Vivió hace más de 251 millones de años durante el Pérmico Tardío, en la
cuenca sudafricana del Karoo y, como todo cinodonte, parecía tener “dientes de
perro”. Fue bautizado con el nombre de Vetusodon elikhulu por los
investigadores del CONICET (Argentina) Fernando Abdala y Leandro Gaetano y sus
colegas de Sudáfrica, Roger Smith y Bruce Rubidge, oficializando de esta manera
la presentación de una nueva especie en la prestigiosa revista Zoological
Journal of the Linnean Society.
Vetus proviene del latín y significa “viejo, antiguo”, odontos significa
“diente” en griego y elikhulu, “grande” en Zulú, el idioma principal de la
región africana en donde fueron encontrados los especímenes. Entonces,
Vetusodon elikhulu significa “diente antiguo grande”, en alusión a su
antigüedad y tamaño, atributos que le son muy significativos.
¿Qué fue lo que se encontró? Fernando Abdala cuenta que sus estudios
científicos lo llevaron a vivir 14 años en Sudáfrica y que en el transcurso de
trabajos de campo y de visitas a colecciones, comenzó a encontrar –junto con
sus colegas locales– materiales que no encajaban en absoluto con el formato de
cráneo de especies ya conocidas. Sin embargo, los hallazgos estaban
incompletos.
Finalmente, para 2017, el equipo de paleontólogos contaba con cuatro
ejemplares iguales, lo que les permitió cerrar el trabajo. “De uno se había
preservado solamente el hocico; de otro, la parte de atrás. Los otros dos
estaban completos: uno con la mandíbula entera, pero no nos permitía ver el
paladar y, el último, sin la mandíbula, aunque con el paladar muy visible, ¡un
paladar espectacular!”, precisa Leandro Gaetano, que se sumó al grupo en 2011.
Cada uno de los ejemplares aportaba datos distintos como, por ejemplo,
información sobre los huesos que cubren el cerebro, el paladar y la mandíbula.
Los cinodontes constituyen un grupo grande y diverso de animales
primitivos que poseían una postura cuadrúpeda y una curiosa similitud con los
mamíferos actuales. Los más antiguos son del Pérmico y se registraron en el
gran desierto del Karoo, que ocupa dos tercios de la superficie de Sudáfrica, y
son también conocidos al este de África y en Eurasia. ¿Cómo surgieron?
“Una vez que los vertebrados salen del agua, muy tempranamente, se
separan dos grandes grupos: uno va a resultar en los mamíferos actuales y el
otro en las aves, los dinosaurios, cocodrilos, serpientes…”, explica Gaetano.
“A los que pertenecen al grupo de mamíferos se los llama sinápsidos, porque
tienen una sola abertura en la cabeza en la región temporal, y al último de los
linajes en aparecer se lo llama cinodonte”.
“Este grupo, el de los cinodontes, nos incluye a los humanos y, además,
todas estas formas basales, o primitivas, nos permiten entender cómo
evolucionaron ciertas características específicas que hicieron a los mamíferos
ser lo que hoy son. Por ejemplo, en este animal vemos que se cierra primero la
parte de atrás del paladar óseo antes que la de adelante. La presencia de este
paladar tiene que ver con la capacidad de succión para amamantar”.
Los científicos explican que en este linaje de cinodontes antiguos o
basales se pueden observar cambios paulatinos hasta que, finalmente, al final
del Triásico –el primer período de la era de los dinosaurios– aparecen los
primeros mamíferos con todas las características típicas de un mamífero actual.
“Hay convivencia de mamíferos y dinosaurios desde el Mesozoico, a partir del
Triásico Superior –clarifica Fernando–. En algún momento, los dinosaurios
empiezan a tener preeminencia y se diversifican y los mamíferos se reducen. Y
cuando los dinosaurios masivos desaparecen, los mamíferos comienzan a ocupar
espacios. Existe evidencia de representantes de dos linajes compartiendo
hábitat, ya que están interconectados históricamente. Si bien evolucionan de
forma independiente, conviven y se influyen mutuamente”.
Lo primero que llama la atención de Vetusodon es su gran tamaño en
comparación a otras especies de cinodontes que vivieron en la misma época al
final del Pérmico. Con 18 cm de cráneo –por lo que se calcula que podía medir
hasta un metro–, es incluso más grande que otras formas que se encontraron al
inicio del Triásico. Además, tiene un hocico muy masivo.
La segunda característica significativa es que, en general, incluso los
primeros cinodontes poseen dientes molares (o poscaninos) complejos, es decir
que no tienen la forma de un cono pequeño, sino que los dientes tienen varias
cúspides. Sin embargo, los molares de los ejemplares encontrados tienen forma
de cono, lo cual significa que, en cuanto a la dentición, eran bastante
primitivos semejantes a formas mucho más basales.
“Es increíble encontrar un animal tan grande, pero sin la estructura
dental apropiada como para tratar el alimento. Sus poscaninos son mucho más
pequeños que los dientes anteriores (incisivos y caninos), lo que da la idea de
que seguramente los dientes delanteros eran los más importantes. Es el único
cinodonte cuyos dientes posteriores parecen pequeños y simples conitos”,
expresa Fernando.
“Nosotros siempre pensábamos que, desde el comienzo de los cinodontes,
todo llevaba a una especialización hacia la masticación, como algo que va
progresivamente mejorando, –señala Leandro– y cuando se llega a la masticación
óptima, recién comienza la desviación hacia casos más particulares. Pero,
Vetusodon nos advierte: ‘¡No, no fue tan progresivo!’”.
Este animal, muy primitivo, ya tenía una dieta muy especializada: “yo me
lo imagino carnívoro; capaz de arrancar un pedazo de carne con su fuerte
mordida, o de comerse animales más pequeños sin masticarlos demasiado”, ilustra
el científico. Al mismo tiempo, la musculatura masticatoria y la forma de la
mandíbula también aportan a la teoría de que Vetusodon mordía muy fuerte con
los dientes de adelante y no tanto con los dientes poscaninos o molares.
“Una vez más, Vetusodon muestra características muy novedosas a pesar de
ser tan antiguo, y nos hace un llamado de atención diciendo: ‘¡cuidado! Esto no
está resuelto’. Los nuevos descubrimientos nos traen más preguntas que
confirmaciones”, admiten los científicos. Habrá que seguir trabajando en
colaboración con colegas de todo el mundo “para armar juntos el rompecabezas,
ya que en todas las ramas de la paleontología no se puede trabajar aislado,
porque en ella no funcionan las fronteras geográficas ni políticas que tenemos
en nuestro mundo”. (Fuente: CONICET/DICYT). Ilustración
Gabriel Lio.