Los restos fueron descubiertos
en la década del 90, su extracción la llevaron adelante varios grupos de
investigación y hoy sale a la luz. Es un tipo de saurópodo poco conocido. Vivió
hace 93 millones de años.
Villa El Chocón es una de las
localidades turísticas más destacadas en Norpatagonia. Los motivos son
diversos: el agua, sus paisajes amplios y luminosos, y su pasado. Su historia
es previa a los hallazgos paleontológicos y está ligada principalmente al
desarrollo del complejo hidroeléctrico El Chocón. Aunque la construcción de la
presa no guarda relación con la paleontología, es sólo una apariencia, su
presencia fue la piedra fundamental de los hallazgos paleontológicos. La
comunidad que se generó a su alrededor sería la protagonista de una serie de
importantes descubrimientos, uno de ellos motiva la presentación de hoy.
En 1995 una vecina de la villa, la señora Viviana Moro, halló unos “huesos”
en un cerro de la zona y dio aviso a Rubén Carolini, el famoso descubridor de Giganotosaurus
Carolini, quien por aquellos tiempos dirigía el flamante Museo
Paleontológico Municipal. La noticia viajó a la velocidad de un rayo, y llegó
al mejor de sus destinos: el Museo de Geología y Paleontología de la
Universidad Nacional del Comahue.
El equipo de investigación del
museo acudió rápidamente al campo. Se hallaron diversos tipos de fósiles, como
si alguien los hubiera mezclado intencionalmente. El desafío era grande. Las
preguntas eran muchas y surgían a borbotones: ¿Qué animales estaban presentes?
¿Se trataba de grupos biológicos desconocidos? ¿Por qué estaban allí? ¿Qué
relaciones de parentesco tendrían entre sí y con otras especies?
La paleontología, al igual que
la vida de los pueblos, no es lineal. Algunas veces los caminos son cortos y
rectos, otros son largos y zigzagueantes. Así fue el camino para poder
responder algunas de las preguntas sobre “La antena”, nombre con el que fue
bautizado el yacimiento. Para hacer posible esta “empresa”, fueron necesarias
más de veinte personas, entre técnicos e investigadores, provenientes de varias
instituciones. Las principales fueron el Museo Municipal Ernesto Bachmann, el
Museo Geológico y Paleontológico de la Universidad del Comahue, y naturalmente,
el Gobierno de la provincia de Neuquén. Este es un claro ejemplo de que los
avances en ciencia no se logran por el esfuerzo de una sola persona o de un
pequeño grupo. La ciencia requiere para su desarrollo del trabajo conjunto y
coordinado de distintos actores, muy especialmente de políticas científicas que
respondan a las necesidades locales.
Como dice el tango de José María Contursi, “han pasado tantos años”;
exactamente veintidós desde del hallazgo del primer hueso. Hoy podemos
responder parte los interrogantes que nos desafiaban. Los huesos corresponden a
diversos grupos de animales, ya que existen evidencias de tortugas, cocodrilos
y de distintos tipos de dinosaurios. Uno de ellos es el dinosaurio que hoy se
presenta.
El nuevo dinosaurio fue
investigado por los doctores Edith Simón, Leonardo Salgado y Jorge Calvo. Lo
bautizaron como Choconsaurus baileywillisi. Su nombre se compone
de dos palabras. La primera es una combinación de Chocón, en referencia a Villa
El Chocón, de donde procede y saurus, reptil. La segunda, es en honor a Bailey
Willis, un geólogo norteamericano contratado por el gobierno argentino a
principios del siglo XX, que propuso entre otras cosas, la posibilidad de
generar energía hidroeléctrica en el río Limay.
Choconsaurus
baileywillisi
corresponde a un saurópodo titanosaurio de tamaño mediano a grande, y se estima
que alcanzó entre 18 y 20 metros de longitud y debió pesar unas 25 toneladas.
Por un lado, este nuevo descubrimiento, amplía el registro de los titanosaurios
con características primitivas en el Cretácico Superior, siendo el más completo
de la provincia del Neuquén. Por otro lado, este tipo de dinosaurios presenta
una serie de caracteres que están ausentes en los titanosaurios más
evolucionados. La mayoría de éstos son detalles en su anatomía ósea.
Por ejemplo, es probable que
hayan tenido algunos dedos en sus manos, un rasgo que se pierde en sus primos
más evolucionados. También hay diferencias en las vértebras de la espalda y la
cola. En los titanosaurios más primitivos, posiblemente ambas hayan sido menos
móviles que en los especies más avanzadas. Estos detalles en su esqueleto y
otros, revelaron a los investigadores que el nuevo dinosaurio muy probablemente
haya sido pariente de otros dinosaurios neuquinos como Andesaurus
delgadoi y el gigante Argentinosaurus huinculensis.
También de Mendozasaurus
neguyelap y Malargüesaurus florenciae, ambos de la vecina región
cuyana. Pero además, el dinosaurio “choconense” parece formar parte del clan
familiar de Epachthosaurus sciuttoi, de la provincia de Chubut.