Los antecesores de Protypotherium son
conocidos desde mediados del Paleoceno en América del Sur, pero el género
propiamente dicho se lo conoce desde las primeras etapas del Mioceno. Este tenía
el tamaño algo mayor al de un conejo, de aproximadamente unos 40 centímetros de
largo.
Su cola y patas eran relativamente largas. Su cráneo
semejante de un roedor en forma de punta desde atrás hacia delante. La rareza
principal que encuentran los Paleobiologios en esta especie, se halla en sus
mandíbulas, compuestas por unos 44 dientes sin especialización alguna.
Su cuello era corto y su cuerpo alargado. En sus patas se
pueden observar fácilmente las falanges unguales (base de la garra), que
podrían utilizarse para cavar sus propias madrigueras, o bien apropiarse de las
cuevas de otros animales y modificarlas según sus necesidades.
Es probable que Protypotherium comiera
vegetales, brotes, fruto, raíces, flores, etc se alimentasen también de
carroña, como hacen las liebres actuales y los roedores que viven en las
praderas. Las zarpas muestran claramente robustos dedos con garras, el origen
de las pezuñas. Gracias a los cuales, podrían escavar una madriguera o ampliar
las abandonadas por otros animales.