En
1885 y basándose en la distribución de floras fósiles y de sedimentos de origen
glacial, el geólogo suizo Suess propuso la existencia de un supercontinente que
incluía India, África y Madagascar, posteriormente añadiendo a Australia y a
Sudamérica. A este supercontinente le denominó Gondwana. En estos tiempos,
considerando las dificultades que tendrían las plantas para poblar continentes
separados por miles de kilómetros de mar abierto, los geólogos creían que los
continentes habrían estado unidos por puentes terrestres hoy sumergidos.
El astrónomo y meteorólogo alemán Alfred Wegener (1880-1930) fue quien propuso que los continentes en el pasado geológico estuvieron unidos en un supercontinente de nombre Pangea, que posteriormente se habría disgregado por deriva continental. Su libro Entstehung der Kontinente und Ozeane (La Formación de los Continentes y Océanos; 1915) tuvo poco reconocimiento y fue criticado por falta de evidencia a favor de la deriva, por la ausencia de un mecanismo que la causara, y porque se pensaba que tal deriva era físicamente imposible.
El astrónomo y meteorólogo alemán Alfred Wegener (1880-1930) fue quien propuso que los continentes en el pasado geológico estuvieron unidos en un supercontinente de nombre Pangea, que posteriormente se habría disgregado por deriva continental. Su libro Entstehung der Kontinente und Ozeane (La Formación de los Continentes y Océanos; 1915) tuvo poco reconocimiento y fue criticado por falta de evidencia a favor de la deriva, por la ausencia de un mecanismo que la causara, y porque se pensaba que tal deriva era físicamente imposible.
Los principales críticos de Wegener eran los geofísicos y
geólogos de los Estados Unidos y de Europa. Los geofísicos lo criticaban porque
los cálculos que habían llevado a cabo sobre los esfuerzos necesarios para
desplazar una masa continental a través de las rocas sólidas en los fondos
oceánicos resultaban con valores inconcebiblemente altos. Los geólogos no
conocían bien las rocas del hemisferio sur y dudaban de las correlaciones
propuestas por el científico alemán. A pesar del apoyo de sus colaboradores
cercanos y de su reconocida capacidad como docente, Wegener no consiguió una
plaza definitiva en Alemania y se trasladó a Graz, en Austria, donde fue más
ampliamente reconocido.