domingo, 21 de julio de 2024

Revelan detalles únicos sobre la evolución de la mandíbula de los Tigres dientes de sable.

 





Valentina Segura es investigadora del CONICET y participó de un estudio internacional que explica la morfología y funcionalidad de la mandíbula de estos prehistóricos félidos desde principios de su desarrollo, y cómo este proceso se relacionaba con sus hábitos alimenticios.

Los Tigres dientes de sable, pertenecientes al género extinto Smilodon, eran grandes félidos prehistóricos que habitaron el planeta durante el período geológico denominado Pleistoceno. Se caracterizaban por la importante extensión de sus colmillos en forma de sable de hasta 18 centímetros de longitud, y por ser dominantes depredadores de los ecosistemas terrestres con residencia en América del Norte y Sur, antes de su extinción definitiva al final de la última Edad de Hielo, hace aproximadamente unos 10 mil años.

Hace ya varias décadas que estos mamíferos antiguos son estudiados desde su etapa juvenil, es decir, desde que son crías, hasta alcanzar la forma adulta por especialistas de los ámbitos de la biología y zoología, y una de esas referentes en el campo es la investigadora del CONICET NOA Sur en la Unidad Ejecutora Lillo (UEL, CONICET-FML), Valentina Segura. Recientemente, en colaboración con un equipo internacional y multidisciplinar, la especialista publicó nuevas evidencias sobre la evolución mandibular de este animal desde principios de su desarrollo, y cómo este proceso se relacionaba con sus hábitos alimenticios.

Mediante la implementación de tecnologías y herramientas computacionales modernas para la realización de simulaciones y el análisis de la estructura mandibular de distintos fósiles de Rancho La Brea -sitio arqueológico y paleontológico conocido por sus pozos de brea (asfalto natural) ubicado en California, Estados Unidos-, revelaron detalles únicos que dan cuenta de las variaciones en la morfología y funcionalidad de la mordida del Smilodon fatalis –de la familia Felidae-, que compararon con los de un familiar contemporáneo a nuestros tiempos: Panthera leo, mejor conocido como león.

“A partir de estos estudios se llegó a la conclusión de que tanto los leones como los dientes de sable experimentaron cambios significativos en la forma de sus mandíbulas con la aparición del diente carnasial inferior, que funciona como una tijera que les permite cortar con destreza los músculos y tendones, crucial para mantener la dieta carnívora; y que marca el final del período en el que se alimentan exclusivamente de leche”, explica Segura.

Según los especímenes que analizaron de la colección de Rancho La Brea, el Smilodon fatalis posee un patrón de desarrollo único con una secuencia de erupción dental más retardada en comparación con los leones, asegura la investigadora de la UEL, lo que significa que los dientes de estos félidos antiguos –que en su etapa adulta podía llegar a pesar alrededor de 300 kilos- tardaron más tiempo en salir a través de las encías para desarrollarse completamente.

En este sentido, es importante destacar que los cráneos que estudiaron estaban en condiciones óptimas de preservación gracias a que la brea es una sustancia que

atrapa y cubre los restos de animales y plantas, impidiendo que el aire, el agua y los microbios los descompongan. Es por eso que en estos depósitos los fósiles se mantuvieron intactos.

Para el análisis de 49 mandíbulas -22 de dientes de sables, 23 de leones Panthera leo, y 4 de otras especies de félidos- se utilizaron en diferentes etapas de desarrollo técnicas avanzadas de morfometría geométrica 3D y simulaciones de elementos finitos. La primera metodología se utilizó para estudiar la forma y la variabilidad de estructuras biológicas tridimensionales, y la segunda es una herramienta computacional que permite predecir el comportamiento de estructuras complejas bajo diferentes condiciones físicas.

Las evidencias indican que los dientes de sable experimentaron un período de lactancia más prolongado: “A pesar de tener una eficiencia superior en la edad adulta para efectuar la mordida durante la cacería -aclara la investigadora de la UEL-, los cachorros de Smilodon eran marcadamente ineficientes hasta una edad avanzada en semejanza con los leones.

Es decir que el retraso en el cambio de forma mandibular y la menor eficiencia en la mordida durante el crecimiento debido al destete tardío sugiere que tuvieron un cuidado parental más prolongado. Asimismo, las mandíbulas de Smilodon mostraron adaptaciones únicas como enderezamientos del cuerpo mandibular y la rotación del proceso coronoides, aspecto que mejoró las capacidades del animal para manejar una dieta exigente a lo largo de su desarrollo. Fuente: Conicet.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm