Un nuevo estudio internacional logró reconstruir la historia evolutiva de los perezosos americanos, desde su aparición hace unos 35 millones de años hasta su desaparición en tiempos relativamente recientes. Para ello, los investigadores analizaron fósiles y árboles genealógicos evolutivos con el fin de profundizar en su anatomía, modos de vida y transformaciones ecológicas a lo largo del tiempo.
El equipo científico estuvo integrado por especialistas del CONICET (Argentina), el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC, España) y diversas instituciones internacionales.
Hoy, los perezosos son conocidos como mamíferos pequeños, lentos y arborícolas que pasan gran parte de su vida colgando cabeza abajo de los árboles. Sin embargo, esta imagen contrasta radicalmente con la de sus antepasados: durante millones de años América estuvo habitada por perezosos de gran tamaño, algunos de los cuales llegaron a superar varias toneladas de peso.
Los primeros perezosos surgieron en Sudamérica hace unos 35 millones de años. Eran animales terrestres y robustos, con un peso estimado de entre 70 y 350 kilogramos. A lo largo de su evolución, sus descendientes desafiaron cualquier previsión: mientras gigantes emblemáticos como Megatherium americanum —con más de 4 toneladas de peso— dominaban los paisajes del Pleistoceno (entre 2,5 millones y 12.000 años atrás), otras líneas evolucionaron en sentido opuesto, reduciendo drásticamente su tamaño y adoptando hábitos arborícolas.
El estudio revela que la masa corporal de los perezosos estuvo íntimamente ligada a su modo de vida: el desplazamiento terrestre favoreció el gigantismo, mientras que la vida en los árboles impulsó la miniaturización. Estos cambios ocurrieron de forma desigual. Los grandes perezosos terrestres evolucionaron lentamente, mientras que los linajes arborícolas —como los actuales perezosos de dos y tres dedos— se redujeron de tamaño con notable rapidez.
Las transformaciones ambientales también jugaron un papel decisivo. Los cambios climáticos asociados al movimiento de los continentes y a las variaciones en la órbita terrestre provocaron un progresivo reemplazo de vastos bosques por praderas y pampas, lo que favoreció nuevamente los hábitos terrestres. Esto permitió que distintos linajes de perezosos colonizaran nuevos nichos ecológicos, una ventaja clave frente al enfriamiento y la creciente aridez de Sudamérica durante las fluctuaciones glaciares de los últimos dos millones de años.
Como consecuencia, durante los últimos 14 millones de años se produjo una verdadera explosión de especies de gran tamaño. El gigantismo apareció repetidamente en grupos poco emparentados entre sí, pero ya adaptados a distintos estilos de desplazamiento y regímenes alimentarios. Los perezosos terrestres gigantes se consolidaron entonces como un componente fundamental de la megafauna del continente americano, rol que mantuvieron hasta hace unos 15.000 años.
Pese a haber sobrevivido durante 35 millones de años de cambios geológicos y climáticos extremos, los perezosos gigantes desaparecieron abruptamente durante la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno. Solo lograron sobrevivir sus parientes más pequeños y arborícolas, que dieron origen a las especies actuales.
El estudio identifica un proceso de extinción en dos etapas: primero se extinguieron las especies continentales, coincidiendo con la expansión de los primeros grupos humanos por América; posteriormente desaparecieron las poblaciones insulares, como las del Caribe.
“La cronología de su extinción refleja claramente la expansión humana”, explica Alberto Boscaini, de la Universidad de Buenos Aires y coautor del trabajo. “Ninguna crisis climática previa tuvo un impacto tan devastador sobre ellos, lo que apunta a la presión antropogénica como el factor nuevo y definitivo”.
La historia evolutiva de los perezosos encierra una doble enseñanza: es testimonio tanto de una extraordinaria capacidad de adaptación como de la fragilidad de la vida ante presiones inéditas. Su linaje sobrevivió a colisiones continentales, cambios climáticos extremos y profundas transformaciones ambientales, alternando entre la vida terrestre y arborícola, ajustando su tamaño corporal y diversificando su dieta.
“Este grupo convirtió la versatilidad en oportunidad”, resume Daniel Casali, de la Universidad de São Paulo y coautor del estudio.
Pero su rápido colapso final deja una advertencia clara: incluso los linajes más
resistentes pueden desaparecer cuando se enfrentan a
amenazas completamente nuevas,
como la presión directa ejercida por la actividad humana.

