Científicos del CONICET documentaron que comenzaron a dominar la
vegetación hacia el final del período cretácico, hace unos 80 millones de años,
a partir del análisis de granos de polen preservados.
A partir de
granos de polen preservados en rocas del Cretácico –de entre 85 y 65 millones
de años atrás- científicos del CONICET documentaron que las plantas con flor -o
angiospermas- comenzaron a dominar la vegetación en las más altas latitudes del
hemisferio sur hacia el final de este período, hace unos 80 millones de años.
Durante el
Cretácico se produjo una reorganización del tipo de vegetación en la Tierra,
hubo un reemplazo progresivo de los helechos -plantas sin semilla- y las
gimnospermas -plantas con semilla desnuda- por las angiospermas. Estos cambios
se relacionan, al menos en parte, con fluctuaciones paleo climáticas.
“Las
concentraciones de dióxido de carbono eran varios órdenes de magnitud
superiores a los actuales en gran parte de este período, y disminuyeron
bruscamente hacia fines del mismo con valores comparables a los actuales”,
explica uno de sus autores, Luis Palazzesi, investigador Independiente del
CONICET en el Museo Argentino de Ciencias Naturales MACN.
Hasta el
momento se interpretaba que la expansión de las angiospermas había sido
favorecida por este descenso en las concentraciones de dióxido de carbono de
fines del Cretácico, a expensas de los helechos y las gimnospermas. Sin
embargo, la diversidad de las angiospermas sí fue afectada por los cambios
climáticos aunque en menor medida que sus predecesoras, los helechos y las
gimnospermas. Esta conclusión surge de un trabajo publicado en la revista
botánica New Phytologist, por científicos del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el MACN y del Centro
Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET).
Estudios
previos sugerían que el descenso en las concentraciones de dióxido de carbono
atmosférico en el Cretácico habrían favorecido la diversificación y el dominio
de las plantas con flor. “El análisis del registro fósil de Antártida nos
indica que todos los grupos de plantas, incluso las angiospermas, fueron
afectados por la disminución en las concentraciones de dióxido de carbono, gas
esencial para el desarrollo y reproducción de las plantas. Sin embargo, las
angiospermas fueron mucho menos afectadas que los restantes grupos de plantas.
Así, los helechos y las gimnospermas experimentaron una gran caída en la
diversidad, del orden del 50 por ciento, en un lapso de 20 millones de años;
mientras que las angiospermas, sólo sufrieron una pérdida del 25 por ciento en
el mismo intervalo. El desarrollo de innovaciones fisiológicas en las
angiospermas les permitieron una mejor adaptación a la nuevas condiciones
paleoambientales”, explica Viviana Barreda, investigadora principal del CONICET
en el MACN, también autora del trabajo.
“El
Cretácico fue un período crucial para el estudio de la flora; en las más altas
latitudes, incluyendo la Antártida, el clima permitió el desarrollo de áreas
boscosas, con helechos arborescentes y palmeras, configurando un escenario muy
distinto al que tenemos hoy en día. En esta ocasión pudimos estimar que las
angiospermas se diversificaron y dominaron por primera vez los ecosistemas
australes hace unos 80 millones de años, durante el Cretácico Tardío”.
Las muestras
de roca analizadas por los científicos, que contenían las asociaciones de polen
y esporas, fueron colectadas durante varias campañas antárticas por el tercer
integrante de este trabajo, Eduardo Olivero, investigador Superior del CONICET
en el Centro Austral de Investigaciones Científicas, (CADIC-CONICET). El mismo,
analizó en detalle la sedimentología y estratigrafía de estas secuencias
cretácicas, ajustando su edad tanto a partir del estudio de invertebrados
fósiles –amonites- como por dataciones radiométricas. Fuente; Conicet.