Los pingüinos actuales constituyen un grupo muy
particular de aves no voladoras, adaptadas para la natación y buceo,
preferentemente en aguas frías y templadas. Su distribución geográfica se
restringe al hemisferio sur en varias regiones entre la Antártida y las islas
Galápagos.
De manera semejante a su distribución actual, los
hallazgos de pingüinos fósiles también están restringidos al hemisferio sur, y
en particular el conocimiento paleontológico de este grupo de aves está basado
en material fósil registrado en Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica, Antártida
y Argentina. Los pingüinos fósiles más antiguos, aproximadamente entre 50 y 40
millones de años, se conocían para Nueva Zelanda y Antártida. Algunos de ellos
fueron verdaderos gigantes y alcanzaron una talla entre 1,6 y 1,80 m, como el Anthropornis
nordenskjoeldi, una especie fósil hallada en la isla Marambio
(Seymour), Antártida, por la célebre expedición de Otto Nordenskjöld en 1903,
en la cual también participó el argentino José M. Sobral.
En la actualidad la isla Marambio, situada en el extremo
norte de la península Antártica, se encuentra separada del continente americano
por el pasaje de Drake, y aproximadamente a unos 1.200 km de distancia de
Tierra del Fuego. Sin embargo, hace unos 40 millones de años, edad del material
fósil fueguino, el pasaje de Drake no existía y la península Antártica estaba
físicamente conectada al extremo austral de América del Sur.
El hallazgo en Tierra del Fuego de pingüinos fósiles de
edad semejante a la del material de la isla Marambio en Antártida es
consistente con esta antigua geografía y apoya otras evidencias climáticas del
pasado, por ejemplares el marcado incremento en la abundancia de polen de Nothofagus
y las señales isotópicas en conchillas marinas, que indican el comienzo de una
larga y continua tendencia de enfriamiento de las aguas oceánicas australes
hacia los 40 millones de años. A pesar de la asociación popular de los
pingüinos con las frías regiones polares, existen especies de estos pájaros que
viven también más cerca del ecuador. Los más primitivos, por tanto, debieron
haberse desarrollado en climas más cálidos, para adaptarse lentamente a sus
hábitats cuando éstos se helaron.