Lo había encontrado un vecino en un campo cercano y lo tuvo
en su casa durante años. Un trabajo científico confirmó que en la zona de
Comallo se descubrió el primer esparasodonte de los alrededores, reconocido
como Cladosictis patagónica.
El fósil estudiado pertenece a un animal de casi un metro de
largo y 7 kilos de peso, con un hocico largo, caninos desarrollados y dientes
filosos que le habrían permitido cortar la carne de sus presas. Este hallazgo,
que estuvo durante muchos años en manos de un pequeño productor de la zona, se
suma al Kelenken guillermoi, un ave de más de dos metros y medio de altura,
también hallada en cercanías de esta localidad de la Región Sur rionegrina.
Analía Forasiepi,
investigadora del CONICET, señaló que Cladosictis habría tenido tal vez, una
fisonomía que mezcla la silueta de un hurón, con el cuerpo alargado, patas
cortas y la cabeza de un zorro, con un morro largo.
Aguirrezabala, oriundo de Comallo, quien además de
estudiarlo también fue intermediario entre el colector y sus colegas
especialistas, afirmó que el hallazgo de este fósil sucedió hace varios años
atrás.
“Don Mercedes González encontró el material, consistente en
un cráneo con su mandíbula asociada, mientras sus animales pastaban en los
campos de su propiedad, a casi 10 kilómetros al sudoeste de Comallo.
Inmediatamente lo reconoció como un animal carnívoro, similar a un perro, y lo
atesoró en su puesto por varios años”, detalló Aguirrezabala que en el 2004,
atraído por los fósiles, se convirtió en un referente de la paleontología en la
zona.
Precisamente a él, don Mercedes se lo entregó consciente del
significado científico que cada fósil contiene.
A partir de allí comenzó el trabajo de preparación en el
Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” de Buenos Aires,
con pequeñas herramientas, consolidando la roca y liberando el fósil del
sedimento que lo sepultó al morir hace millones de años atrás.
“Es muy
importante que los vecinos den aviso al momento de hallar algún resto fósil. Lo
mismo si este fuese un resto arqueológico. Son materiales muy frágiles y la
extracción requiere en muchos casos de herramientas y consolidantes
particulares, y hacer muchas anotaciones para comprender el contexto del
hallazgo. Eso nos permite entender la antigüedad del material, qué ambiente
habitó, qué otros fósiles existieron junto a él, etc.” sostuvo y añadió que “un
fósil aislado es como una página suelta de un libro. Se necesita el contexto
para poder comprender su significado”.
La preparación y el estudio del fósil de don Mercedes llevó
varios años y reveló que la especie Cladosictis patagónica habitó en Patagonia
durante casi 3 millones de años.
Este espécimen es el primer esparasodonte que se conoce para
la zona de Comallo y constituye un aporte para comprender como fueron los
ecosistemas del pasado de la región y como interactuaron entre predadores y
presas. Junto a Kelenken y otros animales extintos, Cladosictis será uno de los
integrantes que estará representado en el Paleoparque de Comallo, emprendimiento
turístico en actual desarrollo que figurará en tamaño natural a numerosas
bestias prehistóricas que habitaron en la región.
“Estamos muy contentos con el resultado, aunque es una pena
que don Mercedes no nos este acompañando para compartir la noticia de su
hallazgo”, reflexiona Aguirrezabala.
Coincidiendo con el resto del equipo de investigadores, el
paleontologo comallense dedico el trabajo a su memoria.
El fósil de don Mercedes fue depositado en el Museo de la
Asociación Paleontológica Bariloche, dado que es uno de los repositorios
oficialmente reconocidos para la provincia.
Nuevos depredadores se suman al museo
La paleontología es una ventana al pasado e indudablemente
las rocas de los alrededores de la localidad rionegrina de Comallo, son excepcionales
por sus numerosos restos fósiles.
Allí afloran rocas de una unidad conocida por los geólogos
como Formación Collón Curá, de unos 15 millones de años de antigüedad,
pertenecientes al Mioceno medio. Para ese entonces el clima era más cálido que
en la actualidad y la Patagonia en su conjunto era más húmedo y con una
importante actividad volcánica; no obstante, propicio para el desarrollo de un
variado y rico ecosistema.
“Los fósiles son los únicos testimonios que tenemos para
interpretar como fue la vida en el pasado de nuestro planeta. Dan información
sobre las especies que habitaron en los distintos ambientes y muchas veces nos
advierten de características anatómicas únicas que tuvieron los animales, sin
contrapartida en las especies vivientes” admite Aguirrebala.
Tal es el caso del Kelenken guillermoi, un ave terrestre
carnívora de más de dos metros y medio de altura con un pico grande terminado
en un gancho y patas largas y gráciles que le habría permitido realizar largas
carreras. Es considerada el mayor representante dentro del grupo de los
fororrácidos o las “Aves del Terror” y fue descubierta hace unos 25 años en
Comallo por quienes en aquel tiempo eran niños, los comallenses Silvio Cordero
y Guillermo Aguirrezabala.
“América del Sur -agrega- tuvo una historia geológica muy
particular durante el Cenozoico, luego de la extinción de los grandes
dinosaurios, dado que estuvo mayormente aislada de otras partes del mundo. Como
resultado, su fauna fue única y propia de este continente. Por ejemplo, el
nicho de los depredadores estuvo compartido durante el Mioceno por varios
animales distintos: las ´Aves del Terror´, cocodrilos gigantescos de más de
diez metros de largo y los mamíferos esparasodontes. Estos últimos fueron parientes extintos de las
comadrejas (estos animales tan particulares que completan el crecimiento fuera
del útero materno, en una bolsa o marsupio, de allí el nombre general del
grupo, conocido como marsupiales)”, describió. Fuente Diario Rio Negro.
Mas info http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm