Todo indica que el Dakosaurus
andiniensis es un cocodrilo. Pero se
parece muchísimo a un dinosaurio. Por eso lo bautizaron Godzilla.
El descubrimiento es tan
importante y es tapa del último número de la National Geographic y también sale en la prestigiosa revista Science.
Fue descubierto en Pampa Tril, Neuquén, por investigadores argentinos.
Lo que se pudo reconstruir a
partir del cráneo y las dos mandíbulas encontradas en la Patagonia es que la
criatura se remonta a 135 millones de años atrás. La cabeza alta y achatada,
como en forma de bala y pocos dientes, es lo que la distingue del resto de los
cocodrilos, que tenían hocicos alargados, angostos y mandíbulas dentadas. Fue
el resultado del esfuerzo de mucha gente que trabajó más de siete años",
dijo Zulma Gasparini, paleontóloga, profesora de la Universidad Nacional de La
Plata (UNLP), investigadora del Conicet y líder de "Reptiles marinos
Mesozoicos de Argentina", un proyecto que comenzó hace ya casi 30 años.
La historia de este
"Godzilla" empieza en 1996. Ese año, Sergio y Rafael Cocca, dos
técnicos del Museo Olsacher de la Dirección Provincial de Minería de Neuquén,
encontraron el cráneo y las mandíbulas en Pampa Tril, una zona montañosa y
semiárida pero fértil para los paleontólogos. En la investigación participaron
paleontólogos y geólogos, como Diego Pol (actualmente en la Universidad de
Ohio), y Luis Spallietti, profesor de la UNLP, investigador del Conicet y
encargado de la investigación sedimentológica (estudia las rocas y a las
sucesiones de rocas donde están las faunas fósiles).
El descubrimiento es
importante y tiene impacto a nivel mundial porque hasta ahora no se conocía en
ningún lugar del mundo cocodrilos con aspecto de dinosaurio. El cocodrilo no
tiene ningún parentesco con los dinosaurios. El hallazgo de esta excepcional
asociación de reptiles marinos en el límite Jurásico—Cretácico en la cuenca
neuquina permite formular nuevas teorías sobre la continuidad y evolución de
estas especies y contradecir hipótesis de extinciones hechas en base a estudios
paleontológicos del hemisferio norte. A través del cráneo, de 80 centímetros de
largo y 20 de alto, se puede estimar que medía casi cuatro metros de largo.
Pero lo más llamativo es su
boca, sus dientes, que muestran que era un predador activo que se alimentaba de
otros reptiles marinos, pero de los grandes. Y eso es lo que lo hace parecido a
los dinosaurios carnívoros. Era un animal marino agresivo, que atacaba rápido a
presas grandes, como el tiburón blanco de hoy. El descubrimiento es importante
porque demuestra que los cocodrilos en el Mesozoico fueron mucho más diversos
de lo que se pensaba.
Fue un grupo abundante y
exitoso evolutivamente, que ocupó muchos nichos ecológicos que hoy ocupan otras
especies, como los mamíferos. La muestra de lo que es un cocodrilo en las
especies vivientes es una fracción muy pequeña y empobrecida con respecto a la
diversidad de formas que habitaron la tierra, los ríos y el mar durante el
Mesozoico. Sobre los cocodrilos marinos del Jurásico, se conocían muchos
restos, pero todos de especies con hocico largo y delgado, con numerosos y
pequeños dientes.
Estas características denotan un rol de pequeño predador, con
una dieta de peces pequeños y moluscos, que es la idea que se tenía de los
cocodrilos marinos del Jurásico durante los últimos 150 años, desde que se
descubrieron y estudiaron en Europa los primeros cocodrilos marinos. El Dakosaurus
muestra que también había grandes especies predadoras, dado que éste tenía un hocico
corto, alto y robusto, con dientes grandes y aserrados.