miércoles, 27 de noviembre de 2019

Hallan fosiles de un Titanosaurio de 85 millones de años en Neuquén.


La hija de una alumna de la carrera de Geografía de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) halló restos fósiles de un Titanosaurio, que vivió hace 85 millones de años, en el campus de la universidad, ubicado en el centro de la ciudad de Neuquén, informó hoy uno de los paleontólogos a cargo de la recuperación de las piezas, Jorge Calvo.
La joven encontró en la superficie de la roca unos 100 centímetros cuadrados de un "huesito blanco", explicó Calvo en diálogo con Télam, y agregó que al iniciar ayer la excavación "nos encontramos con dos vértebras del cuello de un dinosaurio muy grande".
Los restos fósiles pertenecieron a "un animal de unos 25 metros, más específicamente de un Titanosaurio, un dinosaurio herbívoro de cuello largo que fue muy abundante aquí en el cretácico de Patagonia, hace 85 millones de años", contó.
Asimismo, el paleontólogo detalló que "una de las piezas tiene 90 centímetros de alto por 80 de largo y la otra 80 por 80, con un peso estimado de 200 kilogramos por pieza".
Finalmente, destacó que "a pesar de que son dos vértebras, son muy importantes porque este lugar, que está muy caminado, no ha dado grandes cosas, grandes animales, así que sería un registro importante para la fauna de ese momento".
El proceso de excavación y extracción se realizó esta mañana, se finalizó la construcción de los bloques para proteger las piezas y se estaban trasladando al Proyecto Dino del Centro Paleontólogico Lago Barreales, ubicado en la zona de Loma de la Lata, donde serán recibidas para su posterior análisis.
Jorge Calvo, paleontólogo y profesor de la carrera de Geología de la UNCo, estuvo a cargo del proceso de recuperación de los restos fósiles junto a la paleontóloga Edith Simón, docente de la carrera de Geografía de dicha universidad.

martes, 26 de noviembre de 2019

Recuperan nuevos fósiles de un Abelisaurio en Neuquén.


Pertenece a la familia de los abelisaurios y lo encontraron en Cerro Overo, Rincón de los Sauces. Lo hallaron en la formación Bajo de la Carpa, de 85 millones de años de antigüedad. Rondaría los seis metros. Ya extrajeron su maxilar y algunos restos fósiles.
En una campaña paleontológica realizada en Cerro Overo, en Rincón de los Sauces, un grupo de investigadores halló un nuevo dinosaurio carnívoro de la familia de los abelisaurios. Los científicos retiraron parte de de sus restos fósiles, pero aún quedan otros huesos que se extraerán en una campaña proyectada para el próximo año.
“Es un Abelisaurio; se pudo recuperar un maxilar que en comparación con el Viavenator -otro carnívoro hallado cerca del lugar- es más grande. Los huesos de las patas hablan de un ejemplar más robusto y grande”, indicó el paleontólogo Leonardo Filippi, del Museo Municipal Argentino Urquiza y que participó de los trabajos en el terreno.
En una zona cercana conocida como La Invernada se encontró años atrás el “Viavenator exxoni”, el primer dinosaurio carnívoro identificado de la ciudad.
“Es poco probable que sea otro ejemplar de Viavenator, porque además los estudios de Viavenator comprobaron que el ejemplar identificado era un adulto, por lo que no pudo haber crecido mucho más”, explicó
Los investigadores indicaron que si bien es difícil precisar el tamaño del nuevo carnívoro porque aún resta extraer material y estudiarlo, el nuevo dinosaurio rondaría los 6 metros de largo.
“Este nuevo abelisaurio se va a comparar con esta forma ya conocida ”, señaló Filippi.
“En esta campaña se quiso aprovechar que había un pequeño saurópodo identificado, y tomamos las prospecciones en el área para ver si encontrábamos más restos de ornitópodos”, explicó el paleontólogo. Fue así que dieron con el nuevo carnívoro.
La campaña se realizó desde el 8 hasta el 15 de noviembre. En el trabajo de campo participaron además Ariadna Paulina Carabajal, Elena Previtera, Ariel Méndez, Alberto Garrido, Francisco Barrios, y Laura Pipo.
Leonardo Filippi describió que Cerro Overo y La Invernada, son dos zonas que están pegadas. “Son muy fosilíferas, con materiales muy bien preservados y la mayoría articulados”.
En esos sitios se encontraron dinosaurios ornitópodos (herbívoros de andar bípedo), saurópodos (herbívoros cuadrúpedos y de cuello largo), terópodos (carnívoros) y cocodrilos del periodo cretácico superior.
El hallazgo fue en la formación Bajo de la Carpa, que tiene una antigüedad entre 83 y 85 millones de años. En la campaña de este mes se extrajo también parte de los restos de un dinosaurio herbívoro.
“De un saurópodo quedó un bloque por sacar y del carnívoro, quedaron algunos huesos porque están en una roca bastante dura y se necesita más tiempo para poder extraerlos”, amplió el investigador y marcó que se planea sacar lo que quedó el próximo año.
El paleontólogo describió que es un lugar donde se encontraron saurópodos que rondaban los diez metros de largo. Uno de esos ejemplares fue el Overosaurus, que tenía “bien preservada la columna, pero no las extremidades”.
Del saurópodo que se extrae ahora, ya tienen dos fémures, parte de la pata trasera y delantera, y algunos huesos de la cadera . “Hasta que no se limpie el material no sabremos si es un ejemplar nuevo de Overosaurio, que aportaría información novedosa; o si se trata de otra especie de tamaño similar”, expuso. Funte; Diario Ro Negro.

lunes, 25 de noviembre de 2019

Feliz dia del PALEONTOLOGO.

Astrapotherium guillei, una nueva especie de mamífero del Mioceno de Bariloche.


Una nueva especie de un mamífero gigante que fue hallado en la localidad de Comallo será exhibido en el Museo Paleontológico de Bariloche.
Científicos argentinos del Conicet reconocieron una nueva especie de un mamífero gigante en la localidad de Comallo, a 100 kilómetros al este de Bariloche.
El material, patrimonio paleontológico de Río Negro, se encuentra aún en estudio en el Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires y pronto será expuesto en las salas del Museo Paleontológico Bariloche.
Si bien el resto fósil fue hallado hace unos años fue dado a conocer recién ahora. Los científicos reconocieron que posee el cráneo muy raro de un grupo de mamíferos totalmente extinto, los astrapoterios.
Se trata de un grupo de mamíferos herbívoros parecidos a un tapir o un jabalí aunque de tamaño gigante que solo se desarrollaron en el sur de América del Sur y en Antártida. "Algunos fueron tan grandes como un rinoceronte actual, con unos 4.000 kilos de peso", reconocieron.
Alejandro Kramarz, paleontólogo del Conicet y autor principal del trabajo, describió que el cráneo es diferente al de otros mamíferos, con grandes colmillos proyectados hacia delante como un elefante. "Los espacios donde se ubicaban los ojos poseían una amplia zona abierta por detrás, dando una apariencia muy particular. Se supone que tenían una trompa corta y flexible", indicó.
La nueva especie representa uno de los hallazgos de los últimos astrapoterios que vivieron en Patagonia antes de su extinción hace 15 millones de años.
El nombre genérico Astrapotherium significa "bestia de luz " pero recibió el nombre específico "guillei" en homenaje a Guillermo Aguirrezabala, un técnico del Conicet oriundo de Comallo que realizó la limpieza, preparación y extracción del fósil. Este paleontólogo también halló el esqueleto del terrible ave carnívora "Kelenken", cuando apenas tenía 13 años. Fuente Diario Rio Negro. Ilustracion tomada de DeviantArt

domingo, 24 de noviembre de 2019

Antarctodon sobrali, un mamífero que vivió en una Antártida más cálida en el Eoceno.

Es un género extinto de mamífero meridiungulado de principios del Eoceno. Es un astrapoterio basal que vivió en lo que ahora es la isla Seymour, en la Península antártica.
Fue nombrado originalmente por Mariano Bond, Alejandro Kramarz, Ross D. E. MacPhee y Marcelo Reguero en el año 2011 y la especie tipo es Antarctodon sobrali. La extinción de los astrapoterios parece estar relacionada con los cambios de clima que ocurrieron a lo largo del Cenozoico en Sudamérica.
A diferencia de otros grandes herbívoros suramericanos, los astrapoterios nunca desarrollaron adaptaciones especiales para el consumo de vegetación fibrosa y de difícil digestión, tales como las gramíneas y otros pastos. No es de sorprender entonces que desaparecieran primero de la Antártida y luego de la Patagonia, regiones donde el clima se hizo más frío y seco antes que en el trópico.
Aparentemente los astrapoterios eran más dependientes de lugares boscosos y de una alta disponibilidad de agua. Estas condiciones permitieron que en el Mioceno medio los últimos astrapoterios habitara el norte de Sudamérica. Otros grupos que habían desaparecido de Patagonia en el Mioceno, habían encontrado un hábitat favorable en la Sudamérica tropical.        

viernes, 22 de noviembre de 2019

Un siglo de la partida del Perito Moreno. Explorador, Científico y Pionero de la Patagonia.

Homenaje a Francisco Pascasio Moreno. Que falleciera el 22 de Noviembre de 1919. Impulsor del Museo de La Plata. Fue un científico, naturalista, conservacionista, político, botánico, explorador y geógrafo de la Generación del Ochenta de la Argentina.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

Encontraron el cráneo completo de Najash rionegrina, una serpiente con patas del cretácico de Rio Negro.



Hace más de una década, Sebastián Apesteguía y compañía pateaban el tablero con el hallazgo de Najash rionegrina, la primera serpiente con patas localizada en Argentina; un fósil de 100 millones de años que habitó el pretérito continente de Gondwana.
Fue ubicado en La Buitrera (noroeste de Río Negro), un sitio de sueño para los paleontólogos domésticos en el que se han registrado especies de todo tipo y color. Solo faltaba un detalle para cerrar el círculo: conocer con precisión su cráneo. Aquí se inserta el trabajo de Fernando Garberoglio, becario doctoral del Conicet, que en 2013 –para su fortuna– descubrió la pieza que faltaba. No obstante, el rompecabezas se completó recién ahora con la publicación del trabajo de examen y clasificación en la prestigiosa revista Science Advances.
El artículo es producto de una colaboración entre el grupo que lidera Apesteguía desde la Fundación Félix Azara (Universidad Maimónides) y miembros de la Universidad de Alberta (Canadá) con Michael Caldwell a la cabeza, referente mundial en el estudio de serpientes fósiles. Página|12 entrevistó a su referente, el paleontólogo Sebastián Apesteguía.
-Najash es muy importante en el conocimiento que tenemos de la evolución de las serpientes porque es bastante antigua. Es de las mejores conocidas entre las más viejas del mundo que tienen, aproximadamente, unos 100 millones de años. Su esqueleto fue descubierto tan conservado que se ha convertido en todo una referencia. Sin embargo, hasta ahora, lo único que teníamos disponible en cuanto al cráneo era un pedazo que correspondía a su parte posterior, dónde se conservaba el cerebro. Por ello, este hallazgo es un verdadero punto de inflexión: a partir de ahora podemos saber cómo fue su rostro y qué características tenía.
-¿Cómo hallaron el fósil?
-Fue Fernando Garberoglio, becario doctoral del Conicet en nuestro equipo, el principal responsable. Nos fuimos de campaña en 2013 y lo primero que encontró fue esta cabeza completa de serpiente, con todo el rostro preservado. Con su descubrimiento es posible clasificar el esqueleto completo de una especie que nosotros habíamos localizado años antes (2006). El asunto clave es que el fósil presenta el hueso yugal muy claro, que pertenece al pómulo de las serpientes (también presente en los lagartos) y fue motivo de discusión por parte de la comunidad científica internacional durante largo rato.
-¿Por qué?
-El principal problema es que las piezas que provenían desde Medio Oriente, por ejemplo, no tenían tres dimensiones (como los extraen del mar, los huesos están aplastados, como una fotocopia) a diferencia de lo que ocurre con los restos en La Buitrera. Todo lo que hallamos está tan bien conservado que parece como si los bichos hubieran muerto hace tan solo un puñado de años y ello nos permite diferenciar las regiones del cráneo con mayor facilidad. Con este descubrimiento se acabaron las especulaciones y los huesos de la mandíbula pueden ser especificados y denominados de manera correcta.
¿Qué características tiene este cráneo?
-La movilidad del cráneo (cinetismo craneano) es vital para entender la evolución de las serpientes. A diferencia de otros animales, en los réptiles esta cualidad está muy potenciada y es la que le permite deformar un poco la cabeza cuando están comiendo algo bastante grande. Las denominadas “macrostomadas” pueden quebrar a la mitad su mandíbula, de manera que el hueso que porta dientes se articula con libertad con todos los que vienen más atrás. Así es como se dobla en ángulo hacia arriba y puede agarrar mejor a la presa, o bien, comerse un huevo sin romperlo. Todo ello configura un cráneo inmensamente móvil, tanto que algunas uniones entre huesos no son demasiado firmes sino que se conectan por ligamentos. Si bien Najash, como especie ancestral, no podía hacer esto, advertimos mediante el estudio que ya presentaba un montón de cinetismos que adelantan las características físicas de las actuales. No poseía dientes de veneno ni podía abrir la boca a un tamaño mayor que su propia cabeza, pero ya estaba el germen de todo.
-También comprobaron que las serpientes mantuvieron sus miembros posteriores por un período extenso de tiempo.
-Exacto. Las boas, como caso de serpiente moderna, poseen restos de patas. En los machos pueden advertirse dos uñas al costado de la cloaca (región hacia el final del intestino) que le permiten agarrar a la hembra en la copula. Es muy sorprendente ver el proceso evolutivo, de hecho, tienen fémures. Esto ya se puede observar muy bien en Najash.
-Otro punto importante es que el hallazgo contribuye a afirmar que los ancestros de algunas correspondieron a formas terrestres, en lugar de subterráneas como se pensaba previamente…
-Existían dos ideas sobre el origen de las serpientes: una que planteaba que sus inicios fueron en el mar (“marinistas”) y otra que postula que su lugar originario fue la tierra (“terrestristas”). Caldwell, que nos ayudó en esta investigación y también dirige a Garberoglio, era partidario de la primera y yo de la segunda. Así que, ante la disputa, lo invité a sumarse al proyecto para que pudiera reflexionar sobre mi hipótesis por sus propios medios, es decir, viendo lo que yo veía en La Buitrera.
-Qué tema el de La Buitrera en Río Negro, un auténtico cementerio de especies antiguas. Casi surrealista.
-Venimos estudiando la zona desde 1999. Ha provisto una impresionante lista de hallazgos completamente nuevos como dinosaurios (Buitreraptor, Alnashetri), reptiles esfenodontes (Priosphenodon), mamíferos (Cronopio), tortugas y peces.
-Una vez en el laboratorio, culminaron el estudio mediante tomografía microcomputada.
-Sí, es que el nivel de detalle que necesitábamos era muy alto. Pensá que el cráneo completo de Najash mide unos 4 centímetros. Es una técnica ampliamente utilizada en los estudios paleontológicos que brinda datos específicos y certeros al momento de estudiar las características corporales de especies pequeñas como en este caso. Todo clasificado y explicado, todos conformes y contentos. Por ahora.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Hallan una treintena de fósiles de 3 millones de años en Miramar.






Una importante cantidad y variedad de restos fósiles de unos 3 millones de años, fueron  halladas en unos 100 metros de exploración, y en menos de una hora.  La localidad bonaerense de Miramar, es una de las mayores potencias paleontológicas del mundo.

En una prospección paleontológica con el equipo de investigadores del Museo de Ciencias Naturales de Miramar “Punta Hermengo”, se realizó el hallazgo de unas treinta muestras paleontológicas de gran valor científico, entre ellas, hay una que podría ser única en el mundo.

Días atrás, y después de un temporal, personal del museo local, exploraba sitios conocidos y con una antigüedad de superior a los 3 millones de años, correspondiente a la época geológica conocida como Plioceno. “Encontramos en una plataforma una amplia diversidad de organismos que vivieron y conformaron un primitivo ecosistema ya desaparecido” comento Mariano Magnussen Saffer, del laboratorio de paleontología del museo local, y agrego; ”Estos hallazgos siguen demostrando el potencial científico mundial de nuestra región”.

Entre los materiales recuperados, se pudieron identificar fósiles de aves (no voladoras), reptiles (lagartos de más de un metro), restos de gliptodontes (armadillos de caparazón rigió) y de grandes perezosos extintos, restos de varios carnívoros  marsupiales (semejantes a las zarigüeyas), un carnívoro prociónido pariente lejano y extinto de mapaches y cuatíes),  dos especies de armadillos de importante dimensiones, varios cráneos de roedores sin representantes actuales en la región , pequeños notoungulados, y un sin fin de muestras que ya se encuentran en el museo miramarense, para ser preparadas y estudiados en conjunto con científicos de la Fundación Azara, Universidad Maimónides, Museo Argentino de Ciencias Naturales y Conicet respectivamente.

Además, realizamos otros hallazgos pocos frecuentes en estos sedimentos, como una importante cantidad de coprolitos (fecas o  excrementos fosilizados), fácil de reconocer por su alto contenido de calcio, huesos triturados en su interior y con una matriz fosfática. “También encontramos otros tipos de icnifosiles, como cuevas con rellenos y en algunos casos con restos de sus antiguos habitantes, y algunas curiosidades más que se encuentran en estudio”, sostuvo Daniel Boh, titular del museo local.

El Museo de Ciencias Naturales de Miramar, fue inaugurado recientemente, a partir de colecciones anteriores. De esta manera, se ha convertido en una de las instituciones educativas y científicas más destacadas de Argentina, por su calidad de exhibiciones, cantidad de visitantes, colecciones científicas y de consulta. Además, el público que visita el museo puede observar el trabajo de preparación de fósiles en el laboratorio y admirar los últimos descubrimientos como este.

Se puede acceder a más información por medio del sitio web, www.museodemirama.com.ar.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Anthropornis grandis, un pingüino gigante fósil hallado en la Antártida.



Se encontró el cráneo casi completo, parte de la mandíbula y otros restos fósiles de un pingüino gigante de 35 millones de años de antigüedad. Con este nuevo hallazgo en la Antártida, se pudo estudiar cómo era su musculatura y los movimientos que podía realizar para cazar.
La doctora Carolina Acosta Hospitaleche, investigadora del Museo de La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “es la primera vez que conocemos el cráneo y la mandíbula del Anthropornis grandis y, además, es la primera vez que se puede asignar un cráneo hallado en la Antártida a una especie determinada”.
El nombre de esta bestia gigante significa hombre-pájaro: “La especie fue nominada en 1905 y, si bien en aquel entonces solo se conocían restos muy aislados, ya veían que sus huesos eran mucho más grandes que los pingüinos actuales y que podían tener un tamaño semejante a una persona”, relató la autora principal del estudio publicado recientemente en la revista científica Comptes Rendus Palevol.
Más de un siglo después, con la identificación del primer cráneo de estos pingüinos que alcanzaban los 1.70 metros de estatura, se inició un estudio muy detallado. “A partir del análisis de sus inserciones musculares y de los movimientos que podría haber hecho, se estima que este animal habría usado su largo pico para arponear a sus presas, atravesándolas”, contó Acosta Hospitaleche.
El largo del pico sería indicativo de que este pingüino gigante se alimentaba de peces, los cuales habrían sido las principales víctimas de sus arponazos.
Previamente, se habían encontrado cráneos aislados de pingüinos gigantes en la Antártida, pero nunca se los había podido asignar a una especie. En esta ocasión, se pudo reconocer que dicho cráneo y mandíbula pertenecían a un Anthropornis por las características del tarso y metatarso de su pata izquierda.
“Es la primera vez que se logra identificar un cráneo a una especie en la Antártida, por lo que es un punto de partida y nos da un parámetro comparativo para los demás materiales”, aseveró la especialista en el estudio de pingüinos fósiles.
La doctora Acosta Hospitaleche precisó: “No solo describimos los restos encontrados, sino que también realizamos estudios paleoneurológicos para ver qué áreas del cerebro de este animal tenían un mayor desarrollo proporcional y, por lo tanto, qué habilidades habría tenido más desarrolladas”.
“Analizamos las inserciones musculares, ya que de esa manera se puede estudiar la biomecánica, los tipos de movimientos que podía realizar, como así también la fuerza con la que podían efectuarlos”, agregó.
Este hallazgo se produjo durante la campaña antártica de 2014. El doctor Marcelo Reguero del Instituto Antártico Argentino mencionó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el Instituto Antártico Argentino convoca anualmente a investigadores argentinos de otras instituciones a participar en proyectos incluidos en el Plan Anual Antártico”.
“Paleontólogos participan en las campañas de verano y acampan en diferentes islas del noreste de la Península Antártica”, indicó Reguero. Y añadió: “En este marco, se produjo el descubrimiento de los restos de este ejemplar de Anthropornis en la Isla Marambio”.
Del estudio del primer cráneo identificado de este “hombre-pájaro”, también participaron las doctoras Nadia Haidr de la Unidad Ejecutora Lillo (FML-CONICET) y Ariana Paulina-Carabajal del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET).
La especialista Acosta Hospitaleche afirmó que, para lograr una mayor precisión en el análisis, también se han hecho estudios de retrodeformación: “Escaneamos tridimensionalmente los fósiles en el Museo de La Plata, para posteriormente revertir la deformación que han sufrido estos materiales desde que falleció el espécimen hace 35 millones de años”.
De esa manera, al revertir la deformación, se pudo tener una idea mucho más ajustada de la anatomía craneana del animal y, por consiguiente, de su anatomía cerebral y de sus inserciones musculares.
A comienzos del siglo XX y durante muchos años, los científicos consideraron que los Anthropornis eran los pingüinos más grandes de la historia evolutiva. Pero, posteriormente, se descubrió otro género que superaba ampliamente la estatura humana promedio, los Palaeeudyptes, los cuales medían más de dos metros de altura.
El ejemplar más grande del que se tiene registro en el mundo hasta la actualidad, justamente, fue dado a conocer por Acosta Hospitaleche en 2010. Se estima que esa bestia colosal de la Antártida medía alrededor de 2,30 y que habrá sido una especie de rey entre la gran diversidad de pingüinos que habitaban la costa este de la Isla Marambio durante el Eoceno medio.
En aquel entonces, no solo había pingüinos gigantescos, sino también otros muy pequeños, incluso más chicos que los que habitan el Planeta en la actualidad. Tal es el caso de la especie Aprosdokitos mikrotero (inesperado minúsculo), también dada a conocer por la investigadora del MLP y del CONICET.
Aprosdokitos era el liliputiense entre los pingüinos. Apenas alcanzaba los 35 centímetros en posición erguida, pero ello no le impedía convivir con gigantes de más de dos metros y con los temerarios “hombres-pájaros” que se destacaban por la robustez de sus cuerpos y por ser capaces de atravesar a los peces con su pico como si fuese un arpón.

martes, 12 de noviembre de 2019

Icnofosiles del Paleozoico bonaerenses en espigones costeros.

Relevamiento de icnofosiles (trazas o huellas) en los espigones costeros de Miramar, construidos con grandes fragmentos de rocas cuarciticas, formadas por arenas de un mar bajo y cálido en el Ordovícico, hace 480 millones de años.
En las fotos se observan marcas dejadas por anélidos gigantes (gusanos marinos), Trilobites (antepasados de los artrópodos) y ondulitas (una estructura en el sedimento formadas por el correr del agua), todas estas características las observamos hoy en día con especies vivientes en nuestro propio mar, pero en este caso, quedaron eternizadas en el tiempo y corresponden a la Era Paleozoica. El problema será cuando queramos rescatar algún fragmento para exhibir en el Museo.

Pachydiscus bruneti, un gran anmonite antártico.


Se tratan de moluscos marinos evolucionados de conchilla univalva constituida por cámaras. En vida se los podían ver sobresaliendo de sus corazas y se parecían a los pulpos, con largos tentáculos que posibilitaban sus movimientos y obtener su comida.
Los había de todos los tamaños y formas, desde muy pequeños hasta de 1.70 metros de diámetros. Eran muy abundantes al igual que los peces y seguro que fueron el alimento principal de los grandes reptiles marinos como los Plesiosaurios o los Ictiosaurios. 
Científicos argentinos de Tierra del Fuego encontraron un grupo de amonites gigantes en un acantilado de la Antártida, destacado hallazgo a nivel internacional por el tamaño y la cantidad de los moluscos fósiles descubiertos. Se trata de un grupo de más de 15 amonites extinguidos hace 75 millones de años, que son moluscos fósiles del grupo los cefalópodos, con concha externa en espiral, parientes lejanos de los actuales pulpos y calamares. 
Había una cantidad inédita, ya que el hallazgo se produjo en un acantilado de unos 40 metros de altura, en donde en distintas capas hay unos dos amonites por franja. Esas capas indican depósitos sedimentarios de grandes tormentas, que aparentemente llevaron a los amonites desde el océano donde murieron a una playa. Pertenecen al período 'campañano' del Cretácico, cuando habitaban en el océano abierto.
Estos ejemplares fueron depositados en un sector de la Antártida, que en esta Era presentaba un clima templado y un paisaje de bosques y dinosaurios. Los fósiles pesan más de 100 kilos cada uno, con sumo cuidado fueron transportados en helicóptero a la Base Argentina Marambio en el sector antártico, y desde allí en un avión  Hércules hasta Río Gallegos.

martes, 5 de noviembre de 2019

Noviembre en PaleoArgentina Web.

Dinodontosaurus, un herbívoro gigante del Triasico.

 

 
Un megaherbívoro de ocho metros de largo, similar a los rinocerontes modernos. Los paleontólogos argentinos han hallado las 'letrinas públicas más antiguas del mundo', creadas por algunos de los primeros dinosaurios y que podría servir para esclarecer el misterio del origen de estas criaturas.

Según los científicos, los miles de excrementos fosilizados desenterrados en la Formación Chanares, en la provincia argentina de La Rioja, fueron dejados por grupos de megaherbívoros (mamíferos de gran tamaño ya extinguidos) similares a los rinocerontes. el estiércol contiene información muy valiosa para la paleontología sobre la dieta de los animales prehistóricos, las enfermedades que padecían y la vegetación de la época. 

De acuerdo con el estudio, los coprolitos (excrementos fosilizados con gran contenido en minerales inorgánicos) desenterrados son de más de 40 centímetros de ancho  y pesan varios kilogramos. Algunos de ellos son alargados, otros son óvalos de colores desde el gris claro al marrón y al violeta oscuro. Solo una especie podría producir bultos de semejante tamaño y también encontramos sus huesos esparcidos por toda la zona.

También era una advertencia para los depredadores. Los coprolitos no son nada nuevo, pero fue inesperado y excitante encontrar una acumulación tan antigua como esta, ya que normalmente las heces se degradan bastante rápido. Cada excremento es una instantánea de un antiguo ecosistema, su vegetación y la cadena alimentaria. Con el nuevo hallazgo los científicos esperan vislumbrar una imagen del hábitat desaparecido que dio origen a los dinosaurios.


 

viernes, 1 de noviembre de 2019

Hallan fósil de un Felino Ocelote en el Pleistoceno de Corrientes.



En el marco de exploraciones paleontológicas en la Formación Toropí/Yupoí, en la provincia de Corrientes, investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-CONICET) identificaron restos fósiles de un ejemplar de “ocelote”. Es el tercer registro de félido en ese sitio paleontológico, y el primer registro fósil de la especie “Leopardus pardalis” del Pleistoceno Tardío para la Mesopotamia argentina.
La Formación Toropí/Yupoí (aproximadamente 52-38 miles de años antes del presente) es una de las unidades fosilíferas más ampliamente distribuida en la provincia de Corrientes, contando con una importante diversidad de vertebrados, 45 taxones reconocidos hasta el momento, dentro de los cuales predominan ampliamente grandes mamíferos herbívoros.
Sin embargo, el sitio exhibe un escaso registro de carnívoros, que se limita a materiales pobremente preservados correspondientes a un cánido no identificado y a dos félidos: Panthera onca (Linnaeus, 1758) o “Yaguareté” y Smilodon populator (Lund, 1842) o “Tigre dientes de sable”.
Recientes trabajos de exploración en la Formación Toropí/Yupoí dieron como resultado el hallazgo de una hemimandíbula derecha y un fragmento de maxilar izquierdo, los cuales se interpretaron como correspondientes al mismo ejemplar.
Ante el hallazgo, investigadores del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, UNNE-CONICET) y de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE (FaCENA) pusieron en marcha un proyecto para describir y asignar taxonómicamente el ejemplar.
Según las observaciones, el tamaño de la mandíbula se encuentra dentro del rango de variación de Leopardus Gray, 1842, siendo considerablemente menor que otros géneros como Puma Linnaeus, 1771 y Panthera Linnaeus, 1758.
En tanto, la morfología dentaria y de la mandíbula también remite a este género, difiriendo de otros géneros como Herpailurus, en que la rama horizontal tiene una altura uniforme y es robusta en su extremo anterior.
“Los estudios confirmaron que se trata de un ejemplar de Leopardus pardalis Linnaeus, 1758” comentó la licenciada Cecilia Méndez, becaria doctoral del CECOAL (UNNE-CONICET), quien desarrolla su tesis doctoral sobre la tafonomía de vertebrados de la Formación Toropí/Yupoí.

En el trabajo colaboraron los investigadores Alfredo Zurita, Ángel Miño Boilini, Carlos Luna y Pedro Cuaranta, del CECOAL y FaCENA-UNNE, así como el Dr. Francisco Prevosti del CRILAR (Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja).

La Lic. Méndez explicó que el ejemplar de “ocelote” identificado representa el tercer registro fósil de félido (un grupo de mamíferos carnívoros) para la Formación Toropí/Yupoí en casi cuarenta años de estudios en ese sitio de creciente interés paleontológico y cultural.

Pero además el hallazgo representa el primer registro de la especie Leopardus pardalis u “ocelote” para el periodo del Pleistoceno Tardío de la región Mesopotámica de Argentina.

El Pleistoceno Tardío es una división de la escala temporal geológica que pertenece al período Cuaternario, y que finalizó aproximadamente hace 10.000 antes del presente.

La licenciada detalló que las especies de este género se encuentran adaptadas a diferentes hábitats, que van desde la Cordillera de los Andes hasta las sabanas húmedas del Pantanal en Brasil. Resaltó en ese aspecto que el hallazgo contribuye a seguir aportando al conocimiento de la Formación Toropí/Yupoí y sobre los vertebrados del Pleistoceno Tardío de las provincias de la región.
El hallazgo del ejemplar de Leopardus pardalis se enmarca en las líneas de investigación desarrolladas por integrantes del “Laboratorio de Paleontología y Paleoambientes del Neógeno y del Cuaternario” del CECOAL (UNNE-CONICET) y del “Grupo de Investigación en Paleontología de Vertebrados” de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura de la UNNE.