jueves, 19 de diciembre de 2019

Presentan una nueva especie de rata espinosa fósil del Pleistoceno, hallada cerca de Miramar.



 
 
El descubrimiento se produjo en los acantilados de la costa atlántica, unos 30 kilómetros al sur de la ciudad de Miramar. Se estima que la nueva especie medía unos 20 centímetros y, posiblemente, habría usado sus espinas para defenderse de los depredadores.

Por sorprendente que parezca, algunos roedores con espinas actuales pueden llegar a ocasionar la muerte de un león que ose atacarlos. Pero no es posible saber si esta nueva especie fósil -Proclinodontomys dondasi- habría tenido el mismo éxito ante los posibles ataques de los depredadores de su época, entre los cuales se encontraba el tigre dientes de sable y varias especies de lobos pampeanos extintos.

La doctora Adriana Candela, investigadora del Museo de La Plata (MLP) y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “una de las características más distintivas de Proclyodontomys dondasi es que tenía los dientes incisivos muy proyectados hacia adelante, mucho más que las ratas espinosas que viven en el presente”.

El nombre Proclinodontomys hace referencia a esta característica en sus dientes. “Además, el cráneo tiene fosas profundas y crestas muy marcadas, lo que indica que tenía una musculatura masticatoria poderosa”, agregó la autora principal de este estudio publicado en la revista científica Journal of Paleontology.

Los ejemplares que sirvieron para describir esta nueva especie de roedor fueron descubiertos en las inmediaciones del arroyo Chocorí ubicado en el partido de General Alvarado. El área de hallazgo se encuentra incluida en un sector de la costa bonaerense comprendido entre Centinela del Mar y Mar del Sur.

Los restos de esta especie se encuentran en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de Miramar. El doctor Marcos Cenizo, director de la División Paleontología del Museo de Historia Natural de La Pampa e investigador de la Fundación Azara, indicó a la Agencia CTyS-UNLaM que “el área donde se produjo el hallazgo es muy importante desde el punto de vista patrimonial y existe un proyecto para que se establezca como Reserva natural; hay más de 150 trabajos de paleontología y arqueología a partir de los restos encontrados en ese lugar”.

En dichos acantilados, hay sedimentos de diversos momentos prehistóricos que van desde los dos millones a los 10 mil años de antigüedad. En el transcurso de ese tiempo hubo períodos con grandes variaciones climáticas: durante las etapas frías y áridas, habitaron mamíferos y vertebrados similares a los de la Patagonia y, en los momentos más cálidos, se desarrolló una fauna asociada a los animales del Brasil actual.

“Además, sobre el final de este periodo de tiempo, los primeros humanos ingresaron a Sudamérica generando un impacto dramático sobre los ecosistemas”, contó Cenizo.

El investigador Ulyses Pardiñas, investigador del CONICET y del Instituto Nacional de Biodiversidad de Ecuador, analizó que “si la diversidad de la vida es abundante en el presente, la que existió en el pasado es aún mucho mayor, porque en él tenemos concentrada la biodiversidad de 4500 millones de años de vida”.

“Más allá de que conocemos muchas especies de dinosaurios y de roedores extintos, lo cierto es que conocemos una parte muy pequeña de lo que es el registro fósil”, aseveró Pardiñas a la Agencia CTyS-UNLaM.

El científico indicó que esta nueva especie “tiene una característica particular, porque los roedores equímidos -que son los roedores con espinas- no son frecuentes en las partes templadas del país, sino en regiones tropicales o subtropicales, por lo que haber encontrado esta forma en la parte sur de Buenos Aires indica que, quizás, las condiciones ambientales eran distintas a las actuales”.

Pardiñas aclaró que no se sabe con certeza los hábitos de este roedor fósil y sus requerimientos ambientales estrictos. “Lo que hacemos son inferencias; tratamos de interpretar a estos animales del pasado a partir de los roedores similares que viven actualmente. Y, en la actualidad, solo hay una especie semejante en Corrientes y en Brasil, por lo que suponemos que podría haber necesitado temperaturas más altas”.

Respecto a las espinas, el investigador sopesó que “podrían haber sido un método defensivo, antidepredador, pero también podrían haber sido simples adaptaciones de tipo térmico o que fuesen adaptaciones que les quedaron del pasado y no tuvieran una mayor función”.

Puede que Proclinodontomys dondasi se extinguiera entre unos 500 y 400 mil años atrás. Este estudio permitió, además, establecer que otra especie emparentada, Proclinodontomys mordax, sobrevivió hasta al menos unos 10 mil años atrás en el sur de Brasil. La ilustración de la nueva especie fósil argentina fue realizada por el ilustrador Pablo Núñez del Museo de Historia Natural de La Pampa.

El nombre de este roedor extinto es también un reconocimiento a Alejandro Dondas, quien estuvo a cargo de la Sección Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Mar del Plata. “Alejandro fue una persona generosa que contribuyó mucho al conocimiento, la conservación y la difusión del enorme patrimonio paleontológico de la costa bonaerense”, aseveró Pardiñas.

De esta investigación también participaron Daniel Tassara del Museo Municipal de Ciencias Naturales Pachamama; Céline Robinet, Luciano Rasia y Nahuel Muñoz de la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata; y Carola Cañón Valenzuela del IDEAus-CONICET.