Encuentran nueva evidencia sobre cómo era la doble hilera de espinas que llevaba sobre su espalda y cuello este peculiar dinosaurio herbívoro de Patagonia. La investigación realizada por paleontólogos argentinos, fue publicada recientemente en la revista científica Journal of Anatomy.
Amargasaurus cazaui formó parte de la comunidad de dinosaurios herbívoros que vivió hace 130 millones de años durante el Cretácico inferior, en lo que es hoy Patagonia. “Esta especie pertenece a una familia (dicreosáuridos) que se caracterizaba por tener espinas bífidas y largas. Pero lo que llama la atención en Amargasaurus es que son dobles hasta cerca de la región sacra y, además, son mucho más largas que en cualquier otro miembro del grupo” explica José Luis Carballido (CONICET-MEF), integrante del equipo de investigación.
Uno de los desafíos de los paleontólogos es tratar de reconstruir cómo habrían sido en vida las especies extintas, pero muchas veces se convierte en una tarea más compleja por no tener representantes conocidos para comparar. “Durante varios años se debatió acerca de qué podía haber sobre las espinas de Amargasaurus. Una de las hipótesis sostenía que tenía una cubierta de piel sobre las espinas, como si fuera una vela. Mientras que la otra proponía que cada espina tenía una cubierta queratinosa, como si fueran múltiples cuernos, una idea que se apoya en la presencia de rugosidades como las que vemos en los huesos que están dentro de la cubierta queratinosa de los cuernos”.
En este estudio, un equipo multidisciplinario de investigadores de CONICET, realiza por primera vez un análisis minucioso sobre las espinas de Amargasaurus para encontrar evidencias que respalden alguna de las hipótesis conocidas o que brinden nueva información. “Cuando analizamos la morfología externa, nos dimos cuenta de que las rugosidades no son similares a la de los cuernos. En los cuernos, en el sitio donde nace la cobertura córnea, el hueso tiene un refuerzo en la zona más frágil, evitando fracturas por golpes. Esta zona de refuerzo no se ve en las espinas de Amargasaurus, por eso externamente comenzamos a descartar la presencia de cuernos”.
Ignacio Cerda (investigador de CONICET en el Museo Carlos Ameghino), especialista en histología fósil se encargó de analizar el tejido de las espinas y explica “A nivel microscópico podemos encontrar pistas de lo que está ocurriendo a mayor escala, y en este caso, el tejido óseo que forman las espinas nos indican qué podría cubrirlas cuando el animal estaba vivo. En nuestro estudio no encontramos evidencias a favor de una cubierta queratinosa [cuernos]. Por el contrario, los tejidos óseos sugieren que existía un tejido blando, posiblemente ligamentos, que unía las espinas de vértebras sucesivas a lo largo de toda su extensión”.
“Teniendo en cuenta toda la información anatómica e histológica, llegamos a la conclusión de que probablemente Amargasaurus tenía una especie de vela, posiblemente doble, en la región del cuello. Aún no sabemos qué rol podrían cumplir estas velas, tal vez podrían ser un elemento para disuadir a otras especies, atraer individuos del sexo opuesto o incluso para competir dentro de la misma especie. Pero tenemos un registro demasiado escaso como para poder tener pruebas que nos ayuden a entender cómo habría sido el comportamiento de esta especie cuando caminaba sobre nuestro planeta”, finaliza José Luis Carballido.
Autores del trabajo científico: Ignacio Cerda (CONICET, Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología- UNRN, Museo Carlos Ameghino), Fernando Novas (CONICET, MACN), José Luis Carballido (CONICET-MEF) y Leonardo Salgado (CONICET, Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología- UNRN, Museo Carlos Ameghino). Reconstrucción en vida de Amargasaurus cazaui, por Gabriel Lio. Fuente MEF.