Todas las novedades para marzo en PaleoArgentina Web
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Los investigadores Sergio Bogan y Federico Agnolín de la Fundación Azara, la Universidad Maimónides, CONICET y el Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia", dieron a conocer los primeros fósiles de un cucharón del género 𝑆𝑜𝑟𝑢𝑏𝑖𝑚.
El artículo fue publicado en Annales de Paléontologie, revista científica que se publica de forma periódica desde hace más de cien años en París, Francia.
Los restos descubiertos corresponden a gran parte del cráneo de un pez cucharón o pico de pato procedente de la provincia de Entre Ríos y que tienen una edad cercana a los 10 millones de años. Un bagre pariente cercano del surubí, un pez que integra una familia de grandes bagres que evolucionaron íntegramente en los ríos Sudamericanos.
Se conocen varias especies, muy similares entre si, que hoy en día se distribuyen desde Colombia y Venezuela hasta el Río de la Plata en Argentina. Se trata de peces ictiófagos, o sea que se alimenta de otros peces. Como su nombre lo indica, tienen la cabeza larga y aplanada, con los maxilares más anchos y largos que la mandíbula.
Esta parte del hocico se proyecta tan hacia adelante que los pequeños dientes superiores quedan fuera de la boca del pez. Este rasgo le confiere un hocico que recuerda superficialmente al aspecto de una gran cuchara o el pico de un pato. Otra característica de estos peces son los ojos pequeños y dispuestos lateralmente.
Pese a que hoy presentan una gran distribución geográfica y se han reconocido varias especies es poco lo que conocemos sobre el pasado de estos peces. Por ello este hallazgo fósil reviste un especial interés. El registro paleontológico de estos peces es importante porque no solo llena baches en la historia evolutiva casi desconocida del grupo, sino también, ayudan a entender la enorme diversidad que en el pasado habitaba la paleo-cuenca del río Paraná. Fuente Fundación Azara.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm
Paleontólogos presentan en sociedad a Ninjatitan zapatai, un nuevo titanosaurio de la Patagonia que pasa al salón de la fama entre estos colosos que pisaron la Tierra por ser el más antiguo de su grupo. Este animal, de unos 20 metros de longitud, tiene 140 millones de años de antigüedad, por lo que evidencia que los titanosaurios se originaron a comienzos del periodo Cretácico.
La Patagonia vuelve a dar un extraordinario registro de un saurópodo titanosaurio. Hasta ahora, no se conocían estos gigantescos cuadrúpedos con una antigüedad superior a los 120 millones de años, por lo que el hallazgo de Ninjatitan zapatai tiene una gran relevancia para el conocimiento de la historia evolutiva de este grupo y del Cretácico inferior.
El doctor Pablo Gallina, investigador de la Fundación Azara en la Universidad Maimónides y del CONICET, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “la mayor importancia de este fósil, más allá de que es una nueva especie de titanosaurio, es que se trata del registro más antiguo a nivel mundial para este grupo”.
“Este descubrimiento es muy importante también para el conocimiento de la historia evolutiva de los saurópodos, porque los registros fosilíferos de comienzos del Cretácico, hace unos 140 millones de años, son realmente muy escasos en todo el mundo”, indicó el autor principal del estudio publicado hoy en la revista científica Ameghiniana.
Respecto al hallazgo de Ninjatitan en la Formación Bajada Colorada, al sudeste de Neuquén, el doctor Juan Ignacio Canale, investigador del Museo Municipal de Villa El Chocón y del CONICET, afirmó que “en el año 2014, el técnico Jonatan Aroca realizó el primer hallazgo de una escápula muy completa de este animal y ahí notamos que se trataba de un descubrimiento muy importante y preparamos todo para poder seguir trabajando el año siguiente en ese estrato”.
“En la siguiente campaña, aparecieron tres vértebras y algunos huesos de sus patas traseras; una parte del fémur y lo que sería su peroné”, precisó Canale. Y agregó: “Ahí comenzó la preparación de los materiales en el Museo de Villa El Chocón. Hasta ese momento, sabíamos que se trataba de un saurópodo, pero al realizar el estudio detallado de las relaciones filogenéticas, de las relaciones de parentesco de este animal con otras especies conocidas, es que nos dimos cuenta que pertenecía al grupo de los titanosaurios, por lo que la importancia de este descubrimiento era aún mucho mayor de lo que habíamos imaginado en un comienzo”.
El doctor José Luis Carballido, investigador del Museo Egidio Feruglio y del CONICET, fue quien se encargó específicamente del análisis de estas relaciones filogenéticas. “Los doctores Pablo Gallina y Juan Canale me contactaron ya con los materiales preparados y con la idea acabada de que se trataba de una nueva especie que estaría muy probablemente relacionada con los titanosaurios, pero faltaba terminar de resolver donde se ubicaba Ninjatitan dentro de la evolución de los saurópodos”.
“A priori, por la antigüedad de este material, de 140 millones de años, se podía suponer que se trataba de una forma previa al origen de los titanosaurios, porque en la Patagonia solo de conocen titanosaurios de menos de 120 millones de años antes del presente”, afirmó Carballido.
Pero el estudio reveló que Ninjatitan zapatai se trataba de un titanosaurio, por lo que pasaba a ser el más antiguo del mundo con decenas de millones de años de diferencia. “Este análisis filogenético se realizó con un amplio muestreo no solo de formas de titanosaurios, sino también de formas cercanas y más basales al origen de los titanosaurios”, indicó el investigador del MEF.
“Con este resultado final de que Ninjatitan formaba parte de la familia de los titanosaurios, se hizo mucho más importante este descubrimiento, porque no solo representa a la especie más antigua de titanosaurio, sino que nos permite conocer mucho más sobre el origen de este grupo”, valoró el doctor Pablo Gallina.
Ninjatitan: strike first, strike hard
Ninjatitan representa un nuevo shock, un nuevo golpe al conocimiento sobre los
titanosaurios. Y se suma al equipo de los titanosaurios de la Patagonia que han
asestado fuertes apariciones en los últimos tiempos: en 2017, se dio a conocer
al titanosaurio más grande del mundo, Patagotitan mayorum, oriundo de la
provincia de Chubut; y, hace pocas semanas, se dio a conocer el hallazgo de
otro titanosaurio en la provincia de Neuquén que incluso podría superarlo en
tamaño.
Ninjatitan da así un nuevo golpe. Sin embargo, su nombre no tiene ningún tipo de vinculación a los movimientos que podía realizar en vida y, desde luego, este herbívoro cuadrúpedo no contaba con habilidades para el desarrollo de un arte marcial. Su nombre fue dado en reconocimiento al investigador argentino Sebastián Apesteguía, apodado como “El Ninja” desde sus inicios en la paleontología.
“Sebastián Apesteguía fue quien tuvo la idea de ir a la localidad Bajada Colorada en 2010, a partir de una recomendación del geólogo Hector Leanza, debido a la extensión del sitio y sus características geológicas, pero que nadie había visitado en busca de vertebrados fósiles”, relató el investigador Canale.
Actualmente, Pablo Gallina y Juan Canale dirigen las investigaciones en dicha formación, pero el doctor Apesteguía siempre tienen participación en el trabajo de campo y en el estudio de los materiales que de allí provienen. Canale destacó que “es un enorme paleontólogo que ha trabajado muchísimo en diversos yacimientos, con una amplia trayectoria en la paleontología y en la divulgación de la ciencia y, por ello, también nos pareció muy justo dedicarle esta especie a él”.
En tanto, el nombre específico de la especie -zapatai-, está dedicado a Rogelio Zapata, técnico del Museo de Villa El Chocón desde mediados de la década del 90 y partícipe en todos los trabajos de campo que se realizaron en Bajada Colorada desde 2010.
Gigantes que superaron la extinción del Jurásico
La Formación Bajada Colorada pertenece al comienzo del período Cretácico, el
cual se inició tras la extinción con la que se marca el final del Jurásico. “El
cambio de períodos geológicos siempre está marcado por grandes extinciones,
pero, puntualmente, los grupos de dinosaurios de los cuales surgirían los
titanosaurios no se vieron afectados por este cambio; de hecho, hay
titanosauriformes desde el Jurásico Superior, como los braquiosaurios o sus
parientes que pasaron sin problema ese límite, tanto en lo que es actualmente
Argentina como en otras partes del mundo”, explicó el paleontólogo Gallina.
Durante la historia evolutiva, el grupo de los saurópodos tuvo distintos momentos, distintos pulsos de gigantismo, los cuales no solo estuvieron relacionados al grupo de los titanosaurios. En este sentido, el doctor Gallina ejemplificó que “hubo grandes animales hacia finales del Jurásico, como el Apatosaurus y el Brachiosaurus; y, ya en la línea de los titanosaurios, el pulso con los mayores gigantes se produce hacia mediados del Cretácico, con especies como el Patagotitan, el Argentinosaurus y el Notocolossus.
En Bajada Colorada, se puede observar el principio del período Cretácico, un momento de la historia evolutiva del cual no se cuenta con muchos registros. Por ello, los investigadores que trabajan allí destacan que cada cosa nueva que encuentran es absolutamente novedosa. “Allí, hemos encontrado también distintos grupos de dinosaurios carnívoros y otros grupos de dinosaurios herbívoros”, mencionó el investigador de la Fundación Azara y del CONICET.
A partir del hallazgo de Nijatitan zapatai y de su estudio publicado en la revista Ameghiniana bajo el título “The earliest known titanosaur sauropod dinosaur”, se refuerza la idea de que los titanosaurios tuvieron un origen gondwánico -en el supercontinente del sur conformado por lo que es actualmente Sudamérica, Africa, la India, Australia y la Antártida-. Previamente, se había planteado el origen gondwánico para este grupo desde la teoría, pero, a partir de este descubrimiento, se cuenta con material que sustenta dicha idea. Ilustración Jorge González. Fuente; Agencia CTyS-UNLaM
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Hallazgos recientes en la cordillera Oriental de Jujuy permitieron determinar que estos animales emblemáticos del Paleozoico, considerados por más de dos siglos como exclusivamente marinos, también pudieron explorar estuarios y, potencialmente, otros ambientes marginales.
Los trilobites son un grupo fósil emblemático de los ecosistemas de la Era Paleozoica que habitaron los mares hace unos 522 millones de años y hasta hace alrededor de 252 millones de años. Estos artrópodos fueron especialmente exitosos al final del período Cámbrico y a comienzos el Ordovícico (entre unos 500 y unos 470 millones atrás), cuando adquirieron su mayor diversidad taxonómica y morfológica. Igualmente características son sus huellas o trazas fósiles, que ofrecen a los especialistas evidencias de su comportamiento e interacción con el medio.
Hasta ahora, los trilobites siempre fueron considerados animales exclusivamente marinos, incapaces de tolerar variaciones de salinidad. Sin embargo, el reciente hallazgo de restos y huellas de estos artrópodos en la cordillera Oriental de Jujuy, en lo que fueron estuarios (ambientes caracterizados por la mezcla de aguas marinas y fluviales) de los primeros períodos del Paleozoico, cuestiona está arraigada premisa paleontológica.
Una investigación multidisciplinaria, publicada recientemente en la revista Proceedings of the Royal Society B y realizada por científicos del CONICET el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA, CONICET-UNC), junto a colegas argentinos de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), permitió documentar que algunas especies de trilobites incursionaron en ambientes de aguas salobres (aquellas que tienen más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua de mar), así como también que podían tolerar las fluctuaciones de salinidad propias de diferentes sectores de los estuarios, incluidos aquellos en que las descargas de agua dulce, provenientes de los ríos, tenían mayor incidencia.
“El descubrimiento fue posible gracias a un trabajo que integró el análisis paleobiológico de cuerpos y trazas fósiles con un exhaustivo estudio paleoambiental”, señala Beatriz Waisfeld, investigadora del CONICET en el CICTERRA, especialista en trilobites y reconstrucción de ecosistemas paleozoicos, y una de las autoras del trabajo.
Los estuarios son ambientes inestables donde tienen lugar complejos procesos inducidos por el oleaje, las mareas y los ríos. La identificación de estos ambientes en el registro geológico no es sencilla y requiere detallados análisis de los depósitos sedimentarios
“En las sucesiones sedimentarias de la cordillera Oriental de Jujuy reconocimos el desarrollo de dos estuarios clave para nuestra investigación. En el más antiguo -correspondiente al Cámbrico Superior, de aproximadamente unos 486 millones de años-, denominado Miembro Pico de Halcón, se hallaron, en la porción más cercana al mar, restos del trilobite Neoparabolina frequens argentina y la traza fósil Cruziana semiplicata. En el estuario más joven –de unos 467 millones de años antigüedad (Ordovícico Medio)- conocido como la Formación Alto del Cóndor, están presentes, a través de todo el estuario, la especie Ogyginus sp. y la traza fósil Cruziana rugosa”, afirma la primera autora del trabajo, Gabriela Mángano, investigadora del Departamento de Ciencias Geológicas de la Universidad de Saskatchewan, quien entre 1998 y 2007 formó parte de la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico (CIC) del CONICET.
De acuerdo con Waisfeld, estos distintos descubrimientos constituyen evidencias de que los trilobites tenían la capacidad de incursionar en ambientes no marinos y de tolerar condiciones de agua salobre, así como de que estas posibilidades se dieron de manera independiente en grupos que no tenían una relación de parentesco cercana entre sí.
“Las causas por la que algunos trilobites se aventuraron fuera del mar son todavía enigmáticas. Evaluamos tanto la posibilidad de que habitaran ambientes de agua salobre en forma permanente como que migraran periódicamente para beneficiarse de las oportunidades ecológicas que ofrecían otros biomas. En este último caso podrían haber aprovechado las cuñas salinas que se desarrollan por la diferencia de densidad entre el agua salada y dulce y que se desplazan en dirección al continente, tal como ocurre en estuarios actuales como el del Río de la Plata”, explica Mángano.
Sin embargo, los trilobites que lograron internarse prácticamente hasta las cabeceras del estuario (áreas cercanas a los ríos) habrían tenido que enfrentar condiciones de notable estrés fisiológico relacionado a la disminución de la salinidad y a sus frecuentes fluctuaciones. “Posiblemente, hayan hecho un uso exploratorio u ocasional de estos ambientes. La estrecha asociación de los restos de Ogyginus con la alta densidad de trazas de Cruziana sugiere que estas incursiones podrían haber sido hechas con fines de alimentación. También es probable que estos grupos de trilobites hayan desarrollado un comportamiento migratorio asociado a alguna etapa de su ciclo de vida, como podrían ser la reproducción, el crecimiento o la búsqueda de alimento o refugio”, señala Waisfeld.
Las científicas consideran que es posible que la visión tradicional de que los trilobites son animales exclusivamente marinos haya conducido a interpretar depósitos de ambientes someros del Paleozoico inferior como marinos, debido a la simple presencia del grupo. En este sentido, esperan que este nuevo aporte estimule investigaciones más profundas de la fisiología y flexibilidad ecológica de este grupo extinto, al tiempo que promueva un análisis crítico de los depósitos portadores desde el punto de vista paleoambiental, no sólo en Argentina, sino también en otras regiones del mundo. Fuente: Conicet.
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