jueves, 30 de julio de 2020

Fósiles de 230 millones de años que habían sido ignorados.




Se trata del Cerro Las Lajas con rocas de aproximadamente entre 231 y 221 millones de años de antigüedad, y la Formación Ischigualasto, una unidad geológica perteneciente al Triásico Superior.

Un grupo de cientificos del Conicet La Plata descubrió en La Rioja, en el límite con el Valle de la Luna, San Juan, piezas paleontológicas de 230 millones de años en una zona que, pese a ser cuna de valiosos hallazgos, incluido un dinosaurio, había sido históricamente ignorada.

"Durante décadas, la mayoría de los fósiles fueron encontrados en San Juan, y recién a comienzos de 1960 hubo hallazgos en el mismo terreno, pero del lado riojano", explicó Julia Desojo, investigadora del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata.

Se trata del Cerro Las Lajas con rocas de aproximadamente entre 231 y 221 millones de años de antigüedad, y la Formación Ischigualasto, una unidad geológica perteneciente al Triásico Superior.

Según la autora, el paleontólogo José Bonaparte, responsable del descubrimiento de restos de faunas extintas, en una campaña de 1962 descubrió un arcosaurio que fue bautizado posteriormente Venaticosuchus rusconii, y un ejemplar de dinosaurio herbívoro primitivo llamado Pisanosaurus mertii, pero, a pesar de los descubrimientos, "siguió estudiando otras áreas y esta zona quedó relegada".

En 2013, aprovechando una visita a la ciudad de La Rioja junto a otros investigadores, Desojo improvisó una exploración a la localidad Hoyada del Cerro Las Lajas, limitante con el Valle de la Luna en San Juan, y aunque encontraron pocos materiales, intuyeron que había más y organizaron tres campañas en 2016, 2017 y 2019.

De esos viajes volvieron con un gran número de huesos de animales que vivieron en épocas remotas y todas las novedades se publican hoy en la revista Scientific Reports.

Los más abundantes pertenecen a distintas especies de arcosauromorfos, grupo muy primitivo que incluye al linaje de los cocodrilos y los dinosaurios, entre los que aparecen ejemplares hasta ahora desconocidos.

"Pudimos reconocer por primera vez en la zona la presencia del género Teyumbaita, un arcosauromorfo con un cráneo robusto y picudo que medía hasta 2 metros y que solo se conocía previamente en rocas de la misma antigüedad pero en Río Grande del Sur, en Brasil", relató Desojo.

Entre los descubrimientos, se destacan además restos del cráneo y esqueleto axial de otros tres animales emparentados con cocodrilos actuales no solo por su apariencia sino por tener hábitos semiacuáticos: Proterochampsa, Aetosaurorides (a su vez también parecido a una mulita), y un paracocodrilomorfo que no se pudo determinar con exactitud.

Asimismo, aparecieron restos de cinodontes, formas relacionadas a los mamíferos, más específicamente correspondientes al género Exaeretodon, un herbívoro cuadrúpedo del tamaño de un tapir.

Si bien se trata de una fauna de la que hay registros para esa época a nivel mundial, no había hasta el momento evidencias de su existencia en ese territorio.

Además de extracción de fósiles, el equipo aprovechó las campañas para confeccionar una columna estratigráfica de la localidad con mil metros de espesor, esto es, un gráfico que representa la secuencia de rocas sedimentarias.

"El estudio multidisciplinario realizado en esta clásica localidad del oeste riojano aumenta el conocimiento geológico y paleontológico regional y aporta información crucial para el desarrollo de un nuevo geositio aplicado al geoturismo que tan importante es para la provincia", expresó Lucas Fiorelli, investigador que también coordinó las campañas. Fuente ambito.com

jueves, 23 de julio de 2020

Detalles de una paleocueva realizada por mamíferos gigantes prehistóricos en el Pleistoceno bonaerense.




 
 
Por Mariano Magnussen. Museo de Ciencias Naturales de Miramar.
En las ciudades del litoral marítimo bonaerense, es uno de los pocos lugares del mundo donde se pueden hallar evidencias de antiguas cuevas realizadas por perezosos gigantes, hace más medio millón de años antes del presente, según el boletín paleontológico “Paleo” donde se publicó la noticia.
Los afloramientos geológicos que se hallan en el litoral marítimo bonaerense, en especial aquellos ubicados entre las localidades fosilíferas de Camet y Punta Hermengo, correspondientes a las ciudades de Mar del Plata y Miramar, son muy ricos en restos fósiles e icnofosiles (restos de hormigueros, termiteros, moldes de coleópteros, nidos de abejas, tuberías de anélidos, huellas de grandes animales entre otros), siendo objeto de estudios desde la primera década del siglo XX, por investigadores muy importantes, entre lo que podemos citar a Florentino y Carlos Ameghino, Lucas Kraglievich, Osvaldo Reig y más recientemente por Marcelo Zarate, Eduardo Tonni entre otros.
Otros icnofosiles más comunes lo conforman las madrigueras o paleocuevas realizadas por distintos micromamiferos, como los roedores octodontidos (Actenomys) del Plioceno tardío, y otras de mayor tamaño atribuidas a dasipodidos (Eutatus, Pampatherium y Propraopus) que frecuentaban las llanuras pampeanas durante el Pleistoceno. Otros animales que han aprovechado estos refugios luego que su propietario lo haya abandonado, como hacen las aves Estrigiformes, que en algunas ocasiones los investigadores hallan en el interior de las madrigueras algunas regurgitaciones o bolos alimenticios, logrando rescatar centenares de pequeños restos fósiles de distintos micromamiferos de un mismo ambiente.
Las Paleocuevas que se destacan, afloran en un 97% rellenas por sedimentos secundarios u hospedantes, que ingresaron paulatinamente a su interior, o rápidamente luego de alguna inundación o derrumbe de terreno. Este sedimento que ingreso, puede ser rápidamente visualizado por los investigadores, ya que por lo general se observa un contraste colorimetritos entre el interno y aquellos que los rodean, o bien, por superposición sedimentaria con caracteres complejos o una erosión diferencial.
Algunos paleosuelos contienen gran densidad de antiguas madrigueras, a lo largo de varios metros. Estas han sufrido arduos estudios por los investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata.
En estas paleocuevas, en raras ocasiones hemos podido hallar restos fósiles de distintos microvertebrados, como por ejemplo, un grupo de cuevas halladas en la zona del Vivero Dunicola de Miramar, donde se rescató partes esqueletarías de un ejemplar adulto y cuatro crías de Lagostumus maximus, representante fósil de las actuales vizcachas, o en otro caso, donde se extrajo restos sustanciales de dos ejemplares de un Cyanasua argentina, un mamífero emparentado con los actuales Coatíes, pero sin representantes vivientes.
Solo en raras ocasiones se han preservado algunas cuevas sin rellenar, conservando su estructura interna. Esto pudo ocurrir cuando la entrada quedaba tapada por hierbas, o solo ingresaba material sin llegar a cubrir toda su larga extensión, logrando una especie de “tapón”.
No fue hasta 1992 que se publicara en la prestigiosa revista Ameghiniana de la Asociación Paleontológica Argentina, un trabajo sobre la estructura interna de una paleocueva atribuida a algún género de Dasipodido de gran tamaño (probablemente Pampatherium). Se caracterizaron por ser descubiertas dentro del casco urbano,  alejados de los barrancos marítimos donde por lo general son más evidentes los restos fósiles y en donde se puede establecer sus antigüedades según los estudios previos de la estratigrafía y demás.
En estas cuevas se pudieron rescatar algunos moldes de yeso correspondientes a icnitas, en donde se evidencia en las paredes y techo de la antigua madriguera numerosas marcas realizadas con las falanges ungueales (base de la garra), acompañadas cada una por 3 o 5 marcas verticales paralelas, lo que recuerda fácilmente la morfología biomecánica de Dasipodidos ya extinguidos, y en algunos casos los vivientes.
Esto concuerda además con las medidas transversales, que poseen un alto promedio de 0,76 metros por un ancho promedio de 0,93 metros, caracterizadas por una serie de galerías de longitud variable e interconectada entre sí.
El autor de estas cuevas fue una especie de mulita gigante, llamada Pampatherium, que llegaba a pesar unos 250 kilogramos, o tal vez al género Eutatus, que demuestra semejanzas con el actual Tatu carreta, el cual, se encuentra en peligro de extinción.
Por lo general se tratan de estructuras cerradas y discordantes con relación a la estratigrafía hospedante en las inmediaciones. Presentan una estructura semicircular o casi elíptica con diámetros que varían según su recorrido, que pueden ir desde 0,75 y 1,90 metros, según lo que logramos establecer, atribuidos a distintos grupos de mamíferos.
Los rellenos sedimentarios están usualmente compuestos por arenas muy finas y limos, ya sea estratificado o macizo, que alternan con niveles de arcillas laminadas. Las estructuras, interpretadas como cuevas y galerías, se hallan excavadas en sustratos pelíticos o arenosos finos, ya sea de planicies de inundación de zonas pantanosas o interfluvios. La distribución estratigráfica de los presentes icnofosiles se distribuye desde el Plioceno hasta el Pleistoceno más reciente.
Los principales criterios de reconocimiento a las antiguas estructuras subterráneas se basan por lo general por sus relaciones estratigráficas, dimensiones contornos cerrados. Los rellenos sedimentarios en las estructuras y su contenido fosilífero en ciertas ocasiones, permiten recaudar información amplia y variada para emplearla en una relación contextual con especies vivientes.
Como mencionamos anteriormente, las estructuras pertenecen por lo general al orden Xenarthra - Cingulata, especialmente a armadillos extinguidos y sin parentesco alguno con las formas vivientes, lo que dificulta las comparaciones.
Lo sorprendente de estos nuevos hallazgos, demuestran estructuras de diámetro más desmedidos al tamaño corporal y masa estimada a armadillos gigantes de la familias Pampatheriidae y Dasypodidae.
Estas características que confundieron a los investigadores por más de un siglo, fueron aclaradas por análisis anatómicos, alométricos y biomecánicos efectuados en distintos ejemplares depositados en los Museos nacionales, cuyos especímenes correspondían a Milodontidos del Pleistoceno, que agrupan a los géneros Scelidotherium, Glossotherium y Lestodon, sugieren al momento, que estos megamamiferos pudieron realizar enormes galerías por motivos de refugio
En los túneles estudiados y sin relleno que aparecen en la región, se han podido rescatar numerosas marcas y moldes negativos realizados en yeso y cemento instantáneo, que se adaptan a las características anatómicas y morfológicas de los dos dedos más desarrollados que presentan el género Scelidotherium y Glossotherium, ya que los restantes se encuentran atrofiados, lo que no pasa con las otras especies vinculadas al estudio. En detalles generales, podemos decir que las paleocuevas corresponden a estos gigantes mamíferos Terciarios y Cuaternarios desaparecidos.
En 1998 mientras se construía en la ciudad de Mar del Plata la Cuarta Cloaca Máxima, constituida por un túnel de 2,5 metros ancho y un recorrido de 5 kilómetros de largo, permitió a los investigadores, estudiar la estructura geológica del casco urbano, a diferencia de otros estudios en la región que corresponden mayormente a la estratigrafía de los afloramientos geológicos de litoral marítimo bonaerense.
Durante la excavación, además de rescatar restos óseos en estado fósil, se encontraron cuatro grandes paleocuevas de 2 metros de ancho y parcialmente rellenas; también se observaron cuevas más pequeñas. Las cuevas grandes de longitudes mayores a 6 metros fueron asignadas a la actividad de milodóntidos (Milontidae, Mammalia); que para entonces eran desconocidas, en cambio las pequeñas fueron supuestamente excavadas por gliptodóntidos.
Después de estos hallazgos totalmente novedosos, aparecieron varios más. Uno de ellos y que sorprendió a los investigadores fue una paleocueva de 1,8 metros de diámetro y 40 metros de largo, con centenares de icnitas en el techo y laterales de la misma.
El hallazgo de una gran paleocueva e icnitas en Miramar.
Una enorme madriguera realizada por mamíferos gigantes hace más de medio millón de años, fue presentada públicamente por los miembros de la Asociación de Amigos del Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad balnearia de la provincia de Buenos Aires en el reconocido boletín paleontológico “Paleo”.
Esta enorme madriguera o refugio, es conocida paleontologicamente como “paleocueva”. Por lo general siempre los investigadores encontraban pequeñas estructuras rellenas de sedimento atribuidas a roedores o armadillos prehistóricos. En esta ocasión, la sorpresa fue grande como el mismo descubrimiento. Se encontraron con una estructura biogenética que no fue cubierta totalmente por sedimento, y que no sufrió mayores modificaciones a lo largo de cientos de milenios.
Mariano Magnussen Saffer, por entonces miembro de la Asociación de Amigos del museo miramarense, fue quien noto la existencia y origen de esta enorme madriguera que algún tiempo albergo animales que pesaban más de una tonelada y media, tres metros de largo y dieta vegetariana. De inmediato se comenzaron los primeros estudios.
"Debido a la antigüedad de los estratos de la zona que se hallan al norte de Miramar, la cueva pertenece al Pleistoceno, un edad geológica que se inició hace unos dos millones de años y terminó hace diez mil años atrás, e inferimos de esta manera, que la cueva pertenecería a Scelidotherium, pues, las marcas de garras en techos y paredes de la misma reflejan su biomecánica y anatomía morfológica.
Lo trascendental de esta paleocueva, es que se pudo ingresar a una de las cámaras principales, cuyo túnel tiene un diámetro de 1,90 metros, con secciones parcialmente cubiertas de sedimentos secundarios, con finas láminas de barro solidificado depositadas en sucesivas inundaciones, a lo largo de varios milenios.
A solo unos metros, se halla otra galería que se comunicaba a la superficie, y que solo quedo tapado por sedimento en su ingreso, preservando el interior en su forma original. Los investigadores pudieron caminar de pie por esta corta galería, parcialmente erosionada, que se extiende por unos 10 metros y con un diámetro de 1,7 metros. Lo sorprendente fue la observación de las marcas de garras en los laterales y techos de ambas bifurcaciones, de las cuales se recuperaron varios moldes.
Los investigadores locales  suponen que, por las medidas que posee la cueva y las características marcas de excavación, la madriguera fue realizado por un Milodontino, posiblemente del género Scelidotherium s.p, un extinto perezoso prehistórico de gran tamaño, y común en el registro fosilífero de la región pampeana, con el propósito de refugio, cuidado de ejemplares juveniles o mantener el control sobre la temperatura y humedad de sus cuerpos.
El hallazgo podría aportar nuevos datos sobre las condiciones climáticas en el momento en que fue construida la madriguera, y también los datos anatómicos del animal que la excavó. Es otra manera de conocer cómo vivían estos animales, cuya información no puede ser recuperada de sus grandes huesos.
Un hecho curioso y ligeramente relacionado, fue el descubrimiento de otra paleocueva en 2004 (pero sin estructura interna), cuyo techo había colapsado. De su interior el personal del museo miramarense recupero un esqueleto de 3 metros de largo de Scelidotherium leptocephalum, seguramente de una hembra adulta, abrazando su pequeña cría. Parte de este material se halla en exhibición en el Museo de Ciencias Naturales de Miramar.

lunes, 20 de julio de 2020

Investigadores de Argentina y Ecuador descubren una lechuza gigante caníbal.




Investigadores de Argentina y Ecuador presentaron una nueva especie de lechuza fósil que se alimentaba de diversos mamíferos y aves, en particular de lechuzas más pequeñas. Superaba el metro y medio de extensión con sus alas abiertas. Fue encontrada en los Andes ecuatorianos, a 2800 metros sobre el nivel del mar, siendo la primera de su tipo descubierta en Sudamérica.

El hallazgo se produjo en una pequeña cueva ubicada en la provincia de Chimborazo, en el centro geográfico de Ecuador. Allí, se encontraron huesos fosilizados de micromamíferos, de aves y, en particular, de lechuzas que habían sido el alimento de lo que parecía ser un gran depredador. Para sorpresa de los paleontólogos, ese gran depredador era ni más ni menos que una lechuza gigante.

Esta nueva especie sobrepasaba los 70 centímetros de estatura y fue nombrada como Asio ecuadoriensis. El licenciado Gastón Lo Coco, investigador del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales (LACEV-MACN) y del CONICET, describió a la Agencia CTyS-UNLaM que “las patas de la lechuza gigante eran largas y delgadas, eficaces a la hora de capturar a presas difíciles de someter”.

“Una de sus particularidades es que, al parecer, tenía predilección por consumir otras lechuzas de menor tamaño”, indicó el doctor Federico Agnolin, coautor del estudio publicado en la revista científica Journal of Ornithology. Y agregó: “Es una rareza biológica”.

Las exploraciones de campo en las que se encontraron estos restos fósiles fueron realizadas por el Departamento de Biología de la Escuela Politécnica Nacional en Quito, entre los años 2009 y 2012, en una de las localidades fosilíferas más importantes de Ecuador, conocida con el nombre de Quebrada Chalán.

El paleontólogo José Luis Román Carrión del Museo de Historia Natural de la Escuela Politécnica de Quito detalló: “En este yacimiento, tuvimos suerte de encontrar antiguos dormideros de aves rapaces, los cuales estaban cubiertos por sedimentos, entre los cuales había restos fósiles de ratones, musarañas, conejos y mucho material de aves”.

“Lo llamativo es que los restos de todos estos microfósiles tienen un desgaste típico al que provoca la digestión de las aves rapaces sobre estos huesos”, relató Lo Coco. Y explicó: “Por lo tanto, propusimos que lo que se encontró fue la cueva que sería el dormidero de la lechuza gigante Asio ecuadoriensis. En consecuencia, todos los restos de las otras especies pertenecerían a presas de esta gran lechuza”.

“Al encontrar los restos de los animales que habían sido las últimas comidas del Asio ecuadoriensis, pudimos saber que, entre mamíferos y aves, consumía especialmente otros tipos de lechuzas, lo que nos muestra que esta lechuza gigante era prácticamente lo que podría llamarse una lechuza caníbal”, sopesó Agnolin, investigador del LACEV-MACN, del CONICET y de la Fundación Azara.

En total, en los vestigios de esa antigua cueva, se encontraron restos de cuatro especies de lechuzas. Tres de ellas corresponden a especies que existen en la actualidad (Glaucidium sp., Tyto furcata y Athene cunicularia), en tanto que la cuarta es la lechuza caníbal, la cual dominaba sobre la demás, pero no logró sobrevivir hasta nuestros días.

Román Carrión comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que la Quebrada Chalán forma parte de una de las localidades fosilíferas más destacadas en Ecuador. “La importancia de este lugar es que no es solamente una quebrada, sino un conjunto de quebradas dentro del mismo valle”, aseveró.

Allí, hay restos fósiles en cenizas volcánicas endurecidas de entre 20 mil y 42 mil años de antigüedad, en lo que corresponde al Pleistoceno tardío. Hace 40 mil años, a los 2800 metros sobre el nivel del mar en los que vivió esa lechuza, había un páramo. “Actualmente, los páramos en Ecuador se encuentran a más de 4000 metros de altura, pero en aquel entonces estaban a una altitud mucho menor, porque era el final de la Era de Hielo y el clima era mucho más frío”, analizó Román Carrión.

La Era de Hielo y de los animales gigantes
Hasta hace unos 10 mil años antes del presente, en todo lo que es Sudamérica, vivieron enormes mamíferos como los gliptodontes, los perezosos gigantes, los mastodontes y los tigres dientes de sable.

En el caso de las aves, es mucho más difícil que se preserven sus restos fósiles, porque sus huesos son huecos y frágiles. Por consiguiente, es poco común el haber podido identificar no solo a la lechuza gigante, sino también a varias especies de aves que habían sido su alimento.

“Esta lechuza la llamamos Asio ecuadoriensis, justamente, porque fue hallada en Ecuador y es un pariente cercano de lo que hoy se conoce como lechuzones orejudos, los cuales tienen como penachos de plumas que recuerdan a orejas o pequeños cuernitos”, describió Agnolin.

“Sobre la base de los restos que tenemos preservados, calculamos que tendría entre 70 y 80 centímetros de altura”, mencionó el investigador (ver ilustración de la lechuza gigante realizada por el paleontólogo Sebastián Rozadilla del MACN).

“Aún no sabemos con certeza por qué este lechuzón desapareció junto con los otros grandes mamíferos que formaron parte de la megafauna sudamericana, pero lo que sí sabemos es que, en la actualidad, las grandes aves predadoras, como las águilas, necesitan grandes territorios de caza y que, también, crían a su prole durante mucho tiempo y tienen pocos pichones. Estas características dificultan que estas especies puedan adaptarse cuando ocurre un cambio climático”, analizó Agnolin.

Cuando hay modificaciones en el ambiente, las grandes aves rapaces se ven más afectadas que las aves pequeñas que tiene muchas crías y no necesitan de grandes extensiones para su supervivencia.

“Pensamos que el cambio climático que ocurrió hace unos 10 mil años, cuando concluyó la Era de Hielo, y fue responsable en parte de la extinción de los grandes mamíferos, también fue responsable de la extinción de estas grandes aves predadoras de las cuales quedan en la actualidad muy pocas especies, como las grandes águilas de las selvas y los cóndores andinos”, concluyó el doctor Agnolin.

viernes, 17 de julio de 2020

Hoy PaleoZoom. Los esperamos a las 15 hs.


Gracias!!!! A todos los que hoy acompañaran  esta charla virtual denominada “PaleoZoom”. El cupo se completó en las primeras 24 horas de su lanzamiento. A los inscriptos les recuerdo que recibirán “HOY” un e-mail  con el ID de reunión y contraseña. A todos los que se quedaron sin cupo, próximamente anunciaremos otro paleozoom con otro tema y más para el grupo familiar y niños. Gracias, nos vemos a las 15 hs!!!!!

Términos y condiciones  disponibles

miércoles, 15 de julio de 2020

Fenómeno climático clave para el desarrollo de los dinosaurios en el Triasico Argentino.



Se trata del Episodio Pluvial Carniano. Una paleontóloga del CONICET lideró un estudio internacional que reveló nueva información sobre su alcance.
Durante el periodo Triásico (252 – 201 millones de años atrás), el planeta experimentó cambios dinámicos en el clima y sus ecosistemas, y atravesó un intervalo de tiempo crítico, excepcionalmente cálido, conocido como Carniano (237 – 227 Ma). Allí no solo aparecieron los primeros dinosaurios, sino que además se desarrollaron dos eventos fundamentales: el surgimiento de una gran provincia ígnea (acumulación extremadamente grande de rocas volcánicas) llamada Wrangellia y un repentino cambio climático denominado Episodio Pluvial Carniano (CPE, por sus siglas en inglés).
Algunas hipótesis sugieren que el CPE fue causado por las erupciones de Wrangellia y que esto sentó las bases para el origen de los dinosaurios. Pero las restricciones en la datación de los sedimentos carnianos (la mayoría solo cuenta con edades relativas) y la falta de datos paleoclimáticos concluyentes hicieron difícil vincular estos tres fenómenos y reconocer al Episodio Pluvial Carniano como un evento global.
Un grupo internacional de investigación liderado por Adriana Mancuso, investigadora independiente del CONICET en el Grupo Limnogeología del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mza), demostró en un artículo recientemente publicado en la revista Gondwana Research, que el CPE no sólo se desarrolló en la región del Tetis, como postulan la mayoría de los estudios actuales, sino que también afectó al Oeste de Gondwana, lo que contribuye a pensarlo como un fenómeno ocurrido a nivel planetario.
“Hay amplias evidencias triásicas y específicamente de edad carniana en el paleocontinente Gondwana, y en Argentina en particular, con abundantes fósiles, pero hasta ahora no había estudios paleoclimáticos concluyentes que pudieran evidenciar concretamente que el Episodio Pluvial Carniano ocurrió en esta zona fuera de la región del mar de Tetis”, explica la investigadora.
Los científicos presentaron una nueva edad absoluta, de alta resolución, de niveles portadores de los primeros dinosaurios y datos paleoclimáticos de edad carniana obtenidos de la Cuenca Ischigualasto Villa-Unión, ubicada al Noroeste de Argentina.
“La elección de la formación que estudiamos no fue al azar. Nosotros ya contábamos con registros de huellas de dinosaurios y restos óseos de sus parientes más cercanos en estas unidades, y centramos el estudio particularmente allí porque teníamos la posibilidad de hacer un análisis multidisciplinario para conocer el clima dominante durante el depósito de las rocas portadoras de los fósiles y aportar una edad absoluta que vinculara las evidencias y nos permitiera correlacionarlas con el CPE”, detalla Mancuso.
Para datar la capa de ceniza intercalada entre las rocas de las formaciones estudiadas, los científicos aislaron pequeños cristales en forma de aguja del mineral circón, que actúan como “cápsulas del tiempo”. Cuando el circón se cristaliza durante una erupción retiene el elemento uranio en su estructura cristalina, pero no atrapa ningún plomo. Por lo tanto, cualquier plomo preservado en los cristales hoy en día es el resultado de la desintegración radiactiva del uranio. Debido a que los científicos conocen esta tasa de descomposición (llamada “vida media”), pueden medir la proporción de uranio y plomo en cada cristal de circón y luego calcular cuánto tiempo atrás se formaron los cristales. Para este estudio, realizaron la medición en un espectrómetro de masas muy preciso en el Centro de Geocronología de Berkeley (Estados Unidos).
Los científicos obtuvieron datos paleoclimáticos a partir de múltiples análisis combinados (sedimentológicos, mineralogía de arcillas, isótopos estables de Oxígeno y Carbono, y el registro fósil ya conocido) de los mismos niveles de donde se conocen las huellas de dinosauromorfos y obtuvieron la edad absoluta, lo que ofrece por primera vez información detallada para el CPE en Gondwana.
Según la investigadora, la variedad de análisis combinados hace que los resultados sean más sólidos. Otra evidencia en la que se apoyan los autores es que antes y después del intervalo analizado el clima no era tan húmedo lo que sustenta más sólidamente la presencia del CPE en la zona.
“Nosotros proponemos que la diversificación inicial de los dinosaurios podría estar vinculada con el Episodio Pluvial Carniano, pero los datos disponibles hasta el momento a nivel mundial no son concluyentes. Consideramos que es necesario establecer un vínculo más robusto utilizando edades absolutas más precisas en las secuencias portadoras de fósiles, tanto de las huellas de potenciales dinosaurios como de restos corpóreos. Otro punto importante a destacar es que la datación de estas rocas nos permitió hacer una reconstrucción más fidedigna del ambiente donde convivieron tanto los precursores de los dinosaurios como los potencialmente primeros dinosaurios”, concluye la investigadora. Fuente; Conicet.
Imágenes; En la imagen se observa un dinosaurio caminando en la margen del lago que deja huellas a su paso. El clima llovioso característico del Episodio Húmedo Carniano. Ilustración: Jorge Gonzáles / NHMU Cecilia Benavente (izquierda), Adriana C. Mancuso (centro) autoras y Marcelo Bourguet (derecha) caminado haca los afloramientos de la Formación Los Rastros en el Cerro Bola. Foto: gentileza investigadora. Foto y fotogrametría de huellas tridáctilas en niveles de la Formación Los Rastros en el Cerro Bola, provincia de La Rioja. Foto: gentileza investigadora.

domingo, 12 de julio de 2020

PaleoZoom; Un paseo de 4 millones de años por la Región Pampeana.

 
 
Mariano Magnussen

Un paseo de 4 millones de años

por la Región Pampeana.

 

Viernes 17 de Julio

15 horas

(Horario oficial Argentina)

 

Esta visita se realiza a través de la plataforma ZOOM (se puede ver desde tu PC, MAC, tablet, iPad, celular android o iPhone )

CUPOS LIMITADOS

 

Más información en

Blog Noticias de Paleontología

grupopaleo@gmail.com

 

Valor $ 300. Duración mínima  aproximada 1 hora 30 minutos.

(Dependiendo las dudas y consultas de los participantes)


Zoom es una aplicación de descarga gratuita para celulares y computadoras que sirve para realizar videollamadas y conferencias virtuales. Para acceder a la charla deben descargar la aplicación Zoom e ingresar el ID y contraseña que daremos por mail.

 

En caso de que el cupo quede completo, se reprogramara otro encuentro virtual con fecha y hora según disponga el exponente.

 

Aconsejable para público no especializado y con mucha curiosidad. Mayores de 12 años.

miércoles, 8 de julio de 2020

Qué peces habitaban en las lagunas pampeanas antes de la extinción de la Megafauna?

Hoy en día las lagunas de la región pampeana son un elemento del paisaje muy típico de esta región. Pero poco sabemos sobre los peces que vivieron en ellas en el pasado, además el Pleistoceno se ha caracterizado por una enorme diversidad de megamamiferos, entre los que podemos destacar a los mastodontes, gliptodontes, macrauquenias, lestodontes, megaterios y tigres dientes de sable. Todos ellos se extinguieron al final de este periodo de tiempo, hace unos 12.000 años. En este artículo estudiamos de forma integral la diversidad de peces fósiles recuperados en los sedimentos de una laguna del Pleistoceno, tratado de responder la pregunta que nos planteamos hace muchos años ¿qué peces vivían en las pampas bonarenses en esos tiempos y que paso con ellos? 
Para abordar estas preguntas tomamos como modelo el estudio de los fósiles recuperados en sedimentos lacustres de Centinela del Mar (General Alvarado, provincia de Buenos Aires). Basado en evidencia sedimentaria, tafonómica y paleofauna, sabemos que este nivel representa un depósito de una paleo-laguna poco profunda, vegetada y caracterizada por aguas relativamente claras y oxigenadas.
Esta unidad estratigráfica ha producido abundantes fósiles de peces, cientos de huesos, pero de una relativamente baja diversidad taxonómica. Todos los restos pudieron ser referidos a siete tipos de peces de agua dulce.  En esta antigua laguna vivían pejerreyes (Odontesthes), madrecitas de agua (Jenynsia), dientudos (Oligosarcus), mojarritas (Characidae), tachuelas (Corydoras), bagrecitos (Pimelodella) y grandes ejemplares de bagre sapo (Rhamdia).
Todos los fósiles de peces pertenecen a linajes brasileños y están estrechamente relacionados con formas existentes actualmente en el área de estudio. A simple vista, es claro que la composición taxonómica recuperada en Centinela del Mar es similar a la que vive hoy en día en el área de estudio y especialmente en lagunas de las llanuras interserranas bonaerenses.
Además, la fuerte similitud de peces fósiles y vivientes de esta área geográfica sugiere que los ensambles de peces de las llanuras bonaerenses han estado bien establecidos, al menos, desde finales del Pleistoceno medio. Esto puede indicar que las cuencas de esta área ya tenían una configuración similar a la actual, al menos, desde el Pleistoceno.
El fuerte paralelismo entre el registro de peces fósiles de este sector de Buenos Aires y la diversidad de taxones modernos indica que la ictiofauna (a nivel genérico) no sufrió extinciones significativas durante el intervalo del Holoceno Pleistoceno, en contraste con lo que es observado en otros vertebrados, especialmente mamíferos. Las oscilaciones climáticas ocurridas durante el Pleistoceno podrían haber tenido una gran influencia en la composición y distribución de los vertebrados pampeanos modernos, principalmente mamíferos, sin embargo, en la síntesis que presentamos en este artículo indican que la ictiofauna de la pampa interserrana no se ha visto significativamente afectado por estos eventos climáticos.
Para más información ver: Sergio Bogan, Federico L. Agnolin, Marcos Cenizo, Daniel Tassara & Adrián Giacchino, 2020. A Pleistocene freshwater ichthyofaunal assemblage from Central Argentina: what kind of fishes lived in the Pampean lagoons before the extinction of the megafauna?, PLoS ONE 15(7): e0235196. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0235196
Imagen: Recreación de la Fauna de la paleolaguna de Centinela del Mar durante el Pleistoceno. Ilustración de Daniel Boh.

martes, 7 de julio de 2020

Descubren en Argentina fósiles de un colosal pez acorazado del genero Acanthicus.





Los Siuriformes son un grupo de peces increíblemente diversos que incluye especies conocidas coloquialmente como bagres, moncholos, surubíes, yuskas, cascarudos y viejos del agua. Estas últimas forman parte de la familia de los loricáridos comúnmente conocidos con el nombre de “viejas del agua” por su aspecto acorazado y prehistórico.

Estos peces constituyen uno de los grupos de vertebrados más diversos del mundo, con más de 1000 especies distribuidas en lagos y ríos desde Centroamérica hasta la Argentina.

Pese a esta enorme diversidad, poco es lo que se sabe sobre su historia evolutiva y los fósiles de viejas del agua son aún poco conocidos. Es por eso que investigadores se vieron sorprendidos cuando encontraron grandes restos del esqueleto de gigantescas viejas del agua que habían pasado desapercibidos. Estos restos proceden de las barrancas del río Paraná en la provincia de Entre Ríos y tienen una edad cercana a los 10 millones de años de antigüedad.

Luego de un análisis descubrieron que los restos pertenecían a una vieja del agua gigante llamada Acanthicus (palabra griega que significa espinoso). Este tipo de pez vive hoy en día en el norte de Sudamérica, específicamente en la cuenca del Orinoco y en el Amazonas y es la primera vez que sus restos son descubiertos en el Paraná.

Dentro de toda la diversidad para esta familia de peces, Acanthicus incluye a la especie viviente de mayor tamaño de viejas del agua, que puede superar fácilmente el metro de longitud. Se alimentan especialmente de algas y corteza de ramas sumergidas en el agua. El tamaño de los restos fósiles encontrados indica que la especie extinta del Paraná habría sido aún de mayores proporciones.

Este nuevo descubrimiento se suma a otros dados a conocer recientemente como el de los enormes bagres Brachyplatystoma elbakyani y Phractocephalus yaguaron, peces gigantes emparentados con los que hoy en día viven en los grandes ríos del norte sudamericano. Sin dudas todos estos peces testimonian como en el pasado las cuencas del Amazonas y Paraná compartían una ictiofauna más diversa genéricamente. En aquel entonces nuestro río estaba plagado de manatíes, delfines similares a los que hoy viven en el Amazonas, aves buceadoras y enormes mamíferos hoy extintos. Este nuevo hallazgo permite inferir que varios grupos de peces sudamericanos (y otros animales) que antes estaban presentes en el Paraná sufrieron extinciones regionales en tiempos geológicamente recientes.

El hallazgo fue realizado por Sergio Bogan y Federico Agnolin, investigadores de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" y el CONICET. Fuente; Fundación Azara.

lunes, 6 de julio de 2020

Xiphactinus, un pez gigante de 70 millones de años en Chubut.




Paleontólogos argentinos encontraron restos de un pez depredador que convivió con los dinosaurios y superaba los seis metros de longitud. Los fósiles de este animal carnívoro de dientes puntiagudos y apariencia temeraria fueron hallados en inmediaciones del lago Colhué Huapial, al sur de la provincia de Chubut. 

Investigadores del Laboratorio de Anatomía Comparada (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), del CONICET y de la Fundación Azara participaron del estudio de este pez gigante que nadó por los mares de la Patagonia a fines del Cretácico, cuando la temperatura era allí mucho más templada que en la actualidad.

El espécimen descubierto pertenece al género Xiphactinus, el cual se encuentra entre los peces depredadores de mayor tamaño que existieron en la historia de la Tierra. Su cuerpo era notablemente estilizado y culminaba en una enorme cabeza de grandes mandíbulas y dientes filosos como agujas, de varios centímetros de largo.

La autora principal de esta investigación, Julieta de Pasqua, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “es el primer ejemplar de esta especie que se ha encontrado en la Argentina; pudimos estudiar el cráneo, más específicamente la boca, y también una vértebra de este animal”.

Con unos seis metros de longitud, este animal poseía dimensiones dignas de los relatos de la película Big Fish. Aunque, en este caso, no se trata de un mito ni de una fantasía. En tanto, su hallazgo tuvo una característica particular.

Fue colectado hace más de 70 años al sur de Chubut y sus restos quedaron resguardados en las colecciones del Museo Argentino de Ciencias Naturales, pero sin haber sido estudiados. En 2020, al publicarse esta investigación, de alguna forma, este gran pez fue descubierto por segunda vez.

El doctor Federico Agnolin, investigador del MACN, del CONICET y de la Fundación Azara, contó que “a fines del Cretácico, la Patagonia argentina era muy diferente: la cordillera de los Andes aún no había emergido y una gran parte del Océano Atlántico invadía las provincias de Mendoza, Rio Negro, Chubut y parte de Santa Cruz; en este marco, la fauna era muy distinta a la que vemos hoy en día”.

“Las aguas de ese antiguo mar, conocido como “Mas de Kawas”, eran mucho más templadas y había una gran variedad de peces, de invertebrados marinos como los corales y, también, había reptiles marinos del grupo de los plesiosaurios y mosasaurios, entre otros”, indicó Agnolin. Y agregó: “Con este estudio, ahora sabemos que también había un pez carnívoro de dimensiones descomunales”.

Estos peces gigantescos se caracterizaban por tener un cráneo muy extraño plagado de dientes puntiagudos. “Eran animales profundamente carnívoros y parece que el cráneo formaba una especie de tubo suctor con el cual podía capturar a sus presas por la forma de la cabeza”, agregó el paleontólogo.

El nombre científico de este género fósil es Xiphactinus y, en Norteamérica, por la forma de sus cabezas, también son conocidos como peces bulldog. “Hay registros de estos peces gigantes carnívoros en otras partes del mundo; incluso, hay esqueletos completos, algunos de los cuales hasta preservan el contenido estomacal”, precisó Julieta de Pasqua.

Solo había registros de Xiphactinus en el Hemisferio Norte, pero, hace pocos años, se encontró un ejemplar en Venezuela y, ahora, se suma este nuevo espécimen en el sur de Argentina.

“Con este nuevo estudio, sabemos que este animal tenía una distribución mucho más amplia de lo que se creía anteriormente; ahora, tenemos conocimiento de que estos peces bulldog se distribuían en gran parte de los mares del mundo e incluso en nuestra Patagonia”, aseveró Agnolin.

Este estudio, del cual también participó el investigador Sergio Bogan de la Fundación Azara, fue publicado recientemente en la revista científica Alcheringa: An Australasian Journal of Palaeontology con el título "First record of the ichthyodectiform fish Xiphactinus (Teleostei) from Patagonia, Argentina”.  

Los Xiphactinus tenían un cuerpo hidrodinámico y estilizado. La ilustración de este ejemplar hallado en la Patagonia fue realizada por el becario del CONICET Sebastián Rozadilla (ver galería de imágenes). En las fotografías, puede observarse un fragmento del maxilar con los alvéolos donde estaban ubicados los dientes del pez.