miércoles, 30 de agosto de 2023

Hallan un cráneo de un escuezo en el Pleistoceno de San Pedro.






El hallazgo fue hecho por el Museo Paleontológico de San Pedro, a 170 kilómetros de Buenos Aires. Es el cráneo de una nueva especie de escuerzo que habitó la región hace unos 100.000 años.

El Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, de la ciudad de San Pedro (Bs. As.-Argentina) ha descubierto el cráneo fosilizado de una nueva especie de anuro que habitó la región durante la edad Lujanense.

El hallazgo fue realizado por el Dr. Julio Simonini, integrante del museo, en una capa sedimentaria cuya antigüedad se estima cercana a los 100.000 años; en Tosquera “Mocoretá”, a 4 kilómetros de la ciudad.

Durante una salida de rutina, Simonini observó unos pequeños y delgados huesillos, aflorando entre un grupo de rocas de color pardo. Por tratarse de restos muy frágiles, recortó un pequeño “bochón” de terreno conteniendo al fósil y lo envolvió en telas con yeso para facilitar su traslado al laboratorio del museo.

Una vez allí, se quitó el sedimento que aprisionaba los restos y se realizó su consolidación final.

Ya se sospechaba que “eso” podía ser algo importante.

“Cada vez que descubrimos restos fosilizados de animales pequeños nos entusiasma porque los más chicos son, a la vez, los más difíciles de encontrar. Además, los huesos grandes son más fáciles de que se preserven en estado fósil, justamente por ser más masivos. Por eso, cuando vi esas pequeñas estructuras, sentí una gran satisfacción porque uno siempre tiene la esperanza de que ese ejemplar que acaba de recuperar, sea algo inusual, algo único. Y esta vez…se dio así”, explica Julio Simonini, protagonista del hallazgo.

El Sr. José Luis Aguilar, Director del Museo de San Pedro, agrega que “este hallazgo representa una gran oportunidad para conocer con más detalle la fauna de anfibios que habitó durante el Pleistoceno de la región. Al tratarse de una especie desconocida hasta hoy, amplía el espectro de este grupo aportando información inédita sobre la diversidad de estos animales. El hecho de haber hallado gran parte del cráneo del animal posibilitó la comparación con sus congéneres fósiles y actuales, logrando determinarse que se trataba de un animal nunca antes descubierto. Una nueva especie de estos voraces depredadores que cazan por movimiento. Cualquier animal que pasa frente a sus ojos, corre el riesgo de ser devorado.

Comunicar el hallazgo de una nueva forma de vida fósil, como en este caso, siempre es un gran logro para un museo paleontológico; es un aporte a la paleontología de Argentina que nos llena de orgullo”.

La nueva especie de anfibio está siendo estudiada por el Dr. Guillermo Turazzini, del Laboratorio de Morfología Evolutiva y Paleobiología de Vertebrados (FCEyN-UBA/CONICET) y el Dr. Federico Agnolin, del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (MACN/CONICET)

El Dr. Turazzini detalla al respecto: “Al comienzo de la investigación, las primeras observaciones sobre la anatomía craneana del animal nos permitieron sospechar sobre una posible relación con una especie de escuerzo fósil denominada Ceratophrys ameghinorum, hallada en el sur de la Provincia de Buenos Aires, de unos 4 millones de años de antigüedad. Sin embargo, la inclusión del ejemplar de San Pedro en un análisis de parentesco entre escuerzos fósiles y actuales, nos permitió concluir que el nuevo ejemplar efectivamente se encuentra más emparentado con una especie actual de escuerzo que vive en las selvas de la costa atlántica del sur de Brasil, que con las especies de escuerzos que hoy están presentes en el Norte de Buenos Aires. Este análisis demuestra que el ejemplar fósil de San Pedro representa una nueva especie para la ciencia, que se encuentra en proceso de ser descripta y nominada. Hemos consensuado con el museo que este nuevo anfibio lleve el nombre de su descubridor, ya que es un incansable colaborador de la institución.

La identificación de una nueva especie fósil no sólo es interesante porque nos permite comprender mejor la diversidad pasada de los anfibios y la evolución del grupo sino que, además, evidencia que las extinciones ocurridas durante la última glaciación no sólo afectaron a los grandes mamíferos, sino que el grupo de las ranas, sapos y (en este caso) escuerzos también sufrió pérdidas notables”.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

miércoles, 23 de agosto de 2023

El hueso medular en pingüinos fosiles, sería la clave de la diferenciación sexual.

 



Un trabajo publicado recientemente en la revista Polar Biology, del becario doctoral del CONICET en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN), Luis Garat, reporta por primera vez cómo discriminar este aspecto a través del hueso medular de estas aves. “El principal tema de esta investigación fue evaluar, a partir de estudios bajo microscopio, las variaciones del tejido óseo entre un macho y una hembra del pingüino de Adelia, que actualmente residen en la Península Antártica.

Los estudios de tejidos analizados por microscopio son escasos, por lo tanto, a través de este terreno tan poco explorado pudimos crear una nueva línea de investigación. A fin de extender el conocimiento en estas aves se realizaron varias disecciones transversales en diferentes partes del esqueleto, como las alas, las patas y costillas”, explica Garat.

El trabajo representa el primer reporte de hueso medular en pingüinos: un tejido esquelético que se forma durante la puesta de huevos y se encuentra en las hembras de varios grupos de aves. Si se lo identifica correctamente, puede ser empleado como un marcador de la actividad o maduración reproductiva, sirviendo también para diferenciar al sexo femenino. “Este tejido es temporal y ayuda a las aves con las altas demandas de calcio que requiere la formación de las cascaras de los huevos.

El hueso medular puede recubrir las cavidades medulares y los espacios trabeculares del esqueleto aviar, si bien es común encontrar el hueso medular en las aves, anteriormente a esta investigación, no existían antecedentes donde se reconocieran este tipo de tejido en pingüinos”, indica Garat.

“Además del reconocimiento del hueso medular, se logró identificar un patrón en la cavidad medular que nos ayuda a diferenciar el sexo del espécimen –agrega el científico-. Esto se debe a que la producción de hueso medular viene acompañada de la erosión interna de los tejidos generando un patrón característico, es decir, el macho exhibe una cavidad medular bien delimitada por una capa circunferencial interna, mientras que en la hembra esta capa se encuentra ausente. Este aspecto del estudio es importante porque podemos discriminar el sexo de estas aves a pesar de que en el registro fósil no se conserve la presencia de hueso medular, disponiendo así de un criterio auxiliar para poder diferenciarlos”.

Las muestras que examinó pertenecen al Museo de La Plata de la colección de Ornitología de la División Zoología Vertebrados y fueron procesadas en el Laboratorio de Secciones Delgadas del IIPG. La idea a futuro, comenta el becario, es contrastar los datos investigados con pingüinos de la época del Eoceno, lo que les permitiría resolver otros problemas de clasificación de especies que existen actualmente en los registros fósiles de estas aves. Fuente; Conicet.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

martes, 22 de agosto de 2023

¿Rugían o ronroneaban los dientes de sable?

La respuesta a si el extinto tigre dientes de sable rugía como un gran felino o ronroneaba como un gato tiene más matices de lo pensado y puede depender de la forma de unos pocos huesos pequeños.

Los gatos modernos pertenecen a uno de dos grupos: los "grandes felinos" panterainos, incluidos los leones rugientes, los tigres y los jaguares; o Felinae "pequeños gatos", que incluyen gatos ronroneantes como linces, pumas, ocelotes y gatos domésticos.

"Hablando evolutivamente, los dientes de sable se separaron del árbol genealógico de los gatos antes que estos otros grupos modernos", dice en un comunicado Adam Hartstone-Rose, profesor de ciencias biológicas en la Universidad de North Carolina State y autor correspondiente de una nueva investigación que se publica en Journal of Morphology. "Esto significa que los leones están más estrechamente relacionados con los gatos domésticos que con los dientes de sable.

"Eso es importante porque el debate sobre el tipo de vocalización que habría hecho un tigre dientes de sable se basa en el análisis de la anatomía de un puñado de pequeños huesos ubicados en la garganta", dice Hartstone-Rose. "Y el tamaño, la forma y la cantidad de esos huesos difieren entre los gatos modernos que rugen y ronronean".

Aunque la vocalización es impulsada por la laringe y el tejido blando de la garganta, no por los huesos, los anatomistas notaron que los huesos responsables de anclar esos tejidos en su lugar (los huesos hioides) diferían en tamaño y número entre los gatos que rugían y ronroneaban.

"Mientras que los humanos sólo tienen un hueso hioides, los gatos que ronronean tienen nueve huesos unidos en una cadena y los gatos que rugen tienen siete", dice Ashley Deutsch, estudiante de doctorado en NC State y autor principal de la investigación. "Los huesos que faltan están ubicados hacia la parte superior de la estructura hioides, cerca de donde se conecta con el cráneo".

"Debido a que los tigres dientes de sable sólo tienen siete huesos en su estructura hioides, el argumento ha sido que, por supuesto, rugieron", dice Hartstone-Rose. "Pero cuando observamos la anatomía de los gatos modernos, nos dimos cuenta de que no hay pruebas realmente sólidas que respalden esta idea, ya que los huesos en sí no son responsables de la vocalización. Esa relación entre el número de huesos y el sonido producido nunca se ha demostrado realmente".

Los investigadores observaron las estructuras hioides de cuatro especies de gatos rugientes: leones, tigres, leopardos y jaguares; y cinco especies de gatos ronroneantes: pumas, guepardos, caracales, servals y ocelotes. Los compararon con 105 huesos hioides del icónico tigre dientes de sable Smilodon fatalis.

"Se puede argumentar que, dado que los dientes de sable sólo tienen siete huesos, rugieron, pero esa no es toda la historia", dice Hartstone-Rose. "La anatomía es extraña. Les faltan huesos adicionales que tienen los gatos que ronronean, pero la forma y el tamaño de los huesos hioides son distintos. Algunos de ellos tienen una forma más parecida a la de los gatos ronroneantes, pero mucho más grandes".

Según los investigadores, si los huesos faltantes (llamados huesos epihioideos) fueran clave para diferentes vocalizaciones, los huesos más estrechamente conectados a ellos deberían verse diferentes entre los dos grupos. Sin embargo, esos huesos tenían una forma muy similar, ya sea que provinieran de gatos que ronroneaban o rugían.

De hecho, los investigadores observaron más variaciones de forma en los huesos más cercanos al aparato vocal; es decir, los huesos tirohioideo y basihioideo. La uniformidad de los huesos superiores entre los dos grupos sugiere que si la estructura hioides desempeña un papel en la vocalización, los huesos inferiores son más importantes que los superiores. Por lo tanto, tener estos huesos hioides clave con la forma de los gatos ronroneantes podría indicar que ronroneaban en lugar de rugir.

"Descubrimos que a pesar de lo que nos ha dicho la historia sobre la cantidad de huesos en la estructura hioides, nadie ha validado la importancia de esa diferencia", dice Hartstone-Rose. "Si la vocalización se refiere al número de huesos de la estructura hioides, entonces rugieron los dientes de sable. Si se trata de forma, es posible que hayan ronroneado. Debido al hecho de que los dientes de sable tienen cosas en común con ambos grupos, incluso podría haber una vocalización completamente diferente".

"Quizás lo más probable es que el tamaño de los hioides desempeñe un papel en el tono de la vocalización", dice Deutsch. "Aunque Smilodon no era tan grande como los gatos modernos más grandes, sus huesos hioides son sustancialmente más grandes que los de cualquiera de sus parientes vivos, por lo que potencialmente tenían vocalizaciones aún más profundas que los tigres y leones más grandes". Fuente; lanacion.com.ar

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm