miércoles, 27 de marzo de 2019

Tharrias feruglioi, un pez del Jurásico patagónico.


Durante el Jurásico ocurrieron dos de las radiaciones más importantes de vertebrados pisciformes: la de los Neoselachii y la de los Teleostei. De hecho, se constituyó en un momento de diversificación y origen de muchos de los grandes grupos actuales Descubiertos en las proximidades de Cerro Cóndor en el Rió Chubut, Argentina.
 
Hubo una gran actividad volcánica durante el Jurásico, donde se pueden hallar miles de fósiles de peces Teleósteos fosilizados que vivieron en un antiguo lago, los cuales repentinamente quedaron sepultados por varias toneladas de cenizas volcánicas que cayeron al agua. Las improntas perfectamente conservadas de estos animales permiten comprobar las similitudes que poseen con las formas actuales, a pesar de un intervalo de 150 millones de años que han transcurrido desde que murieron en estas regiones de Patagonia y Cuyo.
 
Aparentemente estas formas de peces fueron tan exitosas en su poder adaptativo en el medio ambiente que no tuvieron que codificar su biología a lo largo de varios millones de años hasta la actualidad, manteniendo la estabilidad de sus genes, preservando  formas y tamaños a pesar de las miles de generaciones que pasaron por este tiempo.
 
La especie destacada entre otras es Tharrias feruglioi, incluido entre los peces teleósteos (Teleostei) son una de las tres infraclases de la clase Actinopterygii de peces óseos. Agrupa a peces de esqueleto óseo con vértebras completas y bicóncavas, cola homocerca, escamas cicloideas o ctenoideas, y vejiga natatoria habitualmente presente.
 

domingo, 24 de marzo de 2019

Hallan nuevos peces que habitaron la Patagonia durante el Cretácico.




Fueron identificados por investigadores del CONICET a partir del estudio de fragmentos de un cráneo y dientes encontrados en la Cuenca Neuquina.
El hallazgo de fragmentos del cráneo y la dentición de dos ejemplares de peces en la formación geológica Agrio, en la Cuenca Neuquina, permitió establecer un nuevo género y especie de durófagos –es decir aquellos que trituran su alimento con los dientes– que habitaron la Patagonia argentina en el Cretácico temprano, hace más de 130 millones de años. El trabajo fue realizado por investigadores del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) y el Centro de Investigaciones Geológicas (CIG, CONICET-UNLP) en colaboración con un colega alemán, y publicado recientemente en Cretaceous Research.

Los dos ejemplares encontrados pertenecen al orden de los picnodóntidos, que agrupa a peces esféricos y comprimidos, muchos de los cuales habrían estado asociados a arrecifes de coral. Aunque existieron formas más grandes, muchos de ellos medían entre 50 y 60 centímetros y se estima que la gran mayoría de ellos se alimentaba de distintos tipos de bivalvos –moluscos similares a las almejas– y corales, gracias a su poderosa dentición adaptada a esos fines.

“Una primera particularidad del hallazgo tiene que ver con la presencia de huesos del cráneo asociados a la dentición”, destaca Soledad Gouiric Cavalli, investigadora adjunta del CONICET en la FCNyM y primera autora del trabajo, y desarrolla: “En general, lo que se encuentra más habitualmente en el campo son los dientes, debido a la naturaleza propia del material dentario que es más resistente que otras partes del pez, lo que le brinda mayor potencial de fosilización en comparación, por ejemplo, con los huesos craneanos”.

“En este estudio pudimos ver que los ejemplares presentaban una combinación única de características en sus dientes. La ornamentación en la corona, es decir el dibujo que hace el esmalte sobre el diente permitió diferenciarlos entre sí y también de todos los géneros y especies de una de las tantas familias de picnodóntidos que se conocen en el mundo. La cantidad de hileras dentarias –cuatro en la mandíbula inferior– y la distribución de los dientes en ambas quijadas nos permitió establecer que el material debía ser referido al género Gyrodus como una nueva especie que denominamos Gyrodus huiliches”, explica.
Por otro lado, la experta puntualiza que la dentición incompleta de uno de los ejemplares cuadraba con la morfología descripta para el Macromesodon agrioensis, que hasta ese momento era la única especie conocida de picnodóntidos en Argentina, pero al reestudiar ese material original en relación con los fósiles hallados observaron que los dientes presentaban importantes diferencias, sobre todo en su ornamentación y morfología: “Al igual que en algunos dientes del previamente descripto M. agrioensis, los nuevos ejemplares tienen unos mamelones o protuberancias en la corona dentaria. Esa característica no es típica del género Macromesodon, por lo tanto erigimos un nuevo género para ese pez, al que denominamos Tranawuen, y la especie ahora se conoce como Tranawuen agrioensis

Para la especialista, “parte de la importancia de este trabajo radica en que es la primera revisión de los peces picnodóntidos en Argentina, configurándose como el paso inicial para el estudio más detallado de estas faunas. Si bien eran muy diversos y tuvieron una importante presencia durante el Jurásico y el Cretácico, el registro fósil en América del Sur es bastante incompleto”. Según explica, “los dos ejemplares que describimos son endémicos de nuestro país y representan el registro más austral de este grupo. Es interesante marcar que estos peces se habrían originado en Europa y migraron por el océano Pacífico en el Jurásico tardío a través de lo que se conoce como el Corredor Hispánico, una hipótesis que también se propone para explicar la distribución de otros vertebrados e invertebrados marinos”. Fuente Conicet.

sábado, 23 de marzo de 2019

Mahuidacursor lipanglef, un nuevo dinosaurio de la Patagonia.



Habitó el sur del país hace 85 millones de años. Tras dos años de trabajo, los técnicos formaron una vértebra coincidente con el ornitópodo.
 
El Mahuidacursor lipanglef, o el "corredor de los cerros de brazos ligeros", un dinosaurio herbívoro, de cinco metros, que habitó la Patagonia en el Cretácico Superior, fue presentado hoy por la Subsecretaría de Cultura de Neuquén como una nueva pieza del patrimonio paleontológico local.

El nuevo dinosaurio se incorporará a la colección del museo paleontológico de Rincón de los Sauces que, a partir de los restos encontrados, presentará una versión tal cual la que vivió hace millones de años.

El hallazgo se produjo en junio de 2016, cuando el equipo del museo Argentino Urquiza de la localidad neuquina de Rincón de los Sauces, realizó una salida de campo con el objetivo de explorar una nueva zona dentro del área conocida como Cerro Overo, ubicada a unos 50 kilómetros al sur de dicha ciudad. 

Mientras se realizaba la exploración, uno de los técnicos, Salvador Palomo, divisó fragmentos fósiles sueltos al pie de una loma donde afloran niveles de más de 85 millones de años de antigüedad, referidos a la formación geológica Bajo de la Carpa.

Los fragmentos hallados fueron ensamblados y dieron lugar a una vértebra de pocos centímetros de longitud, que fue identificada como perteneciente a la vértebra cervical de un ornitópodo, un grupo de dinosaurios herbívoros de andar principalmente bípedo.

Luego del trabajo con la vértebra, continuó la excavación que permitió a los investigadores descubrir un ejemplar articulado y en muy buen estado de preservación.

El paleontólogo Leonardo Filippi explicó que en esa zona han encontrado "una variedad de fósiles muy interesante, aparecen animales bastante completos y la preservación es muy buena".

"La vértebra que encontramos era pequeña, no era de las que estamos acostumbrados, que son las de los animales saurópodos, los de cuello largo", agregó Filippi.  Además, señaló que la formación Bajo de la Carpa tiene "entre 83 y 85 millones de años aproximadamente".

Por otra parte, la investigadora del Conicet Penélope Cruzado Caballero detalló que el dinosaurio "medía unos cinco metros, era juvenil, tenía alrededor de seis años y aún podía crecer un poco más. Era herbívoro, bípedo y con unos brazos muy gráciles que podía apoyar sin soportar mucho peso".

El nombre genérico (Mahuidacursor) proviene de mahuida, una palabra mapuche que significa "montaña", en referencia a los cerros de origen volcánico que pueden observarse en la zona, y cursor, del latín "corredor". 

En tanto, el nombre de la especie (Lipanglef) proviene de dos palabras de origen mapuche, lipang, que significa "brazo o miembro anterior" y lef, "ligero". Mahuidacursor es parte de un grupo de dinosaurios ornitópodos dentro del cual se encuentran otros representantes patagónicos, como Talenkauen y Macrogryphosaurus.
 
Según informaron desde Patrimonio Cultural de la provincia, si bien tiempo atrás ya se habían recuperado materiales de este grupo de dinosaurios en esa misma zona, Mahuidacursor representa el primer registro significativo para el norte de la Cuenca Neuquina, y el primero para la formación geológica Bajo de la Carpa.

El estudio científico de este ejemplar estuvo a cargo de la doctora Penélope Cruzado Caballero y del doctor José Gasca, ambos especialistas en dinosaurios ornitópodos, el magister Leonardo Filippi, el doctor Ignacio Cerda y el geólogo Alberto Garrido.

En la conferencia de prensa llevada adelante esta mañana en la ciudad de Neuquén, informaron que los resultados de este estudio fueron publicados en la reconocida revista científica internacional Cretaceous Research. Fuente Conicet.


viernes, 22 de marzo de 2019

Eoraptor lunensis, el cazador triásico del alba sanjuanino.



Eoraptor se aproxima, por estructura y por tamaño, al supuesto antecesor común de todos los dinosaurios. Además, su cráneo no tiene ninguna de las especializaciones que caracterizan a los tres grandes grupos de Dinosauria (Ornithischia, Sauropodomorpha y Theropoda).
Presenta como carácter único una dentición heterodonta: los dientes anteriores de la mandíbula superior (dientes premaxilares y maxilares anteriores) tienen una forma característica, expandida, similar a la de los dinosaurios herbívoros y diferente del resto de los dientes, que son recurvados y serrados, típicamente teropodianos.
Sin embargo, exhibe una serie de rasgos que lo identifican como el terópodo más primitivo conocido. Por ejemplo, aunque presenta cinco dedos en la mano, los dos más externos están tan reducidos que sólo los otros tres serían funcionales.
Estos tres dedos tienen una serie de caracteres destinados a aumentar la capacidad de la mano para apresar y manipular el alimento: el dedo II es el más largo, las garras son curvadas, tiene capacidad de hiperextensión de los dedos, etc. La mano tiene un gran tamaño respecto al resto del brazo.
Además, los huesos largos son huecos, como en el resto de los terópodos. Así pues, podemos considerar a Eoraptor como un animal que ejemplifica al dinosaurio primitivo tipo en el que aparecen ciertos rasgos que lo definen como el terópodo más primitivo conocido. Modo de vida: Eoraptor habría ocupado el nicho de un pequeño depredador, alimentándose de reptiles, insectos, etc. y huiría ante la presencia de los grandes carnívoros, Herrerasaurus incluido, que lo considerarían como una presa.
Sin embargo, la posición parasagital de sus miembros posteriores, junto a su condición bípeda, le convertirían en una presa rápida y ágil, difícil de atrapar por los grandes depredadores de la época. A su vez, esta rapidez y su agilidad serían grandes ventajas a la hora de capturar los esquivos animales que constituirían su alimento.

miércoles, 20 de marzo de 2019

Araneograptus murrayi, un graptolite muy difundido durante el Ordovícico.


Esta especie de graptolites integra el grupo de los hemicordados. Son organismos coloniales y solitarios que se originaron en el cámbrico inferior, hace 540 mill0ones de años y perduran hasta la actualidad. Lo que se preserva en estado fósil es la estructura inorgánica o colonia propiamente dicho, las cuales alojan a sus habitantes los zooides.
Araneograptus murrayi, es una colonia constituida por ramas o estirpes que presentas habitáculos para los zooides llamadas tecas. Eran de hábitos planctónicos suspendidos por medio de un delgado filamento denominado nema,  que culmina en un disco de flotación.
Algunos materiales de Araneograptus murrayi, provienen de la Sierra de Zenta, Cordillera Oriental y de la región de la Sierra de Cajas, Departamento Humahuaca en la Provincia de Jujuy y en Tarija, Bolivia. Otros géneros asociados; Hunnegraptus copiosus   Kiaerograptus, Adelograptus y Paradelograptus antiquus.

lunes, 18 de marzo de 2019

Material del Museo de Miramar en un libro del Smithsonian Institute.


 
 

Científicos e ilustradores le dieron vida a este libro, que explica cómo era la biodiversidad del pasado, y en él se utilizó una pieza de gran valor educativo del Museo Municipal de Ciencias Naturales  Punta Hermengo de Miramar.
El libro Hace tiempo intenta responder, como en toda gran historia, el cómo, cuándo y quiénes participaron en nuestra historia biológica de Sudamérica. Los expertos, acompañados de ilustraciones, cuentan cómo se ha dado la evolución y la extinción de las especies, y cómo el clima, la geografía y la genética influyeron en eso.
El Instituto Smithsoniano de Investigaciones Tropicales o STRI es un centro de investigaciones administrado por el Instituto Smithsoniano y emplazado en Panamá, cuyo centro es la única dependencia de dicha institución ubicada fuera de los Estados Unidos y se dedica al estudio de la diversidad biológica de los trópicos, entre varios puntos, ilustra y detalla un organismo en proceso de fosilización.

Para ello, y como fiel ejemplo, no solo por el impacto visual, sino por el educativo y creatividad científica, utilizo el esqueleto de Thylacosmilus atrox exhibido en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar (el tercer esqueleto exhibido en el mundo de esta especie), para explicar en forma gráfica y texto el proceso de muerte de una animal prehistórico, y cuáles son los procesos de fosilización para que llegue hasta nuestros días es estado “fósil”.
La misión del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales es ampliar y divulgar los conocimientos sobre el pasado, presente y futuro de los ecosistemas tropicales y su relevancia para el bienestar humano. El libro fue editado por el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

Como se hace en muchos casos, se reconstruyo el esqueleto de este raro “marsupial dientes de sable”, conocido científicamente como Thylacosmilus atrox, a partir de un puñado de restos fósiles conocidos, principalmente fragmentos de cráneo y mandíbula. Para ello, Mariano Magnussen Saffer, que desempeña tareas biológicas y paleontológicas en el museo miramarense, logro recrear el extraño animal extinto hace tres millones de años, a partir del conocimiento que se obtienen de otros organismos similares. La tarea se realizó en 2013 y fue exhibido en el museo local en 2015, luego de una gira educativa y científica que recorrió varios puntos de Argentina.
Magnussen comento; “ es la misma técnica que utilizamos para recrear grandes dinosaurios, a partir de un diente aislado, una pata, un cráneo o medio esqueleto. Al conocer la anatomía de organismos similares o de la misma familia, nos permite acercarnos al aspecto real, mientras esperamos que en un futuro nuevos hallazgos nos acerquen a un conocimiento más fidedigno del mismo”, enfatizo.


sábado, 16 de marzo de 2019

Evidencia de un Megaterio cazado por humanos en el Pleistoceno superior de Olavarria.




Investigadores del CONICET hallaron en Olavarría artefactos de caza y huesos de un perezoso gigante que datan de hace aproximadamente 12.600 años.
El momento en que se produjo la definitiva extinción de los grandes mamíferos del Pleistoceno (comenzado hace cerca de 2,6 millones de años y culminado hace unos 12 mil años) y el rol que jugaron los seres humanos en su desaparición son ejes de controversias entre los arqueólogos y paleontólogos del continente americano.
Dataciones de Carbono 14 sobre los huesos de grandes mamíferos extintos hallados en la región pampeana de la Argentina, sugirieron que algunos de estos grandes animales pudo haber habitado la zona hasta hace aproximadamente 8 mil años, ya durante el Holoceno, varios milenios después de su desaparición en el resto de América.
“De alguna manera, se creía que los pastizales pampeanos podrían haber servido de refugio para los herbívoros gigantes del Pleistoceno, y que las poblaciones indígenas no los habrían cazado intensamente”, explica Gustavo Politis, investigador superior del CONICET y director del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA, CONICET-UNICEN) ubicado en Olavarría
Sin embargo, recientemente una investigación dirigida por investigadores del CONICET publicada en Science Advances cuestiona dicha hipótesis, a partir del hallazgo, a orillas del arroyo Tapalqué en el Partido de Olavarría, de los huesos de un perezoso terrestre gigante (Megatherium americanum) junto con las herramientas de piedra usadas para cazarlo y cortarlo que, según dataciones establecidas con métodos precisos, tendrían cerca de 12 mil seiscientos años.
“Varias líneas de evidencia permitieron reconocer el procesamiento del megaterio por parte de los grupos humanos como, por ejemplo, la identificación de huella de corte sobre los huesos realizadas con las herramientas de piedra y la confección de instrumentos con las costillas del perezoso”, explica Pablo Messineo, investigador adjunto del CONICET en el INCUAPA y uno de los autores del trabajo junto a Politis.
Las excavaciones fueron realizadas en el sitio conocido como Campo Laborde y gracias a un set de dataciones de Carbono 14, para las que se usaron métodos más precisos para la extracción del colágeno de los huesos del megaterio, se pudo obtener información original y de alta calidad con relación al impacto directo de los grupos humanos sobre la especie encontrada en particular y sobre los mamíferos gigantes en general. El espécimen cazado, del cual pudieron recatarse decenas de huesos, pesaba alrededor de 4 toneladas.
“La edades Holocénicas (menores a 12 mil años) obtenidas previamente se debieron a la degradación y perdida del colágeno en los huesos y por la contaminación de la materia orgánica de los sedimentos que rejuvenecieron las edades de Carbono 14, contaminantes que no pudieron ser removidos totalmente con las técnicas estándares de extracción del colágeno”, explica Thomas Stafford Jr. de la Stafford Research LLC (Colorado, Estados Unidos), especialista en datación de Carbono 14 y otro de los autores del trabajo.
Hasta el momento, Campo Laborde es el único sitio en América donde se documentó que los grupos indígenas antiguos cazaron este perezoso terrestre gigante. De acuerdo a Politis, los resultados obtenidos permiten evaluar cuál fue el rol de los grupos cazadores en la extinción de la fauna gigante Sudamericana. ”Las nuevas dataciones reducen a aproximadamente 2 mil años el tiempo de coexistencia entre los humanos y los megamamíferos en las Pampas de Argentina”, concluye el investigador. Fuente; Conicet. Ilustracion de Internet.

viernes, 15 de marzo de 2019

Presentaran a Mahuidacursor lipanglef.

El viernes 22 de marzo, a las 11, el Centro Cultural Provincial Alberdi será la sede oficial de la presentación formal de un nuevo dinosaurio herbívoro del norte neuquino: el Mahuidacursor lipanglef (Corredor de los cerros de brazos ligeros).
La historia de este hallazgo comienza en junio del 2016, cuando el equipo del Museo “Argentino Urquiza” de Rincón de los Sauces realizó una salida de campo con el objetivo de explorar una nueva zona dentro del área conocida como Cerro Overo, ubicada a unos 50 km al sur de dicha ciudad.
Durante la recorrida uno de los técnicos, Salvador Palomo, divisó unos fragmentos fósiles sueltos al pie de una pequeña loma donde afloran niveles de más de 85 millones de años de antigüedad y referidos a la Formación Bajo de la Carpa (del Cretácico Superior).
Estos fragmentos pudieron ser ensamblados en el campo dando lugar a una vértebra, bastante completa, de unos pocos centímetros de longitud. Esta vértebra fue identificada como perteneciente a la vértebra cervical de un ornitópodo, un grupo de dinosaurios herbívoros de andar principalmente bípedo.
Mas info el próximo viernes.

martes, 12 de marzo de 2019

Recuperan un cráneo de Arctotherium angustidens en San Pedro.



Se trata de un ejemplar de la especie de Arctotherium angustidens, la cual representa a los osos más gigantes que hayan existido. Los investigadores destacan el asombroso estado de conservación del cráneo y las dos ramas mandibulares de este nuevo espécimen de San Pedro.
El doctor Leopoldo Soibelzon, investigador del Museo de La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se trata de un oso de gran tamaño de la especie Arctotherium angustidens, cuyos ejemplares más grandes, en posición erguida, podían alcanzar hasta 4,5 metros de altura”.
Soibelzon fue quien presentó en sociedad al ejemplar más grande del que se tenga registro en 2011. En tanto, este nuevo ejemplar de San Pedro fue identificado como un macho joven que pesaba unos 800 kilos al momento de morir y que habría medido aproximadamente 2,5 metros de altura parado en dos patas.
El experto en el estudio de osos gigantes destacó que “el cráneo y la mandíbula de este nuevo ejemplar de San Pedro están increíblemente preservados, en tanto que también se encontró parte de su pelvis, el fragmento de uno de sus húmeros, parte de uno de sus radios y seis vértebras articuladas”.
El director del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar, quien realizó este hallazgo junto Matías Swistun y Julio Simonini, coincidió en que “es impresionante el estado de preservación del cráneo junto a sus dos ramas mandibulares, las cuales han conservado todas sus piezas dentales, lo cual lo convierte en un ejemplar excepcional”.
“El cráneo de esta bestia es realmente asombroso en cuanto a tamaño y estado de conservación”, afirmó Aguilar. Y precisó: “Tiene colmillos de unos 6 centímetros de longitud, los cuales son fuertes, compactos, punteagudos y estaban preparados para desgarrar la carne de sus presas”.
“Las mandíbulas también conservan su par de colmillos, los cuales tienen 4,5 centímetros de largo, mientras que los molares de este oso estaban bien adaptados para cortar y para destrozar el tejido muscular y los huesos de los animales de los cuales se alimentaban”, contó el director.
Aguilar valoró que, para la concreción de este hallazgo, fue determinante la colaboración del maquinista Fausto Capre de la empresa Tosquera San Predo SA, propietaria de este sitio.
“Fue posible ver los restos de este ejemplar que caminó la región pampeana hace unos 700 mil años gracias al accionar de la excavadora para la extracción de tosca a nueve metros de profundidad”, mencionó.
A dicha profundidad, se ha detectado una capa sedimentaria con contiene restos de un antiguo pantano. Aguilar explicó que “algunos de los grandes animales que cazaban o que se acercaban para beber agua, quedaban atrapados en ese fango, en ese lodo, y es por ello que, desde hace un tiempo, venimos realizando diversos hallazgos en ese sitio”.
Los Arctotherium angustidens de mayor tamaño alcanzaban una medida mayor a la que se había estimado en 2011 cuando el doctor Soibelzon presentó al ejemplar más gigantesco. En tanto, la fuerza de la mordida de estos osos de tamaño bestial era de unos 225 kilogramos en la zona de los molares.
Estos molares poseían crestas cortantes y cúspides bien marcadas que revelan una dieta omnívora, pero con una fuerte tendencia al consumo de carne y de hueso de animales que obtenían de su propia caza, pero también al disputarle sus presas a otros carnívoros como por ejemplo a los tigres dientes de sable.
José Luis Aguilar contó a la Agencia CTyS-UNLaM que, a partir de un trabajo junto a uno de los laboratorios del Centro de Ecología Aplicada de Litoral de Corrientes, se han identificado esporas y granos de polen de ciertos hongos, algas y algunos vegetales en el sedimento donde fueron encontrados los restos de este oso.
“Ello nos permite saber que este oso gigante habitó en un ambiente de estepa formado por plantas herbáceas, con suelo algo arenoso y siempre con cuerpos de agua cercanos”, relató el director del Museo.
El doctor Soilbelzon indicó que “estos osos vivieron en la región pampeana hasta hace unos 500 mil años”. En tanto, la llegada de los osos a Sudamérica fue posible a partir de que, hace unos 3 millones de años atrás, cuando se elevó el istmo de Panamá, estos animales terrestres pudieron arribar desde Norteamérica.
 

domingo, 10 de marzo de 2019

Un trilobite puede provocar al menos cuatro icnogeneros.




Los icnotaxones son nombres usados por los icnólogos para identificar y distinguir huellas fósiles morfológicamente diferentes. Para mantener separada la nomenclatura de los fósiles corporales de la de las estructuras etológicas, se crearon los icnotaxones (icnogéneros e icnoespecies) para denominar estas.

Los icnotaxones tienen un tratamiento particular en la nomenclatura zoológica, es decir, las huellas dejadas por el género y especie, en este caso una variedad de Trilobites del Paleozoico, puede provocar la identificación de tres comportamiento, los cuales se convierten en una actividad icnológica.

También podemos decir que un solo organismo puede generar más de una icnofosil según su comportamiento. Un ejemplo clásico y valido es el Trilobite. Así tanto los icnofósiles denominados Cruziana que aparecen como rastros bilobulados, como Diplichnites con rastros formados por impresiones de apéndices fueron realizados durante el desplazamiento de estos invertebrados por el fondo arenoso, el primero mientras removía el sedimento en busca de alimento y el segundo mientras se movía sobre él.
De igual modo este mismo organismo puede producir los rastros llamados Rusophycus al descansar sobre el lecho marino y Cheiichnus al descansar en el fondo de galerías excavadas. Es así que una especie de Trilobite como Thysanopyge taurinu,  pueden generar unos cuatro icnogeneros con sus respectivas icnoespecies.


viernes, 8 de marzo de 2019

Conflicto antarcticus, el fósil hallado en el Paleoceno de la Antártida, brinda información de la evolución de las aves.



Científicos estudiaron un fósil antártico que permite conjeturar que este tipo de boca apareció evolutivamente temprano en las aves Anseriformes.
En el año 2007, investigadores del Instituto Antártico Argentino encontraron en la isla Marambio, al Noreste de la Península Antártica, el esqueleto casi completo de una nueva especie de ave que vivió hace 65 millones de años durante el Paleógeno Temprano. Luego de varios años de preparación y estudio del fósil, recientemente el hallazgo fue presentado en Zoological Journal of the Linnean Society.
El estudio, dirigido por Claudia Tambussi, investigadora principal del CONICET en el Centro de Investigaciones de Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC) determinó que el fósil analizado pertenece a un nuevo género y especie basal de Anseriformes (patos, cisnes y gansos) de una familia aún indeterminada. Se lo denominó Conflicto antarcticus en virtud de la conflictiva posición filogenética, debido a que sus características son diferentes a las de otras aves conocidas.
Los Anseriformes actualmente habitan ambientes acuáticos y se considera que la explotación de los cuerpos de agua continentales proporcionó la base para la formidable diversificación de este grupo. A diferencia de la mayoría de las Neoaves acuáticas que son carnívoras -como los macaes y los somormujos-, los anseriformes se alimentan de plantas o pequeños invertebrados acuáticos. Para ello cuentan con unas laminillas en el pico que les permite filtrar su alimento.
¿Cuándo se produjo la diversificación de los Anseriformes? ¿Cuándo y cómo surgió este hábito filtrador? Son algunas de las preguntas que se formula el equipo de trabajo responsable de ésta y otras importantes investigaciones en aves prehistóricas.
Al analizar este esqueleto fósil, los científicos pudieron determinar que Conflicto antarcticus, a juzgar por la forma y las proporciones de los huesos pectorales y del ala, sin dudas tenía capacidad de volar. Aunque no se encontraron los tarsometatarsos ni las falanges (huesos del miembro posterior), los restos óseos que se conservaron de estas extremidades muestran que tenía patas alargadas. Sin embargo, aunque pertenece al grupo de los Anseriformes, su apariencia no concuerda con la de los patos o gansos. Conflicto antarcticus tenía un cuerpo grácil y estilizado, con miembros alargados -como se observa en los flamencos)- pero poseía un cráneo similar al de un pato, aunque con un pico más delgado. Conflicto antarcticus, al estar representado por un material tan completo y bien preservado es posiblemente el más importante registro de un ave no marina del Paleoceno del hemisferio sur.
“Este nuevo hallazgo permite hipotetizar que la forma del pico típica de los patos actuales -la que les posibilita filtrar el alimento del agua- habría aparecido tempranamente en la evolución de este grupo de aves” explica Tambussi. Asimismo, los estudios filogenéticos establecen nuevas relaciones entre los miembros de los Anseriformes y las aves modernas que, sin dudas, serán motivo de debates futuros.
Según evidencias sedimentológicas y de otros fósiles, Conflicto antarcticus habría habitado un ambiente cálido y húmedo que se caracterizaba por bosques templados donde la temperatura media anual terrestre osciló entre 9 y 15°C.
Finalmente, Los investigadores ya estudian otros aspectos como el cerebro, cerebelo, oído y bulbos olfatorios a partir de tomografías computadas y comparando los modelos 3D obtenidos con lo conocido de otras especies fósiles y vivientes. La finalidad de estas comparaciones es obtener algunas conclusiones acerca del modo de vida del animal, de sus capacidades sensoriales y cognitivas. Fuente Conicet. Esquema del esqueleto de Conflicto antarcticus. Derecha: Reconstrucción en vida de Conflicto antarcticus. Dibujo realizado por H. Santiago Druetta. La concreción en uno de los momentos de su preparación que fue realizada por los técnicos Javier Pozik del Museo de La Plata e Ivana Tapia del CICTERRA.
 
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

miércoles, 6 de marzo de 2019

Nidos, huevos, embriones y grandes Dinosaurios en Auca Mahuida, Neuquén.



Los dinosaurios fueron ovíparos y los huevos a menudo se preservan como fósiles. El primer gran campo de nidificación de estos dinosaurios fue reconocido en su gran extensión en el Bajo Santa Rosa, Provincia de Río Negro, unos 100 Km. al oeste de la ciudad de Lamarque y dentro de la Estancia de la familia Berthe.
 
Pero al pie del volcán Auca Mahuida, se extiende una zona de suelo arcilloso y agrietado. Es posible observar unas especies de manchas color gris, distantes unos dos o tres metros entre sí. Se trataría de acumulaciones de cáscaras de huevos de dinosaurios. El lugar, apodado Auca Mahuevo, se encuentra a unos 145 kilómetros al norte de la ciudad de Neuquén y a 100 kilómetros al sudeste de Rincón de los Sauces y es el lugar donde se hallaron los primeros huevos del mundo con restos de embriones y piel fosilizados. Aunque varios se hallaron rotos, hay otros en estado adecuado de conservación.
 
Los huevos fueron cubiertos por un aluvión de barro y, por ese motivo, sobrevivieron hasta nuestros días. En Auca Mahuida, se pueden observar en las bardas las huellas inconfundibles de las distintas eras geológicas. En la parte superior, de color más verdoso, pasó el mar. Y las capas inferiores, de mayor antigüedad, corresponden a la arcilla del período Cretácico. Los huevos encontrados en Auca Mahuida pesan aproximadamente un kilogramo, tienen una capacidad de 800 cm3 y sus cáscaras tienen poros de ventilación muy similares a los de las aves actuales.
 

domingo, 3 de marzo de 2019

Culebratherium alemani, una vaca marina de hace 20 millones de años en Centroamérica.


Buscando plantas fósiles en el Canal de Panamá, Steven Manchester, científico del Museo de Historia Natural de Florida (Estados Unidos), se encontró con algo tan relevante como inesperado: el mamífero más antiguo conocido de Centroamérica. Un cráneo fósil, vértebras, costillas y otros huesos que pertenecen a un nuevo género y especie de vaca marina de hace 20 millones de años, a la que han denominado ‘Culebratherium alemani’.


Se trata de un antiguo pariente de los dugongos modernos, que viven en las cálidas aguas del Indo-Pacífico, la región biogeográfica que comprende las aguas tropicales del océano Índico, el océano Pacífico occidental y central, y el mar que conecta los dos.


El equipo estaba excavando allí dentro de un proyecto a gran escala de varios años de duración para rescatar fósiles en el marco de la ampliación del Canal de Panamá, que ha expuesto temporalmente nuevos afloramientos.


"Encontramos el dugongo fósil cuando los niveles de agua estaban en su nivel más bajo", recuerda Aaron Wood, investigador postdoctoral del Museo y líder del trabajo de Campo en Panamá. "Pusimos bolsas de arena en el borde del sitio solo para mantenerlo sin agua el tiempo suficiente para recoger los fósiles. En una semana, el sitio se inundó. No pudimos volver. Se trataba de una oportunidad única en un siglo recogida en este espécimen", subraya.

Junto con Jorge Vélez-Juarbe, también investigador postdoctoral, el hallazgo se ha publicado en la revista ‘Journal of Vertebrate Paleontology’.


Vélez-Juarbe explica que el ejemplar de ‘C. alemani’ no había terminado de crecer. Sus colmillos apenas habían comenzado a sobresalir y sus nuevos molares mostraban poco desgaste, lo que indica que aún no era un adulto, según la información del Museo de Historia Natural de Florida recogida por DiCYT.


Pero fue un ‘comilón’ excepcional. Los investigadores sugieren que sus gruesos músculos del cuello y sus colmillos y hocico apuntando hacia abajo se adaptaron para cavar en el océano hasta llegar a los tallos subterráneos de los pastos marinos, las partes más nutritivas de estas plantas.


Solo una especie de dugongo está viva hoy. Una segunda, la vaca marina de Steller, fue cazada hasta su extinción Y aproximadamente 30 especies han sido recuperadas en el registro fósil, dijo Vélez-Juarbe. El grupo se originó en el Atlántico oeste y el Caribe y se dispersó hacia el oeste a través de Panamá -cuya vía marítima no se cerró hasta hace unos millones de años- y al sur de Brasil. (Fuente: DICYT)