Se trata de
un armadillo fósil emparentado con el mismo género viviente (el peludo
pampeano).
El origen de
la presente estirpe es sudamericano, cuyos restos fósiles de sus antecesores
corresponden al Eoceno, es decir, hace unos 45 millones de años antes del
presente, pero al restablecerse la unión de ambas Américas, este género se
desplaza hasta la parte media de Norteamérica.
Era un
armadillo acorazado. La armadura de este
animal estaba constituida por un mosaico de pequeñas placas óseas que se
desarrollan en la capa inferior de la piel o dermis, y están recubiertas de
epidermis córnea.
Constituye un
sistema de protección contra los depredadores; y en este género estaba
protegida incluso la cola. Las placas formaban un escudo de una sola pieza
sobre los hombros y otro sobre los cuartos traseros.
La parte
media del cuerpo del animal estaba recubierta por unas placas que forman bandas
transversales articuladas entre sí, es decir, que estaban unidas por una piel
blanda. Gracias a esto podían enrollarse hasta formar una bola completamente
acorazada y cubrir la única zona del cuerpo que se halla desprotegida: el
abdomen. Eran animales de cuerpo robusto, con patas cortas y musculosas que les
permitían moverse con cierta rapidez.
Las
extremidades poseían garras semejantes a uñas y el armadillo las utilizaba para
conseguir su alimento o para excavar madrigueras.
Sus hábitos
eran nocturnos y se alimenta de insectos, gusanos, pequeños vertebrados y, a
veces, carroña. Restos fósiles de este y otros géneros morfológicamente
similares son hallados con frecuencia en los afloramientos sedimentarios
correspondientes al Plioceno y Pleistoceno pampeanos.
Imágenes;
Ejemplar de Chaetophractus sp, de la colección
paleontológica del Museo Municipal Punta Hermengo de Miramar. Vista superior
del ejemplar muy completo y detalles del cráneo. Ejemplar actual comiendo carroña,
autor desconocido.