sábado, 2 de febrero de 2019

Las gigantescas serpientes de la antigua Patagonia.


Los boidos o boas son una familia de serpientes constrictoras, es decir que matan a sus presas por constricción, encerrándolas en sus anillos. A diferencia de sus cercanas parientes, las pitones (Pythonidae), son ovovivíparas. A ambos lados de la cloaca presentan espolones, que son vestigios de las patas posteriores locomotoras.
Entre las boas se encuentran algunas de las especies de serpientes más grandes. Pero en el actual desierto patagónico, hace unos 15 millones de años existía una exuberante selva, semejante a la amazónica, con grandes lagartos, perezosos, monos y mucho más.
Hace algunos años atrás, un Paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires se encontraba revisando las colecciones de dicha institución, hallo el fragmento de una enorme vértebra que, en un principio, fue atribuida a restos de un Dinosaurio.

Al consultar los registros del inventario del Departamento de Paleontología de Vertebrados "Florentino Ameghino" del Museo, se dieron cuenta los investigadores de que se trataba de un enorme vertebrado que vivió durante el Terciario, mucho después de la desaparición de los grandes reptiles de la Era Mesozoica.

La pieza en cuestión fue hallada por el Geólogo Roberto Ferello en el año 1953, en sedimentos de origen continental de la zona comprendida entre los lagos Musters y Colhue Huapi, al sur de la Provincia de Chubut. Hoy sabemos que esta vértebra pertenece al Ofidio (Serpientes y víboras) más grande de todos los tiempos. Calculamos después de hacer varias comparaciones con especies vivientes y extinguidas, este enorme animal midió unos 20 metros de largo.

Su cráneo tuve que medir unos 70 centímetros, con lo que la abertura bucal le permitía engullir presas de más de un metro de circunferencia, como los Astrapotherios y otros Notoungulados de la época.
Mas info en http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/mioceno.htm