domingo, 28 de febrero de 2021

Presentaron a Ninjatitan zapatai, el titanosaurio más antiguo del mundo.

 




Paleontólogos presentan en sociedad a Ninjatitan zapatai, un nuevo titanosaurio de la Patagonia que pasa al salón de la fama entre estos colosos que pisaron la Tierra por ser el más antiguo de su grupo. Este animal, de unos 20 metros de longitud, tiene 140 millones de años de antigüedad, por lo que evidencia que los titanosaurios se originaron a comienzos del periodo Cretácico.

La Patagonia vuelve a dar un extraordinario registro de un saurópodo titanosaurio. Hasta ahora, no se conocían estos gigantescos cuadrúpedos con una antigüedad superior a los 120 millones de años, por lo que el hallazgo de Ninjatitan zapatai tiene una gran relevancia para el conocimiento de la historia evolutiva de este grupo y del Cretácico inferior.

El doctor Pablo Gallina, investigador de la Fundación Azara en la Universidad Maimónides y del CONICET, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “la mayor importancia de este fósil, más allá de que es una nueva especie de titanosaurio, es que se trata del registro más antiguo a nivel mundial para este grupo”.

“Este descubrimiento es muy importante también para el conocimiento de la historia evolutiva de los saurópodos, porque los registros fosilíferos de comienzos del Cretácico, hace unos 140 millones de años, son realmente muy escasos en todo el mundo”, indicó el autor principal del estudio publicado hoy en la revista científica Ameghiniana.

Respecto al hallazgo de Ninjatitan en la Formación Bajada Colorada, al sudeste de Neuquén, el doctor Juan Ignacio Canale, investigador del Museo Municipal de Villa El Chocón y del CONICET, afirmó que “en el año 2014, el técnico Jonatan Aroca realizó el primer hallazgo de una escápula muy completa de este animal y ahí notamos que se trataba de un descubrimiento muy importante y preparamos todo para poder seguir trabajando el año siguiente en ese estrato”.

“En la siguiente campaña, aparecieron tres vértebras y algunos huesos de sus patas traseras; una parte del fémur y lo que sería su peroné”, precisó Canale. Y agregó: “Ahí comenzó la preparación de los materiales en el Museo de Villa El Chocón. Hasta ese momento, sabíamos que se trataba de un saurópodo, pero al realizar el estudio detallado de las relaciones filogenéticas, de las relaciones de parentesco de este animal con otras especies conocidas, es que nos dimos cuenta que pertenecía al grupo de los titanosaurios, por lo que la importancia de este descubrimiento era aún mucho mayor de lo que habíamos imaginado en un comienzo”.

El doctor José Luis Carballido, investigador del Museo Egidio Feruglio y del CONICET, fue quien se encargó específicamente del análisis de estas relaciones filogenéticas. “Los doctores Pablo Gallina y Juan Canale me contactaron ya con los materiales preparados y con la idea acabada de que se trataba de una nueva especie que estaría muy probablemente relacionada con los titanosaurios, pero faltaba terminar de resolver donde se ubicaba Ninjatitan dentro de la evolución de los saurópodos”.

“A priori, por la antigüedad de este material, de 140 millones de años, se podía suponer que se trataba de una forma previa al origen de los titanosaurios, porque en la Patagonia solo de conocen titanosaurios de menos de 120 millones de años antes del presente”, afirmó Carballido.

Pero el estudio reveló que Ninjatitan zapatai se trataba de un titanosaurio, por lo que pasaba a ser el más antiguo del mundo con decenas de millones de años de diferencia. “Este análisis filogenético se realizó con un amplio muestreo no solo de formas de titanosaurios, sino también de formas cercanas y más basales al origen de los titanosaurios”, indicó el investigador del MEF.

“Con este resultado final de que Ninjatitan formaba parte de la familia de los titanosaurios, se hizo mucho más importante este descubrimiento, porque no solo representa a la especie más antigua de titanosaurio, sino que nos permite conocer mucho más sobre el origen de este grupo”, valoró el doctor Pablo Gallina.

Ninjatitan: strike first, strike hard
Ninjatitan representa un nuevo shock, un nuevo golpe al conocimiento sobre los titanosaurios. Y se suma al equipo de los titanosaurios de la Patagonia que han asestado fuertes apariciones en los últimos tiempos: en 2017, se dio a conocer al titanosaurio más grande del mundo, Patagotitan mayorum, oriundo de la provincia de Chubut; y, hace pocas semanas, se dio a conocer el hallazgo de otro titanosaurio en la provincia de Neuquén que incluso podría superarlo en tamaño. 

Ninjatitan da así un nuevo golpe. Sin embargo, su nombre no tiene ningún tipo de vinculación a los movimientos que podía realizar en vida y, desde luego, este herbívoro cuadrúpedo no contaba con habilidades para el desarrollo de un arte marcial. Su nombre fue dado en reconocimiento al investigador argentino Sebastián Apesteguía, apodado como “El Ninja” desde sus inicios en la paleontología.

“Sebastián Apesteguía fue quien tuvo la idea de ir a la localidad Bajada Colorada en 2010, a partir de una recomendación del geólogo Hector Leanza, debido a la extensión del sitio y sus características geológicas, pero que nadie había visitado en busca de vertebrados fósiles”, relató el investigador Canale.

Actualmente, Pablo Gallina y Juan Canale dirigen las investigaciones en dicha formación, pero el doctor Apesteguía siempre tienen participación en el trabajo de campo y en el estudio de los materiales que de allí provienen. Canale destacó que “es un enorme paleontólogo que ha trabajado muchísimo en diversos yacimientos, con una amplia trayectoria en la paleontología y en la divulgación de la ciencia y, por ello, también nos pareció muy justo dedicarle esta especie a él”.

En tanto, el nombre específico de la especie -zapatai-, está dedicado a Rogelio Zapata, técnico del Museo de Villa El Chocón desde mediados de la década del 90 y partícipe en todos los trabajos de campo que se realizaron en Bajada Colorada desde 2010.

Gigantes que superaron la extinción del Jurásico
La Formación Bajada Colorada pertenece al comienzo del período Cretácico, el cual se inició tras la extinción con la que se marca el final del Jurásico. “El cambio de períodos geológicos siempre está marcado por grandes extinciones, pero, puntualmente, los grupos de dinosaurios de los cuales surgirían los titanosaurios no se vieron afectados por este cambio; de hecho, hay titanosauriformes desde el Jurásico Superior, como los braquiosaurios o sus parientes que pasaron sin problema ese límite, tanto en lo que es actualmente Argentina como en otras partes del mundo”, explicó el paleontólogo Gallina.

Durante la historia evolutiva, el grupo de los saurópodos tuvo distintos momentos, distintos pulsos de gigantismo, los cuales no solo estuvieron relacionados al grupo de los titanosaurios. En este sentido, el doctor Gallina ejemplificó que “hubo grandes animales hacia finales del Jurásico, como el Apatosaurus y el Brachiosaurus; y, ya en la línea de los titanosaurios, el pulso con los mayores gigantes se produce hacia mediados del Cretácico, con especies como el Patagotitan, el Argentinosaurus y el Notocolossus.

En Bajada Colorada, se puede observar el principio del período Cretácico, un momento de la historia evolutiva del cual no se cuenta con muchos registros. Por ello, los investigadores que trabajan allí destacan que cada cosa nueva que encuentran es absolutamente novedosa. “Allí, hemos encontrado también distintos grupos de dinosaurios carnívoros y otros grupos de dinosaurios herbívoros”, mencionó el investigador de la Fundación Azara y del CONICET.

A partir del hallazgo de Nijatitan zapatai y de su estudio publicado en la revista Ameghiniana bajo el título “The earliest known titanosaur sauropod dinosaur”, se refuerza la idea de que los titanosaurios tuvieron un origen gondwánico -en el supercontinente del sur conformado por lo que es actualmente Sudamérica, Africa, la India, Australia y la Antártida-. Previamente, se había planteado el origen gondwánico para este grupo desde la teoría, pero, a partir de este descubrimiento, se cuenta con material que sustenta dicha idea. Ilustración Jorge González. Fuente; Agencia CTyS-UNLaM

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sábado, 27 de febrero de 2021

Científicos del Conicet revelan que los trilobites incursionaron fuera del mar.

 



Hallazgos recientes en la cordillera Oriental de Jujuy permitieron determinar que estos animales emblemáticos del Paleozoico, considerados por más de dos siglos como exclusivamente marinos, también pudieron explorar estuarios y, potencialmente, otros ambientes marginales.

Los trilobites son un grupo fósil emblemático de los ecosistemas de la Era Paleozoica que habitaron los mares hace unos 522 millones de años y hasta hace alrededor de 252 millones de años. Estos artrópodos fueron especialmente exitosos al final del período Cámbrico y a comienzos el Ordovícico (entre unos 500 y unos 470 millones atrás), cuando adquirieron su mayor diversidad taxonómica y morfológica. Igualmente características son sus huellas o trazas fósiles, que ofrecen a los especialistas evidencias de su comportamiento e interacción con el medio.

Hasta ahora, los trilobites siempre fueron considerados animales exclusivamente marinos, incapaces de tolerar variaciones de salinidad. Sin embargo, el reciente hallazgo de restos y huellas de estos artrópodos en la cordillera Oriental de Jujuy, en lo que fueron estuarios (ambientes caracterizados por la mezcla de aguas marinas y fluviales) de los primeros períodos del Paleozoico, cuestiona está arraigada premisa paleontológica.

Una investigación multidisciplinaria, publicada recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society B y realizada por científicos del CONICET el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC), junto a colegas argentinos de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), permitió documentar que algunas especies de trilobites incursionaron en ambientes de aguas salobres (aquellas que tienen más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar), así como también que podían tolerar las fluctuaciones de salinidad propias de diferentes sectores de los estuarios, incluidos aquellos en que las descargas de agua dulce, provenientes de los ríos, tenían mayor incidencia.

“El descubrimiento fue posible gracias a un trabajo que integró el análisis paleobiológico de cuerpos y trazas fósiles con un exhaustivo estudio paleoambiental”, señala Beatriz Waisfeld, investigadora del CONICET en el CICTERRA, especialista en trilobites y reconstrucción de ecosistemas paleozoicos, y una de las autoras del trabajo.

Los estuarios son ambientes inestables donde tienen lugar complejos procesos inducidos por el oleaje, las mareas y los ríos. La identificación de estos ambientes en el registro geológico no es sencilla y requiere detallados análisis de los depósitos sedimentarios

“En las sucesiones sedimentarias de la cordillera Oriental de Jujuy reconocimos el desarrollo de dos estuarios clave para nuestra investigación. En el más antiguo -correspondiente al Cámbrico Superior, de aproximadamente unos 486 millones de años-, denominado Miembro Pico de Halcón, se hallaron, en la porción más cercana al mar, restos del trilobite Neoparabolina frequens argentina y la traza fósil Cruziana semiplicata. En el estuario más joven –de unos 467 millones de años antigüedad (Ordovícico Medio)- conocido como la Formación Alto del Cóndor, están presentes, a través de todo el estuario, la especie Ogyginus sp. y la traza fósil Cruziana rugosa”, afirma la primera autora del trabajo, Gabriela Mángano, investigadora del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Saskatchewan, quien entre 1998 y 2007 formó parte de la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del CONICET.

De acuerdo con Waisfeld, estos distintos descubrimientos constituyen evidencias de que los trilobites tenían la capacidad de incursionar en ambientes no marinos y de tolerar condiciones de agua salobre, así como de que estas posibilidades se dieron de manera independiente en grupos que no tenían una relación de parentesco cercana entre sí.

  “Las causas por la que algunos trilobites se aventuraron fuera del mar son todavía enigmáticas. Evaluamos tanto la posibilidad de que habitaran ambientes de agua salobre en forma permanente como que migraran periódicamente para beneficiarse de las oportunidades ecológicas que ofrecían otros biomas. En este último caso podrían haber aprovechado las cuñas salinas que se desarrollan por la diferencia de densidad entre el agua salada y dulce y que se desplazan en dirección al continente, tal como ocurre en estuarios actuales como el del Río de la Plata”, explica Mángano.

Sin embargo, los trilobites que lograron internarse prácticamente hasta las cabeceras del estuario (áreas cercanas a los ríos) habrían tenido que enfrentar condiciones de notable estrés fisiológico relacionado a la disminución de la salinidad y a sus frecuentes fluctuaciones. “Posiblemente, hayan hecho un uso exploratorio u ocasional de estos ambientes. La estrecha asociación de los restos de Ogyginus con la alta densidad de trazas de Cruziana sugiere que estas incursiones podrían haber sido hechas con fines de alimentación. También es probable que estos grupos de trilobites hayan desarrollado un comportamiento migratorio asociado a alguna etapa de su ciclo de vida, como podrían ser la reproducción, el crecimiento o la búsqueda de alimento o refugio”, señala Waisfeld.

Las científicas consideran que es posible que la visión tradicional de que los trilobites son animales exclusivamente marinos haya conducido a interpretar depósitos de ambientes someros del Paleozoico inferior como marinos, debido a la simple presencia del grupo. En este sentido, esperan que este nuevo aporte estimule investigaciones más profundas de la fisiología y flexibilidad ecológica de este grupo extinto, al tiempo que promueva un análisis crítico de los depósitos portadores desde el punto de vista paleoambiental, no sólo en Argentina, sino también en otras regiones del mundo. Fuente: Conicet.

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martes, 23 de febrero de 2021

Federico Agnolin y una nueva mirada sobre el ave gigante Brontornis burmeisteri.

 



El Dr Federico Agnolin,  es  integrante del  Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados, en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”-CONICET, y Fundación de Historia Natural “Félix de Azara”, Departamento de Ciencias Naturales y Antropología, CEBBAD–Universidad Maimónides, y prácticamente nos tiene acostumbrados semanalmente,  a publicaciones científicas de la más alta calidad, y de los más diversos temas y contribuciones en el campo biológico y paleontológico.

Un nuevo estudio de la posición filogenética de Brontornis burmeisteri,  coloca a esta enorme ave como un integrante de los Galloanserae , relacionado cercanamente a las extintas Gastornis del hemisferio norte.

Brontornis burmeisteri, se conoce a partir de huesos, principalmente de las patas y los pies, pero también por algunas piezas de cráneo y columna vertebral, que se encuentra en varias localidades argentinas. burmeisteri fue la especie más grande de su grupo, con una altura de alrededor de 2,80 metros y un peso estimado de 350-400 kg

Tras re-codificar matrices de datos con aves extintas, los análisis filogenéticos (de relaciones de parentesco) sugiere que Brontornis era un miembro del grupo de los Galloanserae  y no un ave del terror, como se había propuesto durante decadas.

Esto significa que esta ave, representaría una radiación fantasma y hasta ahora desconocida de aves herbívoras gigantes en Sudamérica, provenientes del hemisferio norte, o bien, de la Antártida. Siendo lo más probable la dispersión desde el norte, por su parentesco con Gastornis, un género de aves del Eoceno.

Brontornis burmeisteri fue un ave dominante de la Patagonia durante el Mioceno, viviendo a la par de grandes animales, como el mamífero similar a los tapires, el  Astrapotherium y el depredador Thylacosmilus (un marsupial con dientes de sable). Convivió con algunas aves del  terror más pequeño y activos como Phorusrhacos; pero aparentemente se extinguió antes de la aparición del inmenso Argentavis, la mayor ave voladora de la que se tiene constancia.

Como abran observado, este mes de febrero, fueron varias las contribuciones de Agnolin a la paleontología sudamericana, veremos que nos prepara para la próxima semana. Un ejemplo de profesional y buena persona destacado por sus pares. Imágenes de archivo.

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Hallan fósiles de un extraño ungulado sudamericano en las costas de Punta Indio y Mar de Ajó.

 


Luego de la extinción de los dinosaurios, hace unos 65 millones de años de antigüedad, América del Sur quedó aislada de otros continentes durante mucho tiempo hasta reconectarse con América del Norte mediante el surgimiento del Istmo de Panamá.

Durante todo el tiempo de aislamiento, en Sudamérica los mamíferos evolucionaron separadamente a los de otros continentes y esto resultó en varios tipos únicos. Uno de ellos es el de los conocidos científicamente como preoterotéridos. Los proterotéridos fueron mamíferos con cascos (conocidos comúnmente como ungulados) que tenían un solo dedo en cada una de las patas, al igual de lo que ocurre con los caballos. Los proterotérdiso adquirieron este rasgo de manera paralela a los caballos y lo perfeccionaron aún más: a los lados del dedo central de las patas, en los caballos aún existen los relictos de los otros dedos; en los proterotéridos esos dedos ya habían desaparecido por completo.

Los proterotéridos fueron mamíferos corredores del tamaño de un ciervo que fueron muy abundantes, especialmente en la Patagonia. Hace unos 3 millones de años, por motivos desconocidos, los proterotéridos sufren una gran extinción y con solo dos especies sobrevivientes distribuidas en Brasil, Uruguay y Norte y Centro de Argentina. Los investigadores pensaron que su ausencia en la Región Pampeana se debía a que eran exclusivos de ambientes arbolados o con arbustos.

Recientemente, investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales y Fundación de Historia Natural Félix de Azara, dieron a conocer los restos de proteróteridos encontrados en las costas de Punta Indio y Mar de Ajó. Los investigadores descubrieron los restos rodados en la playa y reconocieron que los de Punta Indio tienen una antigüedad aproximada de dos millones y medio de años, mientras que los de Mar de Ajó, tienen unos 40.000 años.

Estos restos muestran que los proterotéridos estuvieron presentes en varias localidades distantes de la provincia de Buenos Aires, y muestran que hipótesis previas estaban erradas.

En Punta Indio, junto con el proterotérido, fueron encontrados restos variados de toda una fauna hoy en día desaparecida, incluyendo perezosos gigantes, gliptodontes, armadillos de gran tamaño, osos, grandes guanacos, pecaríes y muchos otros animales de gran tamaño conocidos en conjunto como megafauna.

Todos ellos, incluyendo los proterotéridos desaparecieron hace unos 10.000 años antes del presente. Su desaparición es aún tema de debate. En aquel momento ocurrió un cambio climático, que hizo al clima más benigno y húmedo. Este cambio habría afectado negativamente a todos aquellos megamamíferos que estaban bien adaptados al clima frío y seco típico de la “Era del Hielo”. Más aún, la llegada de los primeros hombres al continente en aquel mismo tiempo, habría también afectado negativamente a esos mamíferos, debido a la sobrecaza.

Este nuevo estudio es una importante contribución al entendimiento y estudio de los mamíferos fósiles argentinos.  En este estudio participaron los investigadores Federico Lisando Agnolin, Nicolas Roberto Chimento y Marcelo R. Bruyere. Reconstrucción realizada por Sebastián Rozadilla. Fuente; Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados

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