viernes, 31 de agosto de 2018

Mural en Parque Centenario de Buenos Aires.

 

El Museo de Ciencias Naturales es una de las instituciones más importantes de nuestro país. Lo es no sólo por su relevancia científica sino también por su compromiso constante con la sociedad. Desde Sudakas creemos de suma importancia acercar expresiones artísticas que entablen un vínculo con la sociedad. Es por esto mismo que elegimos los espacios públicos para expresarnos, con el fin de poder establecer una relación con nuestros barrios.
Con la intención de representar las distintas salas que posee la institución, hacia finales del año pasado les propusimos al MACN realizar un mural en una de sus fachadas principales que simbolizara la relación entre el Hombre y la Naturaleza.

Después del aval de las autoridades, nos lanzamos a pintar los 65 metros de pared. La jornada duró tres días y estuvo compuesta por un grupo que rondaba las quince personas por día. A medida que iba avanzando nuestra tarea el afecto de los   transeúntes se multiplicaba ostensiblemente.

Ese era un síntoma positivo, lleno de aliento. El diseño de Lucas Quinto llevó a la pared las ideas y conceptos que tiene nuestro imaginario sobre las Ciencias Naturales; intentando representar -lo más que pudimos- las distintas ramas que la comprenden: Paleontología, Astronomía, Física, y sus demás disciplinas.

Además de figuras ilustres de la ciencia nacional, como Ramón Carrillo, Nágera o Florentino Ameghino, también se pintaron figuras de distintos Pueblos Originarios representando otra cosmovisión de la naturaleza.

domingo, 26 de agosto de 2018

Araucaria lefipanensis, nueva araucaria fósil de 66 millones de años en Chubut.


La noticia la comunicó el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF). Se trata de un fósil encontrado cerca de la localidad de Paso del Sapo.

Esta especie fue bautizada Araucaria lefipanensis y presenta lo que se llama un “mosaico de caracteres”, es decir una combinación de características que no se encuentra en las araucarias actuales. La  descripción se basó en hojas y semillas fósiles de unos 66 millones de años de antigüedad encontradas en las cercanías de la localidad de Paso del Sapo. Esta región es actualmente árida, pero en esa época las condiciones paleoclimáticas eran muy distintas, indicando la presencia de un bosque subtropical estacional.

Ana Andruchow Colombo (becaria CONICET-MEF), especialista en plantas fósiles y líder del trabajo de investigación, explicó al MEF estos detalles: “Esta nueva especie de Araucaria tiene dos tipos de hojas, unas anchas y ovaladas como las del pehuén (Araucaria araucana) y otras más angostas y largas, parecidas a las del pino Paraná (Araucaria angustifolia), ambas especies sudamericanas. Además, los órganos que llevan las semillas (a los que llamamos complejos ovulíferos) son muy parecidos a los de un grupo de araucarias hoy en día presentes en Nueva Caledonia.”

Las Araucarias son coníferas que en la actualidad viven en Australia, Nueva Caledonia, Papúa Nueva Guinea y Sudamérica (Chile, Argentina, Paraguay y Brasil). Sin embargo, durante el Mesozoico - la era de los dinosaurios-  estaban distribuidas a lo largo de todo el mundo, inclusive en la Antártida.

El trabajo fue presentado en la revista científica American Journal of Botany conjuntamente con los Dres. Ignacio Escapa y Rubén Cúneo (CONICET-MEF) y la Dra. María A. Gandolfo (Cornell University).


sábado, 25 de agosto de 2018

Chaetophractus, el armadillo fósil del Pleistoceno pampeano.



Se trata de un armadillo fósil emparentado con el mismo género viviente (el peludo pampeano).
El origen de la presente estirpe es sudamericano, cuyos restos fósiles de sus antecesores corresponden al Eoceno, es decir, hace unos 45 millones de años antes del presente, pero al restablecerse la unión de ambas Américas, este género se desplaza hasta la parte media de Norteamérica.
Era un armadillo  acorazado. La armadura de este animal estaba constituida por un mosaico de pequeñas placas óseas que se desarrollan en la capa inferior de la piel o dermis, y están recubiertas de epidermis córnea.
Constituye un sistema de protección contra los depredadores; y en este género estaba protegida incluso la cola. Las placas formaban un escudo de una sola pieza sobre los hombros y otro sobre los cuartos traseros.
La parte media del cuerpo del animal estaba recubierta por unas placas que forman bandas transversales articuladas entre sí, es decir, que estaban unidas por una piel blanda. Gracias a esto podían enrollarse hasta formar una bola completamente acorazada y cubrir la única zona del cuerpo que se halla desprotegida: el abdomen. Eran animales de cuerpo robusto, con patas cortas y musculosas que les permitían moverse con cierta rapidez.
Las extremidades poseían garras semejantes a uñas y el armadillo las utilizaba para conseguir su alimento o para excavar madrigueras.
Sus hábitos eran nocturnos y se alimenta de insectos, gusanos, pequeños vertebrados y, a veces, carroña. Restos fósiles de este y otros géneros morfológicamente similares son hallados con frecuencia en los afloramientos sedimentarios correspondientes al Plioceno y Pleistoceno pampeanos.
Imágenes; Ejemplar de Chaetophractus sp, de la colección paleontológica del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. Vista superior del ejemplar muy completo y detalles del cráneo. Ejemplar actual comiendo carroña, autor desconocido.

viernes, 24 de agosto de 2018

Ringueletia simpsoni, un gran armadillo del Plioceno bonaerense.


Es un mamífero cingulato, representado por los quirquinchos o armadillos que actualmente viven en gran parte de Sudamérica y constituyen un grupo muy particular de la fauna neotropical. Se caracterizan por poseer un caparazón dorsal formado por las placas.
Fue un armadillo de gran tamaño. Los restos recientemente recuperados, y asociados a otros vertebrados contemporáneos en el Plioceno de la ciudad de Miramar, constituyen hasta el momento la primera evidencia directa que vincula a estos grandes armadillos extintos con paleocuevas o crotovinas halladas en esta edad geológica.
La masa corporal ha sido estimada en 40 kg. Si bien no se ha profundizado sobre la paleobiología de esta especie, el gran desarrollo de las crestas de inserción muscular observadas en su húmero, junto a la presencia de falanges ungueales carpales comprimidas y acuminadas, podría correlacionarse con un activo hábito cavador. 
En este sentido, creemos que el conjunto de información precedente representa un argumento sustancial para postular a Ringueletia simpsoni como el constructor de la de grandes galerías subterráneas, las cuales utilizaría para protegerse y cuidar su descendencia, aunque en algunos casos como el estudiado, podría haberse convertido en una trampa mortal. De alimentación variada.
En la imagen, se observan restos varios de Ringueletia en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar. Ilustración, Ringueletia asechado por un Thylacosmilus.

jueves, 23 de agosto de 2018

Adinotherium ovinum, un toxodonte pequeño en el Mioceno de Patagonia.


Es un género extinto de mamíferos notoungulados de la familia Toxodontidae, que vivió en el periodo del Mioceno en el continente sudamericano. Hubo varias especies similares, con diferencias en el tamaño y otras características y se asemejaban a una versión más pequeña de su pariente Toxodon.
Así, tenían una apariencia parecida a los actuales rinocerontes, aunque de mucha menor envergadura. Sus patas delanteras eran algo más altas que las de su primo, haciendo que la altura del hombro y de la cadera fuera igual y facilitando la carrera. Se trataría de animales que vivían solitarios, en pareja o en pequeños grupos familiares en el caso de las hembras y sus crías, una por parto. En algunas especies la bóveda craneana está reforzada, quizá para disminuir los efectos de impactos, durante las peleas en la época de celo.
La alimentación era puramente vegetariana, y al no ser especies de gran tamaño, podía realizarse por la noche, para evitar depredadores. Se alimentaban de hojas, ramas y brotes de plantas. Algunas especies se habrían adaptado a las llanuras y praderas, siendo más común el abrigo de las selvas y los bosques de rivera y zonas arbustivas. Se conocen varias especies de Adinotherium, como Adinotherium ferum, etc.
La especie más común de Adinotherium fue Adinotherium ovinum. Este animal llegaba a medir 1,50 m de longitud. Tenía un pequeño cuerno en lo alto del cráneo que podría jugar su papel en la temporada de apareamiento. Nesodon es un animal muy estrechamente emparentado Adinotherium y además coetáneo suyo, aunque alcanzó mayores dimensiones. Sinónimos: Phobereotherium Ameghino, 1887 y Noadinotherium Ameghino, 1907.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Cramauchenia normalis, un extraño litopterno del Oligoceno patagónico.


Es un género extinto de mamífero herbívoro, miembro del orden de los litopternos, que vivió en América del Sur entre el Oligoceno superior y el Mioceno inferior.
Cramauchenia fue nombrado por Florentino Ameghino. Su nombre no tiene traducción literal; de hecho, es un anagrama del mejor conocido género Macrauchenia. El género fue conocido inicialmente de la Formación Sarmiento en la provincia de Chubut, en Argentina, siendo más tarde descubierto en la Formación Chichinales en la provincia de Río Negro y la Formación Cerro Bandera en Neuquén, también en Argentina, en sedimentos asignados a la edad-mamífero sudamericana Colhuehuapense (Mioceno inferior).
En 1981 Soria hizo de C. insolita un sinónimo menor de C. normalis. En 2010 se describió un C. normalis encontrado en Cabeza Blanca (Chubut, Argentina) en la Formación Sarmiento, en sedimentos asignados a la edad-mamífero sudamericana Deseadense (Oligoceno superior).

martes, 21 de agosto de 2018

Llanquibatrachus truebae, una rana en el Eoceno de Rio Negro.


Se trata de un anfibio pípido único en su tipo, ya que se encontraron fósiles de todas sus etapas larvales (renacuajos), incluyendo sus partes blandas. Fue hallado frente al Lago Nahuel Huapi, en la ciudad de Bariloche.
La anatomía de su mano indica que se alimentaba por partículas pequeñas en suspensión. La distribución actual disyuntiva de este grupo de anfibios en América del Sur y África demuestra las conexiones de la fauna dulceacuícola entre ambos continentes (ya que los anfibios no soportan aguas marinas).
 Su característica básica es que carecen de lengua, por lo que se les llama también Aglosos. La pipa o rana de Surinam en la actualidad habita en las regiones tropicales sudamericanas; es de costumbres acuáticas y cuerpo aplastado; los ojos son muy pequeños, y las crías no pasan por la fase larvaria acuática, sino que la viven dentro del huevo. Otro anfibio conocido; Shelania pascuali, que precede de la Laguna del Hunco, en la provincia de Chubut.
Imágenes. Fósil en el Museo Paleontológico de Bariloche. Pipido actual.

lunes, 20 de agosto de 2018

Carnotaurus sastrei, el primer dinosaurio con cuernos del Cretácico de Chubut.


 

Es un género representado por una única especie de dinosaurios terópodos abelisáuridos, que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente entre 71 y 65 millones de años, entre el Campaniano y el Mastrichtiano, en lo que hoy es Sudamérica.
Lo más notable de este dinosaurio son sus dos pequeños cuernos sobre los ojos en su pequeña cabeza, siendo el primer carnívoro que mostrara esta característica. También se hallaron impresiones de la piel que presentaban pequeños escudos óseos. Junto con el género Abelisaurus dieron a conocer una familia completamente nueva de predadores mesozoicos, los abelisáuridos, lo que llevó a la revisión taxonómica de muchos otros géneros de difícil clasificación y a una visión distinta sobre la fauna gondwánica a finales de la época de los dinosaurios.
Su nombre proviene del latín carō, carnis, "carne", y taurus, "toro", y le fue dado por ser un carnívoro con aspecto de toro, debido a los apéndices de su cabeza que tienen en forma de cuernos. El nombre de la especie le fue otorgado en honor a Anselmo Sastre, dueño de la estancia donde fue encontrado el primer espécimen. Carnotaurus era un terópodo de tamaño medio a grande que medía alrededor de 9 metros de longitud, 3,5 de altura, y pesaba alrededor de 1500 kilogramos.  Su cabeza era muy pequeña en comparación con la de los otros predadores de su tamaño, de solo 60 centímetros de largo y presentaba pequeños dientes de alrededor de 4 cm.
Las características más distintivas del Carnotaurus son dos cuernos gruesos sobre los ojos, y unos miembros delanteros extremadamente reducidos y atrofiados, provistos de cuatro dedos. Se lo encontró en la Patagonia argentina, en la Provincia del Chubut, en 1985. Sus restos pertenecen a sedimentos de la Formación La Colonia.
Fue un hallazgo muy interesante porque estos restos proporcionaron a los científicos una pista de cómo era la piel de los dinosaurios. Se encontró un solo esqueleto muy completo al que solo le faltan el extremo distal de la cola y la última parte de los miembros inferiores. El ejemplar fue colectado en la Estancia "Pocho Sastre", cerca de Bajada Moreno, Departamento de Telsen, Chubut, Argentina, en sedimentos correspondientes a la sección inferior de la Formación La Colonia, Cretácico superior (Campaniano-Mastrichtiano), con una antigüedad de aproximadamente 75 millones de años.
El material holotípico del Carnotaurus sastrei se encuentra depositado en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, donde también puede apreciarse una réplica de su esqueleto de tamaño natural.

domingo, 19 de agosto de 2018

En el dia del Niño, La obsesión de tu hijo con los dinosaurios beneficia a su cerebro.

No es coincidencia que el rango de edad en el que se desarrollan los intereses intensos se empalme con las edades en las que más se juega recurriendo a la imaginación.
Erin, la hija de Susan Alloway, fue muy específica con su disfraz de Halloween. No podía ser cualquier dinosaurio: la niña de seis años quería un ozraptor.
Para que lo sepan, el ozraptor es un dinosaurio terópodo abelisauroide que vivió en lo que hoy es Australia durante el periodo jurásico medio. Definitivamente no es algo que una mamá pueda comprar en una tienda de disfraces.
"Lo busqué en Google y nada", cuenta Alloway. "Hay dos imágenes de un ozraptor. Pero ella dijo que tenía que tener plumas de verdad, así que usé un montón de plumas; nadie sabía de qué era su disfraz, pero a ella no le importó".
La devoción de Erin por los dinosaurios comenzó después de que cumplió cuatro años. Alloway no recuerda qué la desencadenó, pero hoy, el lugar favorito de su hija es la enorme sección de dinosaurios de la biblioteca local. "Le encanta que parece interminable", explica Alloway. "Hay tanta información; le encantan los nombres largos de los dinosaurios y le encanta aprender sobre los diferentes periodos de la prehistoria. Es como si no pudiera dejar de aprender y siempre tiene más por aprender".
Y no es la única. Es casi una regla universal que a los niños les encanten los dinosaurios. Si cuando eras niño no estabas obsesionado con los dinosaurios, definitivamente conoces a alguien que sí.
Estos niños pueden recitar el nombre científico de docenas, si no es que de cientos de dinosaurios. Pueden decirte qué comían, cómo lucían y en dónde vivían. Conocen la diferencia entre los periodos mesozoico y cretácico.
El grado de dominio de un niño respecto al tema de los dinosaurios puede ser asombroso, particularmente si consideras que el adulto promedio puede decir el nombre de diez dinosaurios en promedio, en el mejor de los casos.
Los científicos llaman "intereses intensos" a las obsesiones como las de Erin. Los investigadores no saben exactamente qué los desencadena, aunque la mayoría de los padres pueden determinar con exactitud el momento o acontecimiento que desató el interés de su hijo. Casi un tercio de los niños tienen un interés como estos en algún momento, usualmente entre los dos y los seis años, aunque en algunos casos, el interés perdura algunos años más.
Aunque en algunos estudios se ha revelado que el interés intenso más común son los vehículos (aviones, trenes y coches), el siguiente interés más popular, por mucho, son los dinosaurios.
Tampoco es específico de una generación. La tierra perdida pudo haber inspirado el interés por los dinosaurios en la generación X y los niños de la década de 1990 pueden atribuirla a Parque Jurásico o a Pie Pequeño, pero la obsesión con todo lo que tenga que ver con los dinosaurios no es menos predominante ahora que cuando tú eras niño.
La única diferencia está en las cifras: tan solo en 2016 se descubrieron más de 30 dinosaurios , así que la lista de posibles favoritos es de más de 700.
El paleontólogo Kenneth Lacovara era un niño con un interés intenso por los dinosaurios que nunca menguó. En 2005 descubrió un dinosaurio herbívoro gigante en el sur de la Patagonia. Le puso el nombre de Dreadnoughtus a la bestia de más de dos pisos de alto y de un peso mayor al de un Boeing 737.
Actualmente, Lacovara dirige el Parque de Fósiles Jean y Ric Edelman de la Universidad de Rowan, Estados Unidos. Los padres que van de visita le dicen constantemente que sus hijos están locos por los dinosaurios.
"Los padres me dicen una y otra vez: '¡Se saben todos los nombres! No sé cómo recuerdan tantas cosas'", cuenta. Pero Lacovara sí sabe, o al menos tiene algunas teorías. "Creo que en el caso de muchos de estos niños, es su primera experiencia de dominio de un tema, de ser experto en algo y dominar algo que sus padres, su entrenador o su médico no sabe", explica. "Los hace sentir poderosos. Su papá puede nombrar a tres o cuatro dinosaurios y él o ella puede nombrar a 20, así que parece una auténtica autoridad".
Los intereses intensos ayudan mucho a incrementar la confianza de los niños, de acuerdo con Kelli Chen, psiquiatra y terapeuta ocupacional pediátrica de la Universidad Johns Hopkins.
También son particularmente benéficos para el desarrollo cognitivo. En un estudio de 2008 se determinó que los intereses intensos sostenidos, particularmente en un ámbito conceptual como los dinosaurios, pueden ayudar a los niños a desarrollar sus conocimientos y su persistencia, a tener una mejor capacidad de atención y a profundizar sus habilidades de procesamiento de información.
En pocas palabras, sirven para que los niños aprendan mejor y sean más listos. Décadas de investigaciones lo respaldan: en tres estudios diferentes se llegó a la conclusión de que los niños mayores, con intereses intensos, suelen tener una inteligencia superior al promedio. La obsesión con los dinosaurios puede entonces ser la forma en la que un niño aprende un tema nuevo de una forma que le parece familiar: divirtiéndose. "Hacer preguntas, encontrar las respuestas y ganar experiencia es el proceso de aprendizaje en general", explica Chen. "Explorar un tema y dominarlo es beneficioso porque así se forman las carreras de los adultos. La ocupación principal de un niño es jugar, así que llevan a cabo su labor de jugar a través de la lente de una cosa que les interesa aprender".
Probablemente no es coincidencia que el rango de edad en el que se desarrollan los intereses intensos se empalme con las edades en las que más se juega recurriendo a la imaginación (entre los tres y los cinco años). Michael Brydges, un analista de datos de 30 años que trabaja para el ayuntamiento de la ciudad de Nueva York, cuenta que se enamoró de los dinosaurios cuando estaba en primero de primaria.
Tras devorar cada libro sobre dinosaurios que había en la biblioteca de su escuela, escribió e ilustró sus propios libros. Para cuando llegó a segundo año, ya les decía a los adultos que quería ser paleontólogo. "Son unas cosas enormes que no podía creer que de verdad existieran", cuenta. "Quería sacarlas de la tierra y demostrarme que eran reales. Cuando eres niño eres muy pequeño y es aún más sobrecogedor pensar en un dinosaurio de diez metros de altura. Eran la cosa más asombrosa que podía imaginar".
Pero cuando entró a tercer año, su interés menguó. Eso también es común. En el caso de la mayoría de los niños, los intereses intensos son llamas intensas pero efímeras. En un estudio que se publicó en 2007, los investigadores que entrevistaron a los padres de 177 niños descubrieron que los intereses duraban solamente entre seis meses y tres años.
Hay varias razones por las que los niños dejan de interesarse en aprenderlo todo sobre un tema en particular; irónicamente, uno de ellos es la escuela. Conforme se sumergen en un entorno educativo tradicional, se espera que abarquen varios temas, lo que no deja mucho espacio para la especialización.
"No lo dejan rápido, no es como si dijeran: 'Oh, ahora odio a los dinosaurios'", explica Elizabeth Chatel, una terapeuta familiar de Connecticut, Estados Unidos. "Simplemente es que la vida se vuelve ajetreada y el mundo se abre, empiezan a tener otros intereses".
El que un interés intenso mengue también tiene un componente social importante, ya que los niños empiezan a interactuar con sus iguales a diario y se dan cuenta de que no a todo el mundo le interesan los dinosaurios todo el tiempo.
"Tal vez en casa se estuviera reforzando el interés y el ciclo de retroalimentación positiva empezaba con: 'Juanito sabe qué es un pterodáctilo, ¡Juanito es un genio!'. Cuando te halagan una y otra vez por tener información sobre un tema, estás a bordo de un tren sin escalas hacia la Tierra de los Dinosaurios", explica Chatel. "Pero entonces empieza la escuela y la retroalimentación positiva se centra en: 'Juanito jugó muy bien con los demás, Juanito compartió sus juguetes e hizo un amigo'".
Lacovara sabe que la mayoría de los niños a los que les interesan los dinosaurios no se volverán paleontólogos, aunque de adultos muchos tengan gratos recuerdos de su "fase de los dinosaurios". Pero en una TED Talk de 2016, así como en su libro Why Dinosaurs Matter, Lacovara argumenta que los dinosaurios son verdaderamente importantes, no solo para la gente que los desentierra.
"¿Quieres diseñar un sistema para mover cosas pesadas en terreno difícil? Los dinosaurios lo hicieron", escribió. "¿Quieres entender los sistemas de enfriamiento principalmente pasivos y eficientes? Los saurópodos eran expertos. ¿Te interesa el mejoramiento y la readaptación de la tecnología? Mira a los dinosaurios. Las plumas son un ejemplo maravilloso de exaptación, es decir, el proceso en el que un ser adquiere funciones para las que no estaba adaptado originalmente. Desde Da Vinci, y probablemente desde mucho antes, el vuelo autónomo ha fascinado a los humanos y no lo hemos logrado sustancialmente. Los dinosaurios lo lograron hace 150 millones de años".
Cada año, los científicos aprenden más y más acerca de los dinosaurios. Lacovara argumenta que este tesoro de información no puede llegar demasiado pronto. "La gente, incluso los paleontólogos, están más preocupados por el futuro que por el pasado", escribió. "Pero no tenemos acceso al futuro. No podemos hacer observaciones de él ni podemos hacer experimentos con él. Pero podemos aceptar el pasado. Puedes sostenerlo. Abrirlo como un cascarón. Ponerlo en un museo para que todos lo vean. Lo más importante es que el pasado es nuestra guía para el futuro".
La mayoría de las semanas, Lacovara invita a grupos de escuelas a visitar su parque de fósiles, una antigua cantera que espera que se vuelva sitio patrimonio de la Unesco porque sabe que lograr que los niños se ensucien cavando en busca de conchas fosilizadas puede dejarles una experiencia memorable.
El amor intenso por los dinosaurios puede ser una fase divertida pero temporal, o puede ayudar a que un científico en ciernes descubra, algún día, los secretos de la supervivencia.

sábado, 18 de agosto de 2018

Cricosaurus araucanensis, un cocodrilo marino en el Jurasico de Neuquén.


Es un género extinto de crocodiliforme marino perteneciente a la familia Metriorhynchidae. Especímenes fósiles referibles a Cricosaurus son conocidos de depósitos del Jurásico tardío de Inglaterra, Francia, Suiza, Alemania, Argentina, Cuba, y México.
Cricosaurus fue nombrado originalmente por Wagner en 1858 como una reclasificación de un especímen que él previamente había descrito en 1852. Varias otras especies han sido nombradas, incluyendo C. suevicus por Fraas en 1901 (originalmente como una especie de Geosaurus.
Otra especie denominada C. medius (nombrada por Wagner en 1858) ha sido reclasificada como un sinónimo menor de Rhacheosaurus gracilis.  Todas las especies actualmente conocidas tenían unos tres metros o menos de largo. Comparados con los cocodrilos de la actualidad, Cricosaurus puede ser considerado de tamaño medio, tendiendo a pequeño.
Su cuerpo era ahusado para mayor eficiencia hidrodinámica, lo que junto a su cola con aleta lo hacían un nadador más eficiente que los cocodrilos modernos.
Imágenes; Cráneo exhibido en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de Buenos Aires. Ilustración Rodrigo Vega on DeviantArt

viernes, 17 de agosto de 2018

Ischigualastia jenseni, el extraño gigante del Triasico de San Juan.



Posee un cráneo voluminoso, con la mandíbula gruesa, masiva, que sugiere una fuerte capacidad para cortar y triturar vegetales.
Sus ramas mandibulares se encontraban recubiertas por unos fuertes músculos. La  parte más anterior del hocico era proporcionalmente angosta, lo que sugiere que seleccionaría de alguna manera los vegetales de que se alimentaba.
El esqueleto recuperado y montado en el Museo Pedagógico de la Fundación "Instituto Miguel Lillo" en la ciudad de Tucumán, nos muestra que su estructura esqueletaría era muy fuerte, gruesa, conformando un animal de robustez comparable o posiblemente mayor a la de un rinoceronte africano actual.
Se destacan las cortas y gruesas extremidades anteriores, con el humero en una posición casi horizontal y dirigida hacia afuera, lo que posibilito a este animal apoyar su cuerpo sobre cinco dedos muy fuertes.
Las extremidades posteriores eran totalmente lo contrario, tomando una posición totalmente vertical, lo que hace pensar a los Paleontólogos que habría sido más esbelta en la región posterior y más voluminosa y pesada en su mitad anterior, con el cuello corto, grueso y una pesada cabeza en posición baja, tal vez con algún parecido general a los búfalos actuales.
Procede de los niveles inferiores de la formación Ischigualasto, ubicado en el "Valle de la Luna", Provincia de San Juan, República Argentina.

jueves, 16 de agosto de 2018

Chelichnus gigas, rastros de un gigante Permico en Mendoza.

 

La importancia de estos registros radica en que son los más antiguos de amniotas para Gondwana. Se caracterizan porque el embrión desarrolla cuatro envolturas: el corion, el alantoides , el amnios y el saco vitelino y crea un medio acuoso en el que puede respirar y del que puede alimentarse.
Ésta es una adaptación evolutiva que, a diferencia de lo que ocurre con los anfibios, permitió la reproducción ovípara en un medio seco y terrestre. Otras adaptaciones son tener una piel seca y escamosa debido a un aumento de la queratinización de la epidermis para evitar la desecación y deshidratación; poseer una respiración exclusivamente pulmonar y tener una fecundación interna, con el abandono de las fases larvarias y posterior metamorfosis.
Parece ser que los primeros amniotas surgieron durante el Carbonífero Superior a partir de los tetrápodos reptiliformes. Transcurridos algunos millones de años, dos de los linajes más importantes de los amniotas fueron diferenciándose: por un lado nuestros antepasados sinápsidos, y por otro los saurópsidos, de los que evolucionaron los dinosaurios, los reptiles modernos y las aves.
Las huellas están preservadas en areniscas que provienen de distintas canteras de laja ubicadas en las inmediaciones de la Sierra Pintada y de las Sierras de las Peñas, dentro del Bloque de San Rafael, en el sudoeste de Mendoza.

miércoles, 15 de agosto de 2018

Cuadro de las Eras Geológicas según el registro fosilífero de la Republica Argentina.

En este Cuadro podrá observar en forma simple y sencilla los principales acontecimientos Biológicos y Geológicos de nuestro país en los diferentes Periodos. El mismo se sido actualizado en Mayo de 2004, ya que después de 120 años la Comisión Internacional de Estratigrafía (ICS) autorizo la incorporación del nuevo Periodo Geológico denominado Ediacárico.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/cuadro.htm 


lunes, 13 de agosto de 2018

Notiomastodon platensis, el elefante sudamericano que vivio durante el Pleistoceno.






Era un megamamifero que emigro desde el norte en "El gran cambio biótico Americano", encontrando en América del sur un nuevo lugar para expandirse. Fue un Proboscideo (que posee trompa) al igual que el extinto Mamut y el actual elefante.

Era herbívoro y llegaron a tener una masa corporal de 3,5 toneladas y unos 4 metros de altura. Habitaron lugares abiertos y pantanosos, donde sus huesos se iban incorporando al sedimento a medida que morían. Los hallazgos de restos fósiles de antiguos elefantes son algo escasos.
Se han protagonizado descubrimientos muy notables, como los realizados por Carlos Ameghino en 1913 y luego Kraglievich y compañía en 1928. Hace unos años atrás, se recato un cráneo muy completo en el patio de una vivienda en la localidad de Moreno. Stegomastodon es un género diferenciado en América del Norte, posiblemente desde el Plioceno temprano, que se extiende en ese subcontinente hasta el Pleistoceno temprano-medio.

A nivel sudamericano, las revisiones llevadas sostienen la existencia de dos especies en este género: S. platensis y S. waringi. La primera se reconoce por sus 'defensas rectas', que en su porción más anterior se curvan ligeramente y presentan esmalte; mientras que en la segunda se observa la ausencia de esmalte. La distribución de S. platensis es más austral que la de S. waringi, y alcanza al Uruguay, Paraguay, Brasil y gran parte de Argentina, donde tiene un biocrón que se extiende desde el Ensenadense hasta el Lujanense (Pleistoceno temprano-Pleistoceno tardío-Holoceno).

En la Argentina, sus restos han sido exhumados en la Provincia de Buenos Aires (donde se halla su límite más austral, a los 37°S), y en las provincias de Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero y Corrientes. Se ha inferido para este taxón una marcada preferencia por climas de tipo templado cálido y hábitats de zonas abiertas o sabanas arboladas.

Estos taxones habrían estado adaptados principalmente a ambientes templado cálidos de altura, alimentándose de especies vegetales arbustivas. Los restos de mastodontes hallados en América del Sur pertenecen a dos tipos diferentes, que los paleontólogos incluyen en los géneros Cuvieronius (dedicado al naturalista francés George Cuvier, el primero en describir un mastodonte) y Stegomastodon (mastodonte con defensas).
Hasta ahora, el género Stegomastodon era conocido en la Argentina por una única especie: Stegomastodon platensis. La otra especie, que se había descubierto en Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú y, posiblemente, Colombia, es Stegomastodon waringi, en homenaje a un investigador de apellido Waring, que descubrió restos de este mastodonte en Brasil. A esta última especie pertenece la rama mandibular hallada en el lecho oceánico de Argentina.

Imágenes. Mandíbula de ejemplar juvenil en el Museo de Paleontología de la Universidad Nacional de Córdoba. Esqueleto montado recreado insitu en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires. Mandíbula y trozo de defensa en el Museo Municipal Rincón de Atacama, Termas de Rio Hondo. Silueta con restos de Notiomastodon en el Museo Paleontologico de Marcos Paz, e ilustración de Daniel Boh.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/pleistoceno.htm

En unos dias conoceras al primer "Miramarensis".


domingo, 12 de agosto de 2018

Eumegamys paranensis. Un gigante entre los roedores del Plioceno.


Eran roedores gigantes que vivieron en el Plioceno temprano a tardío, hace entre cuatro a dos millones de años en lo que hoy es la región pampeana Argentina principalmente, pero se han registrado restos aislados en otros sectores de Sudamérica.
Poseía incisivos de varios centímetros de largo, aunque sus molares eran más bien pequeños, lo que hace pensar que se alimentaba de vegetales tiernos, frutas o plantas acuáticas.
El mayor roedor de nuestros días es el carpincho, un animal que se encuentra en grandes cantidades en Sudamérica y que alcanza los 60 kilos.
Cráneo del gigantesco Eumegamys exhibido en el Museo de La Plata (Foto), procedente de la localidad de Paraná. Tambien se conocen restos de Carlesia sp (=eumegamys) mandíbula del Mioceno de Chasico (Prov. de Bs As).

sábado, 11 de agosto de 2018

Carcharocles megalodon, un tiburón gigante del Mioceno.





Durante el periodo Mioceno, en lo que hoy es el Cerro Gualicho en la Provincia Patagonica de Rió Negro, entre 10 y 12 millones de años atrás, el mar ingreso numerosas veces al continente, depositando sedimentos con restos fósiles de vertebrados e invertebrados marinos muy llamativos, sobre todo por sus dimensiones.
Carcharocles megalodon, fue un Selaceo (Tiburón) del cual solo se han preservado como fósiles sus enormes dientes, ya que al igual que sus descendientes tenían un esqueleto cartilaginoso, el cual no se preservo en los sedimentos.
Pero los estudios de anatomía comparada realizados en los últimos años brindaron muchos datos importantes. Carcharocles pudo tener unos 20 metros de largo y pesar hasta 50 toneladas. Los paleontólogos creen que se extinguió hace 2,5 millones de años, durante el inicio del Pleistoceno.
Otros piensan que podrían vivir en la actualidad en aguas muy profundas, al igual que las especies de tiburones descriptas recientemente. Carcharocles megalodon, tenía unos 45 kilogramos de dientes, los cuales variaban su tamaño desde unos pocos centímetros hasta los 20 centímetros y cada uno pesaban 300 gramos.
Se alimentaban principalmente de ballenas, lobos marinos primitivos y grandes peces.
 

viernes, 10 de agosto de 2018

Tremacebus harringtoni, el mono del Oligoceno cuando la Patagonia era una selva.



Fue un primitivo primate (monos) aloctono, cuyos ingreso al continente fue hace 38 millones de años según la evidencia fósil reunida hasta el momento.
A diferencia de los monos del Viejo Mundo, los monos del Nuevo Mundo no parecen haberse dado a la vida en las praderas y siguieron siendo animales de selva. Una gran diferencia entre ambos, es que los primeros no poseen cola, mientras que los sudamericanos poseen unas vértebras caudales extensas y adaptadas como un quinto miembro para poder trepar. Tremacebus harringtoni, es un representante del periodo Oligoceno tardío (23,5 millones de años) en la Patagonia Argentina, y se parecía a un mono Buho moderno.
Otros pequeños simios del territorio argentino son Homunculus patagonicus y Killikaike blakei, entre otros. Los primates más primitivos por ahora en América del sur es Branisella, del oligoceno temprano (33,7 millones de años) de Bolivia. Mientras que dos parientes del actual mono araña, el Protopithecus y el Caipora, vivieron en Brasil durante el Pleistoceno. Era omnívoro y tenía una variada dieta. 
Este género fue descrito originalmente por el paleontólogo Hershkovitz en el año 1974. La única especie en que está basado fue descrita originalmente por el paleontólogo Carlos Rusconi en el año 1933. Se incluye en la familia de los aótidos (Aotidae), exclusiva del Neotrópico, que comprende un solo género viviente, con un total de 11 especies, siendo los únicos monos nocturnos.
Carlos Rusconi recibió la muestra en el año 1932 enviada por Harrington Thomas, quien lo recogiera junto con otros restos fósiles de mamíferos de la «edad Colhuehuapense», a unos 12 km al suroeste del cerro Sacanana, en el centro-norte de la provincia del Chubut, en el centro de la Patagonia argentina.

jueves, 9 de agosto de 2018

Ceratopetalum edgardoromeroi, un fruto seco del Eoceno de Chubut.


Recientemente acaba de darse a conocer los resultados de un estudio realizado por paleobotánicas de Argentina y Estados Unidos, sobre el fósil de una flor madura (en realidad un fruto seco) que, con sus cinco tépalos leñosos a modo de hélice, habría tenido una estrategia similar para dispersar sus semillas.
Estos fósiles tienen una antigüedad de 50 millones de años, y fueron  hallados en el noroeste de Chubut. El fósil corresponde a la familia de las Cunoniáceas, cuya distribución actual incluye Sudamérica y otras regiones distantes del Hemisferio Sur.
Algunos representantes actuales de esta familia en Patagonia incluyen la Tiaca y el Tineo que crecen en zonas muy húmedas a ambos lados de la Cordillera de los Andes. El estudio reveló que el fósil corresponde a un grupo de Cunoniáceas que actualmente crece solo en Oceanía denominado Ceratopetallum (por tener flores con pétalos en forma de astas de ciervo).
Este nuevo hallazgo corresponde al registro más antiguo para este grupo y al único registro fósil del mismo fuera de Oceanía. A su vez, es un nuevo aporte a la evidencia de la conexión terrestre entre Patagonia y Oceanía, a través de la península Antártica, para ese momento de tiempo.
Del ensamble de toda esta información fue posible deducir que entre 50 a 60 millones de años atrás la Patagonia gozó de climas tropicales y húmedos. Posteriormente tuvo lugar la desconexión terrestre entre Patagonia y Península Antártica lo cual permitió establecer una nueva corriente marina que rodea el continente antártico (incluso hasta nuestros días) y cuyo accionar generó el aislamiento de las temperaturas entre el polo y el ecuador.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/eoceno.htm

miércoles, 8 de agosto de 2018

Titanopodus mendozensis, el gigante cretácico que dejo sus huellas en Mendoza.




Es un icnotaxón  (es decir, un animal solo conocido por sus huellas) de dinosaurio del Cretácico Superior encontrado en estratos de la Formación Loncoche, en la Provincia de Mendoza.
Estas huellas fósiles (icnitas) fueron producidas por saurópodos titanosaurios de 10 a 13 metros de longitud, los que se desplazaban en manadas hace 72 millones de años sobre llanuras deltaicas.
Estos ambientes litorales se vinculan con una ingresión marina procedente del Atlántico que cubrió el norte de la Patagonia y llegó hasta el sur de Mendoza, cerca de la actual Cordillera de los Andes. Estas huellas fósiles fueron localizadas por el paleontólogo mendocino Bernardo J. González Riga y publicadas en conjunto con Jorge Calvo en el año 2009.
Estudios posteriores permitieron estimar el tamaño de los dinosaurios productores de estas huellas y la velocidad de desplazamiento, entre 4-7 y 4-9 kilómetros por hora Titanopodus mendozensis constituye un excelente caso para estudiar el estilo de locomoción de los titanosaurios, caracterizados por una rastrillada "ancha", donde las huellas izquierda y derecha se encuentran muy separadas de la línea media.