Científicos estudiaron un fósil antártico que permite conjeturar que
este tipo de boca apareció evolutivamente temprano en las aves Anseriformes.
En el año 2007, investigadores del Instituto Antártico Argentino
encontraron en la isla Marambio, al Noreste de la Península Antártica, el
esqueleto casi completo de una nueva especie de ave que vivió hace 65 millones
de años durante el Paleógeno Temprano. Luego de varios años de preparación y
estudio del fósil, recientemente el hallazgo fue presentado en Zoological
Journal of the Linnean Society.
El estudio, dirigido por Claudia Tambussi, investigadora principal del
CONICET en el Centro de Investigaciones de Ciencias de la Tierra (CICTERRA,
CONICET-UNC) determinó que el fósil analizado pertenece a un nuevo género y
especie basal de Anseriformes (patos, cisnes y gansos) de una familia aún
indeterminada. Se lo denominó Conflicto antarcticus en virtud de la
conflictiva posición filogenética, debido a que sus características son
diferentes a las de otras aves conocidas.
Los Anseriformes actualmente habitan ambientes acuáticos y se considera
que la explotación de los cuerpos de agua continentales proporcionó la base
para la formidable diversificación de este grupo. A diferencia de la mayoría de
las Neoaves acuáticas que son carnívoras -como los macaes y los somormujos-,
los anseriformes se alimentan de plantas o pequeños invertebrados acuáticos. Para
ello cuentan con unas laminillas en el pico que les permite filtrar su
alimento.
¿Cuándo se produjo la diversificación de los Anseriformes? ¿Cuándo y
cómo surgió este hábito filtrador? Son algunas de las preguntas que se formula
el equipo de trabajo responsable de ésta y otras importantes investigaciones en
aves prehistóricas.
Al analizar este esqueleto fósil, los científicos pudieron determinar
que Conflicto antarcticus, a juzgar por la forma y las proporciones de
los huesos pectorales y del ala, sin dudas tenía capacidad de volar. Aunque no
se encontraron los tarsometatarsos ni las falanges (huesos del miembro
posterior), los restos óseos que se conservaron de estas extremidades muestran
que tenía patas alargadas. Sin embargo, aunque pertenece al grupo de los
Anseriformes, su apariencia no concuerda con la de los patos o gansos. Conflicto
antarcticus tenía un cuerpo grácil y estilizado, con miembros alargados
-como se observa en los flamencos)- pero poseía un cráneo similar al de un
pato, aunque con un pico más delgado. Conflicto antarcticus, al estar
representado por un material tan completo y bien preservado es posiblemente el
más importante registro de un ave no marina del Paleoceno del hemisferio sur.
“Este nuevo hallazgo permite hipotetizar que la forma del pico típica de
los patos actuales -la que les posibilita filtrar el alimento del agua- habría
aparecido tempranamente en la evolución de este grupo de aves” explica
Tambussi. Asimismo, los estudios filogenéticos establecen nuevas relaciones
entre los miembros de los Anseriformes y las aves modernas que, sin dudas,
serán motivo de debates futuros.
Según evidencias sedimentológicas y de otros fósiles, Conflicto
antarcticus habría habitado un ambiente cálido y húmedo que se
caracterizaba por bosques templados donde la temperatura media anual terrestre
osciló entre 9 y 15°C.
Finalmente,
Los investigadores ya estudian otros aspectos como el cerebro, cerebelo, oído y
bulbos olfatorios a partir de tomografías computadas y comparando los modelos
3D obtenidos con lo conocido de otras especies fósiles y vivientes. La
finalidad de estas comparaciones es obtener algunas conclusiones acerca del
modo de vida del animal, de sus capacidades sensoriales y cognitivas. Fuente
Conicet. Esquema del esqueleto de Conflicto antarcticus. Derecha:
Reconstrucción en vida de Conflicto antarcticus. Dibujo realizado por H.
Santiago Druetta. La concreción en uno de los momentos de su preparación que
fue realizada por los técnicos Javier Pozik del Museo de La Plata e Ivana Tapia
del CICTERRA.