Los diminutos huesos y consideró que el animal habría
sido un pariente lejano de los topos africanos vivientes. Le dio el nombre
científico Necrolestes
patagonensis, es decir, ladrón de tumbas de la Patagonia, en
alusión a sus hábitos excavadores.
En décadas posteriores, expediciones de diversos paleontólogos
a la misma zona de la Patagonia, cercana a la desembocadura del río Santa Cruz,
descubrieron esqueletos fósiles prácticamente completos del Necrolestes. El
estudio de esos esqueletos llevó a pensar que se trataba de un mamífero muy
arcaico en la historia de la evolución, más que un ancestro de los topos, como
había supuesto Ameghino. Por determinados rasgos se pensó que podía haber sido
un marsupial, es
decir, un pariente lejano de las comadrejas, los canguros y los coalas
actuales.
La mayor parte de los mamíferos mesozoicos pertenece a
grupos grupos hoy extinguidos, que no se relacionan directamente con los
actuales, sean placentarios o marsupiales. Solo la descendencia directa de
algunos escasos mamíferos del Mesozoico ha sobrevivido hasta nuestros días.
Entre ella se cuentan los ornitorrincos y los equidnas, que integran un grupo
llamado monotremas,
restringidos a algunos sectores de Oceanía.
Durante la segunda mitad del siglo XX, otro destacado
paleontólogo argentino, José Bonaparte, recorrió la Patagonia en búsqueda de
fósiles mesozoicos. Descubrió un importante yacimiento fosilífero en la
provincia del Río Negro, en una estancia llamada Los Alamitos, del que fueron
recuperados abundantes restos óseos de dinosaurios carnívoros y herbívoros, de
tortugas, cocodrilos y peces, vivos hace unos 70 millones de años, es decir, a
finales de la era mesozoica.
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