Los perezosos
(Folivora) están representados actualmente por dos géneros y seis especies,
habitantes de la selva tropical: Bradypus (“perezoso de tres dedos” o
“aí”) y Choloepus (“perezoso de dos dedos”), quienes pasan la casi
totalidad de sus vidas suspendidos de las ramas de los árboles. Sin embargo, es
de destacar que en el pasado el grupo fue mucho más abundante y diverso
taxonómicamente, con formas que ocuparon todos los ambientes continentales e
incluso los marinos. Los primeros perezosos aparecen en el registro fósil en el
Oligoceno (~33Ma) y fueron descubiertos en la Patagonia. Sin embargo, poco
después, sus restos fósiles se encuentran a lo largo de todo el continente, desde
la región Pampeana, los desiertos costeros de la costa Pacífica, pasando por el
altiplano Andino, las Antillas y América del Norte, hasta Alaska.
“No obstante
el gran esplendor de los perezosos en el pasado, la transición
Pleistoceno-Holoceno, hace aproximadamente unos 10.000 años atrás, les fue
fatal”, afirma José Luis Lanata, investigador independiente del CONICET en
el Instituto de Investiga Diversidad cultural y Procesos de Cambio (IIDyPCa,
CONICET-UNRN). “La extinción de la megafauna de América del Sur, estuvo
probablemente relacionada al radical cambio climático que afectó todo el mundo
durante este periodo y, en alguna medida, a la llegada de los primeros humanos
al continente”.
De acuerdo a François
Pujos, investigador independiente del CONICET en el Instituto Argentino de
Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET): “Elucidar las
relaciones de parentesco de los perezosos actuales y fósiles ha sido un tema de
intenso debate en el ámbito de la paleontología desde más de un siglo,
fundamentalmente debido a las numerosas convergencias evolutivas que se
observan en los esqueletos y que enmascaran los caracteres que presentan una
señal filogenética. Así, basándose exclusivamente en caracteres osteológicos,
los zoólogos y los paleontólogos reconocieron tradicionalmente cinco familias
de perezosos: los Megalonychidae, donde se incluyó a Choloepus, los
Megatheriidae, Nothrotheriidae, Mylodontidae y Bradypodidae. Las tres primeras
fueron agrupadas en la superfamilia Megatherioidea. Por su parte Bradypus curiosamente
fue representado como el taxón más externo en relación a todos los otros
perezosos conocidos”.
Sin embargo,
no todo es morfología para el paleontólogo. Desde hace casi dos décadas, los
avances tecnológicos permitieron la realización de nuevos tipos de análisis
basados en el estudio y la comparación de las moléculas orgánicas tanto de las
especies actuales como fósiles. En este campo, los estudios moleculares sobre
el ADN antiguo (ADNa) son los más populares. George Poinar fue el primero en
realizar en la década de los ‘80 extracciones de ADNa de insectos fosilizados
en ámbar. Aunque luego se descubrió que se trataba de contaminación,
oportunamente resultó en una fuente de inspiración para las novelas de ciencia
ficción, como Parque Jurásico de Michael Crichton.
Recientemente,
distintos grupos de investigación comenzaron a desarrollar la paleoproteómica.
“A diferencia del ADN, las proteínas estructurales como el colágeno son mucho
más resistentes, lo que implica que se degradan mucho más lentamente y resisten
mejor los procesos de fosilización, para eventualmente alcanzar una vida cinco
veces más larga que el ADNa”, comenta Ross MacPhee, curador de mastozoología
del American Museum of Natural History (AMNH) de Nueva York. “El colágeno
resulta fácil de extraer de la muestra, es más difícil que se contamine y es
posible obtener una excelente información filogenética a partir de la
comparación de las secuencias”.
De este modo,
los avances tecnológicos y metodológicos en el campo de la proteómica motivaron
a un grupo multidisciplinario, liderado por Ross MacPhee a abordar el problema
de las relaciones filogenéticas de los perezosos. Para este estudio se
procesaron un gran número de muestras provenientes de distintas partes del
continente, incluyendo las Montañas Rocosas y la región Atlántica
Norteamericana, las Antillas en Centroamérica, la Amazonia Neotropical, la
región Pampeana y la Patagonia Chilena. El proyecto lleva más de diez años de
trabajo y contó con la colaboración internacional de distintos especialistas de
Alemania, Argentina, Chile, Dinamarca, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y
Perú. “Como resultado del estudio, se logró obtener las secuencias proteínicas
para dos especies de Bradypus y una especie de Choloepus, pero
también, para catorce especies de perezosos gigantes que representan todas las
familias de Folivora actualmente reconocidas”, comenta Analía M. Forasiepi investigadora
independiente del CONICET en el IANIGLA. Los resultados del estudio fueron publicados
recientemente en la prestigiosa revista Nature Ecology and Evolution.
“En el
contexto del conocimiento de la evolución de la fauna sudamericana, el
resultado del análisis es muy sorprendente en varios aspectos y difiere
radicalmente de las hipótesis obtenidas anteriormente, basadas en caracteres
osteológicos”, advierte Alejandro Kramarz, investigador
independiente del CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales
“Bernardino Rivadavia” (MACN, CONICET). En este nuevo estudio, las especies
vivientes de Choloepus están cercanamente relacionadas a Mylodon, el
famoso perezoso gigante encontrado en la Cueva Chilena de Última Esperanza.
Mientras que Bradypus resulta ser un pariente cercano de dos familias
de perezosos gigantes: los Nothrotheriidae y los Megatheriidae, la que incluye
a Megatherium, el mamífero continental más grande que vivió en
América del Sur. Otro resultado inesperado, es que los perezosos que
colonizaron las Antillas hace más de 30 millones de años, conforman una nueva
familia: los Megalocnidae, los que se separaron del tronco ancestral antes que
todos los otros perezosos. Esto evidencia también una evolución en
Centroamérica insular separada de aquella del continente durante millones de
años.
Ross MacPhee
agrega: “Es interesante destacar que similares conclusiones filogenéticas
fueron publicadas simultáneamente por otro grupo de investigación, liderado por
Frédéric Delsuc de la Universidad Francesa de Montpellier. En este caso, el
trabajo fue basado exclusivamente en el estudio del ADN de varios perezosos
vivientes y fósiles. Es importante destacar la coincidencia en los resultados
pues los trabajos se basan en diferentes evidencias moleculares: el trabajo de
Delsuc y colaboradores utiliza el ADN mitocondrial, mientras que las proteínas
del colágeno utilizadas en el trabajo de MacPhee y colaboradores son
codificadas por el núcleo celular”.
“La
paleoproteómica es una nueva herramienta que presenta un enorme potencial para
reconstruir las relaciones de parentesco de los distintos vertebrados,
incluyendo las especies que vivieron millones de años atrás, contrastar con las
hipótesis previas y comprender de este modo la compleja historia evolutiva de
los mamíferos”, concluye Marcelo Reguero, profesional principal del
CONICET y curador del Museo de La Plata (FCNyM. UNLP). Ilustración Jorge
Blanco. Fuente Conicet.