domingo, 30 de septiembre de 2018

Archaeocyatha, un formador de arrecifes en el Cámbrico de la precordillera, San Juan.


Fueron animales pequeños, de varios centímetros, y que poseían forma cónica o cilindro-cónica. Su posición sistemática es incierta, habiéndose incluido con los poríferos (filo Porifera) o en un filo propio (filo Archaeocyatha). Exclusivos del Cámbrico inferior (570 a 536 Ma).
Junto a algas calcáreas, fueron formadores de arrecifes en ambientes marinos someros. Distribución geográfica muy extensa: aparecen fósiles de arqueociatos en todos los continentes. Poseen una capa o muralla externa y en la mayoría de las familias también una muralla interna. El espacio entre las dos murallas se denomina intervalo, dividido por tabiques radiales denominados septos.
No se parecen directamente a las esclerosponjas. La disposición de los poros consiste en un diámetro menor en la muralla externa que en la interna. De esta manera, el agua circulaba por los poros de fuera hacia el interior. Este patrón es típico de las esponjas. Así se aceptó la cercanía entre arqueociatos y esclerosponjas.
Hoy se considera un grupo extraño. A la altura del río Colorado, precisamente, hay un arco volcánico que atraviesa la Patagonia y pertenece al Paleozoico superior, se han encontrado interesantes fósiles de Archaeocyatha).
En efecto, en la zona de El Jagüelito, una localidad en la provincia de Río Negro, cerca de Sierra Grande, el doctor Pablo González, investigador del Conicet, encontró restos fósiles de arqueociátidos, unas esponjas primitivas, de forma cónica y unos pocos centímetros de longitud. Era la primera vez que se encontraban, en América del Sur, estos organismos que son exclusivos del período Cámbrico inferior. Imágenes de archivo.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Descubren parte del cráneo de un marsupial fósil de pequeño tamaño en el Pleistoceno de San Pedro.



El fósil mide 21 milímetros y fue hallado por el equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de esa localidad bonaerense en sedimentos de la edad Lujanense
 
El pequeñísimo hocico mostraba sus afilados dientes entre los pardos sedimentos depositados en el norte bonaerense durante los últimos 100.000 años. A unos pocos kilómetros del casco urbano de San Pedro, Julio Simonini y José Luis Aguilar, integrantes del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” no salían de su asombro cuando observaron el pequeñísimo fósil.
El diminuto cráneo había quedado expuesto gracias a la erosión de los agentes naturales.
 
Sus dientes están muy gastados, lo que sugiere que se trató de un individuo senil, de edad muy avanzada.
 
Las características de su dentición sugieren que perteneció a un pequeño marsupial (animales que completan su desarrollo en una bolsa o marsupio que posee la madre) con preferencias carnívoras, muy probablemente asignable al género Lestodelphys; con molares comprimidos antero posteriormente, con crestas largas, con la zona de machaque muy angosta.
 
El fósil descubierto en San Pedro, de tan sólo 21 milímetros de largo, perteneció a un ejemplar de una talla mayor a la especie viviente Lestodelphys halli (comadrejita patagónica); y según las primeras apreciaciones se encuentra en el rango de los ejemplares más grandes conocidos de la especie fósil Lestodelphys juga. 
Lestodelphys es un género ocasionalmente registrado en la Región Pampeana, vinculado a los momentos más fríos y secos de las épocas glaciarias ocurridas durante el Cuaternario.
 
En la clasificación y revisión del fósil participaron la Dra. Analía Forasiepi, investigadora del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales de Mendoza (IANIGLA-CONICET) y el Dr. Francisco Goin, del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
 
El Dr. Goin, opina que “uno de los rasgos más claros para distinguir a los marsupiales (el grupo de mamíferos vivientes que incluye al ancestro común de las zarigüeyas, los canguros y todos sus descendientes) de los placentarios (el grupo de mamíferos vivientes al cual pertenecemos nosotros) es la presencia en los marsupiales de tres premolares y cuatro molares, tal cual se observa en el material fósil de San Pedro.
En los Didelphidae, familia a la que pertenecería el diminuto animal hallado, los molares presentan dos partes funcionales: una para el corte (al accionar las crestas cortantes de los dientes homólogos superiores e inferiores) y otra para el machaque (al encastrar las cúspides en las depresiones)”
 
Según consideraciones de la Dra. Forasiepi, “es un animalito muy interesante y entiendo no se corresponde con ninguna de las especies que habitan actualmente en la región.
Comparando con las especies pequeñas de marsupiales vivientes en la zona o en las áreas geográficas vecinas el fósil de San Pedro no concuerda con ninguno de ellos. Y es mayor que la especie Lestodelphys halli , una especie de estirpe patagónica ocasionalmente registrada en provincia de Buenos Aires, vinculada a los momentos más fríos y secos de las épocas glaciarias y con medidas cercanas a las observadas en la dentición de  la especie fósil Lestodelphys juga. Especie con el rango de tamaño del material descubierto ahora en San Pedro”.
 
Los investigadores sostienen que “respecto a Lestodelphys juga (un candidato interesante para la comparación con el marsupial de San Pedro), la especie es conocida mayormente por su dentición inferior. Tan solo cinco especímenes poseen dentición superior, por lo cual existe una larga discusión sobre la validez de esta especie. El estudio del material de San Pedro podría, eventualmente, contribuir a aclarar esta problemática.
Es un animal peculiar que seguro arrojará información interesante. Hasta tanto hemos podido constatar, no se corresponde con ninguna de las especies que habitan actualmente en la región”.
 
Desde el Museo Paleontológico de San Pedro comentan que “el hallazgo de este marsupial representa una excelente oportunidad para conocer a los pequeños mamíferos que habitaron la región junto a grandes bestias como los armadillos gigantes o los grandes perezosos terrestres. Estos frágiles fósiles son extremadamente raros ya que, al ser de animales con huesos tan débiles y delgados, se pierden y no se fosilizan. El hallazgo de este pequeño animal se suma a otras 60 especies que el Museo ha descubierto en la zona en los últimos 20 años”. 
 
 

viernes, 28 de septiembre de 2018

Presentan estudio de restos fósiles de yaguareté hallados en Formosa.

 
 
 

El descubrimiento fue hecho a orillas del río Bermejo en 2015. Los investigadores resaltan la importancia de realizar tomografías para certificar y convalidar ciertos datos.
Un fósil de yaguareté (Panthera onca) de casi 10.000 años de antigüedad fue hallado en la provincia de Formosa. Según los investigadores del Conicet que participaron de los estudios, se trata del uno de los primeros registros fósiles de esta especie en el norte de Argentina y presenta un excelente estado de conservación.
Los resultados de los análisis hecho a los restos fueron publicados recientemente en un artículo en Neues Jahrbuch für Geologie und Paläontologie, una revista científica de Alemania. De acuerdo con las estimaciones del equipo de investigadores –compuesto por integrantes de Formosa, Corrientes y La Plata–; se trata de un ejemplar que vivió durante la transición entre el Pleistoceno tardío y el Holoceno temprano.
Los restos del yaguareté fueron descubiertos en una de las márgenes del río Bermejo, a la altura de la localidad de Villa Escolar, en la provincia de Formosa, por un equipo del Museo Provincial de Ciencias Naturales, dirigido por el arqueólogo Juan Friedrichs. Después del hallazgo y la extracción del material, que ocurrió en 2015, se dio aviso a paleontólogos del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal, Conicet-UNNE) y de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata, quienes iniciaron los análisis para determinar la antigüedad y las características del animal.
“Desde un principio supimos que se trababa de un carnívoro, algo que aparece con muy poca frecuencia en estos yacimientos, en los que sí abundan los fósiles de animales herbívoros, por lo que se trataba de un hallazgo importante. Después de los primeros estudios, pudimos confirmar que se trataba de Panthera onca, una especie de la que no se tenía registro fósil en esta zona”, destaca la becaria doctoral del Conicet en el Cecoal, Cecilia Méndez.
El excelente estado de conservación del material –consistente en un cráneo junto con la mandíbula completamente articulada, el atlas y el húmero– es una de las principales características de este ejemplar fósil. “La paleofauna asociada y las dataciones realizadas, permitieron determinar que tiene una antigüedad de entre 9.500 y 10.000 años. Esto nos ubica entre el Pleistoceno tardío y el principio del Holoceno”, explica el investigador del Conicet en el Cecoal, Alfredo Zurita.
“En este primer trabajo se realizó una presentación y una descripción del hallazgo, pero el equipo de investigadores tiene previsto avanzar con nuevos estudios de estas piezas, con el objetivo de conocer otros aspectos referidos a la especie, que cobra actualmente una particular relevancia por su crítico grado de conservación en el norte de Argentina. La publicación también incluye los resultados de un análisis fitolítico de los sedimentos, que permiten conocer más de las condiciones de ese entonces y lograr una descripción general del paleoambiente.
Los restos fósiles del yaguareté seguirán siendo estudiados por el equipo de paleontólogos, a través de distintas técnicas y herramientas. “Fue fundamental realizar tomografías computarizadas, y que fue posible mediante un convenio entre el Conicet con el Instituto de Cardiología de Corrientes”, comentó Zurita. Fuente larepublica.


 

jueves, 27 de septiembre de 2018

Hallan restos fósiles de una ballena en el margen de un arroyo en Ramallo.


Restos óseos de una ballena fueron hallados la margen derecha del Arroyo de Las Hermanas, en el partido de Ramallo. Lo novedoso de ese descubrimiento radica en que tenía vestigios humanos indicando que el paso del hombre por esa zona data de muchos años antes de lo que se creía, según los investigadores.
A partir de la bajante excepcional que se registra en el río Paraná desde hace 15 días, el referente en el Área Paleontológica del OPAP Litoral Norte, Damián Voglino, reconoció restos óseos de una ballena dentro de los sedimentos de la margen derecha del Arroyo de Las Hermanas, en el partido de Ramallo.
El material consiste en siete vértebras caudales o lumbares. El trabajo se enmarca en el proyecto de investigación arqueológica sobre el humedal del río Paraná Inferior a cargo de Dr. Daniel Loponte (CONICET-INAPL).
El trabajo es coordinado por el ramallense Voglino con la colaboración del Licenciado Jorge Liotta y equipo de trabajo del Museo de Ciencias Naturales A. Scasso (San Nicolás) y Miguel Ángel Lugo del Museo Histórico Hércules Rabagliatti de Ramallo.
Durante la era del Holoceno Medio se verificó la última de las ingresiones marinas que modificaron drásticamente el paisaje del tramo final del río Paraná, transformándolo en un ambiente de estuarios donde tuvo lugar el depósito de los restos del primer cetáceo registrado para la región, informaron.
Miguel Ángel Lugo, parte del equipo que realizó el hallazgo y referente del Museo Hércules Rabagliati de la ciudad de Ramallo, remarcó que en 1998 halló restos de un ballena en otra zona del arroyo Las Hermanas también en una pronunciada bajante del río Paraná. Lo novedoso de ese descubrimiento radica en que tenía vestigios humanos indicando que el paso del hombre por esa zona data de muchos años antes de lo que se creía. 
Para Lugo el hallazgo de estos restos fósiles "nos cuenta cómo era el ambiente donde vivieron y murieron estas ballenas hace decenas de siglos atrás, cuando el mar ingresó más de 200 kilómetros adentro de su lugar actual". Fuente. Noticia1.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Restauración de una coraza de Gliptodonte.





Este trabajo comenzó en abril de 2013 y culmino en diciembre del mismo año. El Museo Municipal de Miramar dio a conocer entre sus trabajos de preservación y comunicación del patrimonio natural de la región, la restauración y puesta en valor de un gigante armadillo prehistórico, de unos 700 mil años.

Personal del Museo Municipal Punta Hermengo, dio a conocer una de las nuevas modificaciones que se están llevando adelante en su exhibición de paleontología local, que compara los personajes de la película de La Era de Hielo con las criaturas que alguna vez transitaron la región.


Se trata en una puesta en valor de un gran caparazón de Gliptodonte (Glyptodon munizi), extraído en 1993 en los barrancos del bosque del Vivero Florentino Ameghino. El fósil, en su mayor parte completo, fue restaurado y procesado químicamente para su preservación, y se completó aquellas partes faltantes.


“Se realizó un molde de un fragmento de la coraza, y se lo reprodujo unas 50 veces. De esta forma, se logró llevar a la coraza a su tamaño original – argumento – Mariano Magnussen, quien tomo el desafío en el año 2013.


Por su lado, Daniel Boh, museólogo y encargado de la institución miramarense, destaco; “Estos animales estaban representados por unas 65 especies de distintas formas y tamaños. El que tenemos exhibido y restaurado en el museo es uno de los representantes más grandes que se conocen. En vida tenía 1,5 metros de altura por 3,5 de largo.


Los gliptodonte fueron grandes mamíferos herbívoros que habitaron nuestra zona en los últimos 4 millones de años, aunque los hay más antiguos. En Miramar y alrededores se han recuperado varios ejemplares y restos aislados. En una vitrina lateral, se pueden observar cráneos, fragmentos de coraza, huesos largos y colas de estos animales. El museo miramarense preserva otras tres corazas muy completas y restos de estos gigantes, que esperan su turno y lugar para ser exhibidos.


El Dr Alfredo Zurita, paleontólogo y uno de los expertos mundiales en Gliptodontitos, visito el museo Punta Hermengo y destacó la importancia de la coraza de Glyptodon munizi, y advirtió de que se trataba de uno de los pocos que se conservan en el mundo, no solo por el estado de conservación, sino también por lo raro de la especie.


Para conocer más detalles de este trabajo y otras actividades del museo, visite el sitio web
www.museodemiramar.com.ar  

martes, 25 de septiembre de 2018

Conoce algunos de los fósiles recuperados en la Antártida.


En el interior de estas montañas existen depósitos de carbón y restos fósiles relacionados con el originario clima tropical. La Antártida oriental, un escudo precámbrico geológicamente estable, está cubierta de depósitos sedimentarios e ígneos. La estructura geológica de la Antártida occidental se conoce peor, pero al menos existen dos volcanes activos en el área, el más alto de los dos es el monte Erebus (3.794 m). Los suelos antárticos se clasifican como suelos secos de desierto polar, y se encuentran en varios valles en desglaciación (sin hielo) u oasis y en partes del norte de la península Antártica.
Durante los últimos años se han realizado numerosos descubrimientos Paleontológicos en la Isla James Ross pertenecientes al Sector Antártico Argentino, cuyas expediciones fueron apoyadas por la colaboración destacada de los geólogos del Instituto Antártico Argentino, como así también, en otros sectores del continente blanco. En una de las penínsulas de la Isla James Ross y conocida como "El Morro" se realizaron numerosos estudios y se proyectan otros, cuya área de observación se encuentra a 50 kilómetros de la Base Marambio.  
La Antártida fue la parte central de un antiguo continente, Gondwana. Cuando Gondwana se separó a finales del mesozoico y principios del cenozoico (hace unos 100 millones de años) para formar los continentes del hemisferio sur, la Antártida derivó desde la zona tropical hasta su actual posición polar.
La Antártida consta de dos importantes zonas geológicas. La más grande de las dos, la Antártida oriental, se extiende en su mayoría por el hemisferio este. Es probablemente un escudo precámbrico cubierto por miles de metros de hielo. La era precámbrica transcurrió desde hace 570 millones hasta hace 400 millones de años. La Antártida occidental, casi totalmente dentro del hemisferio oeste, parece ser una continuación de la cordillera de los Andes; glaciólogos y geólogos especulan con la posibilidad de que la Antártida occidental se convirtiera en un archipiélago en caso de que la capa de hielo se retirara.

Las dos zonas de la Antártida están separadas por los montes Trasantárticos, una elevada zona montañosa que se extiende por todo el continente, aunque algunas partes están enterradas bajo la capa de hielo.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Propraopus grandis, el ultimo de los grandes armadillos en el Pleistoceno.


Se trata de otro género de Dasipodido, es decir, un mamífero compuesto por una coraza ósea con placas corneas y a diferencia de los Gliptodontes poseían bandas móviles que les permitían realizar importantes movimientos o ponerse en forma de bola.
Su origen se remonta al Paleoceno medio, calculados en unos 55 millones de años antes del presente y en poco tiempo colonizaron una gran variedad de ambientes, logrando una diversificación muy exitosa. Su tamaño era muy similar al de los actuales "Tatu carreta" que vive en el norte Argentino, llegaba a medir 1,20 metros de longitud. Su alimentación fue muy variada, compuesta principalmente gusanos, huevos, vegetales y animales en estado de descomposición.
Los huesos de sus extremidades eran cortos y robustos, muy característicos de esta familia. Sus falanges ungueales o garras eran muy desarrolladas para realizar extensas madrigueras, donde pasaba gran parte de su tiempo y donde las hembras daban a luz. La presencia de los osteodermos fijos dentro de esta especie se fundamenta por la forma hexagonal y la presencia de dos o tres figuritas periféricas en su borde anterior.
En las placas móviles, se observan los dos surcos que divergen hacia la parte posterior de la placa, limitando de este modo una figura subtriangular. Con respecto al registro fosilífero de esta especie, podemos decir que es muy escaso, y cuando los Paleontólogos y los técnicos encuentran alguna pieza, se trata de restos aislados.
Imágenes, tomadas de archivo y posible aspecto de Propraopus grandis, tomado del paleoartista Jorge Blanco en el libro Bestiario Fósil, como Pampatherium.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Phrynops geoffroanus, una tortuga conocida en el Mio-Plioceno.



El género Phrynops está registrado desde el Mio-Plioceno de la Argentina y el Mioceno superior de Uruguay.
Los antecedentes Los registros fósiles atribuidos al género Phrynops, por el momento están restringidos a sedimentitas del noroeste argentino (Catamarca y Tucumán) y al área de la Mesopotamia, en Argentina; y al Departamento de San José en Uruguay. Restos que han sido asignados a Phrynops también se mencionan para sedimentitas pleistocenas del Carcarañá, provincia de Santa Fe.
Desde el siglo pasado, la existencia de placas fósiles y material fragmentado ya ha sido mencionada por Bravard (1858); Burmeister (1885); Ambrosetti (1893) quienes determinaron a nivel específico placas aisladas, pese a la naturaleza fragmentaria del material. Wieland (1923); cita para la región del Paraná a Parahydraspis paranaensis como un nuevo taxón dentro de pleurodira. Mlynarski al referirse a las tortugas de Paraná, consideró a Parahydraspis paranaensis como un sinónimo de Phrynops geoffroanus.
En el "Mesopotamiense" se han registrado abundantes y numerosas tortugas, principalmente perteneciente a la familia Chelidae, género Phrynops.
Los quélidos, considerados buenos indicadores paleoambientales, señalarían condiciones subtropicales y húmedas, en áreas bajas, inundables y con abundante vegetación. Por lo cual no resulta raro que haya existido una mayor variedad de tortugas acuáticas, entre otros reptiles.
En la imagen se observa un fragmento de caparazón de Phrynops, del Plioceno de la prov. de Entre Ríos. Museo de La Plata.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Argentavis magnificens, el ave voladora de mayor tamaño del Mioceno de La Pampa.



Un esqueleto parcial de este enorme teratornítido se encontró de la provincia de La Pampa, Argentina.
Es la mayor ave voladora que haya existido. Es también el teratornítido más antiguo encontrado, ya que data de fines del Mioceno, entre 6 y 8 millones de años, y uno de los escasos teratornítidos encontrados en América del Sur.
El primer descubrimiento incluyó porciones del cráneo, un húmero incompleto y varios otros huesos del ala. Incluso los cálculos conservadores estiman su envergadura en por lo menos 6 metros, y podría haber llegado hasta los 8 metros.
Su peso se estima en alrededor de 80 kg. Su peso y su envergadura rivalizan entonces con los de los más grandes pterosaurios. Por su tamaño, seguro que fue un ave planeadora, limitando el aleteo al carreteo y posterior despegue, aprovechando las fuertes corrientes térmicas para su majestuoso vuelo que provenían del océano Pacifico, antes de que las cordilleras llegaran a las alturas que presentan en la actualidad. 
Por lo tanto, Argentavis magnificens resulto ser hasta el momento el ave voladora de mayor tamaño del mundo. Ilustracion de Daniel Boh. Mariano Magnussen con recreación de un ala en tamaño natural para el Museo de Ciencias Naturales de Miramar y cráneo (archivo web).

viernes, 21 de septiembre de 2018

Bienvenida Primavera, como hace 64 millones de años.

 

En el día que comienza la primavera, recordamos esta nota sobre el hallazgo de una flor fósil de 64 millones de años hallada en la Patagonia ofrece nuevos datos sobre la evolución de las plantas
Investigadores de la Cornell University (Estados Unidos), de la Universidad Nacional del Comahue y del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente (INIBIOMA-CONICET) de San Carlos de Bariloche, Rio Negro (Argentina) y de la Universidad Estatal de Pennsylvania (Estados Unidos) han estudiado flores fósiles halladas en rocas de 64 millones de años en la denominada Formación Salamanca, en la Patagonia (Chubut, Argentina).
El objetivo ha sido identificar a qué grupo de plantas se corresponden y de esa forma conocer hace cuánto que existen en la Tierra y cómo fueron las conexiones de la vegetación entre los distintos continentes. El trabajo acaba de publicarse en la revista 'Plos One'.
El estudio tiene su origen en algunos fragmentos de los más de 2.500 materiales fósiles vegetales hallados durante los estudios de doctorado de Ari Iglesias, investigador de la Universidad Nacional del Comahue en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente INIBIOMA-CONICET, en la Formación Salamanca, una unidad geológica de gran relevancia en las interpretaciones geológicas y paleontológicas del Hemisferio Sur.
Según explica a DiCYT el investigador, antes de los estudios realizados por su equipo no se conocía muy bien la edad de esta unidad y tampoco su composición vegetal. “En el Hemisferio Sur rocas de esta edad (64 millones de años) son muy escasas y su estudio muy importante, ya que corresponde al periodo de tiempo más antiguo que se conoce para la era Cenozoica, justo al que siguió a una gran extinción masiva a nivel global”, subraya
Existen muy pocos registros en el mundo de lo que ocurrió después de esta gran pérdida de finales del periodo Cretácico, cuando más del 70 por ciento de la flora y fauna del planeta se extinguió. Además, precisa, los materiales de flores son muy poco comunes en el registro fósil pese a que pueden brindar un detalle mucho más indicativo de las especies o grupos de plantas que vivieron en el pasado, más que el registro del polen o las hojas y maderas fósiles.
“El estudio de los fósiles y los sedimentos de la Formación Salamanca en Patagonia resulta clave para entender los procesos que llevaron a la evolución de las plantas y animales hasta nuestros días. Poseen el potencial de explicar cómo es que se llega a una diversidad tan enorme en el Neotrópico y la distribución de los mismos grupos vegetales, actualmente tan distantes, en Australia y América del Sur”, apunta Iglesias.
Durante las campañas de campo en Patagonia realizadas entre el 2005 y el 2012, los investigadores pudieron recopilar varias flores fósiles que se preservaban dentro de rocas, aplastadas en forma de lajas. Los materiales, muy pequeños, tuvieron que ser limpiados de sedimento que lo cubría, bajo lupa y con herramientas similares a las de los dentistas, un proceso que fue realizado en el Museo Egidio Feruglio de la ciudad de Trelew (Argentina).
Después, los materiales fueron fotografiados con cámaras digitales conectadas a las lupas y algunos materiales observados bajo luz fluorescente y microscopía electrónica para observar los caracteres más pequeños. Al mostrar cada fósil una cara diferente de la flor, los científicos pudieron realizar una reconstrucción completa.
La flor fósil posee cinco estambres y cinco pétalos preservados, con una estructura muy poco común, fusionados en su base entre sí. Esta particular forma permitió identificar a un grupo de plantas que hoy viven en regiones tropicales de Brasil y Australasia (las Rhamnaceas), bajo climas húmedos y cálidos, muy diferentes a los que hoy existen en la región patagónica donde fueron descubiertas.
Estos hallazgos, continúa Iglesias, indican que en esa época la “Patagonia tenía cierta conexión con Australasia vía el continente Antártico –que, en ese momento, carecía de hielo sobre sus tierras-“. Dentro del mismo grupo de plantas está el Mistol, un árbol pequeño que también vive en la región del Chaco (Argentina).
De esta forma, la flor fósil encontrada supone el registro más antiguo de este grupo de plantas que vivió o sobrevivió al cataclismo global que ocurrió en la extinción masiva a fines del periodo cretácico (hace 65 millones de años). “Muchos grupos de plantas y animales no lograron sobrevivirlo, pero la nueva evidencia fósil de Patagonia es muy importante para conocer los acontecimientos que ocurrieron inmediatamente después”.
El año pasado también fue publicado el análisis de daños de insectos sobre las hojas de esta misma edad en la Patagonia, por el mismo grupo de trabajo. En ese estudio se evidenció que la extinción masiva también ocurrió en la Patagonia en ese momento, ya que se pensaba que no habría tenido tanto efecto como en otras regiones del planeta Tierra, y que algunos insectos y varias plantas lograron sobrevivir. (Fuente: Cristina G. Pedraz/DICYT)

jueves, 20 de septiembre de 2018

Proborhyaena gigantea, un gran metaterio del Oligoceno de Patagonia.


Era parecido a un oso, con las patas planas. Fue un marsupial carnívoro del orden Sparassodonta del tamaño de un lobo, de 1,5 a 2 metros de longitud.
Como muchos metaterios, probablemente las hembras poseían una bolsa para llevar a las crías en desarrollo. Los borhiénidos tenían fuertes y potentes mandíbulas, capaces de triturar huesos. Eran depredadores muy importantes durante el Oligoceno de la Patagonia Argentina, los cuales se alimentaba de mamíferos notoungulados y armadillos.
Las patas cortas señalan que no era un animal corredor, pero seguro que asechaba a sus víctimas en los antiguos bosques que existían hace 30 millones de años en los actuales desiertos de la provincia de Chubut. Originalmente, la familia Borhyaenidae fue uno de los grupos más extensos entre los esparasodontes, incluyendo a todas las especies que no fueron incluidas originalmente en Thylacosmilidae.
Sin embargo, en años recientes, otros grupos de esparasodontes han sido elevados al rango de familia y esto junto al descubrimiento de que los borhiénidos están más cercanamente relacionados con los proborhiénidos y los tilacosmílidos que a otros esparasodontes, la familia ha sido reducida a seis especies en tres géneros
Imagen, Borhyaena tuberata, Yale Peabody Museum of Natural History; photo by Division of Vertebrate Paleontology, Yale Peabody Museum.

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Trigonostylops wortmani, el extraño astrapoterio del Eoceno de la Patagonia.


Pertenece al orden Astrapotheria, que medía  1,5 metros de longitud. El registro fosilífero de esta especie es muy escaso, por ello los paleontólogos no pueden acceder a una información fidedigna con respecto a la forma y comportamiento de Trigonostylops.
Se conoce esta especie en la Patagonia Argentina por un cráneo incompleto y algunas piezas dentarias. Los dientes eran muy primitivos y grandes, semejante a los de Astrapotherium, y es posible que su aspecto fuera como este último. Cráneo de Trigononostylops en el Museo de La Plata del Eoceno de Patagonia. Ilustración del Libro Animales Prehistóricos.

martes, 18 de septiembre de 2018

Aniversario del natalicio de Florentino Ameghino.

 

Florentino Ameghino fue uno de los grandes paleontólogos y geólogos americanos. Descubrió más de 6.000 especies de fósiles. No sólo se dedicó a reconocer, ordenar y sistematizar; si no que acompañó sus observaciones con interpretaciones agudas e ingeniosas que le permitieron elaborar complejas teorías. Particularmente las relativas a la geología y a la paleontología siguen siendo de uso y referencia insoslayable por los científicos e investigadores en la actualidad.

Nació el 18 de septiembre en 1854 en la localidad de Luján, Provincia de Buenos Aires. Sus padres de origen genovés llamados Antonio Ameghino y María Dina de Ameghino ayudaron mucho en su educación y formación. Se ha discutido acerca de la fecha y del lugar de nacimiento de Ameghino. Una fe de bautismo atestigua que en septiembre de 1853 nace en Moneglia (provincia de Génova) Juan Bautista Fiorino Ameghino, mientras que en la Argentina el interesado, Florentino Ameghino, declara haber nacido en Luján en septiembre de 1854. Puede no haber contradicción ni tercio excluido. Ameghino, que se formó en nuestro país, se sentía argentino y quiso serlo, como de hecho lo fue, y olvidó o hundió en el Atlántico los escasos primeros meses de su vida transcurridos fuera de esta República.

Realizó sus estudios en la escuela Municipal de Mercedes desde 1862 a 1867, siendo su preceptor Don Carlos D'Aste. Luego en 1869 ingresó en la primera escuela Normal de Preceptores de Buenos Aires. Esos estudios quedaron interrumpidos por la clausura del establecimiento. El mismo año fue nombrado subpreceptor de la escuela Elemental N° 2 de la ciudad de Mercedes y en 1877 fue nombrado Director titular de esa escuela Municipal.

Fue, durante su residencia en Mercedes, que emprendió el estudio de los terrenos de la Región Pampeana haciendo numerosas colecciones de fósiles, e investigaciones geológicas y paleontológicas. Fue así, que hallo su primer fósil a orillas del Rió Lujan en unos pequeños barrancos, donde justamente durante el siglo VIII se hallaron los primeros restos fósiles de América, que correspondían a un Megatherium americanum.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/pionero01.htm

Dinosaurios y monstruos marinos en Tecnópolis Federal en Mendoza.



La Nave Cultural y el Parque Central serán escenarios, desde el jueves y hasta el 7 de octubre, de Tecnópolis Federal, que llega a Mendoza de la mano de la Municipalidad de Capital.
La Comuna comenzó con la difusión de las exhibiciones que ofrecerá la megamuestra de ciencia, arte y tecnología, que tendrá entrada libre y gratuita.
Tierra de dinosaurios
Ante ejemplares de dinosaurios animatrónicos a tamaño real, muchos de los cuales fueron descubiertos en territorio argentino, los visitantes podrán adentrarse en esta tierra de gigantes y vivir una experiencia única con los antiguos habitantes del planeta.
Encontrarán especies pertenecientes a los períodos triásico, cómo el staurikosaurus, eoraptor y el ischisaurus; del período jurásico como el patagosaurus, scelidosaurus y el piatnizkusaurus, y del cretácico, como el tiranosaurus rex, el triceratops y el yutirannus, entre muchos otros que vivieron durante la era mesozoica, durante 160 millones de años.
La era de hielo
En esta exhibición se podrá comenzar una aventura helada donde las réplicas animatrónicas en tamaño real del tigre diente de sable, el mamut o los toxodontes llevan a conocer cómo fue la vida de estos mamíferos prehistóricos durante los períodos de glaciación. Actualmente extintos, estos ejemplares pueden ser visitados en este stand del Ministerio de Ciencia gracias a la colaboración de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
Gigantes marinos
Tecnópolis Federal Mendoza sumergirá en lo profundo de nuestros mares para mostrar más de 15 especies marinas prehistóricas y actuales descubiertas en todo el mundo. En un espacio ambientado con efectos sonoros y de iluminación se podrán ver los depredadores marinos más fascinantes y que estarán representados en ejemplares animatrónicos a tamaño real
Entre las especies exhibidas están los distintos tiburones actuales como el blanco y el azul. A su vez, muestras de animales marinos del grupo de los reptiles de diferentes periodos de la Era Mesozoica, como el jurásico y el cretácico, y de la Era Cenozoica, como el mioceno y el plioceno.
Uno de los más grandes de esta exhibición es el carnívoro basilosaurus (significa reptil rey). Este gigante de hasta 18 metros de longitud habitó nuestro planeta durante el eoceno hace unos 45 millones de años y se lo considera una de las primeras ballenas. Sus restos fueron hallados en Egipto, Pakistán y América del Norte.
Entre las curiosidades, se destacan el Livyatan melvillei, bautizado con ese nombre en homenaje al novelista estadounidense Herman Melville, autor de Moby Dick; el ichthyosaurus, perteneciente al jurásico y descubierto en Europa, que guarda una gran similitud con el delfín actual aunque el primero pertenece al grupo de los reptiles y este último al de los mamíferos, y el dunkleosteous del período devónico tardío, hace 372 a 359 millones de años, que fue uno de los primeros vertebrados con mandíbula.
En esta exposición, el Ministerio de Ciencia cuenta con la activa participación de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara.
Organizan la Municipalidad de la Ciudad, el Gobierno de Mendoza, el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos de la Nación y la Presidencia de la Nación, con la colaboración especial de la Universidad Nacional de Cuyo. Fuente; DiarioUno.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Madtsoia, una gran serpiente en el Paleoceno de Chubut.


En 1959 se dio a conocer la existencia de una rama mandibular de gran talla, la cual fue hallada en el Paleoceno tardío en la localidad de Gaiman, al norte del Rió Chubut, atribuida al género Madtsoia s.p, cuya antigüedad seria entre 55 y 60 millones de años.
El hecho que actualmente los boideos sean característicos de los ambientes tropicales y subtropicales del globo nos permite abordar otro curioso aspecto de su historia. Es más, los grandes boideos vivientes, como la pitón reticulada y la anaconda, se hallan restringidos en climas cálidos y húmedos, con frecuente vegetación y abundante cursos de agua.
Las concepciones actuales (manejadas fundamentalmente por la Paleontología y la Geología) permiten extrapolar, con ciertas restricciones, lo que se conoce de las formas vivientes a los grupos fósiles.
Por lo tanto, si aceptamos que los gigantescos ofidios del Terciario temprano de Argentina tenían los mismos requerimientos ecológicos que los actuales, es posible inferir que las condiciones ambientales que imperaban en la Patagonia hace 50 millones de años eran afines a tales requerimientos.
Pero, además de la presencia de fósiles de plantas características de zonas cálidas y de diversos grupos de reptiles y mamíferos climático-sensitivos en el Terciario temprano de Patagonia apoya la hipótesis de que en aquella época existían allí condiciones mucho más benignas.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Talenkauen santacrucensis, un extraño dinosaurio ornitisquio del Cretácico de Santa Cruz.



 
Se llama Talenkauen por la voz del idioma aonikenk que significa "cráneo pequeño" y santacrucensis ya que proviene de Santa Cruz; pertenece a un linaje cuya presencia en la región parece haber estado no tan difundida como las de los enormes saurópodos.
Talenkauen es uno de los pocos dinosaurios ornitisquios hallados en América del Sur, por lo que incrementa el panorama de la diversificación de estos reptiles, muy poco conocidos en nuestro continente.
Los ornitisquios fueron saurios herbívoros de tamaño mediano, que se desplazaban sobre las patas traseras. La expedición que realizó el hallazgo, liderada por el Paleontólogo Fernando Novas, paleontólogo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires, fue financiada por National Geographic Society.
En cuanto a la descripción de los restos del animal del que los paleontólogos hallaron un solo espécimen, casi completo, fue recientemente publicada en la revista especializada Ameghiniana de la Asociación Paleontológica Argentina.
Por entonces, el continente era dominado por los saurópodos titanosaurios, inmensos dinosaurios herbívoros, cuyo ejemplar máximo era el Argentinosaurus huinculensis, con sus 110 toneladas de peso distribuidas a lo largo de un cuerpo de 40 metros de largo.
El linaje de los ornitisquios, por su parte, no estaba tan extendido en las tierras del supercontinente Gondwana (que incluía lo que hoy es América del Sur, Africa, Madagascar e India), aunque sí en regiones más cercanas al polo, como la Antártida, Nueva Zelanda y Australia.

sábado, 15 de septiembre de 2018

Eoabelisaurus mefi, un dinosaurio carnívoro de tamaño medio del Jurásico de Chubut.



Es un género de dinosaurio terópodo abelisáurido que vivió en el a mediados del período período Jurásico, hace aproximadamente 170 millones de años durante el Bajociano, en lo que ahora es Sudamérica.
Era un carnívoro bípedo que probablemente alcanzaba 6.5 metros de longitud. En 2009 el paleontólogo argentino Diego Pol descubrió el esqueleto de un terópodo cerca del pueblo de Cerro Cóndor en la provincia de Chubut.
En 2012, basándose en este, la especie tipo Eoabelisaurus mefi fue nombrada y descrita por Pol y su colega alemán Oliver Walter Mischa Rauhut. El espécimen holotipo, fue descubierto es una capa de la Formación Cañadón Asfalto, un depósito lacustre que data de entre el Aaleniense al Bajociano, hace más o menos 170 millones de años. Este consiste en un esqueleto casi completo con el cráneo, de un individuo adulto o subadulto.