Un equipo de paleontólogos y geólogos identificó diversos ambientes y distintas plantas dentro del ambiente volcánico que hubo en la provincia de Santa Cruz hace unos 150 millones de años. En este ambiente, también se preservan hongos e insectos, por lo que este paisaje podría entenderse como un parque jurásico en el mundo real.
Generalmente, las películas e incluso los documentales de dinosaurios no describen muy bien a los ambientes y a la vegetación en los cuales habitaban estos animales. Por contrapartida, para echar luz en el conocimiento de cómo fueron los parques jurásicos, un nuevo estudio presenta diversos tipos de plantas que existieron en el ambiente volcánico del Macizo del Deseado, en la actual provincia de Santa Cruz, entre los 178 y 151 millones de años de antigüedad.
La paleontóloga Ana Julia Sagasti, becaria posdoctoral del CONICET e investigadora en el Instituto de Recursos Minerales (INREMI) dependiente de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), comentó a la Agencia CTyS-UNLaM: “Lo que hicimos fue estudiar los tipos de plantas, cómo se fosilizaron y, a partir de ello, pudimos describir nuevas características sobre cómo eran los distintos ambientes”.
Entre esta vegetación jurásica se encuentran helechos y coníferas, entre otras especies. “Una de las características interesantes de la localidad fosilífera de Flecha Negra, ubicada al centro de Santa Cruz, es que se conservan plantas en distintos modos de conservación; distintas partes de la planta se preservan de diversas maneras y todo ello nos permitió reconstruir cómo era el ambiente sedimentario y cómo eran las condiciones ambientales en el momento en que se formó este yacimiento”, indicó la autora principal del estudio publicado en la revista científica Ameghiniana.
La doctora Sagasti explicó que “por ejemplo, las hojas se conservan bajo otras condiciones que los troncos, porque tienen distintos tipos de tejidos; unos son órganos planos y otros tienen volumen, por lo que se preservan de forma diferente y se transportan de forma diferente. Todo ello nos dio pistas para poder reconstruir el ambiente”.
El geólogo Diego Guido, profesor de la UNLP e investigador del CONICET en el INREMI, lleva adelante estudios en este ambiente volcánico del Jurásico hace más de 25 años. “En el Macizo del Deseado, hemos hallado 23 localidades de depósitos geotermales fósiles, sectores donde, en el Jurásico, el agua superficial que se infiltraba en el subsuelo era calentada por los magmas y generaban campos geotérmicos similares a los que en la actualidad se ven en Yellowstone, en Estados Unidos”.
El Macizo del Deseado tiene unos 230 kilómetros cuadrados de superficie. Esta enorme región fosilífera se formó durante más de 25 millones de años de erupciones volcánicas vinculadas al proceso de inicio de la apertura del proto Atlántico, a partir del desmembramiento de supercontinente Gondwana durante el Jurásico.
“Junto con este enorme vulcanismo, se produjeron grandes cantidades de aguas hidrotermales”, explicó el Dr. Guido. Y destacó: “Es importante saber que es muy difícil que se haya preservado este sistema geotérmico del Jurásico; de hecho, estas localidades fosilíferas de la Patagonia son una rareza. Recientemente, se han encontrado otros ambientes en Ecuador y en China, pero ambos están muy poco estudiados por el momento”.
Volcanes:
ambientes de cenizas y actividad hidrotermal
Todos estos procesos volcánicos generaron ambientes de cenizas, por un lado, y
ambientes con actividad hidrotermal, algo similar a lo que se ve actualmente en
Yellowstone. “Esos piletones, por la misma actividad volcánica, contienen un
montón de minerales en suspensión, lo cual promueve a la fosilización en
cherts, las cuales son grandes masas de roca silícea. En ellos, se preservan
plantas, animales y hongos de una manera extraordinaria (ver fotos)”, indicó
Ana Sagasti.
A partir de esta información, Diego Guido y la doctora Kathleen Campbell de la Universidad de Auckland desarrollaron un modelo de sedimentación y de los distintos tipos de fósiles. “Con este modelo, estudiamos cómo evolucionó el ambiente volcánico en Flecha Negra”, agregó la autora principal del estudio.
Por un lado, hay zonas con abundantes lentes de cherts, vinculados a áreas de actividad hidrotermal. En tanto, hay otros sitios donde la preservación está vinculada a la caída de lluvia de ceniza, lo cual da cuenta de la existencia, en aquel tiempo, de una gran cantidad de explosiones volcánicas.
“Generalmente, por las mismas explosiones volcánicas, estos ambientes tienden a reciclarse y autodestruirse; de allí a que sea tan difícil que se conserven”, relató Guido. Y detalló: “Estas explosiones, pequeñas, pero muy abundantes, rompen el sedimento y, con el paso del tiempo, generan zonas de depresión en el paisaje. De allí que interpretamos que la laguna Flecha Negra que está al lado de donde se encuentran los fósiles es probablemente el lugar donde se hayan producido esas explosiones y, por eso, hoy se presenta como una zona baja que está cubierta con agua”.
El doctor Guido destacó que, para el estudio de este ambiente extraordinario del Macizo del Deseado, participan especialistas de todo el país y también colegas del exterior. De este estudio en particular publicado en la revista Ameghiniana, también fue parte el doctor Juan García Massini del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja (CRILAR-CONICET).
“Aquí, hay fósiles muy variados y con un grado de preservación increíble, lo cual da lugar a una especie de Jurassic Park de plantas, hongos, insectos y muchos otros microorganismos, pero, por el momento, no de dinosaurios”, destacó Guido.
Los materiales colectados para este estudio fueron obtenidos durante una campaña realizada en el año 2014. Actualmente, se encuentran a préstamo en el Museo de La Plata, pero, finalmente, quedarán alojados en el Museo de Santa Cruz. Fuente; Agencia CTyS-UNLaM -
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