Se trata de un ejemplar de la especie de Arctotherium angustidens, la cual
representa a los osos más gigantes que hayan existido. Los investigadores
destacan el asombroso estado de conservación del cráneo y las dos ramas
mandibulares de este nuevo espécimen de San Pedro.
El doctor Leopoldo Soibelzon, investigador del Museo de
La Plata y del CONICET, comentó a la Agencia CTyS-UNLaM que “se trata de un oso
de gran tamaño de la especie Arctotherium
angustidens, cuyos ejemplares más grandes, en posición erguida, podían
alcanzar hasta 4,5 metros de altura”.
Soibelzon fue quien presentó en sociedad al ejemplar más
grande del que se tenga registro en 2011. En tanto, este nuevo ejemplar de San
Pedro fue identificado como un macho joven que pesaba unos 800 kilos al momento
de morir y que habría medido aproximadamente 2,5 metros de altura parado en dos
patas.
El experto en el estudio de osos gigantes destacó que “el
cráneo y la mandíbula de este nuevo ejemplar de San Pedro están increíblemente
preservados, en tanto que también se encontró parte de su pelvis, el fragmento
de uno de sus húmeros, parte de uno de sus radios y seis vértebras
articuladas”.
El director del Museo de San Pedro, José Luis Aguilar,
quien realizó este hallazgo junto Matías Swistun y Julio Simonini, coincidió en
que “es impresionante el estado de preservación del cráneo junto a sus dos
ramas mandibulares, las cuales han conservado todas sus piezas dentales, lo
cual lo convierte en un ejemplar excepcional”.
“El cráneo de esta bestia es realmente asombroso en
cuanto a tamaño y estado de conservación”, afirmó Aguilar. Y precisó: “Tiene
colmillos de unos 6 centímetros de longitud, los cuales son fuertes, compactos,
punteagudos y estaban preparados para desgarrar la carne de sus presas”.
“Las mandíbulas también conservan su par de colmillos,
los cuales tienen 4,5 centímetros de largo, mientras que los molares de este
oso estaban bien adaptados para cortar y para destrozar el tejido muscular y
los huesos de los animales de los cuales se alimentaban”, contó el director.
Aguilar valoró que, para la concreción de este hallazgo,
fue determinante la colaboración del maquinista Fausto Capre de la empresa Tosquera
San Predo SA, propietaria de este sitio.
“Fue posible ver los restos de este ejemplar que caminó
la región pampeana hace unos 700 mil años gracias al accionar de la excavadora para
la extracción de tosca a nueve metros de profundidad”, mencionó.
A dicha profundidad, se ha detectado una capa
sedimentaria con contiene restos de un antiguo pantano. Aguilar explicó que “algunos
de los grandes animales que cazaban o que se acercaban para beber agua,
quedaban atrapados en ese fango, en ese lodo, y es por ello que, desde hace un
tiempo, venimos realizando diversos hallazgos en ese sitio”.
Los Arctotherium angustidens de mayor
tamaño alcanzaban una medida mayor a la que se había estimado en 2011 cuando el
doctor Soibelzon presentó al ejemplar más gigantesco. En tanto, la fuerza de la
mordida de estos osos de tamaño bestial era de unos 225 kilogramos en la zona
de los molares.
Estos molares poseían crestas cortantes y cúspides bien
marcadas que revelan una dieta omnívora, pero con una fuerte tendencia al
consumo de carne y de hueso de animales que obtenían de su propia caza, pero
también al disputarle sus presas a otros carnívoros como por ejemplo a los
tigres dientes de sable.
José Luis Aguilar contó a la Agencia CTyS-UNLaM que, a
partir de un trabajo junto a uno de los laboratorios del Centro de Ecología
Aplicada de Litoral de Corrientes, se han identificado esporas y granos de
polen de ciertos hongos, algas y algunos vegetales en el sedimento donde fueron
encontrados los restos de este oso.
“Ello nos permite saber que este oso gigante habitó en un
ambiente de estepa formado por plantas herbáceas, con suelo algo arenoso y
siempre con cuerpos de agua cercanos”, relató el director del Museo.
El doctor Soilbelzon indicó que “estos osos vivieron en
la región pampeana hasta hace unos 500 mil años”. En tanto, la llegada de los
osos a Sudamérica fue posible a partir de que, hace unos 3 millones de años
atrás, cuando se elevó el istmo de Panamá, estos animales terrestres pudieron
arribar desde Norteamérica.