martes, 16 de noviembre de 2021

Recuperan fósiles de un Perezoso Gigante en el medio de una calle de Pingles.

 




La edad aproximada de un fósil de Perezoso hallado en Pringles por un grupo de paleontólogos sería de entre 8.500 y 24.000. Se continúa con los trabajos realizados el año pasado, suspendidos por el Covid-19.

Desde el área de prensa municipal, se informó sobre la continuación del trabajo iniciado en febrero de 2020, al ser encontrado este fósil y por la pandemia se tuvo que suspender: “Estamos completando las labores de extracción”, señaló Cristian Oliva, Coordinador del Observatorio Arqueológico y Paleontológico Litoral Sur, dependiente del Centro de Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la Provincia de Buenos Aires.

Recordó que el fósil “apareció el año pasado (febrero 2020)” en un camino rural del Paraje La paloma. En esa oportunidad “sacamos el cráneo y uno de los brazos del animal y ahora estamos completando las labores de extracción del resto del esqueleto”.

Se trata de un perezoso de 8.000 a 24.000 años de antigüedad y los trabajos se vieron interrumpidos en marzo del 2020 por la pandemia de Covid-19.

Oliva adelantó que “tenemos la mayor parte del esqueleto, apareció el otro miembro delantero como también toda la parte de la columna, caja torácica y posiblemente tengamos cadera y cola también”.

En cuanto a los trabajos que se están realizando, reconoció que se están desarrollando en forma lenta debido al estado de preservación del fósil –de unos 3 metros de largo-, ya que no les permite trabajar muy rápido, porque todavía se están encontrando piezas.

Consultado sobre el estado general del mismo, expresó que “si bien en líneas generales está completo, el estado de conservación no es el óptimo; habrá que reforzarlo mucho y es peligroso sacarlo por lo que estamos analizando cómo proceder para extraerlo”. Una de las alternativas es “sacar completo el esqueleto con un buchón estructural”.

Después de extraerlo viene un trabajo de laboratorio más extenso donde se limpia y se refuerza el fósil y se prepara para su posterior investigación y exposición en caso de que pueda ser expuesto. “Es un hallazgo importantísimo y es muy raro encontrar fósiles de este estilo tan cerca de la ciudad, si bien tenemos yacimientos de renombre en la región y en el partido, es muy raro tener hallazgos de esta magnitud y hallarlos tan cerca de lo que es Coronel Pringles”, aseguró el Coordinador del Observatorio Arqueológico y Paleontológico Litoral Sur. Fuente La Nueva.com

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Inusual hallazgo de un diente de un tiburón Megalodon en Mar de Ajo.

 



Se trata de una pieza dental de un "Megalodón", el popular protagonista de la película Tiburón, de Steven Spielberg. El fósil tiene unos seis centímetros de altura y, según los expertos, el ejemplar al que pertenecía el diente superaría los 6 metros de largo y las 2 toneladas de peso.

Millones de años atrás, la Costa Atlántica presentaba un aspecto mucho más cálido y tropical que en la actualidad. En sus mares, poblados por una gran diversidad de mamíferos marinos gigantes, el gran terror era el gran tiburón extinto, popularmente conocido como “Megalodón”. En Argentina, ya se habían hecho hallazgos de esta especie prehistórica en Entre Ríos y la Patagonia. Recientemente, y por primera vez, se halló un diente de este ejemplar en la costa bonaerense.

“Diego Gambetta, director del Museo de Mar de Ajó, descubrió, arrojado en la playa, este enorme diente. Las investigaciones hechas por un equipo de paleontólogos del Museo Argentino de Ciencias Naturales y la Fundación Azara permitieron saber que se trataba de la especie Carcharocles megalodon, ni más ni menos que el famoso animal de la película Tiburón”, explicó a la Agencia CTyS-UNLaM Federico Agnolin, investigador adjunto del CONICET.

El nombre “Megalodon” significa, justamente, “diente gigante”. Y no es para menos: sus dientes superaban los 17 centímetros de altura, con una corona gruesa y pesada y márgenes fuertemente dentellados, como los de un serrucho.

“Lo que más se suele hallar de esta especie son los dientes, porque su cuerpo tenía un esqueleto de tipo cartilaginoso. Entonces, es más difícil que se fosilice. A lo sumo se han encontrado vértebras sueltas o restos de mandíbulas, donde el cartílago es más resistente”, detalló Agnolin, doctor en Ciencias Naturales.

La mandíbula del “Megalodon”, explicaron los investigadores, tenía un total de 276 dientes, dispuestos en cinco hileras. “Cada diente tiene varios atrás, que lo van a reemplazar. Y con cada dentellada que daban, para cazar a sus presas, era posible que perdieran dientes. Eso ayuda a que haya más posibilidades de hallar estas piezas dentales”, agregó el investigador.

El estudio de un solo fósil, a veces, puede decir mucho del extinto animal. Los expertos calculan que el “Megalodon” tenía entre 15 y 18 metros de longitud, “un tamaño impresionante si se lo compara, por ejemplo, con el tiburón blanco viviente, que alcanza los seis metros de largo. Además, su peso habría superado las 50 toneladas”, detalló Agnolin.

Luego del estudio del fósil hallado en Mar de Ajó, Julieta De Pasqua, quien encabeza la investigación, concluyó que el ejemplar al que pertenecía el diente superaría los 6 metros de largo y las 2 toneladas de peso. Por las características del diente hallado, que tiene unos seis centímetros de longitud, los expertos creen que el ejemplar podría ser juvenil, no un adulto ya desarrollado.

Hubo, en este hallazgo, algo de suerte, reconoce Agnolin. “Lo que tiene el mar es que, así como arranca los fósiles del lecho marino y los tira a la playa, luego se los vuelve a llevar…y los tira de vuelta. Así sucesivamente, por lo que los restos suelen estar muy destruidos. Este ejemplar estaba ‘limpio’, no había que removerle la roca, como con otros fósiles, y en muy buen estado”, destacó.

El fortuito hallazgo –sumado al hecho, subrayó Agnolin, de que Gambetta suele dedicar mucho tiempo a recorrer la costa, en busca de fósiles- da cuenta de la importancia de la playa como yacimiento prehistórico.

“La gente, cuando camina por la costa, junta piedritas o caracoles, sin siquiera imaginarse que muchos de esos elementos tienen millones de años de antigüedad. Está bueno concientizar a la gente sobre ese aspecto y que, si encuentra algo interesante, debe llevarlo al museo más cercano. Nos han llegado a traer, también de la costa, el húmero de una ballena franca, de unos 80 centímetros de altura. Son hallazgos sumamente interesantes”, concluyó el investigador. Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Reconstrucción de Carcharocles megalodon, por el artista Gabriel Lio.

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viernes, 5 de noviembre de 2021

Confirman el hallazgo de Cladosictis patagónica en el Mioceno de Comallo, Rio Negro.




 Lo había encontrado un vecino en un campo cercano y lo tuvo en su casa durante años. Un trabajo científico confirmó que en la zona de Comallo se descubrió el primer esparasodonte de los alrededores, reconocido como Cladosictis patagónica.

El fósil estudiado pertenece a un animal de casi un metro de largo y 7 kilos de peso, con un hocico largo, caninos desarrollados y dientes filosos que le habrían permitido cortar la carne de sus presas. Este hallazgo, que estuvo durante muchos años en manos de un pequeño productor de la zona, se suma al Kelenken guillermoi, un ave de más de dos metros y medio de altura, también hallada en cercanías de esta localidad de la Región Sur rionegrina.

Analía Forasiepi, investigadora del CONICET, señaló que Cladosictis habría tenido tal vez, una fisonomía que mezcla la silueta de un hurón, con el cuerpo alargado, patas cortas y la cabeza de un zorro, con un morro largo.

Aguirrezabala, oriundo de Comallo, quien además de estudiarlo también fue intermediario entre el colector y sus colegas especialistas, afirmó que el hallazgo de este fósil sucedió hace varios años atrás.

“Don Mercedes González encontró el material, consistente en un cráneo con su mandíbula asociada, mientras sus animales pastaban en los campos de su propiedad, a casi 10 kilómetros al sudoeste de Comallo. Inmediatamente lo reconoció como un animal carnívoro, similar a un perro, y lo atesoró en su puesto por varios años”, detalló Aguirrezabala que en el 2004, atraído por los fósiles, se convirtió en un referente de la paleontología en la zona.

Precisamente a él, don Mercedes se lo entregó consciente del significado científico que cada fósil contiene.

A partir de allí comenzó el trabajo de preparación en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de Buenos Aires, con pequeñas herramientas, consolidando la roca y liberando el fósil del sedimento que lo sepultó al morir hace millones de años atrás.

“Es muy importante que los vecinos den aviso al momento de hallar algún resto fósil. Lo mismo si este fuese un resto arqueológico. Son materiales muy frágiles y la extracción requiere en muchos casos de herramientas y consolidantes particulares, y hacer muchas anotaciones para comprender el contexto del hallazgo. Eso nos permite entender la antigüedad del material, qué ambiente habitó, qué otros fósiles existieron junto a él, etc.” sostuvo y añadió que “un fósil aislado es como una página suelta de un libro. Se necesita el contexto para poder comprender su significado”.

La preparación y el estudio del fósil de don Mercedes llevó varios años y reveló que la especie Cladosictis patagónica habitó en Patagonia durante casi 3 millones de años.

Este espécimen es el primer esparasodonte que se conoce para la zona de Comallo y constituye un aporte para comprender como fueron los ecosistemas del pasado de la región y como interactuaron entre predadores y presas. Junto a Kelenken y otros animales extintos, Cladosictis será uno de los integrantes que estará representado en el Paleoparque de Comallo, emprendimiento turístico en actual desarrollo que figurará en tamaño natural a numerosas bestias prehistóricas que habitaron en la región.

“Estamos muy contentos con el resultado, aunque es una pena que don Mercedes no nos este acompañando para compartir la noticia de su hallazgo”, reflexiona Aguirrezabala.

Coincidiendo con el resto del equipo de investigadores, el paleontologo comallense dedico el trabajo a su memoria.

El fósil de don Mercedes fue depositado en el Museo de la Asociación Paleontológica Bariloche, dado que es uno de los repositorios oficialmente reconocidos para la provincia.

Nuevos depredadores se suman al museo

La paleontología es una ventana al pasado e indudablemente las rocas de los alrededores de la localidad rionegrina de Comallo, son excepcionales por sus numerosos restos fósiles.

Allí afloran rocas de una unidad conocida por los geólogos como Formación Collón Curá, de unos 15 millones de años de antigüedad, pertenecientes al Mioceno medio. Para ese entonces el clima era más cálido que en la actualidad y la Patagonia en su conjunto era más húmedo y con una importante actividad volcánica; no obstante, propicio para el desarrollo de un variado y rico ecosistema.

“Los fósiles son los únicos testimonios que tenemos para interpretar como fue la vida en el pasado de nuestro planeta. Dan información sobre las especies que habitaron en los distintos ambientes y muchas veces nos advierten de características anatómicas únicas que tuvieron los animales, sin contrapartida en las especies vivientes” admite Aguirrebala.

Tal es el caso del Kelenken guillermoi, un ave terrestre carnívora de más de dos metros y medio de altura con un pico grande terminado en un gancho y patas largas y gráciles que le habría permitido realizar largas carreras. Es considerada el mayor representante dentro del grupo de los fororrácidos o las “Aves del Terror” y fue descubierta hace unos 25 años en Comallo por quienes en aquel tiempo eran niños, los comallenses Silvio Cordero y Guillermo Aguirrezabala.

“América del Sur -agrega- tuvo una historia geológica muy particular durante el Cenozoico, luego de la extinción de los grandes dinosaurios, dado que estuvo mayormente aislada de otras partes del mundo. Como resultado, su fauna fue única y propia de este continente. Por ejemplo, el nicho de los depredadores estuvo compartido durante el Mioceno por varios animales distintos: las ´Aves del Terror´, cocodrilos gigantescos de más de diez metros de largo y los mamíferos esparasodontes. Estos últimos fueron parientes extintos de las comadrejas (estos animales tan particulares que completan el crecimiento fuera del útero materno, en una bolsa o marsupio, de allí el nombre general del grupo, conocido como marsupiales)”, describió. Fuente Diario Rio Negro.

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