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martes, 4 de junio de 2024

Notosphenos finisterre y Alamitosphenos mineri, dos nuevas especies de esfenodontes del Cretácico de la Patagonia Argentina.





 
A través de la publicación en revistas especializadas, el equipo informó que se hallaron dos especies nuevas de tuátaras (réptiles) en Santa Cruz y en Río Negro. El equipo de científicos del CONICET, Museo Argentino de Ciencias Naturales, Museo Nacional de Naturaleza y Ciencia de Tokyo y la Fundación de Historia Natural “Félix de Azara” dieron a conocer el hallazgo de dos especies nuevas de tuátaras encontradas en diferentes partes de la Patagonia.

Los esfenodontes o tuátaras (Sphenodon) son un grupo de reptiles que en la actualidad se encuentra representado solo por dos especies que se distribuyen en algunas islas de Nueva Zelanda. A diferencia de lo que ocurre en la actualidad, durante la Era Mesozoica, también conocida como la Era de los Dinosaurios, diversas especies de tuátaras podían encontrarse dispersas en la mayor parte de los continentes. 

Las exploraciones fueron realizadas en capas de 70 millones de años en las provincias de Río Negro y Santa Cruz. En aquel entonces no existía la cordillera de los Andes, y los vientos húmedos del pacífico llevaban humedad a la Patagonia, que estaba cubierta de lagos, lagunas, ríos y bosques. Estos ambientes eran dominados por grandes dinosaurios, a cuyos pies se encontraban grandes variedades de organismos más pequeños, incluyendo insectos, ranas, serpientes, aves, mamíferos, tortugas y lagartos, entre ellos los esfenodontes. Debido al pequeño tamaño de los restos de estas criaturas, su hallazgo es muy infrecuente y cada pieza que se descubre reviste una gran importancia científica. Es por eso que cada una de ellas es de gran valor científico.

Durante el año 2022, una campaña paleontológica dirigida en la Estancia La Anita, localizada en las cercanías de la ciudad de Calafate, en la provincia de Santa Cruz, resultó en numerosos hallazgos de pequeños organismos fósiles. En esas capas, la técnica en paleontología Ana Moreno Rodríguez encontró una pequeña pieza con algunos dientes. Este ejemplar resultó ser el de una nueva especie de esfenodonte, que los investigadores nombraron como Notosphenos finisterre. Esta especie era de tamaño muy pequeño (no habría superado los 30 centímetros de longitud) y a juzgar por la forma de sus dientes se alimentaba de insectos. 

Notosphenos es muy semejante a los esfenodontes vivientes de Nueva Zelanda. Este hallazgo junto al de mamíferos primitivos como el ornitorrinco Patagorhynchus pascuali, muestran que las faunas de Patagonia y Oceanía eran más semejantes de lo pensado. Cabe resaltar que, hace unos 70 millones de años, Patagonia y Oceanía estaban conectadas a través de la Antártida, formando un continente común. 

A diferencia de lo que ocurre hoy -en donde las serpientes no se encuentran en estas regiones australes- el Notosphenos fue encontrado junto a una gran diversidad de especies de serpientes. Esto, junto al hallazgo de diversos caracoles y tortugas acuáticas, muestra que el clima en la zona era más cálido y húmedo que en la actualidad.

En ese mismo año, pero en la provincia de Río Negro, una expedición paleontológica llevada adelante cerca de la localidad de Arroyo Ventana, en la Estancia Nueva Poupeé, fueron encontrados restos de otra especie de esfenodonte, en capas de unos 70 millones de años de antigüedad. 

En este caso, el técnico paleontológico Santiago Miner encontró un fragmento de mandíbula con dientes que resultó pertenecer a una nueva especie de esfenodonte. Esa especie fue nombrada por los investigadores como Alamitosphenos mineri. A diferencia de otras especies su mandíbula era fuerte y formaba una especie de mentón prominente y sus dientes era bajos y anchos. 

Alamitosphenos fue encontrado junto a una gran cantidad de huesos pequeños de ranas, serpientes, aves

y mamíferos, así como restos de grandes dinosaurios. Todos ellos fueron depositados cuando un antiguo mar desde el Atlántico invadió el norte de la Patagonia. Este brazo de mar, conocido como “Mar de Kawas” era de aspecto más bien tropical, con una enorme cantidad de reptiles marinos, corales y moluscos, poblando sus costas. 

Aquí el Alamitosphenos compartía el ambiente junto a variados esfenodontes de diferentes hábitos: algunos eran insectívoros y se asemejaban a los esfenodontes vivientes; otros eran de gran tamaño, posiblemente acuáticos; mientras que otros parecían ser predadores de pequeños animales. A esta gran diversidad de esfenodontes se agrega el Alamitosphenos, cuyo aspecto hace pensar que se trataba de una especie que machacaba vegetales y semillas. Esto demuestra que los esfenodontes fueron muy diversos en hábitos y que aún estamos muy lejos de conocer todas las especies que existieron.

Hace unos 65 millones de años la caída de un asteroide resultó en una suerte de invierno nuclear que provocó la desaparición de los enormes dinosaurios y otros reptiles. Sin embargo, los esfenodontes lograron sobrevivir a este impacto. Los estudios de la histología en esfenodontes fósiles hacen pensar que al igual que las especies actuales, podían tolerar climas fríos (con temperaturas de unos 5 grados) y eran capaces de refugiarse en madrigueras subterráneas. 

Esta capacidad de tolerar las bajas temperaturas diferenciaría a los esfenodontes, no sólo de gran parte de los reptiles actuales, sino también de otros grupos que desaparecieron junto con los dinosaurios por no contar con las ventajas adaptativas necesarias como para sobrevivir a las bajas temperaturas que asolaron la Tierra durante aquel evento de extinción masiva. 

Fotografías: Pertenecen al equipo que llevó adelante las campañas en Santa Cruz y en Río Gallegos. Las ilustraciones y reconstrucciones de Notosphenos y Patagosphenos fueron realizadas por el artista Gabriel Lio. Fuente: noticias.santacruz.gob.ar

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

 

jueves, 30 de marzo de 2023

Nuevo estudio sobre fósiles de Plesiosaurios de la Patagonia Argentina.





 

El nuevo trabajo del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (Lacev) dependiente del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia de Buenos Aires y Conicet, en colaboración con miembros de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, describe la microestructura y microanatomía de los huesos de un plesiosaurio hallado a orillas del Lago Argentino, en la ciudad de El Calafate.

Los plesiosaurios son un grupo de reptiles acuáticos distribuidos en todo el mundo. Dicha adaptación a la vida acuática es evidenciada por extremidades convertidas en aletas largas y angostas que les permitían moverse con rapidez en el agua. Tenían cuellos muy alargados rematados en una pequeña cabeza armada de dientes afilados adaptados para la captura de peces. Su cuerpo era corto y en forma de barrilete, además de ser poseedores de una cola corta que podrían haberla utilizado como timón.

Ciertos indicios paleohistológicos y microanatómicos dieron a pensar que los plesiosaurios juveniles vivían en zonas costeras, mientras que los adultos en aguas profundas, en mar abierto. Esta hipótesis surgió al describir en los plesiosaurios juveniles una configuración paquiostótica, es decir, huesos de gran densidad que permitieron al organismo hundirse con mayor facilidad, mientras que en los especímenes adultos los huesos eran osteoporóticos, en consecuencia, de muy baja densidad (una contextura símil de esponja, como las grandes ballenas) permitiendo una mayor flotabilidad.

En el presente estudio, fueron encontradas ambas estructuras óseas para un mismo espécimen adulto, sugiriendo causas subyacentes más complejas para la formación de dichas estructuras óseas, reforzando hipótesis de autores previos que postulaban que dicha arquitectura ósea podría corresponder a las cargas mecánicas que experimentaba el esqueleto ante el particular movimiento de las aletas de estos animales, y por ende, que no sólo responderían a cuestiones del hábitat de dichos organismos.

Además, se observó la presencia de un sistema externo fundamental, una estructura muy escasamente citada para los plesiosaurios a nivel mundial, formada en la periferia de la sección transversal de unos huesos llamados gastralias (también conocidas como costillas ventrales), dicho sistema externo fundamental corresponde a un apelotonamiento de marcas de crecimiento (similares a las que se hallan en los troncos de los árboles cortados) muy poco espaciadas entre sí, indicativo de la madurez somática del animal, por lo tanto, el plesiosaurio en cuestión llegó a su máximo tamaño en la adultez.

Es de destacar, y en concordancia con otros plesiosaurios, una gran cantidad de canales vasculares que nutrían con vasos sanguíneos y linfáticos a la corteza ósea, indicativos de un rápido crecimiento y bien sostenido hasta la madurez del animal, lo cual sugiere un elevado metabolismo, similar al de mamíferos y aves. En este caso, los canales vasculares se hallaron rodeados por lamelas convirtiéndolos en osteonas secundarias, las cuales se forman en gran número cuando el animal llega hacia la adultez, por ende, otro indicio más junto con el sistema externo fundamental de la misma. Fuente: Lacev.

Se puede acceder al estudio en https://www.researchgate.net/publication/368965449_Biological_implications_of_the_bone_microstructure_of_a_new_elasmosaurid_Sauropterygia_Plesiosauroidea_from_the_uppermost_Cretaceous_of_Patagonia

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

viernes, 17 de febrero de 2023

Patagorhynchus pascuali, el nuevo ornitorrinco del Cretácico de Santa Cruz.




Un equipo de paleontólogos del CONICET, junto con colegas del National Museum of Nature and Science de Tokyo, hallaron al sur de la Patagonia argentina restos de un pariente del actual ornitorrinco australiano (Ornithorhynchus anatinus). El descubrimiento del pequeño mamífero tuvo lugar en rocas cretácicas de 70 millones de años, correspondientes a la Formación Chorrillo, localizadas unos 30 kilómetros al sudeste de El Calafate, Santa Cruz.

El anuncio se realizó este jueves en las instalaciones del complejo cultural de Río Gallegos. La Opinión Austral estuvo presente en la ceremonia que contó con la presencia de la gobernadora Alicia Kirchner y la participación por videoconferencia de la titular del CONICET, Ana Franchi.

La gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, participó de la presentación de los descubrimientos paleontológicos realizados en Santa Cruz. FOTO: JOSÉ SILVA/LA OPINIÓN AUSTRAL

La nueva especie fue bautizada como Patagorhynchus pascuali y presentada hoy en la revista Communications Biology del grupo Nature. Se trata del primer pariente cercano del ornitorrinco que se conoce de la Era Mesozoica, también conocida como la “era de los dinosaurios”, y el más antiguo del que se tenga registro hasta el momento.

La expedición en la que se hallaron los restos de Patagorhynchus fue codirigida por Fernando Novas, investigador del CONICET y jefe del del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET), y su colega Makoto Manabe, del National Museum of Nature and Science de Tokyo.

El responsable de hallazgo del fósil fue Nicolás Chimento, investigador del CONICET en laboratorio dirigido por Novas, quien encontró sobre la superficie del terreno explorado un pequeño diente de cinco milímetros de diámetro. La forma compleja de la corona y las raíces permitieron determinar con facilidad que el diente pertenece a un pariente de los ornitorrincos actuales.

Los dientes de los ornitorrincos actuales, así como los de un fósil que se encontró en Australia, se distinguen por tener dos estructuras con forma de ‘V’ corta. Así que cuando encontré el diente de Patagorhynchus y vi que tenía esa misma forma, que es única de estos animales, inmediatamente me pude dar cuenta que se trataba de un ornitorrinco”, afirmó Chimento.

Los ornitorrincos son monotremas, un grupo de mamíferos que se caracterizan por poseer rasgos muy primitivos, como el hecho de que sus crías nacen de huevos que son incubados de manera similar a como lo hacen las aves. Esta conducta reproductiva los diferencia de la enorme mayoría de los mamíferos vivientes, que dan a luz a sus crías directamente del útero materno. Por esta razón, el linaje de estos animales primitivos atrajo siempre el interés de los investigadores, dado que representan algo así como “eslabones perdidos” de una etapa muy antigua. Patagorhynchus es el primer monotrema del Cretácico Tardío (último período de la Era Mesozoica) que se conoce para América del Sur.

De acuerdo con los investigadores que participaron del descubrimiento, el hallazgo de restos de un antepasado del ornitorrinco australiano en el sur argentino pone de relieve la importancia que el territorio austral de América tuvo en la evolución de los mamíferos.

“Siempre se pensó que estos linajes primitivos de mamíferos eran restrictivos de Australia. En la década del ’90 apareció en Patagonia un pariente del ornitorrinco de la Era Cenozoica y se consideró que debía corresponder a una migración posterior y que no cuestionaba el hecho de que todos estos grupos habían evolucionado en el continente australiano. El presente descubrimiento demuestra que los parientes de los ornitorrincos ya habitaban América del Sur mucho antes de lo que se creía y que el grupo tuvo una larga historia evolutiva en nuestro continente, y en la Patagonia en particular, de la que todavía nos queda mucho por descubrir”, señaló Federico Agnolín, investigador del CONICET en el MACNBR y en la Fundación de Historia Natural Félix de Azara y uno de los autores del trabajo. Agnolín se encontraba buscando fósiles junto a Chimento cuando ocurrió el descubrimiento.

De acuerdo con los paleontólogos, el hallazgo del Patagorhynchus apoya la hipótesis de que a fines del Cretácico una misma fauna integrada por mamíferos y dinosaurios se extendía desde el sur de la Patagonia hasta Australia, incluyendo también a la Antártida, que en ese momento se encontraba encastrada entre ambos continentes. Hace 70 millones de años, el sur de la Patagonia y Australia eran territorios con climas que iban de templados a fríos, que daban albergue a bosques frondosos de ambientes húmedos. Fuente; laopinionaustral.com.ar.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

viernes, 13 de enero de 2023

Yatenavis ieujensis, un ave que habitó en el Cretácico de Santa Cruz.





 Un grupo de profesionales del Conicet encontraron los fósiles de una nueva especie de ave, bautizada como Yatenavis ieujensis. La misma vivió en la Patagonia.

Un grupo de paleontólogos que integran el Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) confirmaron este miércoles el hallazgo de restos de una nueva especie de ave, de alrededor de 70 millones de años de antigüedad que convivió con los últimos dinosaurios, en la provincia de Santa Cruz.

"Se trata de un ave pequeña, del tamaño de un gorrión, perteneciente al extinto grupo de los enantiornites. La nueva especie fue bautizada 'Yatenavis ieujensis'", indicó la información oficial.

El fósil fue encontrado en rocas que tienen 70 millones de años de antigüedad en la Estancia La Anita, ubicada al sur de la ciudad de El Calafate, en la provincia de Santa Cruz.

"Los enantiornites son un grupo de aves antiguas que, a diferencia de las aves modernas y al igual que los dinosaurios, no logró sobrevivir al meteorito que cayó en la Tierra hace unos 66 millones de años y que produjo lo que conoce como la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno", explicó el Conicet.

Gerardo Álvarez Herrera, becario doctoral del Conicet en el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, uno de los responsables del hallazgo, explicó que "sólo se encontró la mitad distal de un húmero derecho".

"Pero podemos saber que Yatenavis combina una serie de características que lo hacen único dentro de los enantiornites y que nos permiten asignar los restos encontrados no solo a una nueva especie sino también a un nuevo género", resaltó.

De acuerdo con los investigadores, hay marcas de músculos en el húmero que son indicadoras de que Yatenavis tenía una alta capacidad de vuelo y maniobrabilidad, rasgo que lo asemeja a los pájaros modernos que habitan bosques y selvas, y que son excelentes acróbatas a la hora de esquivar árboles y arbustos mientras vuelan a gran velocidad.

"Es importante tener en cuenta que hace 70 millones de años el ambiente patagónico era muy distinto al de la actualidad. La cordillera de los Andes no existía y donde hoy predominan mesetas y desiertos, había bosques y cuerpos de agua que albergaban peces, ranas, tortugas, serpientes y cocodrilos enormes", afirmó Álvarez Herrera. Fuente; ámbito.com

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm

martes, 14 de septiembre de 2021

La fauna en el extremo sur de la Patagonia durante el Cretácico.


El hallazgo fue realizado por un grupo de paleontólogos en Cerro Fortaleza, Santa Cruz, y publicado en la revista Plos One.

“Fuimos con la expectativa de encontrar huesos de abelisáuridos o megaraptóridos, dinosaurios carnívoros de gran tamaño que habitaron la región; sin embargo nuestro gran hallazgo en la campaña fueron unos dientes y unas estructuras muy, muy pequeñas que no superan los 6 milímetros”, cuenta Ariel Méndez, investigador adjunto del Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP-CONICET).

Cerro Fortaleza es una localidad ubicada cerca del extremo este del Lago Viedma en la Provincia de Santa Cruz, donde afloran sedimentos de edad cretácica, de unos 80 millones de años de antigüedad. En este lugar abundan colinas, valles, grietas y cañadones de diferentes profundidades y el trabajo científico puede resultar dificultoso. En la jerga paleontológica se denomina a este tipo de sitios como bad lands, que en castellano se traduce como tierras malas (también llamadas huayquerías), y si bien en los sedimentos del Cerro Fortaleza el hallazgo de fósiles es frecuente, en general se encuentran solamente huesos de grandes dimensiones, pertenecientes a un único tipo de dinosaurio: saurópodos titanosaurios.

“Recorrimos durante doce días en el lugar y cuando estábamos a punto de finalizar la campaña encontramos en un área pequeña, de unos 4 metros cuadrados de superficie, numerosos fragmentos de fósiles, muchos de ellos menores de 1 centímetro de largo, y que debido a su naturaleza fragmentaria no podían ser identificados. Entre estos restos había además fragmentos de dientes. El investigador Yuong-Nam Lee, que trabaja en la Universidad Nacional de Seúl y cuenta con amplia experiencia en el estudio de dinosaurios que vivieron a finales del Cretácico en Mongolia, al ver uno de los dientes de apenas 3,5 milímetros de ancho y que tiene forma de hoja, señaló inmediatamente que pertenecía a un anquilosaurio. Esta apreciación nos llamó fuertemente la atención porque no solo hay muy pocos registros de este grupo de dinosaurios en Argentina, sino que hasta el momento solo se habían encontrado dos dientes: uno en Río Negro y otro en la Antártida”, cuenta Ariana Paulina-Carabajal, investigadora independiente del Instituto de Investigaciones de Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA-CONICET). Los estudios posteriores que se realizaron en el laboratorio confirmaron la identificación del portador de este diente.

Los anquilosaurios son un grupo de dinosaurios que tenían una coraza o armadura y por ellos son conocidos como “dinosaurios acorazados”.  Además, el grupo de paleontólogos había encontrado numerosos osteodermos,  que son estructuras óseas que protegen el cuerpo de los anquilosaurios. En este caso, se halló un tipo de osteodermos diminutos, llamados osículos intersticiales, que rellenaban los espacios entre los osteodermos grandes, formando una armadura sobre la cabeza, cuello, espalda, panza y patas del animal. El hallazgo en Cerro Fortaleza es el primero de este tipo diminuto de osteodermos fuera de Australia y Norteamérica y la investigación fue publicada en la revista Plos One.

“El mayor número de dientes que encontramos no eran de dinosaurios sino de un tipo de cocodrilos continentales extintos llamados peirosáuridos, que están ampliamente distribuidos en el norte de Patagonia y no había aún un registro tan al sur. Entre los dientes de dinosaurios encontramos uno que coincide morfológicamente con los dientes de abelisáuridos, de los que ya tenemos registro y otro diente que presenta una rugosidad en el esmalte en un patrón que no está presente en ningún otro diente, pero al estar tan mal preservado, no pudimos determinar a qué grupo podía pertenecer. Es un misterio. No coincide con nada de lo conocido hasta el momento. Y esto indica que hay más tipos de dinosaurios de los que recuperamos hasta ahora. Eso nos da esperanza de volver en otro momento para intentar encontrar más de esos dientes”, afirma Méndez.

Estos hallazgos indicarían que esos animales convivieron en un mismo lugar y en un mismo tiempo. “Estos restos de dinosaurios y cocodrilos, sumados a los fósiles de plantas que ya habían sido estudiados en la zona, y a los estudios de los sedimentos, nos permiten comenzar a reconstruir ese ecosistema de hace 80 millones de años”, concluyó Paulina-Carabajal.

“Realizamos dos campañas al Cerro Fortaleza. La primera en 2016 con la idea de encontrar restos fósiles de grandes dimensiones y lo importante terminó siendo lo microscópico. En 2019 volvimos a la misma formación para intentar profundizar los hallazgos del viaje anterior. Tampoco tuvimos suerte porque literalmente nos corrió la lluvia. Evidentemente la paleontología es un trabajo sistemático que a la larga da resultados. Estamos planificando ahora la tercera visita”, asegura Méndez. Fuente: Conicet. Ilustración de Jorge González.

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm