martes, 29 de enero de 2019

Pyrotherium romeroi, un antiguo y curioso mamífero del Oligoceno.


Tenía unos 3 metros de largo y pesaría tres tonelada y media. Su nombre significa "Bestia de fuego" ya que los primeros restos hallados por Florentino Ameghino en 1889, provenían de depósitos sedimentarios de origen volcánicos.
Algunos mamíferos fósiles de Sudamérica eran extraños, pues, evolucionaron aislados del resto de los continentes. Pyrotherium se veía como un elefante primitivo en algunos aspectos, pero poseía características propias muy llamativas.
Tenía patas muy fuertes para soportar el enorme peso de su cuerpo. Su cabeza estaba dotada de una trompa y sus mandíbulas estaban acompañadas por seis colmillos, no dos como los elefantes modernos o como algunas formas fósiles. Eran cortos y en forma de cincel, los cuales eran utilizados para excavar la tierra en busca de raíces y bulbos.
Los esqueletos se conocen imperfectamente, las especies más comunes halladas muestran un cuerpo alargado y bajo. Algunas características recuerdan al grupo de grandes herbívoros primitivos, los xenungulados del Paleoceno, con los que se supone que están emparentados. Sin embargo, el estudio completo del tarso de Pyrotherium no apoya esta relación. En un estudio, no se observaron las características más derivadas del mismo en otros mamíferos examinados exceptuando al Arsinoitherium del Paleógeno de África.
Sus restos, hallados en Sudamérica (Brasil, Argentina y Perú), datan del Oligoceno. Foto, Cráneo en el Mef.

sábado, 26 de enero de 2019

Diochotichus vanbenedeni, un primitivo delfín de la Patagonia Argentina.


Pertenece al grupo de los Odontocetos, que constituyen a animales con antecesores de origen continental, las cuales evolucionaron y se adaptaron a la vida acuática, aprovechando los huecos en los nichos ecológicos dejados por los grandes reptiles marinos del Mesozoico.

Diochotichus vanbenedeni procede de sedimentos de la provincia de Chubut y dado a conocer por Florentino Ameghino. Este interpreto una edad más antigua, como el Eoceno. Hoy se cree por otras evidencias que fue una criatura que vivió en el Mioceno.

Los Odontocetos están representados en la actualidad por Cetáceos con dientes (Cachalotes y Delfines), los cuales se han diversificado en numerosas especies y han conquistado prácticamente todos los mares.

En las acumulaciones sedimentarias del Eoceno inferior, los Paleontólogos han registrado varios géneros como Prosqualodon, Argyrocetus y Diochotichus. Este último se distingue por el rostro muy alargado, con dientes anteriores de corona cónica y los posteriores comprendidos y bicuspidada. Los nasales se encuentran muy desarrollados, cubriendo gran parte de la fosa nasal. que es una conformación más simple que los Cetáceos recientes. Imágenes de archivo.


jueves, 24 de enero de 2019

Una misma especie para dos gliptodontes sudamericanos.



En una reciente revisión, investigadores del CONICET comprobaron que los gliptodontes que habitaron la región del sur de Sudamérica hace más de 10 mil años, durante el Pleistoceno tardío, pertenecían a una misma especie: Glyptodon reticulatus. El trabajo, publicado esta semana en el 'Journal of Vertebrate Paleontology', implica una redefinición de la diversidad de estos grandes mamíferos en el continente, que fue considerada mucho más amplia en relevamientos científicos previos.
El análisis incluyó registros fósiles del género que se encuentran en museos de Bolivia, Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. Este minucioso estudio permitió que los paleontólogos verificaran una hipótesis que se barajaba hace varios años, que estimaba que muchos de los ejemplares que habían sido atribuidos a otras especies pertenecen a animales juveniles.
Las conclusiones que fueron presentadas en este artículo demandaron varios años de revisiones sistemáticas y forman parte de un trabajo acerca de los taxones australes de los gliptodontes y su dispersión, que está siendo realizado por el becario doctoral del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET-UNNE), Francisco Cuadelli. “Desde 2015 estamos recopilando el material, estandarizando muestras y estableciendo comparaciones que nos permitieron comprobar que el Glyptodon reticulatus era el más abundante en la región y que muchos de los restos fósiles que fueron atribuídos a otras especies, como Glyptodon asper o Glyptodon clavipes, en realidad corresponden a ejemplares juveniles de la entidad dominante”, explica el paleontólogo, que trabajó en conjunto con investigadores de su misma institución en Corrientes, así como también con especialistas de la provincia de Buenos Aires y de Uruguay.
 Para conseguir suficiente evidencia acerca del vínculo entre los registros, los investigadores aplicaron índices de similaridad, que reveló que las características de los materiales hallados, por ejemplo, en Córdoba, eran las mismas que los de Buenos Aires y los de Bolivia.
La coexistencia de distintas especies de gliptodontes era un hecho que llamaba la atención de los paleontólologos y esa inquietud fue el estímulo que dio inicio a esta línea de investigación. “Desde el punto de vista ecológico, es muy difícil que los animales de gran tamaño -que requieren una enorme cantidad de recursos espaciales y energéticos- evolucionen lo suficiente como para diferenciarse en tantas especies en simultáneo. La confirmación que se obtuvo con este estudio cambia radicalmente el panorama que teníamos respecto a la diversidad y estamos en condiciones de afirmar que en los últimos 70 mil años, hubo una sola especie de Glyptodon (Glyptodon reticulatus) en el sur del continente”, señala el investigador independiente del CONICET en el CECOAL, Alfredo Zurita, quien estudia este grupo de mamíferos hace más de 15 años y es otro de los autores del trabajo.
Respecto a las causas que llevaron a que se adjudiquen ejemplares de Glyptodon reticulatus a otras especies, Zurita explica que tienen que ver con que es muy frecuente la aparición de registros de ejemplares juveniles. “Ahora sabemos que estos gliptodontes más jóvenes tienen características diferentes a las de los adultos, pero que pertenecen a la misma especie”, señala.
 
Otra de las razones tiene que ver con las corazas, que son los restos fósiles más abundantes de estos animales. El patrón de ornamentación de las placas presenta muchos cambios en los distintos sectores de un mismo ejemplar, lo que llevó a que en el pasado se vinculen estas variaciones con distintas especies.
“Todo lo que se ha asignado al Glyptodon clavipes tiene que ver con corazas, pero ha quedado demostrado que no es evidencia suficiente”, señala Cuadrelli. Al mismo tiempo, aclara que esta revisión no da de baja a esa especie, sino que demuestra cómo muchos de los ejemplares que se le atribuyeron son, en realidad, juveniles de Glyptodon reticulatus.
Estos cambios en las clasificaciones en la diversidad de animales prehistóricos son frecuentes en el campo de la paleontología en los últimos años y también hubo casos similares en dinosaurios. Uno de ellos fue el del Nanotyrannus lancensis, que se diferenciaba del Tyrannosaurus rex por ser de un tamaño más pequeño y presentar un número diferente de dientes, pero que actualmente es reconocido como parte de la misma especie.
Los gliptodontes fueron uno de los animales cuaternarios más emblemáticos de Sudamérica y pertenecen a los xenartros, un grupo de mamíferos endémicos de Sudamérica. Sin embargo, durante la formación del istmo de Panamá, lograron llegar hasta América del Norte.
Su extinción ocurrió hace unos 9 mil años, en el límite entre el Pleistoceno y el Holoceno, cuando desapareció toda la megafauna compuesta por mastodontes, perezosos y toxodontes. El estrés ecológico que sufrían las poblaciones por la alternancia de ciclos glaciales e interglaciales, sumada a la presión que ejerció la llegada de los humanos y sus hábitos de cacería, habrían sido los factores que contribuyeron a su desaparición.
En la fauna que habita el planeta en la actualidad, no existen animales similares a los gliptodones, que podían llegar a pesar más de una tonelada. “Tienen características que no se ven en ningún otro mamífero, como la coraza que los cubría, que no estaba articulada y era completamente inamovible. Su biología era extraña y eso los vuelve fascinantes para la paleontología. Todavía nos queda mucho por descubrir acerca de estos animales”, asegura Cuadrelli.
Otra de las conclusiones a la que llegaron los paleontólogos en este reciente trabajo es que no sólo la diversidad del género es muy baja, sino que también su evolución morfológica fue muy lenta. “Si comparamos los registros de Glyptodon reticulatus con los de Glyptodon munizi, que vivieron en un período previo, vemos que tienen muchas similitudes, pese a que tienen casi un millón de años de diferencia”, señala Zurita. (Fuente: CONICET/DICYT). Imágenes tomadas de la web. Tubo caudal de Glyptodon reticulatus en el Museo Municipal de Ciencias Naturales Punta Hermengo de Miramar.

miércoles, 23 de enero de 2019

Notiantha grandensis, flores del Paleoceno de Chubut.


Un equipo científico de Estados Unidos y Argentina ha identificado que se corresponde con el grupo de las Rhamnaceae y ha podido profundizar en cómo fueron las conexiones de la vegetación entre los continentes.
Investigadores de la Cornell University (Estados Unidos), de la Universidad Nacional del Comahue y del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (INIBIOMA-CONICET) de San Carlos de Bariloche, Rio Negro (Argentina) y de la Universidad Estatal de Pennsylvania (Estados Unidos) han estudiado flores fósiles halladas en rocas de 64 millones de años en la denominada Formación Salamanca, en la Patagonia (Chubut, Argentina).
En el Hemisferio Sur rocas de esta edad (Paleoceno temprano) son muy escasas y su estudio muy importante, ya que corresponde al periodo de tiempo más antiguo que se conoce para la era Cenozoica, justo al que siguió a una gran extinción masiva a nivel global. Existen muy pocos registros en el mundo de lo que ocurrió después de esta gran pérdida de finales del periodo Cretácico, cuando más del 70 por ciento de la flora y fauna del planeta se extinguió.
Durante las campañas de campo en Patagonia realizadas entre el 2005 y el 2012, los investigadores pudieron recopilar varias flores fósiles que se preservaban dentro de rocas, aplastadas en forma de lajas. Los materiales, muy pequeños, tuvieron que ser limpiados de sedimento que lo cubría.
Las ramnáceas (Rhamnaceae), se trata de árboles o arbustos, a veces trepadores con espinas, y matas. Hojas simples con frecuencia alternas, a veces opuestas, con estípulas caducas o transformadas en espinas; flores inconspicuas, hermafroditas o unisexuales, pentámeras o tetrámeras, diclamideas o monoclamideas, de ovario súpero o ínfero, con un óvulo por lóculo.

lunes, 21 de enero de 2019

Unenlagia comahuensis, un dinosaurio con características de ave del Cretácico de Neuquén.



Fue descubierto y estudiado por el Doctor Fernando Novas del Museo Argentino de Ciencias Naturales en el año 1997. Se trata de un Dinosaurio terópodos con características avianas (ave), hallado a 20 kilómetros al oeste de Plaza Huincul en la Provincia de Neuquén.
Los huesos coleccionados de esta especie son muy pocos, pero suficientes para demostrar caracteres pre-avianos muy significativos, como los restos óseos de la pelvis que son comparables a los de la primitiva ave Jurasica de Alemania Archaeopterix. La escápula y húmeros también presentan estos caracteres, y con indicios que podía plegar su brazo, aun cuando era muy reducido para conformar un ala efectiva para el vuelo.
Unenlagia tenía aproximadamente 1,2 metros de la cabeza y 1,7 hasta la cabeza. es un género de dinosaurios terópodos dromeosáuridos, que vivieron a mediados del período Cretácico, hace aproximadamente 90 millones de años, durante el Cenomaniano, en lo que hoy es Sudamérica. Habitó en Argentina hace alrededor de 90 millones de años y era del tamaño de un avestruz. Este animal era corredor y media alrededor de 2.10 metros de largo y 1.20 de alto.
Tenía los miembros delanteros con forma de alas, y es muy probable que tuviera plumas. La disposición de la articulación del hombro implica que los brazos del Unenlagia no colgaban debajo del cuerpo, sino que se plegaban contra este. Se trata de unos dromeosáuridos de Gondwana muy similares a las aves. Están ubicados dentro de la subfamilia de los unenlagiínidos, que incluye también a Buitreraptor y al Neuquenraptor. Ilustracion  Unenlagia de Jose Antonio Penas.

viernes, 18 de enero de 2019

Tehuelchesaurus benitezii, un gigante dinosaurio del jurásico de Patagonia.



Recientemente ha sido descripta esta nueva especie de saurópodo de los mismos niveles estratigráficos del Volkheimeria chubutensis: el Tehuelchesaurus benitezii.
Lo destacable de esta especie es la notable similitud que posee con un saurópodo Omeisaurus tianfuensis de China, lo que indicaría una cierta continuidad faunística entre Patagonia y Asia Oriental durante ese tiempo. Los huesos de este primitivo Dinosaurio proceden de la Formación Cañodon Asfalto, aflorante en el Cerro Condor, en el centro de la Provincia de Chubut.
Los restos de este primer ejemplar de Tehuelchesaurus, corresponden a un individuo de aproximadamente 12 metros de largo. Rodeando al esqueleto, los paleontologos encontraron numerosos dientes de Terópodos, posiblemente estas piezas dentarias fueron perdidas por dinosaurios carroñeros que depredaron el cadáver.
Lo más transcendental del hallazgo de Tehuelchesaurus benitezii encontrar las impresiones de la piel, representando uno de los pocos dinosaurios en los que esta parte del cuerpo es conocida. Estas impresiones, corresponden a diferentes partes del cuerpo, y revelan que Tehuelchesaurio  estaba cubierto por escamas planas de contorno hexagonal. Que no se imbricaban como en los lagartos actuales, sino que se ubicaban adyacentes entre si formando un figura de roseta.
El humero de este gigante mide 1,14 metros, y el fémur supera el 1,5 metros. El material se encuentra en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF) de la ciudad de Trelew.
Imágenes; impronta de piel en el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF). Esquema de fosiles recuperados y aspecto en vida.

jueves, 17 de enero de 2019

Lagosuchus talampayensis, el abuelo de los dinosaurios en el Triasico de La Rioja.


Es un género extinto de pequeños arcosaurios cuyos fósiles fueron hallados en la Formación Chañares de Argentina, que data del Triásico Medio.
Es considerado por los Paleontólogos como el abuelo de los Dinosaurios, aunque propiamente no era un Dinosaurio. En realidad se trata de un género conocido más cercano al antecesor hipotetico de todos los Dinosaurios.
Fue un animal bipedo, de pequeño tamaño, dotado de un cráneo relativamente reducido, con dientes agudos, fuertes, propios de un animal depredador. La gracilidad de su arquitectura esqueletaría indica que fue un animal agil y corredor.
Su habilidad para la marcha se basa, sobre todo, por presentar un fémur, tibiotarso y metatarsos largos y notablemente delgados. Además la postura digitígrada mencionada previamente en el texto, es otra manera de aumentar la longitud efectiva del miembro posterior para generar una carrera más rápida.
Algunos Paleontólogos creen que Lagosuchus y Lagerpeton, podrían ser formas saltadoras. Fue hallado en capas del Triasico medio de la Formación Los Chañares, en la cuenca triasica de Ischigualasto - Villa Unión, región límite entre las Provincias de La Rioja y San Juan, República Argentina. Su antigüedad es de 225 millones de años aproximadamente, 6 millones de años antes que los primeros dinosaurios propiamente dichos, conocidos en la sección inferior del Triasico superior. En la foto, copia de esqueleto en el Museo Municipal Punta Hermego de Miramar.

lunes, 14 de enero de 2019

Lepidodendron un árbol con escamas del Carbonífero.


Es uno de los fósiles del período Carbonífero (hace 360 a 286 millones de años) es la más común de las plantas encontradas en rocas del Pensilvaniense, de un tamaño próximo a los 40 metros, y se suelen encontrar en fosas sedimentarias de este período.
En Peñarroya-Pueblonuevo debió existir un gran bosque de estas plantas. Ahora solo queda el carbón. Debe su nombre a la curiosa forma de sus escamas. Vivieron en lugares semipantanosos.
Eran árboles de gran altura. Sólo se conocen por reconstrucción. Poseían un sistema radical muy abierto. Se ramificaban en la copa con microfilos (de 20 centímetros de longitud pero un solo nervio), en los restos de las ramas quedan cicatrices, fundamentales para reconocer las distintas especies de Lepidodendrales.
Es lo que se conoce como cicatriz foliar, quedando en la hoja de Lepidodendron una cicatriz romboide. El tronco está formado por las bases de las hojas, y sobre ellas están las hojas propiamente dichas.
Probablemente eran heterospóreos y pteridófitos. Eran gigantes hierbas, el tronco producía muy poca madera; teniendo ayuda estructural proveniente de una región espesa de corteza, capa rígida que no se descascaraba como en la mayoría de los árboles modernos. Se reproducía por esporas.

sábado, 12 de enero de 2019

Museo Provincial de Ciencias Naturales de Córdoba.






El Museo Provincial de Ciencias Naturales Dr. Arturo Umberto Illía, ubicado en la avenida Poeta Lugones 395, del barrio Nueva Córdoba, de la ciudad capital (sector norte del Parque Sarmiento). Exhibe desde el 12 de julio del 2007, el acervo en Ciencias Naturales que atesora la provincia.
En sus orígenes, el gobierno de Córdoba encomendó al reverendo Jerónimo Lavagna la fundación y dirección del Museo Politécnico Provincial. Todas las valiosas colecciones que el mismo Lavagna donó serían la base del Museo Politécnico.
De allí en adelante funcionó en distintos lugares hasta que fue emplazado en el lugar que ocupa actualmente, una bella estructura que en su interior posee configuración de caracol, con tres entarimados circulares que se conectan entre sí mediante rampas para permitir la circulación continua de los visitantes y un permanente estímulo visual.
En las colecciones se destaca una valiosa colección de minerales y rocas de distintas parte del mundo y una multiplicidad de ejemplares de flora y fauna, característicos de los ambientes naturales de Córdoba.
Sin duda, su más grande atracción son las réplicas en tamaño natural de mamíferos gigantes (Megafauna autóctona) que en épocas pasadas habitaron el territorio cordobés, además de las réplicas se expone una pieza original de caparazón de Glyptodon, recuperado en cercanías de Almafuerte.
Asimismo, en el Museo se desarrollan actividades de investigación por profesionales especializados y cuenta, para tal fin, con laboratorios de biología y paleontología. El Tercer Nivel alberga una sala de conferencias con capacidad para 80 personas, equipada con equipos de sonido, iluminación y proyectores de imágenes.
Sumado a esto, se exhiben minerales, rocas, fósiles, paleoesculturas e hitos en la construcción del pensamiento científico en ciencias naturales. También hay gigantografías sobre ambientes naturales del territorio cordobés y una vieja colección correspondiente a paisajes y fauna taxidermizada de Córdoba.
Con respecto al Patrimonio natural, la Agencia Córdoba Ambiente producirá información para el tercer nivel del museo, dedicado a la conservación del mismo. Se pueden ver pieles de animales cazados ilegalmente (pumas, lampalaguas, ciervos y zorros) e incluso, se incautó un puma embalsamado que se instaló en el paisaje cordobés relativo a las Sierras Grandes. La inauguración del Museo de Ciencias Naturales – cuya entrada está en avenida Lugones – se realizó el 12 de julio de 2007.
En el museo trabajan biólogos, paleontólogos y guías, incluso en tareas de investigación. En cuanto a infraestructura, el museo tiene sala de conferencias; biblioteca; tienda con productos regionales; 10 computadoras de plasma para que los chicos se conecten gratis por Internet a redes de ciencias naturales; ocho televisores para pasar documentales; y laboratorio equipado con aparato de geoposicionamiento satelital, microscopios y balanzas electrónicas.
El museo dejó de llamarse “Bartolomé Mitre”, como en su vieja localización de avenida Yrigoyen 115, para llamarse Dr. Arturo Humberto Illia. En varias urnas ubicadas en el tercer nivel del Museo Provincial de Ciencias Naturales, en el Parque Sarmiento, los visitantes depositaron sus opiniones acerca del nombre que debería identificar a ese centro de exhibición y conservación de valiosas colecciones, y de investigación científica.

miércoles, 9 de enero de 2019

Encuentran fósiles de una gigantesca ballena depredadora del 15 millones de años en Rio Negro.



Tenía dientes de hasta 36 centímetros de largo, los más grandes que se conozcan para un vertebrado, y se alimentaba de ballenas. En aquella época, este “Movy-Dick” competía contra otro monstruo depredador de los mares: el megalodon, ese tiburón gigante que superaba los 18 metros de largo y en el que está inspirada la famosa película de Spielberg.
El investigador Federico Agnolin del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “hace unos 15 millones de años, en la provincia de Río Negro, el Océano Atlántico había invadido parte de los que hoy es la estepa patagónica; este mar poco profundo era de un aspecto tropical, había corales, peces coloridos, ballenas y eran frecuentados por focas, lobos marinos y delfines”.

“En estos mares, así como había toda esta fauna, también había grandes predadores y uno que ya conocíamos era el megalodon, ese gran tiburón sobre el cual se basó la película de Spielberg”, relató Agnolin. Y agregó: “Pero, recientemente, acabamos de publicar el estudio sobre el hallazgo de dientes de un enorme cachalote que vivió en estos mares”.

El paleontólogo del MACN explicó que “si bien en la famosa novela clásica Movy-Dick se cuenta la historia de un cachalote que ataca embarcaciones, estos cetáceos de gran tamaño actualmente se alimentan de calamares y otros animales de cuerpo blando”.

“En cambio, los dientes que encontramos en la provincia de Río Negro en el yacimiento Base del Gualicho nos indican que estas bestias eran grandes predadores que se alimentarían de ballenas y otros vertebrados que podrían atrapar con estos dientes que alcanzaban hasta 36 centímetros de largo y son los dientes más largos que se conocen para un vertebrado”.

Estas bestias semejantes a Moby-Dick son conocidas con el nombre científico de Levyatan, en alusión al monstruo marino descrito en la Biblia y que se toma como representación del demonio. “Este género fue encontrado primero en Perú, después en Chile, y esta es la primera vez que se lo encuentra en Argentina”, precisó el doctor Agnolin.

Actualmente, en dicho yacimiento, se puede ver una salina que está unos 70 metros bajo el nivel del mar (ver video). “Es un lugar increíble visualmente y lo más importante para nosotros es que se encuentran fósiles de todo tipo de vertebrados marinos y muchísima más información sobre cómo era la fauna de los mares tropicales que cubrieron Patagonia hasta hace unos 11 millones de años”, afirmó David Piazza, otro de los autores de este estudio publicado en la Revista Brasileira de Paleontologia.

Este hallazgo en Río Negro representa el primer descubrimiento del Levyatan en el Océano Atlántico e indica que estas bestias marinas estaban más extendidas de lo que se pensaba. “Los motivos de la extinción de estas ballenas depredadoras todavía son desconocidos, pero es probable es estén relacionados con la competencia por los alimentos y esta hipótesis debe ser evaluada a través de hallazgos de nuevos especímenes, así como un análisis detallado del registro fósil”, aseveró Piazza.

Asimismo, aún no se ha podido determinar el tamaño del animal. “Se calcula que podría haber medido entre 13 y 17 metros de largo, o incluso más, lo cual lo convertía en un rival importante para cualquier otro animal; incluso, podría haber sido hasta más grande que el megalodon y debió ser un importante rival para ese tiburón”, consideró el paleontólogo Agnolin.

Su cráneo medía más de 3 metros de longitud y sus mandíbulas estaban acompañadas por unos 40 dientes de más de 30 centímetros de largo. Actualmente, los dientes del Levyatan encontrados en Río Negro se encuentran en el Museo Municipal de Lamarque y el Museo de la Asociación paleontológica de Bariloche.

 

martes, 8 de enero de 2019

Recuperan fósiles del ciervo Morenelaphus más completo de Argentina.



Se rescató alrededor del 70 por ciento de este animal, incluidas piezas dentarias, parte de sus extremidades y la columna vertebral articulada. Este fósil pertenece a la Edad Lujanense, que se extendió desde los 126 mil a los 8500 años antes del presente. Se realizarán dataciones en laboratorio para precisar su antigüedad.
El investigador Germán Gasparini del Museo de La Plata y del CONICET comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el espécimen tiene un excelente estado de preservación y será identificado a partir de sus dientes conjuntamente con otros elementos craneanos y postcraneanos, lo cual es un rasgo novedoso ya que los ciervos fósiles históricamente se identifican por sus astas”.
El director del Museo Paleontológico de San Pedro José Luis Aguilar fue quien realizó el hallazgo de este ciervo fósil hace pocas semanas, cuando realizaba un relevamiento en el yacimiento de Campo Spósito, ubicado al Este del partido de San Pedro, donde hay un sistema de arroyos y riachos. Allí, ya se han encontrado 24 especies de mamíferos y reptiles de distintos tamaños en los últimos 17 años.
Los fósiles fueron trasladados al Museo de San Pedro, donde fueron preparados para su estudio y, posteriormente, serán expuestos al público.  El director Aguilar valoró que “cada uno de estos descubrimientos ayuda a reconstruir cómo era la zona norte de la provincia de Buenos Aires en diferentes momentos de la prehistoria”.      
En tanto, el paleontólogo Gasparini destacó que “este tipo de hallazgo nos brinda la posibilidad de realizar una investigación con un enfoque integral, tanto sistemática como anatómica, estratigráfica, paleobiogeográfica y paleoecológica junto al doctor Nicolás Chimento del Museo Argentino de Ciencias Naturales y al personal del Museo Paleontológico de San Pedro. A su vez, se contará con la colaboración de investigadores de Brasil, de España y de los Estados Unidos”.
Según expresó el especialista, los ciervos pertenecientes al género Morenelaphus podían alcanzar un peso estimativo comparable a la especie viviente del ciervo colorado -el cual puede alcanzar hasta los 200 kilos-. “Era un animal herbívoro de mediano a gran porte, que se extinguió junto a todos los megamamíferos y a una gran cantidad de grandes mamíferos hace unos 8000 años, al no poder sobreponerse a las alteraciones en los tipos de vegetación como consecuencia de los sucesivos cambios climáticos y a la llegada del ser humano”.
Por su parte, el doctor Nicolás Chimento del MACN aseveró que se están realizando “las primeras comparaciones morfológicas y morfométricas con géneros extintos y actuales, habiendo observado diferencias bastante claras que permitirán inferir detalles de su dieta, tamaño y ciertos aspectos de clasificación taxonómica; es muy valioso poder realizar los estudios paleontológicos con un ejemplar tan completo”.
El equipo del Museo de San Pedro que realizó las tareas de rescate en Campo Spósito estuvo compuesto por Matías Swistun, Julio Simonini, Gabriel Tettamanti y el propio Aguilar. De su cráneo, se pudo rescatar parte de su maxilar con algunas piezas dentarias y ambas ramas mandibulares con su dentición prácticamente completa.
 “Por las dimensiones del ejemplar, consideramos que se trata de un animal juvenil, es decir, que aun no había completado su desarrollo al momento de morir”, indicó Aguilar.        
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

domingo, 6 de enero de 2019

Hay un límite para el tamaño corporal en las aves voladoras?

Articulo muy interesante sobre el tamaño de las aves voladoras y sus consecuencias, tomando como ejemplo principal al fósil Argentino "Argentavis magnificens" de la Provincia de la Pampa, cuyo ejemplar posee 9 metros de envergadura.
Se dan a conocer posibles hipótesis, y se evacuan algunas dudas que han tenido durante varios años los Paleontólogos, Biólogos y Físicos.     
La aplicación de algunos principios aerodinámicos básicos permite generar aún más información sobre la capacidad y estilo de vuelo de Argentavis. Así, dado que las aves son más pesadas que el aire en el que se mueven, debe existir una fuerza vertical de ascenso que se contraponga al peso del animal. Por Sergio Vizcaíno, Paul Palmqvist y Richard Fariña. 

jueves, 3 de enero de 2019

Lama guanicoe, presente en gran parte del Holoceno.



Es una especie de mamífero artiodáctilo de la familia Camelidae propia de América del Sur. En la actualidad se encuentra representado por el típico guanaco, que habita principalmente la Provincia de La Pampa y la Región Patagonica y Cuyo.
Se pueden hallar restos fósiles de Lama guanicoe desde el Pleistoceno, con cierto parentesco y semejanza al género Paleolama que ya hemos descripto anteriormente (Pleistoceno). Su registro desaparece hace solo unos siglos atrás, calculados en el siglo XVI y XVII en la provincia de Buenos Aires donde era muy común.
Desde la llegada de los primeros grupos humanos cazadores, se convirtió en una presa muy usual, cuyos restos óseos son los más comunes entre los grandes mamíferos en sitios arqueológicos.
En la Provincia de Buenos Aires se han hallado en la localidad de Pehuen-Co, un sitio paleoicnologico con numerosas pisadas en las orillas de un paleopantano, como así también en las localidades de Santa Clara del Mar y Miramar.
Por lo general, en todos los casos en que los restos de Lama guanicoe aparecen acumulados por manipulación antropica, se trata de huesos largos fracturados, ya que los aborígenes consumían la medula ósea rica en proteínas y grasa. Cráneo en el Museo de La Plata (Pleistoceno) esqueleto y recreación.