El hallazgo de pisadas similares a la de los teros -que
quedaron fosilizadas en una barda de General Roca- sirve como un nuevo
aporte para interpretar cómo era la paleogeografía de la región hace 70
millones de años, cuando el mar ingresó desde el Atlántico y formó un gran
delta.
En un triángulo más amplio de la zona que
hoy ocupa la confluencia de los ríos Limay y el Neuquén, convivieron
dinosaurios, aves, cocodrilos y criaturas marinas, en medio de un clima
semihúmedo y con copiosas lluvias.
A diferencia de los dinos, son pocos los registros de
huellas de aves prehistóricas en el país. Las pisadas tenues, sin peso, no
dejan huellas profundas y es muy difícil que se preserven. En la región hubo un
gran hallazgo en 2003, en Sierra Barrosa, pero sin precisar especies.
Las lajas donde quedaron registradas las huellas de los
teros pertenecieron a un fondo de laguna. Las descubrió en Paso Córdoba el
técnico en paleontología Raúl Ortiz. Ahora forman parte de una colección
registrada en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales de General Roca.
En ellas se ven las pisadas. Tres dedos abiertos en
forma de letra V y pequeños agujeritos que marcan los picotazos en el
fango. Son las señales características del momento en que se alimentaban. La
placa fina, de color marrón muy claro y aspecto quebradizo, también
muestra ondulitas - surcos lineales que dejó el paso de la corriente
suave del agua- y rastros de moluscos.
El hallazgo de pisadas similares a la de los teros -que
quedaron fosilizadas en una barda de General Roca- sirve como un nuevo
aporte para interpretar cómo era la paleogeografía de la región hace 70
millones de años, cuando el mar ingresó desde el Atlántico y formó un gran
delta.
En un triángulo más amplio de la zona que
hoy ocupa la confluencia de los ríos Limay y el Neuquén, convivieron
dinosaurios, aves, cocodrilos y criaturas marinas, en medio de un clima
semihúmedo y con copiosas lluvias.
A diferencia de los dinos, son pocos los registros de
huellas de aves prehistóricas en el país. Las pisadas tenues, sin peso, no
dejan huellas profundas y es muy difícil que se preserven. En la región hubo un
gran hallazgo en 2003, en Sierra Barrosa, pero sin precisar especies. Fuente
Diario Rio Negro.