miércoles, 30 de abril de 2025

Hallan fósil de Synbranchus, una anguila del Pleistoceno de San Pedro.

 



Una vértebra fosilizada de uno de estos animales fue descubierta a ocho kilómetros de San Pedro.

Una pequeña vértebra fosilizada de un pez del género Synbranchus acaba de ser descubierta en inmediaciones de la ciudad de San Pedro, al norte de Buenos Aires. La pequeña pieza corresponde a un género de peces cuya forma resulta similar a la de las anguilas verdaderas y debido a esto, se les da el mismo nombre popular. Los Synbranchus, peces de cuerpos alargados, de hábitos principalmente nocturnos, suelen habitar arroyos y pantanos de agua dulce en diferentes áreas de nuestro país. Si bien no son anguilas, propiamente dichas, su aspecto ha hecho que la gente los confunda con las anguilas de agua salada, por ejemplo.

La vértebra fosilizada fue hallada por un equipo del Museo Paleontológico de San Pedro conformado por Jorge Martínez, Walter Parra y José Luis Aguilar (el primero en observar la pieza en el sedimento), junto a los colaboradores Manuel Sánchez y Juan Cabrera. El hallazgo se produjo durante una tarde de prospección en busca de material fósil, en el sector conocido como Campo Spósito, en la zona de Bajo del Tala, partido de San Pedro.

En dicho campo, el grupo del museo investiga un tramo de un lecho de río prehistórico cuya antigüedad promedio está fechada en unos 200.000 años.

“Cuando vimos la pequeña pieza fosilizada, nos entusiasmamos porque sabemos que los restos de peces fósiles en la región pampeana son muy escasos, por lo tanto, los registros son incompletos. De hecho, del género Synbranchus, al que pertenecen estos peces existen escasos antecedentes fósiles. Y por otro lado, este nuevo registro nos permite seguir conociendo habitantes de ese ecosistema prehistórico en el cual convivieron perezosos gigantes, grandes armadillos acorazados, mastodontes, caballos fósiles, macrauchenias y tantos otros mamíferos de los que el equipo del museo ha venido descubriendo restos.

Este es el tercer tipo de pez encontrado en el yacimiento de Campo Spósito. Anteriormente se habían encontrado bagres, armados y ahora, este del género Synbranchus. Cada eslabón, cada género que se suma, permite recrear con mayor fidelidad las condiciones de aquel ecosistema y conocer mejor a quiénes lo habitaban”, comenta José Luis Aguilar, director del museo y partícipe del hallazgo.

Para la clasificación del ejemplar, el equipo del museo de San Pedro contó con la valiosa participación del especialista Sergio Bogan, Curador Asociado de la División Ictiología del Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET).

Bogan explica que “es un hallazgo muy interesante porque suma un componente previamente no registrado en este sitio y genera expectativas de que sigan apareciendo otros restos de peces, los cuales siempre son poco frecuentes. Si bien estos peces han sido registrados en otros sitios Pleistocenos de la provincia, estos antecedentes son escasos. Hay algunos fósiles del río Quequén Salado, el río Luján y en el Reconquista. Por el tamaño de las vértebras es posible inferir que llegara a medir unos 1.20 metros de longitud, pero es algo aproximado pues es difícil establecer un tamaño con certeza, sólo con estos elementos”. Ilustacion del PaleoArtista Miguel Ángel Lugo por la ilustración que acompaña esta difusión.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm


sábado, 19 de abril de 2025

Nuevo hallazgo de huevos de dinosaurios Saurópodos del Cretácico de Auca Mahuida, Neuquén.





Un reciente hallazgo en Neuquén promete cambiar la forma en que entendemos la vida prehistórica. El descubrimiento de una antigua nidada de dinosaurios ofrece nuevas pistas sobre los comportamientos de estas majestuosas criaturas. ¿Qué secretos ocultan estos fósiles y cómo la colaboración local fue clave para este avance?

La Patagonia argentina vuelve a ser protagonista de un descubrimiento que conmociona al mundo científico. Gracias a la colaboración entre expertos y miembros de la comunidad local, un hallazgo en el sur del volcán Auca Mahuida promete aportar nueva luz sobre el pasado remoto. La Universidad Nacional del Comahue y el Museo del Desierto Patagónico trabajaron codo a codo para desenterrar un verdadero tesoro paleontológico.

En una de las zonas más áridas y menos exploradas de la provincia de Neuquén, un descubrimiento casual abrió la puerta a un hallazgo sin precedentes. Enrique Muñoz, un atento puestero local, notó extrañas formaciones en la roca cerca del volcán Auca Mahuida. Su rápida acción al contactar a especialistas desencadenó una investigación que revelaría un bloque fósil cargado de huevos de dinosaurios saurópodos.

Los paleontólogos Juan Porfiri y Domenica dos Santos, parte del equipo de la Universidad Nacional del Comahue, acudieron al lugar y lograron recuperar una estructura fósil excepcionalmente bien conservada. Esta configuración natural no solo preserva los huevos, sino que también captura detalles esenciales sobre el comportamiento reproductivo de estos antiguos gigantes herbívoros.

Los saurópodos dominaron los paisajes patagónicos hace millones de años. Eran enormes herbívoros que dejaron su huella en la historia evolutiva del planeta. Sin embargo, poco se sabía sobre sus prácticas de reproducción hasta ahora.

“El valor científico de este hallazgo es enorme, porque estudiar nidadas bien conservadas permite entender aspectos inéditos del comportamiento de los dinosaurios, como el tamaño de las puestas, la organización de los huevos y, en ocasiones excepcionales, el desarrollo de los embriones”, explicó Domenica dos Santos, quien actualmente dirige el Museo del Desierto Patagónico y coordina proyectos educativos en colaboración con la UNCo.

La disposición y preservación de estos huevos en su contexto original permiten inferir comportamientos colectivos y estrategias de supervivencia que podrían cambiar interpretaciones previas sobre estas especies extintas.

Este hallazgo no habría sido posible sin la intervención atenta de la comunidad local. Desde la Universidad Nacional del Comahue destacaron la importancia de integrar el saber académico con el conocimiento territorial, señalando que este no es un caso aislado.

“La colaboración de Enrique Muñoz demuestra cuán fundamental es fortalecer las redes comunitarias para proteger el patrimonio natural”, enfatizó dos Santos. Otros nombres como Fabián Isasa, Aldo Tanúz y Tiziano Muñoz también sobresalen por su compromiso en anteriores descubrimientos, reflejando una creciente conciencia colectiva sobre el valor científico y cultural de estos tesoros fósiles.

La UNCo promueve activamente este modelo de ciencia participativa, en el que la investigación, la extensión y la educación se entrelazan para enriquecer tanto el conocimiento científico como el tejido social local. Fuente; gizmodo.com y modificado y adaptado por grupopaleo.com.ar.

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domingo, 13 de abril de 2025

Recuperan nuevos restos de un Ictiosaurio de Jurásico en el afloramiento vaca muerta, en la Provincia de Neuquén.




 Un nuevo e importante hallazgo paleontológico tuvo lugar en el paraje Los Álamos, en las inmediaciones de Loncopué, cuando Ángel Fuentes, propietario del campo donde ocurrió el descubrimiento, alertó sobre la presencia de restos fósiles en el terreno.

Tras la denuncia, se activó el protocolo correspondiente y se notificó a la Dirección de Patrimonio Cultural, dependiente de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia del Neuquén. Al sitio se trasladó el paleontólogo Mateo Gutiérrez, acompañado por efectivos de Gendarmería Nacional, quienes confirmaron la presencia de fósiles pertenecientes a un Ictiosaurio, un reptil marino del Jurásico Superior.

La zona del hallazgo forma parte de un afloramiento de la Formación Vaca Muerta, reconocida a nivel mundial por su riqueza en fósiles marinos como ostras, moluscos y reptiles que datan de entre 145 y 150 millones de años. Este tipo de descubrimientos aportan valiosa información científica sobre el ecosistema que existía en la región durante esa era geológica.

Los materiales recuperados serán trasladados al Museo Carmen Funes de Plaza Huincul para su análisis y conservación. Posteriormente, quedarán en resguardo temporal en el Museo Paleontológico Carlos Alesandri de la localidad de Las Lajas.

El operativo contó con el acompañamiento de las Direcciones de Cultura y Turismo de la Municipalidad de Loncopué, y se recordó a la comunidad la importancia de notificar de inmediato a las autoridades culturales o a Gendarmería Nacional ante el hallazgo de posibles fósiles, para asegurar su preservación y estudio adecuado.

Los ictiosaurios, un grupo de reptiles marinos que dominaron los océanos durante la era Mesozoica, son un fascinante ejemplo de adaptación evolutiva. Estos animales, que vivieron aproximadamente entre 250 y 65 millones de años atrás, presentan una serie de características morfológicas y fisiológicas que les permitieron prosperar en un entorno acuático.

Una de las características más distintivas de los ictiosaurios es su forma corporal hidrodinámica. Su cuerpo alargado y fusiforme, similar al de los delfines modernos, les confería una notable eficiencia en la natación. Esta forma les permitía reducir la resistencia del agua, facilitando así su desplazamiento a altas velocidades. Además, sus extremidades se transformaron en aletas, lo que les proporcionaba una mayor maniobrabilidad en el medio acuático.

En términos de respiración, los ictiosaurios eran reptiles y, por lo tanto, necesitaban salir a la superficie para respirar aire. Sin embargo, su adaptación a la vida marina se evidenció en la posición dorsal de sus fosas nasales, lo que les permitía respirar sin necesidad de levantar completamente la cabeza fuera del agua. Esta característica es similar a la observada en algunos mamíferos marinos actuales.

La dieta de los ictiosaurios variaba según las especies; algunos eran carnívoros y se alimentaban principalmente de peces y cefalópodos, mientras que otros presentaban adaptaciones para una dieta más diversa. Sus mandíbulas estaban equipadas con dientes afilados y cónicos, ideales para capturar presas resbaladizas en el agua.

Desde el punto de vista reproductivo, se ha demostrado que los ictiosaurios eran ovovivíparos, lo que significa que daban a luz crías vivas en lugar de poner huevos. Este rasgo es particularmente interesante ya que sugiere una adaptación a un ambiente marino donde el desarrollo embrionario dentro del cuerpo materno podría ofrecer ventajas frente a depredadores y condiciones ambientales adversas.

Los ictiosaurios también exhibían una notable diversidad morfológica. Se han identificado varias especies con diferencias significativas en tamaño y forma; algunas alcanzaban longitudes superiores a los 20 metros, mientras que otras eran mucho más pequeñas. Esta diversidad refleja una amplia gama de nichos ecológicos que los ictiosaurios pudieron ocupar en los océanos de su tiempo.

La variabilidad en la morfología también se relaciona con su evolución a lo largo de millones de años. Los ictiosaurios evolucionaron a partir de ancestros terrestres, y su adaptación al medio acuático fue un proceso gradual que implicó cambios significativos en su anatomía. Por ejemplo, las modificaciones en la estructura de la columna vertebral y el desarrollo de un sistema de aletas más eficiente son indicativos de esta transición evolutiva.

Además, los ictiosaurios presentaban características esqueléticas únicas. Su cráneo era grande y alargado, con una mandíbula inferior prominente que les permitía abrir la boca ampliamente para capturar presas. La presencia de huesos nasales reducidos y una órbita ocular grande también son rasgos distintivos que sugieren adaptaciones para una vida activa en el agua.

En términos de paleobiología, los ictiosaurios desempeñaron un papel imporante en los ecosistemas marinos del Mesozoico. Como depredadores, ayudaron a regular las poblaciones de otras especies marinas y contribuyeron a la dinámica ecológica de su entorno. Su extinción, ocurrida al final del Cretácico, marcó un cambio significativo en la biodiversidad marina, abriendo oportunidades para otros grupos de animales marinos, incluidos los mamíferos marinos modernos. Fuente; noticiasnqn.com.ar y modificado y adaptado por grupopaleo.com.ar

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jueves, 10 de abril de 2025

Patagorhacos terrificus, un ave del terror en el Mioceno de Rio Negro.




 Hace unos 18 millones de años, la Patagonia tenía un aspecto distinto al de hoy en día. Las interminables planicies estaban salpicadas por árboles y bosques en los que se encontraba una gran variedad de animales hoy en día extintos. Su clima era más cálido y húmedo, lo que permitía la existencia de animales de aspecto tropical como monos, puercoespines y muchos otros.

 Entre los grandes cazadores de la época se encontraban unas enormes aves predadoras conocidas como fororracos o “aves del terror”. Los fororracos se distribuyeron por toda Sudamérica, y se extinguieron hace unos 3 millones de años. Tenían un pico poderoso, muy alto y terminado en un gancho filoso. Sus patas eran muy largas y sus alas reducidas, por lo que eran incapaces de volar.

 Una expedición llevada adelante por miembros del Museo Patagónico de Ciencias Naturales “Juan Carlos Salgado” en los alrededores de la ciudad de General Roca, en la provincia de Río Negro, resultó en el hallazgo de restos más completos de Patagorhacos terrificus, especie muy enigmática.

 Debido a la buena preservación de los restos los investigadores lograron conocer aspectos importantes sobre el Patagorhacos. La especie alcanzaba una altura de 1.5 metros y un peso aproximado de 50 kilogramos. Sus garras curvadas y sus huesos esbeltos hacen pensar que se trataba de un veloz depredador que daba caza a sus presas mediante la velocidad, y las remataba con un certero picotazo. Luego despedazaba a su presa con la ayuda de las garras del pie.

 Los nuevos restos permitieron a los investigadores realizar un árbol genealógico de todos los fororracos conocidos, y poder saber más sobre la evolución de este grupo de aves.

 El equipo de trabajo de este hallazgo estuvo integrado por investigadores del CONICET, el Museo Argentino de Ciencias Naturales, la Fundación Azara y el Museo Patagónico de Ciencias Naturales “Juan Carlos Salgado”, cuya publicación científica puede leerse en https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08912963.2025.2458127?src=  Fuente: Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados – Reconstrucción en vida por Nahuel Vásquez y Reconstrucción del esqueleto por Santiago Miner

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