Se tratan de moluscos marinos evolucionados de conchilla
univalva constituida por cámaras. En vida se los podían ver sobresaliendo de
sus corazas y se parecían a los pulpos, con largos tentáculos que posibilitaban
sus movimientos y obtener su comida.
Los había de todos los tamaños y formas,
desde muy pequeños hasta de 1.70 metros de diámetros. Eran muy abundantes al
igual que los peces y seguro que fueron el alimento principal de los grandes
reptiles marinos como los Plesiosaurios o los Ictiosaurios.
Científicos
argentinos de Tierra del Fuego encontraron un grupo de amonites gigantes en un
acantilado de la Antártida, destacado hallazgo a nivel internacional por el
tamaño y la cantidad de los moluscos fósiles descubiertos. Se trata de un grupo
de más de 15 amonites extinguidos hace 75 millones de años, que son moluscos
fósiles del grupo los cefalópodos, con concha externa en espiral, parientes
lejanos de los actuales pulpos y calamares.
Había una cantidad inédita, ya
que el hallazgo se produjo en un acantilado de unos 40 metros de altura, en
donde en distintas capas hay unos dos amonites por franja. Esas capas indican
depósitos sedimentarios de grandes tormentas, que aparentemente llevaron a los
amonites desde el océano donde murieron a una playa. Pertenecen al período
'campañano' del Cretácico, cuando habitaban en el océano abierto.
Estos
ejemplares fueron depositados en un sector de la Antártida, que en esta Era
presentaba un clima templado y un paisaje de bosques y dinosaurios. Los fósiles
pesan más de 100 kilos cada uno, con sumo cuidado fueron transportados en
helicóptero a la Base Argentina Marambio en el sector antártico, y desde allí
en un avión Hércules hasta Río Gallegos.