Londres, Reino Unido (RVC, por sus siglas en inglés) reconstruyeron las formas y estructuras de este dinosaurio a lo largo de su vida. Lo hicieron a través de una técnica llamada Micro Tomografía Computarizada que les mostró los huesos sin la roca en la que fueron hallados –algunos estaban adheridos y es imposible separarlos sin destruirlos–, y les permitió articular los esqueletos y agregarles tejido y volumen. Así, calcularon en qué punto del cuerpo estaba el centro de masa y por ende pudieron determinar cuál era su postura.

Otro dato importante que arrojó el análisis fue el crecimiento de los miembros. “Al nacer, tenían una extensión similar en las cuatro patas, pero a medida que pasaba el tiempo las delanteras se iban acortando en proporción a las traseras, hasta llegar a la adultez con patas considerablemente más largas que los brazos”, añade Otero, y enfatiza un particularidad sobre la forma de las manos que se suma a las evidencias anteriores: “Las garras eran muy potentes, especialmente la del que sería el dedo pulgar, que a su vez estaba inclinado hacia adentro. Esto nos hace pensar que, si bien le era posible apoyarse con ellas, es probable que le sirvieran para otras funciones relacionadas a sus hábitos de vida”. Finalmente, un punto a destacar es la influencia que tuvo el desarrollo relativo de la cola y el cuello a lo largo de la ontogenia del animal, que resultó determinante para que ocurrieran los cambios en la postura mencionados.

Los huesos con los que se trabajó fueron hallados en distintos momentos a partir de la década del ‘60 en la provincia de Santa Cruz, territorio que habitaron estos dinosaurios hace 195 millones de años de acuerdo a la edad de las rocas que los expertos dataron. Las reconstrucciones arrojadas con la técnica empleada mostraron que el desarrollo de M. patagonicus era por sí solo extraordinario: mientras que los recién nacidos se parecían a un pollito de apenas 60 gramos y hubiesen cabido en la palma de una mano, doce meses después pesaban cerca de 7 kilos y alcanzaban la edad adulta –alrededor de los 8 años– con un peso de una tonelada.


lunes, 20 de mayo de 2019

Curioso hallazgo de dos Glosoterios en la localidad de San Pedro.




El Museo Paleontológico de San Pedro presentó, en el marco de “La Noche de los Museos”, los restos fosilizados de una peculiar pareja de perezosos prehistóricos hallados recientemente.
 
El descubrimiento fue realizado a escasos kilómetros del casco urbano, en las barrancas del río Arrecifes, por Juan Domingo y Juan Jesús Barrios, junto a Diana Imfeld O´Farrell, mientras transitaban por el lugar, quienes dieron aviso inmediato al Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”.
 
Los fósiles, hallados en buen estado de conservación, corresponden a dos perezosos del género Glosoterio (Glossotherium robustum); uno de avanzada edad y otro juvenil, que provienen de sedimentos depositados en la zona durante el Pleistoceno tardío. Un equipo del Museo conformado por José Luis Aguilar, Julio Simonini, Matías Swistun, Bruno Rolfo y Bruno Zarlenga, logró preservar y acondicionar los fósiles.
 
Uno de los perezosos es un adulto que presenta signos de haber tenido una edad avanzada al momento de morir. La articulación del codo del animal muestra un alto grado de artrosis que ha producido deformaciones y callosidades en las carillas articulares de los cóndilos distales.
 
De la observación del húmero hallado, se puede deducir que el ejemplar había perdido los cartílagos que amortiguan el roce entre los huesos de una articulación. Esa pérdida de lubricación y amortiguación hizo que los huesos comenzaran a rozarse entre sí produciendo, seguramente, importantes dolores al animal.
 
Debido al grado de deterioro que se observa en el hueso del brazo y las callosidades que se aprecian en sus carillas articulares, es probable que el perezoso moviera su brazo derecho con un importante grado de dificultad.
 
El roce entre los componentes del codo hizo que el húmero produjera tejido óseo en zonas que debían ser lisas formando protuberancias que seguramente producían fuertes dolores. Por el mismo motivo, se ve que las carillas articulares se extendieron más allá de sus dimensiones normales produciendo rebabas en la articulación que, seguramente, hayan causado un intenso dolor al brazo del animal.
 
El perezoso más joven de este dúo prehistórico aún no había alcanzado su total desarrollo al momento de su muerte. La comparación de los restos óseos con ejemplares adultos muestra una notable diferencia en las dimensiones. Se recuperó la cola del animal completa, su pie izquierdo articulado y una número importante de pequeños huesillos dérmicos que el animal poseía embebidos en su piel.
 
Según describe José Luis Aguilar, director del equipo del Museo de San Pedro, “estos perezosos desarrollaron centenares de pequeños huesitos llamados “osteodermos” (huesos de la dermis) que se encontraban ubicados en el interior del cuero del animal formando una especie de malla flexible que otorgaba una dureza extra a la piel ante el ataque de los carnívoros.
En el caso del joven ejemplar descubierto en San Pedro, los osteodermos que se preservaron corresponden a la zona del glúteo izquierdo, la cola y el pie izquierdo del animal.
 
En el extremo final de la cola, muy completa y de unos 70 cm de longitud, se puede observar que los osteodermos se conservaron alrededor de las últimas vértebras en la posición que ocupaban cuando el animal vivía.
 
Este último detalle es importante ya que, desde el Museo de San Pedro, venimos recopilando información respecto de la conformación, crecimiento y variedad de formas que adquirían estos huesillos en diferentes perezosos prehistóricos”.
 
Para el Dr. Rodrigo Tomassini, investigador adjunto del INGEOSUR-CONICET, “el estudio de paleopatologías en perezosos fósiles ha cobrado mayor relevancia en los últimos años.
 
Entre las lesiones más notorias registradas en estos animales se encuentran la osteoartritis, osteomielitis, osteocondritis y osteoporosis. Resultan de gran importancia el hallazgo de fósiles como el de este húmero de Glosoterio con síntomas de estas enfermedades. Asimismo, es de gran relevancia que se haya descubierto asociado a restos de un juvenil ya que éstos, no son tan frecuentes en el registro fósil y permite comparar individuos de diferentes edades”.
 
Por su parte, el Dr. Luciano Brambilla, de la Universidad Nacional de Rosario, puntualiza que “de acuerdo a la antigüedad de los sedimentos de donde provienen estos dos ejemplares, pertenecieron a la especie Glossotherium robustum, un perezoso de importante tamaño, de algo más de una tonelada de peso, con una piel gruesa y una densa pelambre, muy característica en estos animales.
 
Desde hace un tiempo, trabajamos en conjunto con el Museo de San Pedro para tratar de aportar detalles al estudio de los pequeños huesos dérmicos que poseían estos animales. Es por eso que este hallazgo, sin dudas, contribuirá al estudio de esas formaciones óseas en la piel y a un mejor conocimiento de las enfermedades que sufrían estos mamíferos con grandes masas corporales”.  
 
 

sábado, 18 de mayo de 2019

El Día Internacional de los Museos

El Día Internacional de los Museos fue establecido en 1977 por el Consejo Internacional de Museos (ICOM), y se celebra el 18 de mayo en todo el mundo con el objetivo de sensibilizar al público sobre el hecho de que “Los museos son un medio importante para los intercambios culturales, el enriquecimiento de culturas, el avance del entendimiento mutuo, la cooperación y la paz entre los pueblos”.
El ICOM es la principal organización de museos y profesionales de museos de alcance global, y está comprometida con la promoción y la protección del patrimonio natural y cultural, presente y futuro, material e inmaterial.
El compromiso del ICOM con la cultura y la promoción del conocimiento lo respaldan sus 31 Comités Internacionales, que realizan investigación en sus respectivos campos en beneficio de la comunidad museística. La organización también está involucrada en la lucha contra el tráfico ilícito de piezas, la protección de los museos en situaciones de emergencia y en otras misiones de servicio público internacional.
El Día Internacional de los Museos coordinado por el ICOM pone de relieve un tema diferente cada año, y ofrece también a los profesionales de los museos la oportunidad de ir al encuentro del público y sensibilizarlo sobre los desafíos que enfrentan los museos.
El ICOM define el museo como una organización sin fines de lucro, una institución permanente al servicio de la sociedad y su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, exhibe y transmite el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines educativos, de estudio y placer.
Por ello el Día Internacional de los Museos sirve de plataforma para crear conciencia en el público sobre los retos actuales de los museos en el desarrollo de la sociedad a nivel internacional. Además de las actividades del Consejo Internacional de Museos, el Fondo de Dotación del Consejo Internacional de los Museos (ICOM Fondo) también respalda el Día Internacional de los Museos.

viernes, 17 de mayo de 2019

Científicos argentinos en busca de osos y lobos prehistóricos en México.



 
 
Arctotherium y Protocyon, dos especies extinguidas. Participaron del hallazgo de restos fósiles de antiquísimos animales en cavernas subacuáticas de México.
 
Un científico platense, el investigador Leopoldo Soibelzon, formado en la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP y actual investigador de esa unidad académica y del CONICET, participó del descubrimiento, a través de una investigación de coautoría, de restos fósiles de osos y lobos de hace más de 15 mil años en el marco de un trabajo desplegado en una caverna en México. De esta forma, ahora trabajan sobre una afianzada hipótesis acerca de que estos animales emigraron del sur del continente debido a cambios ambientales y condiciones más favorables “pocos miles de años antes de extinguirse”.

Arctotherium y Protocyon son géneros de osos y lobos respectivamente que vivieron en Sudamérica y se extinguieron hace 10 mil años. Sus predecesores habían surgido en América del Norte mucho antes y llegaron a esta parte del mundo durante el fenómeno conocido como Gran Intercambio Biótico Americano (GIBA), la migración de diferentes especies de un hemisferio continental al otro a través del istmo de Panamá cuando ambas masas de tierra se unieron definitivamente, unos tres millones de años atrás.

Entre otros animales, a esta parte del mundo arribaron carnívoros gigantescos que se asentaron sin problemas e incluso alcanzaron dimensiones aún más grandes porque aquí se encontraron con gran variedad de herbívoros en ausencia de predadores. Lo que hasta ahora se creía era que, una vez establecidos en el sur, ya no habían vuelto a trasladarse nunca más, pero el reciente hallazgo en México de restos fósiles datados en entre 12 y 38 mil años de antigüedad es una prueba contundente de que sí lo hicieron.

El platense Soibelzon, uno de los autores del trabajo de investigación, señala que “creemos que en determinado momento las condiciones ambientales de Centroamérica y el sur de América del Norte comenzaron a cambiar y se volvieron favorables para que algunas de estas formas animales volvieran a cruzarse de continente. Eso tiene que haber sucedido unos pocos miles de años antes de extinguirse”.

Cráneos, mandíbulas y dientes de varios ejemplares son los restos encontrados fortuitamente por buzos profesionales que estaban explorando Hoyo Negro, un sistema de cuevas subterráneas ubicado al norte de la península de Yucatán. Las especies de osos Arctotherium llegaron a pesar una tonelada y a medir 4 metros y medio estando erguidos, mientras que los perros o lobos pertenecientes al género Protocyon rondaban los 25 kilos. El hallazgo, coinciden los paleontólogos, muestra que futuras investigaciones en esas regiones probablemente cambiarán lo que hasta hoy se conoce sobre la historia biogeográfica de los mamíferos fósiles. Fuente; Conicet.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

miércoles, 15 de mayo de 2019

Evidencia de peleas entre tigres dientes de sable.



 
El estudio fue recientemente publicado en la Revista de la Academia de Ciencias de Francia “COMPTES RENDUS PALEVOL” y fue realizado por investigadores argentinos a partir de dos cráneos fósiles, uno de Río Tercero, (Córdoba) y el otro de la ciudad de Mercedes (Buenos Aires).
Sin lugar a dudas, el mamífero carnívoro más espectacular es el Smilodon populator o “tigre dientes de sable”. Fue uno de los mayores felinos conocidos, su longitud sobrepasaba el metro y medio, y su peso rondaba los 300 kilogramos. De tamaño comparable a un león, era muy robusto, de patas cortas y fuertes y cola muy corta. Sin embargo, la característica más llamativa de Smilodon eran los enormes caninos que alcanzaban los 30 centímetros de longitud. Estos dientes tenían forma de daga y los filos como un cuchillo dentado. Debido a sus grandes colmillos, el Smilodon debía abrir la boca en un ángulo mayor a los 120º para poder así morder a sus presas. 

Debido al descomunal tamaño de los colmillos y a su relativa fragilidad, algunos científicos pensaron que el Smilodon solo usaría sus colmillos como exhibición, o tal vez, solo podría morder a sus presas en zonas que no ofrecieran demasiada resistencia como el cuello o la panza. 

Un grupo formado por investigadores del CONICET, Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, Museo Regional “Florentino Ameghino” de Río Tercero, Córdoba y del Museo Municipal de Ciencias Naturales “Carlos Ameghino” de Mercedes, realizó un estudio excepcional. (1)

Los investigadores analizaron dos cráneos de Tigres dientes de Sable que tenían una gran perforación en la parte dorsal. Uno de ellos proviene de Río Tercero, Córdoba, mientras que el otro es del Río Luján, Mercedes, provincia de Buenos Aires. 

Los científicos concluyeron que otro Tigre de Dientes de Sable hizo la gran perforación usando sus poderosos colmillos durante un combate. Es decir, estos grandes felinos podrían haberse causado lesiones muy graves entre sí, posiblemente durante combates por territorio, alimento, acceso a las hembras, etc., muy similar a lo que ocurre en la actualidad con muchos grandes felinos, que incluso pueden culminar en la muerte. Además, en esta investigación se concluye que los enormes colmillos característicos de los Tigres Dientes de Sable tenían una resistencia mucho mayor de lo que se pensaba , y evidentemente eran mucho más utilizados de lo que se creía hasta el momento, tanto para conflictos entre miembros de la misma especie como para la depredación de otros miembros de la “Megafauna”.

Pese a que a veces se trate de especies muy conocidas por su amplio registro y extensión geográfica, son pocos los casos donde el registro fósil nos deja ver claramente el comportamiento de los animales extintos, lo cual nos llena de asombro.
Por primera vez se registra una historia de conflicto del predador más feroz de la Era del Hielo! 

(1) Nicolás R. Chimento, Federico L. Agnolín, Leopoldo Soibelzon, Javier G. Ochoa, Viviana Buide.
Autores de : Evidence of intraspecific agonistic interactions in Smilodon populator (Carnivora, Felidae), publicado en “Comptes Rendus Palevol”.
• Recreación de la mordida de un Smilodon a otro. Vitrina con restos de cráneo de Smilodon y huellas del tigre dientes de sable Felipeda miramarensis en el Museo de Mercedes.
 
Ilustración:
• Dos “tigres dientes de sable” combatiendo, realizada por el Paleontólogo y Paleoartista Sebastián Rozadilla, Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, Buenos Aires. Fuente; Meseo Ameghino de Mercedes.

Smilodon, por el paleoartista Miguel Ángel Lugo.



El paleoarte combina el conocimiento científico con la expresión artística para reconstruir organismos y paisajes de hace miles o millones de años. Los trabajos exigen el conocimiento y la supervisión científica especializada que diferencian esta actividad de otras manifestaciones del arte. Se expresa a partir de esculturas, maquetas, pinturas, dioramas e ilustraciones, entre otras técnicas.

Gran parte de las reconstrucciones paleoartísticas del Museo P. Scasso corresponden a trabajos realizados por Miguel Ángel Lugo. Aquí te mostramos un esqueleto moldeado de Smilodon y una reconstrucción en vida.
 
Ver algunos de los trabajos de Miguel Lugo en http://museoscasso.com.ar/otros-trabajos-de-miguel-angel-lugo/
 
también en Facebook como Arte Yaguaron y también como Miguel Angel Lugo.

martes, 14 de mayo de 2019

Un imperdible de Corrientes. Arroyo Toropí, un paraíso paleontológico.



La zona, en suelo bellavistense, es considerada una de las mayores reservas de fósiles del país. Desde el inicio de las tareas, investigadores dieron con restos de más de 35 especies.

En las afueras de la ciudad de Bella Vista, a 150 kilómetros de la capital de Corrientes, se encuentra una de las mayores reservas de fósiles del norte de la Argentina: el arroyo Toropí. La gran diversidad de especies y el excelente estado de conservación en el que se encuentran los restos sorprende a los paleontólogos, quienes llegan hasta la enorme cárcava erosiva formada allí para buscar elementos que permitan reconstruir la evolución y desaparición de la fauna prehistórica en Sudamérica.

Los trabajos en Toropí comenzaron hace más de 40 años, a cargo de científicos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) y de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Durante la última década y media, las campañas se hicieron más frecuentes y se multiplicaron los hallazgos de grandes mamíferos extintos, como mastodontes, gliptodontes o toxodontes.

Para ubicar históricamente a los animales que vivieron en la región de Toropí hay que remontarse a más de 30.000 años atrás. Los fósiles que allí se encuentran datan del pleistoceno, que fue la penúltima época del período cuaternario de la era cenozoica, previa al holoceno, que es la última etapa en la que se divide la historia de la Tierra y se extiende hasta la actualidad.

“Aunque en términos evolutivos está muy alejada, la forma y el tamaño de la fauna que habitó esta región de Sudamérica hasta hace 10.000 años atrás –que es cuando se produjo la extinción–, es similar a la de África en la actualidad”, señala Alfredo Zurita, investigador independiente del Conicet en el Cecoal. Por sus características sedimentológicas, cada lluvia cambia el paisaje de Toropí y permite que aparezcan, con una extraordinaria frecuencia, los restos de estos animales.

En Toropí se hallaron fósiles de más de 35 especies que revelan que en esta zona de Corrientes existían mastodontes, que fueron grandes elefantes sudamericanos de más de 4 toneladas; gliptodontes, enormes armadillos de hasta 800 kilos y toxodontes, otro género extinto con características similares a las de los hipopótamos. También se encontraron restos de perezosos terrestres de más de 700 kilos y de tortugas gigantes, con un tamaño similar a las que actualmente se encuentran en las islas Galápagos, en Ecuador.
“La diversidad es muy grande no solamente en lo que hace al número de especies, sino también en cuanto a las formas. Hemos hallado registros de pequeños roedores, de 600 o 700 gramos, hasta de enormes mastodontes, de 4 o 5 toneladas”, destaca el paleontólogo.

Todas estas características configuran un magnífico escenario para el desarrollo de distintas líneas de investigación. “Es un yacimiento que desde el punto de vista científico tiene un valor enorme. Actualmente, tenemos en el grupo de investigación una becaria doctoral y una posdoctoral del Conicet trabajando específicamente temas vinculados a Toropí y estamos intentando sumar estudios desde otras perspectivas”, menciona Zurita, quien comenzó a trabajar en este emplazamiento hace unos 15 años junto a la paleontóloga Alicia Lutz, una de las pioneras de los estudios en este lugar.

Ambos fueron parte del equipo de científicos que en 2015 impulsó la fundación del primer Museo Paleontológico de la provincia de Corrientes, que está en la ciudad de Bella Vista y fue creado con el objetivo de mostrar la gran diversidad de la fauna que habitó la zona. Con la colaboración de organismos locales y nacionales, el proyecto aspira a seguir creciendo y convertirse en un parque paleontológico.

“El museo fue una consecuencia de nuestro trabajo y es un buen ejemplo de cómo la actividad diaria de los científicos puede transformarse en algo tangible para la sociedad”, resalta el investigador. Las tareas de extensión que realizan los investigadores, becarios y técnicos también incluyen capacitaciones a la comunidad para valorizar Toropí y evitar daños y saqueos de fósiles, un problema que preocupa a los grupos que trabajan en la zona.

Para Zurita, un fósil es casi un milagro. En este caso, explica, el proceso de fosilización ocurre cuando el mineral circundante reemplaza lo que fue el hueso del animal y lo transforma en una réplica en roca. “Cada fósil tiene un valor incalculable porque probablemente no aparezca otro igual. La pérdida de cualquier fósil es irreparable para la ciencia y para el patrimonio cultural del país”, advierte. Fuente larepublica.


domingo, 12 de mayo de 2019

Kelenken guillermoi, en el stand de la Fundación Azara en la Feria del Libro.

El Ave del Terror más grande hasta ahora hallada, que procede del Mioceno de Rio Negro, Patagonia Argentina, se encuentra exhibida en el Stand de La Fundación Azara en la Feria del Libro de Buenos Aires

Del 25 de abril al 13 de mayo de 2019 la Fundación Azara estará presente nuevamente en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Los esperamos en el stand 826 (calle 8, pabellón verde) de lunes a viernes de 14 a 22 hs. y los sábados y domingos de 13 a 22 hs

sábado, 11 de mayo de 2019

Turismo de Bolsillo; La Era del Hielo en la Costa Atlántica: hallazgos excepcionales y un viaje al pasado.




 
Muchos de nosotros conocemos a los simpáticos personajes de "La era del hielo", la famosa película de  Dreamworks, pero Mariano Magnussen -técnico del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar- cuenta que muy pocos pueden enseñar tanto sobre ellos como quienes viven en la zona de esa ciudad balnearia y sus alrededores. 
Y hay buenos motivos para eso: hace un par de años, la ciudad fue el escenario de un hallazgo sin precedentes que rápidamente se transformó en noticia a nivel mundial, excediendo incluso el ámbito puramente científico: cuatro huellas pertenecientes a dos individuos de Smilodon (también conocido como "tigre dientes de sable"), únicas hasta el momento, aparecieron en pleno sector turístico de la playa en Miramar. 
Los restos habían surgido en 2015 luego de un temporal, tal como ocurrió con las huellas de animales prehistóricos descubiertas hace algunos años por la paleontóloga Teresa Manera en las playas de Pehuen-Co, también sobre la Costa Atlántica.  
Mariano Magnussen cuenta que, desde la aparición de un fósil hasta que se da a conocer la noticia, las piezas encontradas pasan por un proceso de reconocimiento de parte de entidades científicas. 
Esto implica una serie de estudios biométricos y la aprobación de publicaciones científicas de países como Canadá, Brasil, Uruguay, Suiza, Estados Unidos, Bolivia y China. 
Ahora los restos de este Smilodon han sido reconocidos oficialmente con el nombre de Felipeda Miramarensis, rindiendo homenaje a la ciudad de Miramar que tantos aportes ha hecho al mundo de la paleontología.
"Con algo de presupuesto y una buena difusión Miramar podría garantizar 365 hallazgos por año", asegura Mariano, que trabaja en el museo desde los 12 años. 
Cuando nos cuenta detalles sobre cada fósil que él y el equipo han encontrado se le iluminan un poco los ojos y recuerda cada anécdota como si fuera hoy. "Los restos de esta ballena franca que están desarmados por falta de lugar los sacamos y los trajimos con tres personas, una bicicleta y la gente de una grúa que andaban por ahí y que nos hizo la gauchada de darnos una mano". En la actualidad junto a Daniel Boh, director del museo, llevan adelante distintas actividades y proyectos: búsqueda y traslados de los fósiles, preservación, organización del material, armado de actividades para grandes y chicos. También son guías dentro del museo. 
Magnussen explica que los visitantes que participaron de su propuesta de vacaciones de invierno, "La era del hielo en Miramar" estaban sorprendidos de poder ver tantos huesos y restos fósiles de los protagonistas del film. "Normalmente los museos pueden presentar uno o dos de los personajes, pero acá en Punta Hermengo podíamos presentar alrededor de siete u ocho". 
Y es que la zona de la Costa Atlántica, desde Santa Clara hasta Monte Hermoso, está conformada por capas geológicas ricas en fósiles; existe en la zona una coincidencia geológica que permitió que los restos se cubrieran rápidamente por el ascenso de las cordilleras. 
Desde el año 2003 el museo cuenta con permisos desde Nación para trabajar de forma interdisciplinaria con equipos del Conicet, la Universidad Maimónides, el Museo Argentino de Ciencias Naturales y la Fundación Azara.
¿Dónde está el Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar?
Está ubicado dentro del Vivero Dunícola "Florentino Ameghino" y es de fácil acceso tanto con vehículo como a pie. Consta de dos pequeños edificios: en el primero se pueden ver los restos fósiles que comentados antes, además del caparazón de un gliptodonte, restos de un meteorito de hace tres millones de años, los restos de una monumental ballena franca y huellas de diferentes seres vivos ya extintos, que conformaban la fauna de nuestra Costa Atlántica hace millones de años. 
En el edificio contiguo está la parte histórica del museo de Miramar, que conserva diferentes objetos de la vida cotidiana de la ciudad del siglo XIX y principios del siglo XX. Entre ellos, una "chata" inmensa que separa ambos edificios de más de 150 años de antigüedad y que se utilizaba para transportar todo tipo de bienes por la llanura pampeana antes de la llegada del ferrocarril de carga a nuestro país. 
El museo propone un paseo imperdible de la mano de estos dos expertos que en menos de dos horas logran sumergirnos en la historia de Miramar de un modo impensado. Visita obligada.