jueves, 31 de marzo de 2022

Un niño encuentra en Loberia el diente de Carcharhinus, un tiburón con representantes prehistóricos.





 

El curioso y peculiar hallazgo ocurrió semanas atrás, cuando Francisco de 11 años, acompañado de su hermano Santiago de 9 años, y sus padres María Celeste Garriga y Nacho Marchese, encontraron varios restos fósiles rodados, es decir, que se desprendieron de los sedimentos originales que los alojaban y fueron desplazados por el mar, hasta dejarlos en la costa.

Justamente ahí, en las playas de Arenas Verdes en el partido bonaerense de Loberia, los jóvenes exploradores, recuperaron numerosas piezas paleontológicas, pertenecientes en su mayor parte, a la megafauna que habito durante el Pleistoceno, como los perezosos gigantes, gliptodontes o los tigres dientes de sable, caballos americanos entre otros materiales recuperados.

A los pocos días, recurren como en otras oportunidades a Mariano Magnussen, del Laboratorio Paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar y de la Fundación Azara.

Los padres de Francisco y Santiago, se comunican por redes sociales asombrados por un diente en particular, enviando fotos del nuevo fósil encontrado. Francisco, bien entrenado a esta altura, lo asocio inmediatamente con un megalodon, un tiburón extinto de enormes dimensiones. Si bien no lo era, estuvo muy cerca su observación.

En este caso, el material era más chico y presentaba otras características. Esa misma mañana, Magnussen se comunicó con Sergio Bogan, que se desempeña en las colecciones científicas de la Fundación Azara en la ciudad autónoma de Buenos Aires, quien, además, ha realizado numerosos hallazgos y publicaciones de peces actuales y fósiles, determinando de que se trataba de un tiburón, posiblemente del genero Carcharhinus, a pesar de encontrarse ligeramente erosionado por el trasporte del agua.

Este material, significativo desde el punto de vista educativo, por lo general no aparece solo. A lo largo de la costa bonaerense, se han recuperado numerosas muestras de gasterópodos, bivalvos, equinodermos, e incluso, hasta restos de grandes ballenas en procesos de fosilización, que se desprendieron de sedimentos originados en una antigua playa de unos 10 mil años antes del presente, por lo cual, dentro de todo ese contexto, estos materiales indican aguas más cálidas que las actuales.

Los sedimentos de esta playa de fines del Pleistoceno y principios del Holoceno, debe estar bajo el mar, sobre la plataforma submarina, y cada tanto, aparecen fragmentos de estos sedimentos con fósiles “de playa” en su interior, en su mayoría de moluscos.

Carcharhinus sp en la actualidad está representado por unas 31 especies, que habitan todos los océanos, pero su pasado prehistórico es impreciso y fragmentario por la falta de evidencia fósil, aunque los más antiguos representantes de este género vivieron en el Eoceno, hace 40 millones de años.  Son grandes tiburones, no como el megalodon o el blanco, pero alcanzando longitudes de 3,5 metros y un peso superior a los 350 kilogramos. Los ejemplares de 2,5 metros se encuentran con frecuencia en las costas bonaerenses en la actualidad. Se alimentan principalmente de peces pelágicos y costeros, incluyendo bagres, lisas, macarelas, atunes entre otros, por lo cual, sus representantes prehistóricos seguramente tenían una dieta semejante.

El diente de este tiburón, fue llevado al Museo de Ciencias Naturales “Gesué Pedro Noseda” de Lobería, por sugerencia del personal del museo miramarense. Francisco, su descubridor, satisfactoriamente siguió las indicciones.

Es un buen ejemplo de cómo debe actuar un ciudadano responsable a pesar de su joven edad, y como debe acompañar y orientar una institución pública. En algunos museos, los particulares que se acercan a denunciar hallazgos son criminalizados, lo que genera un desinterés en futuros hallazgos, perdiéndose en su mayor parte, el patrimonio para siempre.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

martes, 29 de marzo de 2022

Recuperan y estudian tortugas del Cretacico en el lago Barreales, Neuquén.




 

Los ejemplares hallados se encuentran en la colección científica del parque paleontológico.

Según contó a LMNeuquén el paleontólogo Jorge Calvo, director del Parque Geopaleontológico Proyecto Dino, los dos ejemplares fueron descubiertos por el técnico Juan Mansilla, quien trabaja en el lugar que depende de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). Precisó que los ejemplares estaban inmersos en una roca cementada. Una de ellas con caparazón y plastrón (panza) completo y la otra con un tercio preservado.

Calvo señaló que estos ejemplares que datan del Cretácico Superior se suman a otras 12 tortugas halladas en la zona en los últimos siete años. “En 2015 estábamos realizando exploraciones en la costa norte del lago Barreales para recuperar piezas sueltas de vertebrados, principalmente dinosaurios, y en una roca con forma oval que parecía tener hueso adentro, Juan Mansilla descubrió que correspondía a tres tortugas pegadas, una mediana y dos chicas del Cretácico de 90 millones de años de antriguedad”. explicó.

Agregó que en posteriores excursiones realizadas en 2015 se pudieron rescatar más fósiles de tortugas como así también otros ejemplares en los años posteriores.

Calvo aseguró que hasta ahora “se han podido recuperar 14 ejemplares, muchos de ellos con caparazones completos en un sitio que tiene 20 metros por 20 metros, lo que lo hace aún más interesante. al lugar que se lo ha llamado ‘El tortuguero’”.

Calvo comentó que en el momento del descubrimiento estaban presentes dos estudiantes de la carrera de Paleontología de la Universidad Nacional de Río Negro, Mariana Sárda y Lucía María Gutiérrez. “Las estudiantes habían llegado hasta el parque paleontolóigico ya que habían solicitado iniciarse en la investigación científica con algunos materiales disponibles. Mansilla sugirió porque no se dan a conocer las tortugas fósiles que ya llevaban siete años esperando su estudio. De esta manera, Mansilla y el geólogo Federico Álvarez comenzaron a preparar algunos ejemplares para detectar caracteres que permitan individualizar su asignación a alguna especie conocida o si se trata de nuevos especies”.

Ese día las estudiantes fueron llevadas por los especialistas donde años atrás se habían descubierto las tortugas con el objetivo de evaluar la geología y el paleoambiente del mismo. Durante la recorrida Mansilla encontró estos dos nuevos ejemplares de tortuga para sorpresa de las estudiantes.

 

Calvo comentó que la idea es presentar los avances del estudio de las tortugas disponibles en el Museo de Geología y Paleontología de Lago Barreales en las próximas Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados a realizarse en mayo próximo en la ciudad de Trelew.

El Parque Geopalentológico Proyecto Dino que dirige Calvo, que en enero pasado cumplió veinte años de actividad, ha dado gran cantidad de restos fósiles como dinosaurios herbívoros de gran porte, huellas de dinosaurios y catorce tortugas. Los estudios que se realizan allí permiten un continuo desarrollo de esta ciencia paleontológica.

En mayo de 2015, Juan Mansilla, integrante de Proyecto Dino del Centro Paleontológico Lago Barreales, detectó una extraña roca que sobresalía de las arenas rojizas del lago Los Barreales. El hallazgo resultó ser una familia de tortugas terrestres fosilizadas que corresponden al Cretácico superior.

 Lo novedoso fue el estado de conservación de los caparazones, la mayoría estaban enteros, como su disposición. Los especialistas describieron que se trataba de una tortuga grande y dos juveniles, una junto a la otra por debajo de ella, pegadas por sus plastrones (panzas). La disposición de los ejemplares llamó la atención “habla de un movimiento post mortem de los animales”.

Para Jorge Calvo, director de Proyecto Dino, el hallazgo les permite “agregar una pieza más al rompecabezas del ecosistema de esos años. No se trata sólo de dinosaurios gigantes, sino de un montón de especies animales y vegetales”. Los restos de las tortugas fueron encontrados donde ya se han hallado fósiles de grandes dinosaurios como el saurópodo Futalognkosaurus, de 30 metros de largo, y el carnívoro Megaraptor, de hasta seis metros. Fuente;  LMNeuquén.

Mas info en  http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm


miércoles, 16 de marzo de 2022

Yelaphomte y Pachagnathus, dos nuevos reptiles voladores del Triasico de Argentina.

 




Luego de medio siglo de una incertidumbre no resuelta por la ciencia en el mundo acerca del origen y evolución de los pterosaurios, un hallazgo sanjuanino acude ahora con las respuestas. Según una investigación recientemente finalizada, y encabezada por el paleontólogo Ricardo Martínez, del Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ, aquellos primeros lagartos voladores no se originaron sólo en el Hemisferio Norte, sino que también vivieron, casi en la misma época, en el Hemisferio Sur.

Esta nueva evidencia, que cambia varios paradigmas en la comunidad científica internacional, se basa en el hallazgo y posterior estudio de restos fósiles de dos pterosaurios de distintas especies en la localidad caucetera de Balde de Leyes, en el desértico sureste sanjuanino, a los que Martínez finalmente bautizó como Yelaphomte praderioi (hallado en 2014) y Pachagnathus benitoi (encontrado en 2015). Ambos tipos, el primero mucho más pequeño que el segundo, convivieron en esa zona desde hace al menos unos 205 millones de años.

El aporte logrado desde la paleontología local no sólo agrega un capítulo imprescindible a la ciencia de la evolución, sino que además logra particular relevancia porque los restos hallados en aquel rincón caucetero son los únicos encontrados en toda la mitad inferior del planeta, por debajo de la línea del Ecuador.

Tan revelador es este descubrimiento, que hoy mismo es dado a conocer por la revista británica especializada Papers in Palaeontology, bajo el título (traducido del inglés) "El amanecer de los reptiles voladores: primer registro triásico en el Hemisferio Sur". El primer autor del artículo es el propio Ricardo Martínez, en tanto que lo acompañan como coautores el paleontólogo inglés Brian Anders, la paleontóloga argentina Cecilia Apaldetti y el paliohistólogo patagónico Ignacio Cerda.

Los pterosaurios fueron los primeros reptiles voladores que habitaron la Tierra desde hace unos 220 millones de años, en el supercontinente conocido como Pangea, previo a los movimientos que llevaron a la división geográfica actual de cinco continentes. No derivaban de los dinosaurios, sino que compartían con ellos un ancestro en común.

Podían volar gracias a la estructura hueca de sus huesos (como sucede con las aves actuales) y a las "alas" que desplegaban, que en realidad eran membranas que se extendían desde el cuarto dedo hasta la altura del muslo.

Durante el último medio siglo, todos los fósiles que permitieron reconstruir cómo eran estos animales prehistóricos fueron hallados en el Hemisferio Norte. Los sistemas geológicos correspondientes al periodo Triásico en los que los paleontólogos del mundo dieron con esos restos están ubicados en los Alpes italianos y suizos, así como en zonas específicas de Estados Unidos y Groenlandia. Un dato llamativo es que todos esos fósiles aparecieron en litorales marinos, es decir, en sitios que hace más de 200 millones de años estaban cubiertos por mares.

Según le explicó Martínez a DIARIO DE CUYO, eso hizo asumir como ciertas dos hipótesis. La primera, que los primeros lagartos voladores se habían originado en el Norte, con la presunción de que podrían luego haberse diversificado hacia el Sur mediante millones de años de evolución, pero sin ningún elemento que probara su existencia de este lado del planeta. Y la segunda, que habitaban ambientes continentales marinos, lo cual los llevaba a volar sobre acantilados y buscar allí su alimentación.

"Como pasa con todos los grupos de animales voladores, no se conoce mucho sobre su origen", comentó Martínez. En su artículo para Papers in Palaeontology, además, esbozó una tercera hipótesis: el hecho de que los fósiles de pterosaurios en el Norte hayan sido hallados sólo en fondos de mares triásicos puede deberse no a que ese fuera su hábitat, sino a que es el único lugar no tan hostil para la conservación de esos restos. "Estamos hablando de huesos huecos, débiles, muy frágiles. Los que quedaron en la superficie, seguramente no dejaron vestigios porque fueron pulverizados con el tiempo", arriesgó el sanjuanino.

Ahí es donde entra a tallar la importancia superlativa del doble hallazgo en Balde de Leyes. No sólo revela que los lagartos alados existían en el Sur casi al mismo tiempo que en el Norte (los fósiles cauceteros, se cree, son muy poco más jóvenes que los italianos), sino que también saca a la luz que acá habitaban ambientes puramente continentales. El descubrimiento sanjuanino deja ahora en evidencia que hubo una enorme diversidad de pterosaurios viviendo en hábitats terrestres y que, desde su inicio mismo, estuvieron desplegados por muchos más lugares del planeta de lo que se creía.

Esa información es vital en el nuevo rumbo que deberá tomar ahora la paleontología de vertebrados en relación al estudio de los lagartos voladores. Es una vuelta de página esperanzadora, considerando los pocos datos que hay sobre el origen de los pterosaurios, aquellos animales que se extinguieron por completo hace 65 millones de años y que, a diferencia de otras especies, no dejaron descendientes de ningún tipo en la evolución de la fauna terrestre.

Yelaphomte praderioi. Esta especie de pterosaurio medía no más de 30 cm en total y tenía una enorme cresta que sobresalía sobre el pico. Ricardo Martínez lo bautizó así por la voz en allentiac (lengua huarpe) equivalente a "bestia del aire" y por Ángel Praderio, quien descubrió el fósil en Balde de Leyes durante la campaña realizada por el Museo de Ciencias Naturales de la UNSJ en 2014.

Pachagnathus benitoi. Mucho más grande que el otro pterosaurio, medía hasta un metro y medio de largo. Su nombre significa "mandíbula de la tierra" (también del allentiac) y homenajea además al guía Benito Leyes. Sus fósiles fueron hallados por el propio Martínez en la campaña de 2015. Las ilustraciones de ambas especies que aparecen acá fueron realizadas por Jorge Blanco.

El paleontólogo sanjuanino Ricardo Martínez, quien pese a su trayectoria y conocimiento se confiesa como "no especialista en pterosaurios", reveló que los fósiles que hallaron estaban muy fragmentados, pero esas partes fueron clave para determinar los caracteres únicos de las especies a las que pertenecieron. Destacó además que estos restos fueron conservados en todas sus dimensiones, cuando el 97% de los fósiles de pterosaurios hallados en el Norte estaban aplastados entre placas de greda y se apreciaban en 2D.

La primera intervención con alta tecnología sobre los fósiles hallados en 2014-2015 se realizó en 2018, cuando Martínez los hizo escanear por el CT-Scan del British Museum, en Londres. Luego siguieron nuevos análisis, pero el grueso de la investigación comenzó poco después del inicio de la pandemia, en 2019. "Toda la tarea de exploración en el campo además fue posible gracias al enorme aporte de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de San Juan", destacó el paleontólogo. Fuente; diariodecuyo.com.ar

Mas info: http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm