Especialistas del CONICET encontraron centenares de huellas de
animales cuadrúpedos, emparentados con los cocodrillos, de una época en la que
los dinosaurios aún no habían desarrollado grandes masas corporales. El
hallazgo se produjo en las localidades bolivianas de Tunasniyoj y Ruditayoj, ubicadas
a unos 40 kilómetros de Sucre.
En una campaña que implicó un gran despliegue logístico,
investigadores del CONICET descubrieron una gran cantidad de huellas pertenecientes
a animales cuadrúpedos emparentados con los cocodrilos. Eran animales de gran
tamaño, capaces de trotar, aunque no se pudo definir si se traba de especies
carnívoras o herbívoras.
El doctor Sebastián Apesteguía, investigador del CONICET y
la Fundación Azara, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “por la antigüedad y el
tamaño de estas huellas, que pertenecen a uno o varios animales de unos siete
metros de longitud, era claro que no pertenecían a dinosaurios, porque hace 235
millones de años estos animales no habían alcanzado esa talla corporal”.
“Parte del equipo estuvo compuesto por icnólogos
-especialistas en huellas-, quienes pudieron confirmar que estos animales
dejaban huellas conocidas como quiroterias, particularmente de un género que es
conocido como Brachychirotherium, o braquiquiroterios”, especificó Apesteguía,
autor principal del estudio que se publicó hoy en la revista científica Historical
Biology.
El paleontólogo Facundo Riguetti, coautor de este estudio,
indicó que “este es el primer hallazgo de este tipo de huellas en Bolivia y es
también la primera evidencia de que en el Triásico Superior vivían grandes y
viejos parientes terrestres de los cocodrilos en ese país”.
“Algunas de las cosas más sorprendentes que vimos en estos
animales, además del gran tamaño que tienen, es el agrupamiento que presentan”,
aseveró Riguetti. Y agregó: "En algunos casos, se ven rastrilladas
individuales, es decir, secuencias de huellas solitarias de un mismo individuo,
mientras que en otros casos están agrupadas en suelos con mucha agua. Es
probable que estos animales se reunieran en torno a lagunas o ríos, como ocurre
hoy en los oasis de los desiertos”.
El icnólogo Paolo Citton, investigador del Instituto de
Investigación en Paleobiología
y Geología (IIPG-CONICET) de la Universidad Nacional de Río
Negro, valoró que “el hallazgo de trazas fósiles, en este caso de huellas de
cuadrúpedos, brindan un montón de información sobre la paleobiología de los
animales extintos, porque permite ver el animal caminado, moviéndose, e
interactuando con el ambiente, y ello nos da información sobre su forma de
locomoción”.
El doctor Apesteguía comentó que hay dos posibles candidatos a haber dejado
estas huellas: “Puede que hayan sido unos animales carnívoros conocidos como rauisuquios,
los cuales eran enormes parientes terrestres de los cocodrilos. Eran capaces de
trotar y medían entre tres y diez metros de largo, e incluían formas de
pesadilla como Prestosuchus, Saurosuchus y Fasolasuchus”.
“Pero también es posible que estas huellas hayan sido
dejadas por aetosaurios, los cuales eran acorazados y también eran parientes
lejanos de cocodrilos, pero herbívoros, y de un tamaño que podría haber rondado
entre los cuatro y cinco metros”, afirmó Apesteguía.
Si bien los animales carnívoros no suelen desplazarse en
grandes grupos, acostumbran a realizar rastrilladas en un determinado sitio y,
por ello, un solo individuo podría haber generado un gran número de huellas. En
tanto, los animales herbívoros suelen tener hábitos gregarios, por lo que
podrían haberse juntado a beber agua, por ejemplo, dejando dicho rastro en el
suelo.
Previamente, en 2010, los doctores Sebastián Apesteguía y Pablo Gallina habían realizado
una publicación sobre huellas fósiles en dicha zona en Bolivia. Pero las
dataciones de aquel entonces consignaban que el yacimiento pertenecía a los
comienzos del período Cretácico, con unos 145 millones de años de antigüedad,
por lo que se consideró que esos rastros pertenecían a dinosaurios.
Pero nuevas dataciones revelaron que estos sedimentos eran mucho
más antiguos, de mediados del período Triásico, con unos 235 millones de años de
antigüedad. De allí que las huellas no pertenecían a dinosaurios, los cuales
eran pequeños en ese entonces, cuando el mundo estaba compuesto por un único
continente que es conocido con el nombre de Pangea.
En el sur de Pangea, se habrían originado los primeros
dinosaurios, cuyos restos óseos han sido hallados en Argentina y Brasil. Eran
frágiles y ágiles animalitos que buscaban su lugar en un mundo de animales más
grandes y poderosos, como los rauisuquios y los aetosaurios que son los
principales candidatos a haber dejado estas huellas en Bolivia (ver
ilustraciones de Jorge A. González).
La nueva investigación fue publicada en la revista Historical
Biology con el título “The Ruditayoj-Tunasniyoj fossil area (Chuquisaca,
Bolivia): a Triassic chirotheriid megatracksite and reinterpretation of
purported thyreophoran tracks”.
Además de los investigadores Sebastián Apesteguía, Facundo
Riguetti y Paolo Citton, también participaron de este estudio los geólogos
Gonzalo Veiga y Daniel Poiré, ambos del Centro de Investigaciones Geológicas de
la Universidad Nacional de La Plata, el doctor Gerardo G. Zacarías de la
Universidad Nacional de Salta y doctora Silvina de Valais del mismo IIPG y el
CONICET.
Imágenes; Todo el equipo en la Quebrada Orito. Veiga,
Apesteguia, Riguetti y Poire planificando. Rauisuquio por Jorge A González
gentileza Dra Julia Desojo. Fuente; Agencia CTyS-UNLaM.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm