sábado, 25 de mayo de 2019

Los hallazgos de Mamíferos Fósiles durante el Periodo Colonial.



Mientras el pueblo quería “saber de qué se trata” el 25 de mayo de 1810, se aproximaba la Revolución de Mayo, ya en la Buenos Aires colonial, se deslumbraban los primeros hallazgos paleontológicos de grandes criaturas milenarias. Compartimos un interesante artículo de Ricardo Pascuali y Eduardo Tonni.

Entre los primeros restos de mamíferos fósiles descubiertos en lo que más tarde sería el Virreinato del Río de la Plata se encuentran aquéllos que habían sido atribuidos a una raza de humanos gigantes. Así, en la segunda mitad del siglo XVI, fray Reginaldo de Lizárraga (1539 ó 1540-1609) decía, al referirse al valle de Tarija: “Hállanse en este valle a la ribera y barrancas del río sepulturas de gigantes, muchos huesos, cabezas y muelas, que si no se ve, no se puede creer cuán grandes eran; cómo se acabasen ignórase, porque como estos indios no tengan escripturas, la memoria de cosas raras y notables fácilmente se pierde.
Certificome este religioso nuestro [se refiere a fray Francisco Sedeño] haber visto una cabeza en el cóncavo de la cual cabía una espada mayor de la marca, desde la guarnición a la punta, que por lo menos era mayor que una adarga; y no es dificultoso de creer, porque siendo yo estudiante de Teología en nuestro convento de Los Reyes, el gobernador Castro envió al padre prior fray Antonio de Ervias, que nos la leía, y después fue obispo de Cartagena, en el reino de Tierra Firme, que actualmente estaba leyendo, una muela de un gigante que le habían enviado desde la ciudad de Córdoba del reino de Tucumán, de la cual diremos en su lugar, y un artejo de un dedo, el de en medio de los tres que en cada dedo tenemos, y acabada la lectión nos pusimos a ver qué tan grande sería la cabeza donde había de haber tantas muelas, tantos colmillos y dientes, y la quijada cuán grande, y la figuramos como una grande adarga, y a proporción con el artejo figuramos la mano, y parecía cosa increíble, con ser demostración; oí decir más a este nuestro religioso, que las muelas y dientes estaban de tal manera duros, que se sacaba dellas lumbre como de pedernal” (Lizárraga, 1916a: 283-284).
Lizárraga también se refiere al hallazgo de “sepulturas de gigantes” en Córdoba: “La cibdad de Córdoba es fértil de todas fructas nuestras, fundada a la ribera de un río de mejor agua que los pasados, y en tierra más fija que la de Tucumán, está más llegada a la cordillera; danse viñas, junto al pueblo, a la ribera del río, del cual sacan acequias para ellas y para sus molinos; la comarca es muy buena, y si los indios llamados comichingones se acabasen de quietar, se poblaría más. Tres leguas de la cibdad, el río abajo, en la barranca dél, se han hallado sepulturas de gigantes, como en Tarija” (Lizárraga, 1916b: 237-238).