En el día que comienza la primavera, recordamos esta nota sobre el
hallazgo de una flor fósil de 64 millones de años hallada en la Patagonia
ofrece nuevos datos sobre la evolución de las plantas
Investigadores de la Cornell University (Estados Unidos), de la
Universidad Nacional del Comahue y del Instituto de Investigaciones en
Biodiversidad y Ambiente (INIBIOMA-CONICET) de San Carlos de Bariloche, Rio
Negro (Argentina) y de la Universidad Estatal de Pennsylvania (Estados Unidos)
han estudiado flores fósiles halladas en rocas de 64 millones de años en la
denominada Formación Salamanca, en la Patagonia (Chubut, Argentina).
El objetivo ha sido identificar a qué grupo de plantas se corresponden y
de esa forma conocer hace cuánto que existen en la Tierra y cómo fueron las
conexiones de la vegetación entre los distintos continentes. El trabajo acaba
de publicarse en la revista 'Plos One'.
El estudio tiene su origen en algunos fragmentos de los más de 2.500
materiales fósiles vegetales hallados durante los estudios de doctorado de Ari
Iglesias, investigador de la Universidad Nacional del Comahue en el Instituto
de Investigaciones en Biodiversidad y Ambiente INIBIOMA-CONICET, en la
Formación Salamanca, una unidad geológica de gran relevancia en las
interpretaciones geológicas y paleontológicas del Hemisferio Sur.
Según explica a DiCYT el investigador, antes de los estudios realizados
por su equipo no se conocía muy bien la edad de esta unidad y tampoco su
composición vegetal. “En el Hemisferio Sur rocas de esta edad (64 millones de
años) son muy escasas y su estudio muy importante, ya que corresponde al
periodo de tiempo más antiguo que se conoce para la era Cenozoica, justo al que
siguió a una gran extinción masiva a nivel global”, subraya
Existen muy pocos registros en el mundo de lo que ocurrió después de
esta gran pérdida de finales del periodo Cretácico, cuando más del 70 por
ciento de la flora y fauna del planeta se extinguió. Además, precisa, los
materiales de flores son muy poco comunes en el registro fósil pese a que
pueden brindar un detalle mucho más indicativo de las especies o grupos de
plantas que vivieron en el pasado, más que el registro del polen o las hojas y
maderas fósiles.
“El estudio de los fósiles y los sedimentos de la Formación Salamanca en
Patagonia resulta clave para entender los procesos que llevaron a la evolución
de las plantas y animales hasta nuestros días. Poseen el potencial de explicar
cómo es que se llega a una diversidad tan enorme en el Neotrópico y la
distribución de los mismos grupos vegetales, actualmente tan distantes, en
Australia y América del Sur”, apunta Iglesias.
Durante las campañas de campo en Patagonia realizadas entre el 2005 y el
2012, los investigadores pudieron recopilar varias flores fósiles que se
preservaban dentro de rocas, aplastadas en forma de lajas. Los materiales, muy
pequeños, tuvieron que ser limpiados de sedimento que lo cubría, bajo lupa y
con herramientas similares a las de los dentistas, un proceso que fue realizado
en el Museo Egidio Feruglio de la ciudad de Trelew (Argentina).
Después, los materiales fueron fotografiados con cámaras digitales
conectadas a las lupas y algunos materiales observados bajo luz fluorescente y
microscopía electrónica para observar los caracteres más pequeños. Al mostrar
cada fósil una cara diferente de la flor, los científicos pudieron realizar una
reconstrucción completa.
La flor fósil posee cinco estambres y cinco pétalos preservados, con una
estructura muy poco común, fusionados en su base entre sí. Esta particular
forma permitió identificar a un grupo de plantas que hoy viven en regiones
tropicales de Brasil y Australasia (las Rhamnaceas), bajo climas húmedos y
cálidos, muy diferentes a los que hoy existen en la región patagónica donde
fueron descubiertas.
Estos hallazgos, continúa Iglesias, indican que en esa época la
“Patagonia tenía cierta conexión con Australasia vía el continente Antártico
–que, en ese momento, carecía de hielo sobre sus tierras-“. Dentro del mismo
grupo de plantas está el Mistol, un árbol pequeño que también vive en la región
del Chaco (Argentina).
De esta forma, la flor fósil encontrada supone el registro más antiguo
de este grupo de plantas que vivió o sobrevivió al cataclismo global que
ocurrió en la extinción masiva a fines del periodo cretácico (hace 65 millones
de años). “Muchos grupos de plantas y animales no lograron sobrevivirlo, pero
la nueva evidencia fósil de Patagonia es muy importante para conocer los
acontecimientos que ocurrieron inmediatamente después”.
El año pasado también fue publicado el análisis de daños de insectos sobre
las hojas de esta misma edad en la Patagonia, por el mismo grupo de trabajo. En
ese estudio se evidenció que la extinción masiva también ocurrió en la
Patagonia en ese momento, ya que se pensaba que no habría tenido tanto efecto
como en otras regiones del planeta Tierra, y que algunos insectos y varias
plantas lograron sobrevivir. (Fuente: Cristina G. Pedraz/DICYT)