Probablemente este sería el canto del ave que produjo, en el
Paleoceno, el “vómito” que lograría preservarse hasta nuestros días como una
egagrópila fósil, conteniendo en su interior los restos no digeridos de una
rana. Este anfibio, previamente desconocido para la ciencia, pertenece al
género Calyptocephalella, género que sobrevivió a la extinción del K-P, se
volvió abundante a lo largo del Cenozoico en Patagonia, y en la actualidad se
lo puede encontrar en territorio chileno.
Un equipo de paleontólogos de CONICET en el Área de
Paleontología de la Fundación Azara-Universidad Maimónides (Paula Muzzopappa,
Juan Pablo Garderes) y en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino
Rivadavia” (Agustín Martinelli) y de la Universidad de Louisville (Guillermo
Rougier) publicaron los resultados del estudio de una egagrópila fósil de 60
millones de años excepcionalmente preservada en tres dimensiones con un
esqueleto de rana en su interior. Una egagrópila es un bolo de restos no
digeridos de alimentos (huesos, pelos, cutículas de insectos, etc.)
regurgitados en forma de pelota. Estas estructuras son producidas por algunos
grupos de vertebrados, siendo las aves Strigiformes (lechuzas y búhos) sus
principales y más difundidos exponentes. El descubrimiento de egagrópilas
fósiles preservadas tridimensionalmente es algo poco común. Las más antiguas
relacionadas con las aves se conocen del Cretácico inferior de China; pero hay
aún más antiguas, ya no de aves sino de organismos inciertos, del Triásico
superior de Italia y de Estados Unidos. La egagrópila estudiada por este equipo
argentino representa la más antigua del continente sudamericano.
El fósil fue hallado en la localidad conocida como Punta
Peligro, sobre la costa atlántica de la provincia de Chubut (Argentina), dentro
de rocas sedimentarias que datan del principio de la Era Cenozoica. Estas
mismas rocas preservaron abundantes mamíferos y cocodrilos de diversas
especies, así como otros grupos de vertebrados (tortugas, lagartos
esfenodontes, entre otros), evidenciando una gran diversidad faunística hoy
extinta. Hasta el momento no se registraron restos óseos de aves; sin embargo,
la forma, disposición y patrón de desgaste de los huesos dentro de la bola
fósil estudiada permitieron interpretarla como una egagrópila producida por un
ave de presa que habría habitado la región en esa época.
La egagrópila, a su vez, conserva en relativamente buenas
condiciones y de manera asociada varios elementos del esqueleto de una rana. Su
estudio permitió reconocer que se trataba de una especie nueva, emparentada con
la rana grande chilena. La nueva especie fue denominada Calyptocephalella
sabrosa en virtud de haber sido el “sabroso” alimento de otro animal y convivió
con otra rana de grandes dimensiones, Gigantobatrachus casamiquelai, de la que
se conocen sólo fragmentos. Ambas especies forman parte de la familia de ranas
Calyptocephalellidae, que estuvo presente en la Patagonia desde fines de la Era
Mesozoica y, tras sobrevivir a la catástrofe que llevó a la extinción a los
dinosaurios en el Maastrichtiano tardío, fue especialmente abundante en las
faunas del Cenozoico patagónico. Hace unos 15 millones de años estas ranas se
extinguieron del territorio argentino y quedaron restringidas al chileno.
Para el estudio de este fósil excepcional se realizó una microtomografía computada en un potente microtomógrafo del complejo Y-TEC (YPF-CONICET, Provincia de Buenos Aires) con la doble finalidad de acceder a los huesos ocultos en el interior de la egagrópila y de preservar la estructura de la misma (algo muy importante para hacer interpretaciones tafonómicas). Las imágenes obtenidas se procesaron para identificar los elementos esqueletarios generando una superficie tridimensional de los mismos, técnica fundamental para encontrar elementos imposibles de visualizar desde la superficie de la bola fósil.
El hallazgo de este fósil representa una evidencia
indirecta, pero significativa, de la presencia de aves de presa al inicio del
Cenozoico de Patagonia, permitiendo acrecentar el conocimiento de la diversidad
faunística que habitó la Patagonia Argentina en el pasado. También, significa
un mayor conocimiento de la herpetofauna que vivió durante el Cenozoico
Temprano, y en consecuencia, de la historia evolutiva de la herpetofauna
sudamericana actual. A su vez, el estudio de la egagrópila y de la nueva
especie Calyptocephalella sabrosa permiten estudiar diversos aspectos de las
relaciones paleoecológicas de un ecosistema ya extinto, planteando nuevos
interrogantes que con futuros trabajos de campo podrán ser respondidos.
Fuente; Paula y Jp, en el Facebook de Área de Paleontología Fundación
Azara.
Publicación:
Muzzopappa, Paula; Martinelli, Agustín; Garderes, Juan Pablo & Rougier, Guillermo. 2020. Exceptional avian pellet from the Paleocene of Patagonia and description of its content: a new species of calyptocephalellid (Neobatrachia) anuran. Papers in Palaeontology doi: 10.1002/spp2.1333
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/spp2.1333
Muzzopappa, Paula; Martinelli, Agustín; Garderes, Juan Pablo & Rougier, Guillermo. 2020. Exceptional avian pellet from the Paleocene of Patagonia and description of its content: a new species of calyptocephalellid (Neobatrachia) anuran. Papers in Palaeontology doi: 10.1002/spp2.1333
https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/spp2.1333