El Plioceno es la quinta y última división del periodo
terciario dentro del cenozoico en la escala de tiempos geológicos: se extiende
desde hace 5,2 millones de años hasta 1,64 millones de años atrás. Como el
mioceno precedente, el plioceno fue denominado y definido por el geólogo
británico Charles Lyell basándose en el porcentaje de moluscos y crustáceos
modernos encontrados en los registros fósiles de esta época.
Durante el plioceno, en el oeste de Norteamérica, la
subducción de la placa tectónica del Pacífico contribuyó a la elevación de
sierra Nevada y de la cordillera volcánica de las Cascadas. En Europa, los
Alpes continuaron su ascensión apoyados por el movimiento de la tectónica de
placas que empujaba y combaba la corteza en una región amplia de este
continente. Al final del mioceno, la colisión de las placas africana e ibérica
había formado el sistema bético-rifeño y cortado la comunicación entre el
Mediterráneo y el Atlántico, con lo que se produjo la desecación del primero,
en cuya cuenca se instaló un clima árido depositándose grandes cantidades de
sales.
Al iniciarse el plioceno se volvió a abrir el paso y el
Mediterráneo se llenó de nuevo. El clima se hizo más frío y seco con la
aproximación de los periodos glaciales del pleistoceno. Los mamíferos se habían
establecido desde hacía tiempo como la forma de vida vertebrada dominante y es
durante el plioceno cuando se produce la evolución de un grupo de primates, los
homínidos, con diversas especies, desde los Australopitecinos al Homo habilis y
al Homo erectus, consideradas antepasados directos del Homo sapiens