jueves, 30 de septiembre de 2021

Tika giacchinoi, una nueva especie de esfenodonte del Cretacico.



Paleontólogos argentinos dieron a conocer a Tika giacchinoi, una nueva especie del Cretácico emparentada con los tatuaras que viven en la actualidad. El hallazgo se produjo en La Buitrera, al noroeste de Río Negro, un sitio donde también vivieron carnívoros del grupo de los velocirraptores, titanosaurios, cocodrilos, serpientes con patas, tortugas y peces, entre otros animales.

En La Buitrera, un yacimiento ubicado al noroeste de Río Negro, se han encontrado ejemplares sorprendentes como una serpiente con patas (Najash rionegrina) y un mamífero de hocico largo muy parecido a la “ardilla” de la película la Era de Hielo (Cronopio dentiacutus). Ahora, a partir de un estudio de los doctores Sebastián Apesteguía, Fernando Garberoglio y Raúl Gómez, un nuevo amigo se suma a esta fauna: el esfedonte Tika giacchinoi. 

El paleontólogo Sebastián Apesteguía, director del Área de Paleontología de la Fundación Azara (CEBBAD-CONICET), comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “El hallazgo que nos convoca hoy, el de Tika giacchinoi, es de un esfonodonte esfenodontino, es decir, del mismo grupo que el actual tatuara, pero de prácticamente 100 millones de años de antigüedad”.

“Tika es entonces el pariente más antiguo del hemisferio sur del actual tatuara. Este animal -que alcanzaba unos 25 centímetros de longitud- era pequeño comparado con los esfenodontes herbívoros -los cuales medían un metro y medio de longitud y eran mucho más abundantes en este sitio-“, precisó Apesteguía.

El coautor de este estudio publicado en la revista Ameghiniana con el título “Earliest tuatara relative (Lepidosauria: Sphenodontinae) from southern continents” es el doctor Fernando Garberoglio, quien también se desempeña en la Fundación Azara y es especialista en el estudio de las serpientes fósiles de La Buitrera.

Este sitio, hace 95 millones de años, era un desierto con algunas lagunas, en las cuales vivían tortugas de agua dulce y peces pulmonados. “Entre los aninales grandes que habitaban la zona, teníamos saurópodos cuello largo del grupo de los rebraquisáuridos y también había titanosaurios; también, se hallaron restos de carcarontosáuridos, que son los carnívoros más grandes del mundo que se conozcan de todas las épocas, aunque seguramente no vivían en este desierto, sino que pasaban simplemente y han quedado algunos huesos y algunos dientes sueltos en el registro fósil”, describió Apesteguía.

Por su parte, el doctor Raúl Gómez del Departamento de Biodiversidad y Biología Experimental de la Universidad de Buenos Aires destacó: “Esta nueva especie se trata de uno de los parientes más cercanos y mejor representados del tatuara del Nueva Zelanda que vie en la actualidad”.

Gómez, quien realizó las ilustraciones para la publicación, agregó que Tika giacchinoi aporta a la descripción de que había una diversidad mayor a la que se conocía en la Patagonia para este grupo.

El hallazgo de Tika giacchinoi   

Según contó Apesteguía, la investigación sobre esta nueva especie ha llevado muchos años: “Los primeros restos se descubrieron hace ya una década, pero no teníamos las suficientes evidencias como para poder estudiarlo con confianza. Eso es lo que tiene una localidad como La Buitrera, la cual es una localidad muy especial, porque al ser un desierto tiene especímenes de pocas especies, pero mucha cantidad de las mismas”.

“Entonces, el estudio lleva varias muchas etapas y, a veces, mucho tiempo. Y recién ahora es que pudimos reunir la suficiente cantidad de material como para estudiarlo y darle un nombre”, agregó el especialista.

El material estudiado incluye un esqueleto incompleto con restos de cráneo además de otros dos restos craneanos. A partir de ello, se pudo estimar que este animal tenía un cráneo de unos cuatro centímetros de largo y un cuerpo de entre 25 y 30 centímetros. Actualmente, estos ejemplares están resguardados en el Museo Carlos Ameghino de la ciudad de Cipolletti, Río Negro.

Apesteguía destacó la participación de técnicos y colaboradores que han participado en la extracción y preparación de materiales de materiales, en particular de Leonardo Javier Pazo, quien identificó parte de los materiales que se pudieron adosar a este estudio publicado en la revista Ameghiniana.

De los trabajos de campo también partícipes Lucila Fernández Dumont, Facundo Riguetti, Guillermo Rougier, Eliana Cimorelli, Mercedes Prámparo, Ana P. Carignano, Gonzalo Veiga y Michael Caldwell.

El doctor Apesteguía también mencionó el apoyo otorgado por distintas instituciones nacionales e internacionales, tanto del CONICET y la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, como de Fundación Azara y la National Geographic Society. Reconstrucción de Tika giacchinoi en vida. Crédito: Raúl Gómez.

martes, 14 de septiembre de 2021

La fauna en el extremo sur de la Patagonia durante el Cretácico.


El hallazgo fue realizado por un grupo de paleontólogos en Cerro Fortaleza, Santa Cruz, y publicado en la revista Plos One.

“Fuimos con la expectativa de encontrar huesos de abelisáuridos o megaraptóridos, dinosaurios carnívoros de gran tamaño que habitaron la región; sin embargo nuestro gran hallazgo en la campaña fueron unos dientes y unas estructuras muy, muy pequeñas que no superan los 6 milímetros”, cuenta Ariel Méndez, investigador adjunto del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP-CONICET).

Cerro Fortaleza es una localidad ubicada cerca del extremo este del Lago Viedma en la Provincia de Santa Cruz, donde afloran sedimentos de edad cretácica, de unos 80 millones de años de antigüedad. En este lugar abundan colinas, valles, grietas y cañadones de diferentes profundidades y el trabajo científico puede resultar dificultoso. En la jerga paleontológica se denomina a este tipo de sitios como bad lands, que en castellano se traduce como tierras malas (también llamadas huayquerías), y si bien en los sedimentos del Cerro Fortaleza el hallazgo de fósiles es frecuente, en general se encuentran solamente huesos de grandes dimensiones, pertenecientes a un único tipo de dinosaurio: saurópodos titanosaurios.

“Recorrimos durante doce días en el lugar y cuando estábamos a punto de finalizar la campaña encontramos en un área pequeña, de unos 4 metros cuadrados de superficie, numerosos fragmentos de fósiles, muchos de ellos menores de 1 centímetro de largo, y que debido a su naturaleza fragmentaria no podían ser identificados. Entre estos restos había además fragmentos de dientes. El investigador Yuong-Nam Lee, que trabaja en la Universidad Nacional de Seúl y cuenta con amplia experiencia en el estudio de dinosaurios que vivieron a finales del Cretácico en Mongolia, al ver uno de los dientes de apenas 3,5 milímetros de ancho y que tiene forma de hoja, señaló inmediatamente que pertenecía a un anquilosaurio. Esta apreciación nos llamó fuertemente la atención porque no solo hay muy pocos registros de este grupo de dinosaurios en Argentina, sino que hasta el momento solo se habían encontrado dos dientes: uno en Río Negro y otro en la Antártida”, cuenta Ariana Paulina-Carabajal, investigadora independiente del Instituto de Investigaciones de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET). Los estudios posteriores que se realizaron en el laboratorio confirmaron la identificación del portador de este diente.

Los anquilosaurios son un grupo de dinosaurios que tenían una coraza o armadura y por ellos son conocidos como “dinosaurios acorazados”.  Además, el grupo de paleontólogos había encontrado numerosos osteodermos,  que son estructuras óseas que protegen el cuerpo de los anquilosaurios. En este caso, se halló un tipo de osteodermos diminutos, llamados osículos intersticiales, que rellenaban los espacios entre los osteodermos grandes, formando una armadura sobre la cabeza, cuello, espalda, panza y patas del animal. El hallazgo en Cerro Fortaleza es el primero de este tipo diminuto de osteodermos fuera de Australia y Norteamérica y la investigación fue publicada en la revista Plos One.

“El mayor número de dientes que encontramos no eran de dinosaurios sino de un tipo de cocodrilos continentales extintos llamados peirosáuridos, que están ampliamente distribuidos en el norte de Patagonia y no había aún un registro tan al sur. Entre los dientes de dinosaurios encontramos uno que coincide morfológicamente con los dientes de abelisáuridos, de los que ya tenemos registro y otro diente que presenta una rugosidad en el esmalte en un patrón que no está presente en ningún otro diente, pero al estar tan mal preservado, no pudimos determinar a qué grupo podía pertenecer. Es un misterio. No coincide con nada de lo conocido hasta el momento. Y esto indica que hay más tipos de dinosaurios de los que recuperamos hasta ahora. Eso nos da esperanza de volver en otro momento para intentar encontrar más de esos dientes”, afirma Méndez.

Estos hallazgos indicarían que esos animales convivieron en un mismo lugar y en un mismo tiempo. “Estos restos de dinosaurios y cocodrilos, sumados a los fósiles de plantas que ya habían sido estudiados en la zona, y a los estudios de los sedimentos, nos permiten comenzar a reconstruir ese ecosistema de hace 80 millones de años”, concluyó Paulina-Carabajal.

“Realizamos dos campañas al Cerro Fortaleza. La primera en 2016 con la idea de encontrar restos fósiles de grandes dimensiones y lo importante terminó siendo lo microscópico. En 2019 volvimos a la misma formación para intentar profundizar los hallazgos del viaje anterior. Tampoco tuvimos suerte porque literalmente nos corrió la lluvia. Evidentemente la paleontología es un trabajo sistemático que a la larga da resultados. Estamos planificando ahora la tercera visita”, asegura Méndez. Fuente: Conicet. Ilustración de Jorge González.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm


 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Describen fosiles del Jurásico en la provincia de Santa Cruz.

 




Un equipo de paleontólogos y geólogos identificó diversos ambientes y distintas plantas dentro del ambiente volcánico que hubo en la provincia de Santa Cruz hace unos 150 millones de años. En este ambiente, también se preservan hongos e insectos, por lo que este paisaje podría entenderse como un parque jurásico en el mundo real.

Generalmente, las películas e incluso los documentales de dinosaurios no describen muy bien a los ambientes y a la vegetación en los cuales habitaban estos animales. Por contrapartida, para echar luz en el conocimiento de cómo fueron los parques jurásicos, un nuevo estudio presenta diversos tipos de plantas que existieron en el ambiente volcánico del Macizo del Deseado, en la actual provincia de Santa Cruz, entre los 178 y 151 millones de años de antigüedad.

La paleontóloga Ana Julia Sagasti, becaria posdoctoral del CONICET e investigadora en el Instituto de Recursos Minerales (INREMI) dependiente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “Lo que hicimos fue estudiar los tipos de plantas, cómo se fosilizaron y, a partir de ello, pudimos describir nuevas características sobre cómo eran los distintos ambientes”.

Entre esta vegetación jurásica se encuentran helechos y coníferas, entre otras especies. “Una de las características interesantes de la localidad fosilífera de Flecha Negra, ubicada al centro de Santa Cruz, es que se conservan plantas en distintos modos de conservación; distintas partes de la planta se preservan de diversas maneras y todo ello nos permitió reconstruir cómo era el ambiente sedimentario y cómo eran las condiciones ambientales en el momento en que se formó este yacimiento”, indicó la autora principal del estudio publicado en la revista científica Ameghiniana.

La doctora Sagasti explicó que “por ejemplo, las hojas se conservan bajo otras condiciones que los troncos, porque tienen distintos tipos de tejidos; unos son órganos planos y otros tienen volumen, por lo que se preservan de forma diferente y se transportan de forma diferente. Todo ello nos dio pistas para poder reconstruir el ambiente”.

El geólogo Diego Guido, profesor de la UNLP e investigador del CONICET en el INREMI, lleva adelante estudios en este ambiente volcánico del Jurásico hace más de 25 años. “En el Macizo del Deseado, hemos hallado 23 localidades de depósitos geotermales fósiles, sectores donde, en el Jurásico, el agua superficial que se infiltraba en el subsuelo era calentada por los magmas y generaban campos geotérmicos similares a los que en la actualidad se ven en Yellowstone, en Estados Unidos”.

El Macizo del Deseado tiene unos 230 kilómetros cuadrados de superficie. Esta enorme región fosilífera se formó durante más de 25 millones de años de erupciones volcánicas vinculadas al proceso de inicio de la apertura del proto Atlántico, a partir del desmembramiento de supercontinente Gondwana durante el Jurásico.

“Junto con este enorme vulcanismo, se produjeron grandes cantidades de aguas hidrotermales”, explicó el Dr. Guido. Y destacó: “Es importante saber que es muy difícil que se haya preservado este sistema geotérmico del Jurásico; de hecho, estas localidades fosilíferas de la Patagonia son una rareza. Recientemente, se han encontrado otros ambientes en Ecuador y en China, pero ambos están muy poco estudiados por el momento”.

Volcanes: ambientes de cenizas y actividad hidrotermal
Todos estos procesos volcánicos generaron ambientes de cenizas, por un lado, y ambientes con actividad hidrotermal, algo similar a lo que se ve actualmente en Yellowstone. “Esos piletones, por la misma actividad volcánica, contienen un montón de minerales en suspensión, lo cual promueve a la fosilización en cherts, las cuales son grandes masas de roca silícea. En ellos, se preservan plantas, animales y hongos de una manera extraordinaria (ver fotos)”, indicó Ana Sagasti.

A partir de esta información, Diego Guido y la doctora Kathleen Campbell de la Universidad de Auckland desarrollaron un modelo de sedimentación y de los distintos tipos de fósiles. “Con este modelo, estudiamos cómo evolucionó el ambiente volcánico en Flecha Negra”, agregó la autora principal del estudio.

Por un lado, hay zonas con abundantes lentes de cherts, vinculados a áreas de actividad hidrotermal. En tanto, hay otros sitios donde la preservación está vinculada a la caída de lluvia de ceniza, lo cual da cuenta de la existencia, en aquel tiempo, de una gran cantidad de explosiones volcánicas.

“Generalmente, por las mismas explosiones volcánicas, estos ambientes tienden a reciclarse y autodestruirse; de allí a que sea tan difícil que se conserven”, relató Guido. Y detalló: “Estas explosiones, pequeñas, pero muy abundantes, rompen el sedimento y, con el paso del tiempo, generan zonas de depresión en el paisaje. De allí que interpretamos que la laguna Flecha Negra que está al lado de donde se encuentran los fósiles es probablemente el lugar donde se hayan producido esas explosiones y, por eso, hoy se presenta como una zona baja que está cubierta con agua”.

El doctor Guido destacó que, para el estudio de este ambiente extraordinario del Macizo del Deseado, participan especialistas de todo el país y también colegas del exterior. De este estudio en particular publicado en la revista Ameghiniana, también fue parte el doctor Juan García Massini del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja (CRILAR-CONICET).

“Aquí, hay fósiles muy variados y con un grado de preservación increíble, lo cual da lugar a una especie de Jurassic Park de plantas, hongos, insectos y muchos otros microorganismos, pero, por el momento, no de dinosaurios”, destacó Guido.

Los materiales colectados para este estudio fueron obtenidos durante una campaña realizada en el año 2014. Actualmente, se encuentran a préstamo en el Museo de La Plata, pero, finalmente, quedarán alojados en el Museo de Santa Cruz. Fuente; Agencia CTyS-UNLaM -

 Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm