“Solo cuando vas creciendo comienzas a entender la mirada de tu padre”.
Desde Grupo Paleo, les deseamos en este mes, un “Feliz Dia del Padre”.
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Miembros del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) durante la revisión de materiales fósiles alojados en el Museo provincial Carlos Ameghino, de la ciudad de Mercedes, analizaron los restos del caparazón de una tortuga fósil encontrada en el Río Luján, en capas de unos 100.000 años de antigüedad.
Los investigadores reconocieron que se trataba de una especie desconocida para la ciencia a la que llamaron Chelonoidis petrocellii, en honor al naturalista mercedino José Luis Petrocelli, quien fuera descubridor de los restos.
Esta nueva tortuga es semejante a la tortuga terrestre argentina (científicamente conocida como Chelonoidis chilensis), pero se diferencia entre otros detalles por el caparazón proporcionalmente grueso.
Si bien era de tamaño comparable al de las especies vivientes, Chelonoidis petrocellii convivió con una gran variedad de tortugas gigantes hoy en día extintas. Todos estos quelonios habitaron gran parte del territorio argentino, pero hace unos 10.000 años antes del reciente se extinguieron sin dejar descendientes.
Todas ellas desaparecieron junto a los grandes mamíferos que caracterizaron la “Era del Hielo”, como los tigres dientes de sable, los perezosos terrestres y los mastodontes. Todos ellos encontraron su final, por causas aún desconocidas, entre las que se pueden contar el cambio climático, la caza indiscriminada por los primeros seres humanos llegados al continente, entre otras.
Previo a su extinción, las tortugas terrestres eran abundantes en regiones como la Mesopotamia y el noreste de la provincia de Buenos Aires.
Estudios llevados adelante en Argentina muestran que las tortugas terrestres vivientes, ayudan a la dispersión y germinación de muchos vegetales, como ser tunas (Opuntia), tomates silvestres y Papas de Monte (del género Prosopanche) y la relación entre ellas con las tortugas puede considerarse casi simbiótica. De este modo, es posible que todas estas plantas se hayan visto afectados negativamente luego de la extinción de las tortugas terrestres como Chelonoidis petrocellii, hacia fines del Pleistoceno.
Estas plantas parecen depender casi exclusivamente de las tortugas para dispersarse. El estudio publicado indica que no es improbable que los tunales dispersos que se encuentran en el litoral argentino y región pampeana, en zonas donde no existen quelonios terrestres hoy en día, constituyan anacronismos sobrevivientes del Pleistoceno. Fuente: LACEV.
Link al artículo: https://link.springer.com/.../10.1134/S0031030121080037...
En la imagen podemos ver las placas del caparazón de la nueva especie Chelonoidis petrocellii. Debajo la reconstrucción de una tortuga gigante del género Chelonoidis en el Museo Almeida en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm