miércoles, 21 de agosto de 2024

Campananeyen fragilissimus, una nueva especie de dinosaurio de la Patagonia con huesos frágiles y llenos de aire



Un grupo de paleontólogos, liderados por un experto del Conicet y la Fundación Azara, catalogó el ejemplar como Campananeyen fragilissimus, cuyos fósiles fueron encontrados en Neuquén. Por qué es considerada una nueva especie

Los dinosaurios fueron las criaturas que reinaron el planeta hace millones de años, y dejaron su huella en forma de fósiles. Los científicos de todo el mundo se esfuerzan constantemente por hallar estas pistas de la existencia de organismos pasados con el objetivo de dilucidar sus características físicas y su manera de vivir.

Un grupo internacional de investigadores, liderado por el paleontólogo argentino Lucas N. Lerzo, publicó un estudio en Historical Biology, en el que dio cuenta de la nueva especie, clasificada como Campananeyen fragilissimus, cuyos fósiles se habían encontrado en la provincia de Neuquén. Los investigadores hallaron restos del cráneo, una vértebra dorsal posterior y el ilion.

El ejemplar pertenece a la familia de los rebaquisáuridos, criaturas herbívoras que vivieron durante el período Cretácico en lo que hoy es América del Sur, y se extinguieron hace alrededor de 90 millones de años en la etapa del Turoniano. Los caracteriza su cuerpo robusto y su cuello largo.

Si bien los rebaquisáuridos pertenecen al grupo de los saurópodos diplodocoideos, que solían ser de gran tamaño, estos dinosaurios tenían una estructura corporal más reducida. Además, sus huesos de la columna vertebral tenían bolsas de aire, derivadas de su sistema respiratorio similar al de las aves actuales, por lo que lograban tener un peso menor al esperado.

En el caso de Campananeyen fragilissimus, estas formaciones huecas se encontraban mucho más presentes. “Desde el cráneo hasta la cadera hay evidencias de que el sistema pulmonar invadió el esqueleto de este dinosaurio”, dijeron los investigadores.

Especialmente lograron observar que el hueso ilion, que conforma parte de la cadera, era demasiado delgado, con paredes finas “de papel”, según describieron los expertos, debido a los sacos de aire que poseía el animal. Esto no se observó previamente en otras especies de saurópodos que, en su lugar, presentaban una mayor robustez.

En esta estructura ósea de numerosos seres vivos se insertan músculos esenciales para la movilidad de los miembros inferiores, por lo que deben soportar mucho peso. Las vértebras cercanas al ilion del Campananeyen fragilissimus se habían desarrollado en forma de “alero” a su alrededor para poder cumplir con esa función y que el ilion no se quiebre.

“Entonces, con base en estas características, nosotros pudimos determinar que Campananeyen es una nueva especie, además de que tiene un cuadrado, que es un huesito que articula lo que es la mandíbula con el cráneo, que tiene una fosa posterior que está muy expandida, es más, es mucho más ancha que en el resto de los rebaquisáuridos”, comentó Lerzo en diálogo con Infobae.

Los fósiles fueron encontrados en la Barda Atravesada de Las Campanas, a 20 kilómetros de Villa El Chocón, en la provincia de Neuquén. “El descubrimiento se realizó en 2009. Lo realizó el técnico Rogelio “Mupi” Zapata cuando ya estaba terminando la jornada de campo. Encontró unos restos que forman los primeros descubrimientos, de los cuales luego aparece Campananeyen”, agregó el paleontólogo.

El nombre de este nuevo dinosaurio proviene de la localidad en donde se encontró, “Campana” y el término “Neyen” que significa “aire” en Mapudungun, el idioma mapuche, debido a las numerosas cavidades de aire que poseía. Por otro lado, “fragilissimus” en latín quiere decir “el más frágil” gracias a sus huesos delgados.

“Este descubrimiento es muy importante, porque tanto con Campananeyen como Sidersaura, que fue una especie de rebaquisáurido que publicamos en enero, estamos viendo que hay formas basales que se recuperan con otras formas derivadas. Entonces nos está mostrando que la evolución de esta familia, los rebaquisáuridos, es mucho más compleja de lo que se creía y abre el campo a seguir investigando y a entender qué es lo que sucede con este grupo, porque presenta características como la del ilion, muy particular, que no se presenta en otros saurópodos y que amerita seguir investigando”, concluyó Lerzo. Fuente; Infobae.

Bunocephalus serranoi, una nueva especie fósil de bagre banjo en el Mioceno de Entre Ríos.




Los investigadores Sergio Bogan y Federico Agnolín, de la División de Ictiología y del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados (LACEV) del Museo Argentino de Ciencias Naturales, describieron el fósil de un nuevo bagre proveniente de la provincia de Entre Ríos.

El espécimen, de unos 9 millones de años de antigüedad, fue hallado en el lecho de la Formación Ituzaingó, provincia de Entre Ríos, Argentina y constituye el primer registro fósil para el género y la familia Aspredinidae. Bunocephalus serranoi, cuyo nombre rinde honor al Profesor Antonio Serrano, demuestra que aún existen grandes brechas temporales y geográficas en el registro de la población del continente sudamericano, evidenciando la falta de conocimiento de muchos clados de peces de agua dulce. 

Según el artículo publicado en la revista científica ZOOTAXA, la mayoría de los bagres tienen esqueletos relativamente robustos, con muchos elementos óseos gruesos que se conservan bien en comparación con otros peces, aunque la mayoría de estos registros están representados por huesos aislados e incompletos, con pocos casos que conservan su posición anatómica o articulación. Una excepción de esto es el Bunocephalus serranoi: la nueva especie es representada por un cráneo casi completo y una cintura pectoral en muy buen estado de preservación. 

El nombre de la especie honra al antropólogo profesor Antonio Serrano (1899-1982), nacido en Paraná, provincia de Entre Ríos. Serrano fue un promotor muy activo de la Asociación Estudiantil Pro-Museo Popular que dio lugar a la creación del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas de Paraná “Antonio Serrano” (MAS). Según los autores, el descubrimiento fue posible gracias a la colaboración de Gustavo Righelato, Graciela Ibargoyen y Gisela Bahler. Fuente: macnconicet.gob.ar


sábado, 3 de agosto de 2024

Paleo, Revista Argentina de Divulgación Paleontológica – Numero 183. Agosto de 2024.


Contenidos de la Revista Paleo:

01- Fósiles de un gliptodonte revelan que los humanos ya habitaban el territorio argentino hace 21 mil años.

02- Harenadraco prima, un nuevo dinosaurio troodóntido del Cretácico Superior de Mongolia.

03- Comptonatus chasei, un nuevo dinosaurio iguanodontiano en la isla de Wight.

04- Hibernophis breithaupti, una nueva especie de serpiente del Eoceno, y el comportamiento de estos reptiles.

05- La investigación rastrea 66 millones de años de diversidad de mamíferos.

06- Genoma 3D extraído de Mamut lanudo liofilizado.

07- El experimentó de un grupo de reptiles extinto para adaptarse al medio acuático.

08- Mamíferos marinos del Estrecho de Gibraltar, una historia de millones de años.          

09- Revelan detalles únicos sobre la evolución de la mandíbula de los Tigres dientes de sable       

10- Gaiasia jennyae, un depredador gigante del Pérmico Temprano, Namibia.

11- Recuperan fósiles de un elefante sudamericano extinto, en la localidad de San Pedro.

12- Nuucichthys rhynchocephalus, una nueva especie cordado de cabeza larga del Cámbrico de Utah.

13- La evolución de los homínidos en África Oriental.

14- Los euticarcinoides, evolucionaron en charcas de cría en el período Silúrico de Escocia.            

15- La exhibición itinerante del Mef “Dinosaurios de la Patagonia”, continúa viajando por el mundo.

16- Araripesuchus manzanensis, un nuevo cocodrilo terrestre del Cretácico del noroeste de Río Negro.

17- Pakudyptes hakataramea, una nueva y pequeña especie de Pingüino del Oligoceno tardío de Nueva Zelanda.

18- Los primeros organismos complejos aparecieron hace 2.100 millones de años.

19-¿Qué podemos saber de los dinosaurios por sus huellas?

20- Proclinodontomys dondasi, una nueva especie de rata espinosa fósil del Pleistoceno.

Artículos de Divulgación en la Revista:

01- Ischigualasto y la vinculación entre los eventos bióticos y climáticos.

02- Tres fenómenos naturales registrados en la actual costa atlántica bonaerense y que cambiaron para siempre a Sudamérica y el mundo.

Paleo Breves: Noticias en pocas líneas.

01- Diferencias entre Denisovanos y Homo sapiens.

02- León de las cavernas de hace 145.000 años en el sur de España.

03- La causa de la extinción de la megafauna.

Contenidos Permanentes de la Revista:

01- A modo de Editorial.

02- El fósil destacado.

03- Libros recomendados.

04- Sitios Web Sugeridos.

05- Congresos/Reuniones/Simposios.

16- Museos para conocer.

Descargar gratis desde http://www.grupopaleo.com.ar/paleoboletin/principal.htm

jueves, 1 de agosto de 2024

Araripesuchus manzanensis, un nuevo cocodrilo terrestre del Cretacico del noroeste de Río Negro.



Estudio a cargo de investigadores del CONICET, Universidad Maimonides y la Fundación Azara; la Facultad de La Plata y el Museo Argentino de Ciencias Naturales.

Dientes más, dientes menos, todos conocemos a los cocodrilos y a sus primos los yacarés. Todos comparten el ser grandes reptiles con dientes afilados que viven en ríos o pantanos de todos los lugares calurosos del mundo (zonas tropicales de América, África, Asia y Oceanía). Sin embargo, en el pasado, la cosa era distinta. Para empezar, los primeros cocodrilos se originaron como animales terrestres en ambientes desérticos y, con el tiempo, fueron ocupando otros espacios. Para mediados del período Cretácico (unos 100 millones de años atrás), los cocodrilos ocupaban muchos de los modos de vida que hoy ocupan los mamíferos, como los cocodrilos-orca (Dakosaurus) con aletas, en los mares neuquinos, hasta los cocodrilos-armadillo, herbívoros excavadores de Brasil. Por cierto, ¡quedaría en ridículo quien dijera que se mantuvieron iguales desde la época de los dinosaurios!

Hace 100 millones de años había un desierto entre Neuquén y Río Negro, y sus arenas quedaron preservadas en el Área Paleontológica de La Buitrera, en la Provincia de Río Negro, parte del Área Protegida Valle Cretácico. Hoy podemos encontrar los fósiles de muchos de los animales pequeños y medianos que morían en las arenas del desierto, pues quedaban rápidamente cubiertos (y protegidos) por la arena. Entre ellos se encuentra un grupo particular de cocodrilos: los araripesuquios (formalmente pertenecen a la familia Uruguaysuchidae), de no más de un metro de largo y 40 cm de alto.

A diferencia de los cocodrilos modernos, que tienen las fosas nasales y los ojos bien arriba en el cráneo (lo que les permite respirar con el cuerpo sumergido), los araripesuquios tenían un hocico angosto con las fosas nasales al frente, ubicadas del mismo modo que las de un perro o un zorro. Sus ojos se hallaban a los costados de la cabeza y los brazos y piernas, en lugar de salir hacia los costados, se ubicaban bien debajo del cuerpo, llevando su panza lejos del suelo y permitiéndoles ser animales ágiles que recorrían al trote el desierto buscando comida animal o vegetal, de un modo más parecido al de los zorros actuales que al de otros cocodrilos. Por eso los conocemos como cocodrilos-zorro.

Dado que no hacía mucho que el océano Atlántico se había formado, dejando de un lado a Sudamérica y del otro a África, todavía existían especies similares a ambos lados del océano. Por eso, de las 6 especies conocidas de Araripesuchus, tres son de África y tres de Sudamérica.

En Argentina se conocen hasta el momento dos especies, de la misma época, A. patagonicus, de Neuquén y A. buitreraensis, de Río Negro. Araripesuchus buitreraensis fue publicada por Diego Pol y Sebastián Apesteguía, investigador de Fundación Azara y UMAI, en el año 2005 y fue descubierto en la localidad de La Buitrera, cerca de Cerro Policía.

En esta ocasión presentamos a una tercera especie, encontrada en la misma zona: Araripesuchus manzanensis, descrita por investigadores del CONICET (Argentina), trabajando en distintas instituciones: la Dra. María Lucila Fernández Dumont y el Dr. Sebastián Apesteguía, el Dr. Diego Pol del Museo Argentino de Ciencias Naturales y la Dra. Paula Bona, del Museo de La Plata.

Esta nueva especie se diferencia de las anteriores por sus dientes posteriores menos puntiagudos, más redondeados. Esos dientes, que llamamos molariformes, tienen una corona bulbosa con pequeños abultamientos en el borde de una de las superficies de oclusión, mucho más planas que las de los animales carnívoros. Este tipo de dientes recuerda a los que podríamos ver en algunos mamíferos que comen animales pequeños de caparazón duro, como caracoles e insectos. A esta dieta se la conoce como durófaga.

El nuevo material fue hallado en La Buitrera, una localidad fosilífera situada cerca de Cerro Policía, en el noroeste de Río Negro, a unos 1.300 kilómetros de Buenos Aires. A lo largo de 25 años desde su descubrimiento, La Buitrera ha aportado a la ciencia una impresionante lista de hallazgos completamente nuevos como dinosaurios carnívoros pequeños (Buitreraptor, Alnashetri), herbívoros acorazados (Jakapil), reptiles esfenodontes herbívoros (Priosphenodon) y carnívoros (Tika), lagartijas, serpientes con patas (Najash), pequeños mamíferos de hocico largo (Cronopio), tortugas de agua (Prochelidella) y peces pulmonados.

El trabajo fue publicado en la revista científica Journal of Systematic Palaeontology con el título en inglés «A new species of Araripesuchus with durophagous dentition increases the ecological disparity among uruguaysuchid crocodyliforms». El estudio realizado cuenta con una descripción detallada enfocada en dos cráneos casi completos (de no más de 10 cm de largo) además de una mandíbula con la porción anterior del cráneo. Se realizaron tomografías computadas para una mejor descripción de los huesos que se encontraban cubiertos de sedimento, una fuerte arenisca anaranjada, y que no podían limpiarse debido a la fragilidad del material. Además, se tomaron fotografías detalladas de los dientes con un microscopio electrónico de barrido. Por último, se realizó un análisis filogenético (de parentesco) para comprobar cómo estos cocodrilos se relacionaban con el resto, tanto actuales como extintos.

El nombre de la especie fue elegido para honrar a «El Manzano», un establecimiento rural, conocido en la década de 1920 como «Rancho de Ávila», donde las familias Pincheira y Zúñiga han brindado desde 1999 con enorme amabilidad su lugar y cuidados para que el equipo de trabajo pudiera acampar y guarecerse de las condiciones más hostiles de campo adentro en las numerosas campañas paleontológicas a La Buitrera.

Ahora, una vez colectados, limpiados, ordenados y estudiados, los materiales fósiles originales han retornado al Museo Provincial Carlos Ameghino de la ciudad de Cipolletti, Río Negro, donde se encuentran depositados.

El más importante de los especímenes fue descubierto en MED 3, uno de los sitios dentro de la localidad de La Buitrera, donde afloran los niveles superiores de la Formación Candeleros, de hace entre 93 y 100 millones de años. Mientras que en Neuquén esta unidad geológica fue depositada por ríos que bajaban desde la serranía de la Dorsal de Huincul hasta desaguar en una gran laguna poco profunda, en Río Negro, en cambio, los ríos estacionarios no llegaban a la laguna y se secaban entre las arenas de un vasto desierto, el Kokorkom, o desierto de los huesos, donde grandes dunas se formaban y deformaban a merced de los vientos que venían del oeste. Las arenas depositadas, endurecidas, compactadas y petrificadas, se conocerían luego como Formación Candeleros.

Un detallado estudio desarrollado por los geólogos Gonzalo Veiga, Joaquín Pérez Mayoral y Sabrina Lizzoli, del CIG (La Plata), María Lidia Sánchez, Estefanía Asurmendi, David Candia Halupczoc y Soledad Gualde (U.N. de Río Cuarto), nos permitieron conocer los detalles ambientales donde, con sus etapas áridas y húmedas, se contraían y expandían los márgenes del viejo desierto Kokorkom permitiendo la increíble preservación de los fósiles del Área Paleontológica de La Buitrera, que es hoy conocida como un ‘lagerstätten’, uno de los sitios de preservación fosilífera excepcional a nivel mundial.

Aunque el equipo lleva 25 años estudiando la misma zona, la naturaleza no tiene prisa en desenterrar sus tesoros, y sólo el trabajo extendido y sistemático fue capaz de mostrar que había otras especies en una zona que ya se pensaba bien conocida. De hecho, la dentición durófaga de Araripesuchus manzanensis indica que hubo diferencias dietarias entre ellos, una variación en la alimentación entre cocodrilos de la misma localidad y del mismo género, aumentando con ellos la complejidad del ecosistema, así como la diversidad taxonómica y ecológica de este grupo de cocodrilos terrestres del desierto, un sitio donde la provisión diaria de agua y alimentos determina con dureza la supervivencia de los individuos. Así, los huesos de estos nuevos materiales fósiles aumentan nuestro conocimiento acerca de los distintos cocodrilos terrestres que recorrían nuestro territorio a mediados del período Cretácico en los restos del ya fragmentado continente de Gondwana. Ilustracion de Gabriel Díaz Yantén (@paleogdy). Fuente; maimonides.edu

Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm