Existe un consenso generalizado acerca de que el
calentamiento climático es uno de los principales factores que afectan la
diversidad biológica global, con importantes consecuencias actuales y a futuro.
Pero los cambios climáticos globales han ocurrido numerosas veces durante la
historia de la tierra, por lo que no son patrimonio exclusivo de nuestros
tiempos. Desde el año 2003, nuestro equipo, con base en el Museo de La Plata,
lleva adelante un programa de investigación sobre la evolución de los ambientes
y comunidades que existieron en Patagonia aproximadamente entre 18 y 16
millones de años atrás, durante un intervalo de tiempo mayor conocido como el
Óptimo Climático del Mioceno Medio (OCMM), considerado entre los períodos más
cálidos de la Tierra en los últimos 34 millones de años.
En esos tiempos América del Sur ya se encontraba en su
ubicación actual, pero estaba separada físicamente de otras masas
continentales. En el océano Atlántico, la Corriente del Brasil transportaba
agua marina superficial cálida hacia el sur, permitiendo la continuidad de
condiciones subtropicales desde la Amazonia hacia el sur. Además, la parte más
relevante del levantamiento de la Cordillera de los Andes aún no se había
producido, por lo que ésta no interfería la llegada de vientos húmedos
provenientes del océano Pacífico a lo que hoy es Patagonia.
Las investigaciones mencionadas se centran en los
afloramientos de rocas continentales distribuidos en diferentes sectores de la
cordillera, las márgenes de los principales ríos y la costa atlántica de la
provincia de Santa Cruz conocidos formalmente como Formación Santa Cruz. En el
programa de investigación colaboran paleontólogos y geólogos especialistas
en diferentes disciplinas, de instituciones nacionales y del exterior. Las
preguntas centrales que guían el programa son ¿Cómo eran el clima y el ambiente
en la Patagonia durante el OCMM? ¿Cómo se estructuraban las comunidades
biológicas? ¿Cómo afectó el siguiente cambio climático a esas comunidades?
El enfoque multidisciplinario ya ha permitido generar
respuestas significativas a las dos primeras preguntas. Las
características de los sedimentos que conforman la Formación Santa Cruz indican
la alternancia períodos más húmedos o más secos, con depósitos de cenizas
evidenciando actividad volcánica en la cordillera y presencia de niveles que
revelan la formación de suelos. En éstos, se encuentran moldes calcáreos de
raíces que sugieren alta estacionalidad de las precipitaciones, con inviernos
fríos y húmedos y veranos secos y cálidos. Se han recuperado fósiles de
palmeras, ranas, lagartos, osos hormigueros y monos, que señalan fuertemente
que el clima era mucho más cálido y húmedo que en la actualidad. Otros restos de
árboles y de aves y mamíferos que actualmente habitan en bosques (como una
especie de halcón reidor, puercoespines, ratas espinosas, perezosos y
marsupiales trepadores) también dan crédito a esta interpretación. Asimismo, se
registran restos de organismos propios de ambientes abiertos con pastizales,
como gramíneas y animales como ñandúes, otras aves terrestres gigantes,
mamíferos con pezuñas, gliptodontes y armadillos.
El examen conjunto de las rocas, de la flora y la fauna,
permite visualizar un paisaje complejo para la parte austral de la Patagonia
durante el OCMM, con ambientes de bosques templado-húmedos y otros abiertos
semiáridos, con lagunas en ciertas zonas e inundaciones temporales en otras,
que promovían la formación de marismas con mezcla de plantas herbáceas y
gramíneas. Aunque con la presencia de palmeras, las especies de árboles
registrados son similares a las de los bosques que caracterizan hoy el
piedemonte de los Andes en el rango de latitudes de la Patagonia.
Por su parte, la fauna era ciertamente muy rica y variada.
Considerando factores como el rango de tamaños corporales y las proporciones de
las diversidades de dietas, preferencia ambiental y de modos de desplazamiento,
encontramos una estructura ecológica similar a la de ciertas comunidades
actuales que habitan en el área subtropical de América del Sur. Éstas habitan
en ambientes que se caracterizan por la alternancia de sabanas y bosques
en galería y climas con lluvias e inundaciones estacionales, separadas por
largos intervalos secos. La estructura señalada sería acorde con condiciones
más húmedas y cálidas que las que dominan hoy en Patagonia extra-andina, con
más de 1000 mm de precipitación anual, inviernos húmedos y veranos secos y
temperaturas medias anuales por encima de 14º C.
A partir de aproximadamente los 15,5 millones de años atrás,
pero también durante mediados del Mioceno se inició un enfriamiento
global que en Patagonia se complementó con un fuerte levantamiento de la
Cordillera de los Andes, lo que interfirió la circulación de aíre húmedo desde
el Pacífico y eventualmente ocasionó la aridez actual de gran parte de
Patagonia, con la consecuente desaparición regional de muchas de las especies
vegetales y animales que dominaron durante el OCMM.
Actualmente buscamos dar una respuesta más completa a
nuestra última pregunta, intentando calibrar los tiempos en que estos cambios
comenzaron a registrarse en la parte austral de Patagonia y qué cambios en la
composición de las comunidades biológicas dan cuenta de ellos.
El estudio del registro fósil a distintas escalas temporales
permitirá entender y mejorar nuestras predicciones sobre el impacto del cambio
climático futuro sobre la diversidad biológica.
Fuente; Ciencia en Red. Por Sergio F. Vizcaíno y M. Susana
Bargo, División Paleontología Vertebrados, Museo de La Plata, UNLP, La
Plata, Argentina.