Son
restos de un Toxodon, animal que habitó la llanura pampeana durante el
Cuaternario. Fueron hallados en una cantera a 3 kilómetros de San Pedro.
La
excavadora de la empresa extraía toneladas de tosca en el predio ubicado a 3
kilómetros de la ciudad de San Pedro. Decenas de metros cúbicos se cargaban en
los camiones que aguardaban con sus cajas vacías, la carga que luego se
distribuiría en caminos o basamentos de construcciones de la zona.
El
Grupo Conservacionista de Fósiles, equipo que coordina el Museo
Paleontológico “Fray Manuel de Torres”, recorría el lugar, cuando uno de sus
integrantes, Matías Swistun, observó que la pala de la retroexcavadora estaba a
punto de romper “algo” que afloraba en el corte artificial de terreno.
El equipo
solicitó a la empresa unas pocas horas para poder resguardar el fósil que
acababa de asomar entre las rocas. En poco tiempo, pudieron observar que ese
“algo” eran los restos fosilizados del brazo de un Toxodon, un gran
mamífero que habitó la llanura pampeana hasta hace unos 8.500 años atrás.
Una vez que los restos fosilizados llegaron al Museo, se
les realizó la preparación habitual para poder observar detalles, identificar
las piezas y evaluar su potencial valor científico. Sin embargo, los fósiles
recuperados reservaban una sorpresa… Entre los huesos había tres enormes
falanges de los dedos del animal, algunos metápodos que conformaban la mano del
mamífero, la ulna (cúbito, en los humanos) y el radio. Pero el detalle que
atrajo la atención del equipo del Museo fueron unas extrañas marcas presentes
en los huesos del antebrazo del animal, que mostraban, claramente, señales de
haber sido devorados por algún animal prehistórico.
“Las
marcas de las mordidas, distribuidas en diferentes sectores de la superficie
del fósil, se presentan en patrones con forma “estrellada”, con líneas radiales
que parten desde un mismo punto. Dicho patrón se repite en varios sectores y
son notorias a simple vista. A su vez, algunas se agrupan o superponen unas con
otras, conformando una especie de “mancha” calada en el hueso fosilizado que
las hace más notables aún”, comenta José Luis Aguilar, Director del Museo
de San Pedro.
Este
tipo de marcas son extremadamente raras ya que, las que se han observado en
otros casos en nuestro país y el mundo, son claramente más pequeñas, siendo,
algunas, hasta microscópicas. En el caso del fósil de San Pedro, el tamaño de
las mordidas es muy considerable.
Para
la evaluación de este particular descubrimiento, el equipo del museo sampedrino
interactuó con diferentes investigadores de nuestro país y cotejó las
muestras con otras descubiertas en lugares tan distantes como Etiopía,
Tanzania y Sudáfrica donde, décadas atrás, se han registrado ataques de
insectos sobre huesos fósiles de humanos y animales.
El Dr.
Eduardo Tonni, Jefe del Depto. Paleovertebrados del Museo de La Plata, y la
Dra. Mariela González, del Instituto INCUAPA-CONICET (Facultad de
Ciencias Sociales -Universidad del Centro, Olavarría), contribuyeron con sus
opiniones y experiencia en el análisis de este tipo de materiales.
Ambos
coincidieron en que las marcas corresponden al accionar de insectos, aportando
bibliografía que muestra modificaciones similares producidas por termitas en
estudios internacionales. A partir de este intercambio de datos, el equipo del
Museo de San Pedro comenzó a relevar la existencia de termitas en esta área en
tiempos prehistóricos.
Actualmente, la familia Termitidae, de la que
forman parte estos voraces insectos, se ha retirado de la provincia de Buenos
Aires, ocupando zonas por encima del paralelo 32, donde predominan condiciones
de clima subtropical. Sólo existe una pequeña población en las sierras de
Tandil y otra en península Valdez, Chubut, que podrían ser grupos relictuales
de épocas pasadas. La desaparición de las termitas en la provincia de Buenos
Aires se produjo en algún momento durante la Edad Lujanense (8.500 a 128.000
años), el mismo lapso geológico del que proviene el fósil hallado en San Pedro.
Esta
época, a finales del Pleistoceno, experimentó variaciones climáticas muy
marcadas, generando condiciones que no fueron las propicias para que se
mantuvieran las poblaciones de estos insectos.
Justamente,
la comparación de formas y tamaños con otros casos en el mundo realizada desde
el Museo Paleontológico de San Pedro, permitió establecer como principales
responsables a estos insectos del infraorden Isoptera, al que pertenecen las termitas.
Desde el Museo Paleontológico de San Pedro, Aguilar, explica que “Las marcas de
mordidas en los fósiles hallados en San Pedro permiten sumar un registro muy
valioso para los especialistas que estudian los insectos, su comportamiento,
distribución y hábitos climáticos en épocas remotas a través del análisis de
los fósiles. Una oportunidad verdaderamente escasa en la paleontología del
Cuaternario sudamericano. Fuente: Museo Paleontológico de San Pedro.
Mas info http://www.grupopaleo.com.ar/paleoargentina/principal.htm