lunes, 3 de septiembre de 2018

Dakosaurus andiniensis, un gigante reptil marino y depredador del Jurásico de Neuquén.



Todo indica que el Dakosaurus andiniensis es un cocodrilo. Pero se parece muchísimo a un dinosaurio. Por eso lo bautizaron Godzilla.
El descubrimiento es tan importante y es tapa del último número de la National Geographic y también sale en la prestigiosa revista Science. Fue descubierto en Pampa Tril, Neuquén, por investigadores argentinos.
Lo que se pudo reconstruir a partir del cráneo y las dos mandíbulas encontradas en la Patagonia es que la criatura se remonta a 135 millones de años atrás. La cabeza alta y achatada, como en forma de bala y pocos dientes, es lo que la distingue del resto de los cocodrilos, que tenían hocicos alargados, angostos y mandíbulas dentadas. Fue el resultado del esfuerzo de mucha gente que trabajó más de siete años", dijo Zulma Gasparini, paleontóloga, profesora de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), investigadora del Conicet y líder de "Reptiles marinos Mesozoicos de Argentina", un proyecto que comenzó hace ya casi 30 años.

La historia de este "Godzilla" empieza en 1996. Ese año, Sergio y Rafael Cocca, dos técnicos del Museo Olsacher de la Dirección Provincial de Minería de Neuquén, encontraron el cráneo y las mandíbulas en Pampa Tril, una zona montañosa y semiárida pero fértil para los paleontólogos. En la investigación participaron paleontólogos y geólogos, como Diego Pol (actualmente en la Universidad de Ohio), y Luis Spallietti, profesor de la UNLP, investigador del Conicet y encargado de la investigación sedimentológica (estudia las rocas y a las sucesiones de rocas donde están las faunas fósiles).

El descubrimiento es importante y tiene impacto a nivel mundial porque hasta ahora no se conocía en ningún lugar del mundo cocodrilos con aspecto de dinosaurio. El cocodrilo no tiene ningún parentesco con los dinosaurios. El hallazgo de esta excepcional asociación de reptiles marinos en el límite Jurásico—Cretácico en la cuenca neuquina permite formular nuevas teorías sobre la continuidad y evolución de estas especies y contradecir hipótesis de extinciones hechas en base a estudios paleontológicos del hemisferio norte. A través del cráneo, de 80 centímetros de largo y 20 de alto, se puede estimar que medía casi cuatro metros de largo.
Pero lo más llamativo es su boca, sus dientes, que muestran que era un predador activo que se alimentaba de otros reptiles marinos, pero de los grandes. Y eso es lo que lo hace parecido a los dinosaurios carnívoros. Era un animal marino agresivo, que atacaba rápido a presas grandes, como el tiburón blanco de hoy. El descubrimiento es importante porque demuestra que los cocodrilos en el Mesozoico fueron mucho más diversos de lo que se pensaba.
Fue un grupo abundante y exitoso evolutivamente, que ocupó muchos nichos ecológicos que hoy ocupan otras especies, como los mamíferos. La muestra de lo que es un cocodrilo en las especies vivientes es una fracción muy pequeña y empobrecida con respecto a la diversidad de formas que habitaron la tierra, los ríos y el mar durante el Mesozoico. Sobre los cocodrilos marinos del Jurásico, se conocían muchos restos, pero todos de especies con hocico largo y delgado, con numerosos y pequeños dientes.
Estas características denotan un rol de pequeño predador, con una dieta de peces pequeños y moluscos, que es la idea que se tenía de los cocodrilos marinos del Jurásico durante los últimos 150 años, desde que se descubrieron y estudiaron en Europa los primeros cocodrilos marinos. El Dakosaurus muestra que también había grandes especies predadoras, dado que éste tenía un hocico corto, alto y robusto, con dientes grandes y aserrados.