No es coincidencia que el
rango de edad en el que se desarrollan los intereses intensos se empalme con
las edades en las que más se juega recurriendo a la imaginación.
Erin, la hija de Susan
Alloway, fue muy específica con su disfraz de Halloween. No podía ser cualquier
dinosaurio: la niña de seis años quería un ozraptor.
Para que lo sepan, el
ozraptor es un dinosaurio terópodo abelisauroide que vivió en lo que hoy es Australia
durante el periodo jurásico medio. Definitivamente no es algo que una mamá
pueda comprar en una tienda de disfraces.
"Lo busqué en Google
y nada", cuenta Alloway. "Hay dos imágenes de un ozraptor. Pero ella
dijo que tenía que tener plumas de verdad, así que usé un montón de plumas;
nadie sabía de qué era su disfraz, pero a ella no le importó".
La devoción de Erin por
los dinosaurios comenzó después de que cumplió cuatro años. Alloway no recuerda
qué la desencadenó, pero hoy, el lugar favorito de su hija es la enorme sección
de dinosaurios de la biblioteca local. "Le encanta que parece
interminable", explica Alloway. "Hay tanta información; le encantan
los nombres largos de los dinosaurios y le encanta aprender sobre los
diferentes periodos de la prehistoria. Es como si no pudiera dejar de aprender
y siempre tiene más por aprender".
Y no es la única. Es casi
una regla universal que a los niños les encanten los dinosaurios. Si cuando
eras niño no estabas obsesionado con los dinosaurios, definitivamente conoces a
alguien que sí.
Estos niños pueden
recitar el nombre científico de docenas, si no es que de cientos de
dinosaurios. Pueden decirte qué comían, cómo lucían y en dónde vivían. Conocen
la diferencia entre los periodos mesozoico y cretácico.
El grado de dominio de un
niño respecto al tema de los dinosaurios puede ser asombroso, particularmente
si consideras que el adulto promedio puede decir el nombre de diez dinosaurios
en promedio, en el mejor de los casos.
Los científicos llaman
"intereses intensos" a las obsesiones como las de Erin. Los
investigadores no saben exactamente qué los desencadena, aunque la mayoría de
los padres pueden determinar con exactitud el momento o acontecimiento
que desató el interés de su hijo. Casi un tercio de los niños tienen un interés
como estos en algún momento, usualmente entre los dos y los seis años, aunque
en algunos casos, el interés perdura algunos años más.
Aunque en algunos
estudios se ha revelado que el interés intenso más común son los vehículos
(aviones, trenes y coches), el siguiente interés más popular, por mucho, son
los dinosaurios.
Tampoco es específico de
una generación. La tierra perdida pudo haber inspirado el interés por
los dinosaurios en la generación X y los niños de la década de 1990 pueden
atribuirla a Parque Jurásico o a Pie Pequeño, pero la obsesión
con todo lo que tenga que ver con los dinosaurios no es menos predominante
ahora que cuando tú eras niño.
La única diferencia está
en las cifras: tan solo en 2016 se descubrieron más de 30 dinosaurios , así que
la lista de posibles favoritos es de más de 700.
El paleontólogo Kenneth
Lacovara era un niño con un interés intenso por los dinosaurios que nunca
menguó. En 2005 descubrió un dinosaurio herbívoro gigante en el sur de la
Patagonia. Le puso el nombre de Dreadnoughtus a la bestia de más de dos
pisos de alto y de un peso mayor al de un Boeing 737.
Actualmente, Lacovara
dirige el Parque de Fósiles Jean y Ric Edelman de la Universidad de Rowan,
Estados Unidos. Los padres que van de visita le dicen constantemente que sus
hijos están locos por los dinosaurios.
"Los padres me dicen
una y otra vez: '¡Se saben todos los nombres! No sé cómo recuerdan tantas
cosas'", cuenta. Pero Lacovara sí sabe, o al menos tiene algunas teorías.
"Creo que en el caso de muchos de estos niños, es su primera experiencia
de dominio de un tema, de ser experto en algo y dominar algo que sus padres, su
entrenador o su médico no sabe", explica. "Los hace sentir poderosos.
Su papá puede nombrar a tres o cuatro dinosaurios y él o ella puede nombrar a
20, así que parece una auténtica autoridad".
Los intereses intensos
ayudan mucho a incrementar la confianza de los niños, de acuerdo con Kelli
Chen, psiquiatra y terapeuta ocupacional pediátrica de la Universidad Johns
Hopkins.
También son
particularmente benéficos para el desarrollo cognitivo. En un estudio de
2008 se determinó que los intereses intensos sostenidos, particularmente en
un ámbito conceptual como los dinosaurios, pueden ayudar a los niños a
desarrollar sus conocimientos y su persistencia, a tener una mejor capacidad de
atención y a profundizar sus habilidades de procesamiento de información.
En pocas palabras, sirven
para que los niños aprendan mejor y sean más listos. Décadas de investigaciones
lo respaldan: en tres estudios diferentes se llegó a la conclusión de que los
niños mayores, con intereses intensos, suelen tener una inteligencia superior
al promedio. La obsesión con los dinosaurios puede entonces ser la forma en la
que un niño aprende un tema nuevo de una forma que le parece familiar:
divirtiéndose. "Hacer preguntas, encontrar las respuestas y ganar
experiencia es el proceso de aprendizaje en general", explica Chen.
"Explorar un tema y dominarlo es beneficioso porque así se forman las
carreras de los adultos. La ocupación principal de un niño es jugar, así que
llevan a cabo su labor de jugar a través de la lente de una cosa que les
interesa aprender".
Probablemente no es
coincidencia que el rango de edad en el que se desarrollan los intereses
intensos se empalme con las edades en las que más se juega recurriendo a
la imaginación (entre los tres y los cinco años). Michael Brydges, un analista
de datos de 30 años que trabaja para el ayuntamiento de la ciudad de Nueva
York, cuenta que se enamoró de los dinosaurios cuando estaba en primero de primaria.
Tras devorar cada libro
sobre dinosaurios que había en la biblioteca de su escuela, escribió e ilustró
sus propios libros. Para cuando llegó a segundo año, ya les decía a los adultos
que quería ser paleontólogo. "Son unas cosas enormes que no podía creer que
de verdad existieran", cuenta. "Quería sacarlas de la tierra y
demostrarme que eran reales. Cuando eres niño eres muy pequeño y es aún más
sobrecogedor pensar en un dinosaurio de diez metros de altura. Eran la cosa más
asombrosa que podía imaginar".
Pero cuando entró a
tercer año, su interés menguó. Eso también es común. En el caso de la mayoría
de los niños, los intereses intensos son llamas intensas pero efímeras. En un estudio
que se publicó en 2007, los investigadores que entrevistaron a los padres de
177 niños descubrieron que los intereses duraban solamente entre seis meses y
tres años.
Hay varias razones por
las que los niños dejan de interesarse en aprenderlo todo sobre un tema en
particular; irónicamente, uno de ellos es la escuela. Conforme se sumergen en
un entorno educativo tradicional, se espera que abarquen varios temas, lo que
no deja mucho espacio para la especialización.
"No lo dejan rápido,
no es como si dijeran: 'Oh, ahora odio a los dinosaurios'", explica
Elizabeth Chatel, una terapeuta familiar de Connecticut, Estados Unidos.
"Simplemente es que la vida se vuelve ajetreada y el mundo se abre,
empiezan a tener otros intereses".
El que un interés intenso
mengue también tiene un componente social importante, ya que los niños empiezan
a interactuar con sus iguales a diario y se dan cuenta de que no a todo el
mundo le interesan los dinosaurios todo el tiempo.
"Tal vez en casa se
estuviera reforzando el interés y el ciclo de retroalimentación positiva
empezaba con: 'Juanito sabe qué es un pterodáctilo, ¡Juanito es un genio!'.
Cuando te halagan una y otra vez por tener información sobre un tema, estás a
bordo de un tren sin escalas hacia la Tierra de los Dinosaurios", explica
Chatel. "Pero entonces empieza la escuela y la retroalimentación positiva
se centra en: 'Juanito jugó muy bien con los demás, Juanito compartió sus
juguetes e hizo un amigo'".
Lacovara sabe que la mayoría
de los niños a los que les interesan los dinosaurios no se volverán
paleontólogos, aunque de adultos muchos tengan gratos recuerdos de su
"fase de los dinosaurios". Pero en una TED Talk de 2016, así
como en su libro Why Dinosaurs Matter, Lacovara argumenta que los
dinosaurios son verdaderamente importantes, no solo para la gente que los
desentierra.
"¿Quieres diseñar un
sistema para mover cosas pesadas en terreno difícil? Los dinosaurios lo
hicieron", escribió. "¿Quieres entender los sistemas de enfriamiento
principalmente pasivos y eficientes? Los saurópodos eran expertos. ¿Te interesa
el mejoramiento y la readaptación de la tecnología? Mira a los dinosaurios. Las
plumas son un ejemplo maravilloso de exaptación, es decir, el proceso en el que
un ser adquiere funciones para las que no estaba adaptado originalmente. Desde
Da Vinci, y probablemente desde mucho antes, el vuelo autónomo ha fascinado a
los humanos y no lo hemos logrado sustancialmente. Los dinosaurios lo lograron
hace 150 millones de años".
Cada año, los científicos
aprenden más y más acerca de los dinosaurios. Lacovara argumenta que este
tesoro de información no puede llegar demasiado pronto. "La gente, incluso
los paleontólogos, están más preocupados por el futuro que por el pasado",
escribió. "Pero no tenemos acceso al futuro. No podemos hacer
observaciones de él ni podemos hacer experimentos con él. Pero podemos aceptar
el pasado. Puedes sostenerlo. Abrirlo como un cascarón. Ponerlo en un museo
para que todos lo vean. Lo más importante es que el pasado es nuestra guía para
el futuro".
La mayoría de las
semanas, Lacovara invita a grupos de escuelas a visitar su parque de fósiles,
una antigua cantera que espera que se vuelva sitio patrimonio de la Unesco
porque sabe que lograr que los niños se ensucien cavando en busca de conchas
fosilizadas puede dejarles una experiencia memorable.
El amor intenso por los
dinosaurios puede ser una fase divertida pero temporal, o puede ayudar a que un
científico en ciernes descubra, algún día, los secretos de la supervivencia.