martes, 4 de septiembre de 2018

Felipeda miramarensis, un nuevo tigre dientes de sable identificado a partir de sus huellas fosiles en Miramar.

 


 

 
 

Fue presentado recientemente a la comunidad científica internacional “Felipeda miramarensis”, un gran tigre dientes de sable conocido a partir de las huellas fósiles recuperadas en la ciudad de Miramar, Argentina.
El increíble hallazgo paleontológico único en el mundo, ocurrió en septiembre de 2015 y fue realizado por personal del Museo Municipal Punta Hermengo de la ciudad balnearia de Miramar, a unos 450 kilómetros de Buenos Aires. Pero recién ahora se determinó que las huellas fósiles atribuidas a un gran tigre dientes de sable que vivió durante el Pleistoceno (edad geológica que abarca entre 2,5 millones de años a 10 mil años antes del presente), son  las primeras atribuibles a este felino extinto, determino la fuente.

Un equipo interdisciplinario de investigadores, compuesto por Federico L. Agnolin (Museo Argentino de Ciencias Naturales,  Fundación Azara, Universidad Maimonides y Conicet),  Nicolás R. Chimento, Denise H. Campo, Francisco De Cianni (Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires) y sus descubridores, Mariano Magnussen y Daniel Boh (Museo Municipal de Ciencias Naturales  “Punta Hermengo” de Miramar, dependiente de la Secretaria de Turismo y Cultura de la Municipalidad de General Alvarado),  publicaron un extenso trabajo (en inglés) donde demostraron la importancia del hallazgo, y comparándolo con otras especies prehistóricas y vivientes. Finalmente la prestigiosa revista científica canadiense llamada “Ichnos” especialista en la temática de huellas o trazas fósiles, y por medio de una extensa evaluación, se publicó el resultado que los autores esperaban hace algo más  un año.

Los tigres dientes de sable, se encuentran representados en el registro fósil de Argentina, a partir de restos óseos atribuibles a Smilodon populator,  el mayor representante de este grupo de felinos extintos, que superaba los 300 kilogramos de peso. Pero hasta la fecha nunca  se había encontrado huellas de esta magnífica criatura. Fue así, que muy cerca del centro urbano y en pleno sector turístico, Mariano Magnussen y posteriormente Daniel Boh, encontraron  huellas de este gran felino de unos 19 centímetros de diámetro cada una.

“La nueva icnoespecie fue bautizada científicamente como Felipeda miramarensis, en honor a la ciudad donde se las encontró”, argumento Daniel Boh, y agrego “desde hace décadas Miramar ha aportado a la ciencia con numerosos descubrimientos, pero nunca se la había homenajeado de esta forma”.

Pero Felipeda miramarensis no estaba solo. En esos pantanos de hace 100 mil años atrás, otras criaturas también dejaron sus huellas a las orillas de una laguna que ya no existe, como aves de más de un metro de altura, roedores gigantes y un extinto camello con larga trompa. Así mismo el equipo local recupero en varias oportunidades restos óseos de animales parecidos a hipopótamos (Toxodon) perezosos gigantes (Megaterio, Lestodonte y Celidoterio), caballos extintos (Hippidium) y todo un ecosistema primitivo con peces, insectos y hebras vegetales entre otros, declaro Mariano Magnussen, del Museo de Miramar.

La zona donde se recuperó este magnífico material ya era conocida mundialmente desde fines del siglo XIX. Fue el mismo sabio Florentino Ameghino el que destacó su importancia allá por 1908. Posteriormente el sitio fue estudiado por décadas por el Museo de La Plata y el Museo de Buenos Aires, y actualmente por el Museo Municipal Punta Hermengo.
Felipeda miramarensis, fue un tigre dientes de sable (como el popular personaje “Diego” de la película La Era de Hielo). Sin dudas, fue uno de los grandes triunfos evolutivos de los mamíferos depredadores. La extraordinaria peligrosidad de este félido se debía al gran desarrollo de la parte anterior de su cuerpo y al tamaño asombroso de sus caninos superiores, que llegaban a sobresalir más de treinta centímetros. Todo su cuerpo tenía una estructura poderosa y los músculos de los hombros y del cuello estaban dispuestos de tal manera que su enorme cabeza podía lanzarse hacia abajo con gran fuerza. “La diferencia en tamaño de las huellas posteriores y anteriores de Felipeda miramarensis, refleja la anatomía de esta bestia extinta.

“El hallazgo de huellas fósiles es muy raro y un hecho inusual en cualquier investigación paleontológica; esta es la primera vez en la que se encuentran fósiles de pisadas del tigre dientes de sable”, destacó el doctor Federico Agnolín, uno de los paleontólogos que formó parte del equipo.

Este hallazgo y otras de gran importancia científica que se vienen desarrollando desde los últimos años, movilizo a las autoridades para concretar en un futuro próximo, un nuevo edificio para albergar las colección y ampliar las exhibiciones del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, contando con la colaboración de la Fundación Azara.

Austroraptor cabazai, el extraño dinosaurio terópodo del Cretácico de Rio Negro.



El nuevo dinosaurio es el dromeosáurido más grande descubierto en el hemisferio sur. Austroraptor posee características craneales y postcraniales extrañas.
Su hocico es largo y bajo con numerosos dientes pequeños y cónicos, una condición que se asemeja a los espinosáuridos. Sus antebrazos cortos de apartan de la condición característica de largos brazos de todos los dromeosáuridos y de sus parientes aviares cercanos.
La corta longitud relativa de sus brazos, ha causado que Austroraptor sea comparado a otros dinosaurios de brazos cortos más famosos, como el Tyrannosaurus. Austroraptor fue un dromeosáurido grande, midiendo entre 5 y 6 metros de largo, con la siguiente combinación de caracteres que lo distinguen de otros miembros de este grupo, el lagrimal altamente neumatizado, con el proceso descendente curvado fuertemente hacia rotral, y el proceso caudal saliendo horizontalmente sobre la órbita, que lo diferencia de los dromeosáuridos de Laurasia, pero desconocido para otros unenlagiínidos.
En el post orbital falta el proceso dorsomedial para la articulación con el frontal, y el proceso escamoso reducido extremadamente, otra característica única. Los dientes maxilares y dentarios son pequeños, cónicos, desprovistos del borde aserrado para rasgar carne, como en Buitreraptor. El húmero es corto, midiendo levemente menos del 50 por ciento de la longitud del fémur, un cociente más pequeño que en otros dromeosáuridos y paravianos.
La falange II-2 del pedal estrecha transversalmente, poniéndose en contraste con la extremadamente robusta falange IV-2, que lo diferencia de otros dromeosáuridos, incluyendo unenlagiínidos, pero asemejándose a la condición de los troodóntidos avanzados. El cráneo de A. cabazai midio 80 centímetros de largo de era bajo y alargado, mucho más que el de otros dromaeosáuridos.
El nuevo descubrimiento aumenta la disparidad morfológica entre unenlaginidos, demostrando que durante el final del Cretácico este clado incluyó formas grandes, de brazos cortos junto con formas del tamaño de un cuervo, de largos brazos que posiblemente volaban.
Este nuevo dinosaurio es el registro más joven de dromeosáuridos de Gondwana y representa un linaje previamente desconocido de depredadores grandes en la fauna del último cretáceo, dominadas principalmente por los abelisáuridos.

lunes, 3 de septiembre de 2018

Dakosaurus andiniensis, un gigante reptil marino y depredador del Jurásico de Neuquén.



Todo indica que el Dakosaurus andiniensis es un cocodrilo. Pero se parece muchísimo a un dinosaurio. Por eso lo bautizaron Godzilla.
El descubrimiento es tan importante y es tapa del último número de la National Geographic y también sale en la prestigiosa revista Science. Fue descubierto en Pampa Tril, Neuquén, por investigadores argentinos.
Lo que se pudo reconstruir a partir del cráneo y las dos mandíbulas encontradas en la Patagonia es que la criatura se remonta a 135 millones de años atrás. La cabeza alta y achatada, como en forma de bala y pocos dientes, es lo que la distingue del resto de los cocodrilos, que tenían hocicos alargados, angostos y mandíbulas dentadas. Fue el resultado del esfuerzo de mucha gente que trabajó más de siete años", dijo Zulma Gasparini, paleontóloga, profesora de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), investigadora del Conicet y líder de "Reptiles marinos Mesozoicos de Argentina", un proyecto que comenzó hace ya casi 30 años.

La historia de este "Godzilla" empieza en 1996. Ese año, Sergio y Rafael Cocca, dos técnicos del Museo Olsacher de la Dirección Provincial de Minería de Neuquén, encontraron el cráneo y las mandíbulas en Pampa Tril, una zona montañosa y semiárida pero fértil para los paleontólogos. En la investigación participaron paleontólogos y geólogos, como Diego Pol (actualmente en la Universidad de Ohio), y Luis Spallietti, profesor de la UNLP, investigador del Conicet y encargado de la investigación sedimentológica (estudia las rocas y a las sucesiones de rocas donde están las faunas fósiles).

El descubrimiento es importante y tiene impacto a nivel mundial porque hasta ahora no se conocía en ningún lugar del mundo cocodrilos con aspecto de dinosaurio. El cocodrilo no tiene ningún parentesco con los dinosaurios. El hallazgo de esta excepcional asociación de reptiles marinos en el límite Jurásico—Cretácico en la cuenca neuquina permite formular nuevas teorías sobre la continuidad y evolución de estas especies y contradecir hipótesis de extinciones hechas en base a estudios paleontológicos del hemisferio norte. A través del cráneo, de 80 centímetros de largo y 20 de alto, se puede estimar que medía casi cuatro metros de largo.
Pero lo más llamativo es su boca, sus dientes, que muestran que era un predador activo que se alimentaba de otros reptiles marinos, pero de los grandes. Y eso es lo que lo hace parecido a los dinosaurios carnívoros. Era un animal marino agresivo, que atacaba rápido a presas grandes, como el tiburón blanco de hoy. El descubrimiento es importante porque demuestra que los cocodrilos en el Mesozoico fueron mucho más diversos de lo que se pensaba.
Fue un grupo abundante y exitoso evolutivamente, que ocupó muchos nichos ecológicos que hoy ocupan otras especies, como los mamíferos. La muestra de lo que es un cocodrilo en las especies vivientes es una fracción muy pequeña y empobrecida con respecto a la diversidad de formas que habitaron la tierra, los ríos y el mar durante el Mesozoico. Sobre los cocodrilos marinos del Jurásico, se conocían muchos restos, pero todos de especies con hocico largo y delgado, con numerosos y pequeños dientes.
Estas características denotan un rol de pequeño predador, con una dieta de peces pequeños y moluscos, que es la idea que se tenía de los cocodrilos marinos del Jurásico durante los últimos 150 años, desde que se descubrieron y estudiaron en Europa los primeros cocodrilos marinos. El Dakosaurus muestra que también había grandes especies predadoras, dado que éste tenía un hocico corto, alto y robusto, con dientes grandes y aserrados.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Marasuchus lilloensis, un pequeño emparentado con los dinosaurios del Triasico de La Rioja


Es un género extinto de ornitodiros, saurópsidos emparentados con los dinosaurios, que vivió a mediados del período Triásico, hace unos 230 millones de años, en la Formación Chañares situada en La Rioja, Argentina. Era un pequeño depredador de solo 40 centímetros de largo.
La especie Marasuchus lilloensis fue descrita originalmente como una segunda especie de Lagosuchus, L. lilloensis. Sin embargo, en un estudio de Lagosuchus realizado por Sereno y Arcucci (1994), los autores concluyeron que el espécimen original (la especie tipo) estaba muy mal preservado como para permitir añadir especímenes adicionales a ese género.
Ellos también notaron que el espécimen de L. lilloensis tenía proporciones diferentes en las extremidades con respecto a la especie tipo. Basándose en esto, ellos asignaron a L. lilloensis a un nuevo género, Marasuchus.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Palaeophycus vulgaris. Rastros de un gusano marino de 480 millones de años en la costa bonaerense.



Se trata de un icnogenero o rastro primitivo. Si bien están catalogados como otros icnofosiles paleozoicos de la provincia de Buenos Aires como "fósiles problemáticos", es probable que estas marcas se deban a las pistas originadas por la traslación de anélidos marinos de tamaño grande.
Recientemente, Mariano Magnussen del Museo Municipal Punta Hermengo hallo cerca del muelle de pescadores de la ciudad de Miramar, una gran roca de cuarcita, depositada allí artificialmente, con el propósito de construir la defensa costera, la cual portaba una muestra del icnogenero Palaeophycus.
Esta roca que se emplea comúnmente en toda la costa bonaerense para este fin, proceden de las canteras ubicadas en la localidad de Chapadmalal. Se caracterizan por sucos semirellenos de sutil trazado, flexionados, superpuestos con sección regular mostrando bordes netos, mostrando a veces giros y superposiciones sumamente variadas.
Antecedentes de estos hallazgos corresponden a la Estancia La Celina en la provincia de Buenos Aires en 1945. Se encuentran en sedimentos de arenas cuartiticas de grano fino. El promedio de medida de estas trazas es de 1 metro de longitud y entre1 y 2 centímetros de ancho. En oportunidades se encuentra asociado a trazas de Corophioides y Tigillites. Antigüedad estimada, 480 millones de años (Ordovicico).